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Cortesía

Por Yamitzú Ruiz de Chuez

Este 10 de octubre de 2021, a las siete de la noche, falleció en la ciudad de Panamá, Enrique Chuez, escritor panameño.

Nació en la provincia de Veraguas en 1934. Realizó sus estudios en la ciudad de Panamá hasta  lograr su título universitario como licenciado y profesor en Filosofía e Historia, profesión a la que dedicó su vida, ganándose el aprecio de colegas y estudiantes.

Enrique Chuez, como poeta, narrador y dramaturgo, se destacó en la segunda mitad del siglo XX y primera década del siglo XXI.

Sobresalen sus obras como Tiburón y otros cuentos (1964), La Gallota (1979), Las averías (1972), La mecedora (1979), traducida en diferentes idiomas en Europa; Las casas de las sirenas pulidas (1983), las cuales le dieron privilegio en el ámbito geocultural centroamericano.

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Impresionado por la invasión estadounidense a Panamá, escribió la novela Causa justa (1991), que tiene como escenario estos hechos.

En 2015 se hizo acreedor al Premio Ricardo Miró con su obra La mansión de Drácula, sección novela. Como dijo en su momento, fue “una necesidad que creció en mi mente a lo largo de los años, luego que escribí algunos cuentos”.

Sus cuentos han sido publicados en las revistas Tareas, Temas de nuestra América, Maga (Panamá); Pini-ebe (Venezuela); Xillote (México) y Repertorio (Costa Rica).

Entre sus poemas cuentan Al hombro mi socavón (1964) y Decimario (1965), dando así un aporte a nuestro folclore.

La importancia del aporte literario de Enrique Chuez a nuestra cultura es la proyección de las letras panameñas en el ámbito internacional.

Enrique Chuez como persona se condujo bajo las virtudes que determinan las buenas acciones, conductas y hábitos, tomando en cuenta las consecuencias de sus actos.

Como amigo y educador fue muy prudente y amable, anteponiendo el respeto, actuando y dando su opinión de manera correcta y moderada en diferentes circunstancias.

Como esposo, su paciencia fue la virtud que lo condujo a superar momentos difíciles con fortaleza, sin perder la calma.

Con humildad aceptó sus habilitades, límites y debilidades y llegó al perdón que permite aceptar errores u ofensas vividas y así estar en paz.

¡Loor a este gran escritor panameño!