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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Se cumplen 15 años de la publicación de una obra capital sobre la historia venezolana contemporánea: Entre golpes y revoluciones, de Jesús Sanoja Hernández (1930-2007), escribe Nelson Rivera. Su presentación, líneas siguientes:

Amigos lectores:

Esta entrega está, en buena dosis, dedicada a la política, la violencia política y a la política vista desde el prisma de ciertos valores. Les cuento.

Se cumplen 15 años de la publicación de una obra capital sobre la historia venezolana contemporánea: Entre golpes y revoluciones, de Jesús Sanoja Hernández (1930-2007). Cuatro tomos: los tres primeros dedicados al estudio de la violencia política en Venezuela, y un cuarto volumen de fotografías -puede leerse como una historia del reporterismo gráfico-, secuencia de imágenes, escogidas y ordenadas por Vasco Szinetar. Aquí reproducimos el texto de presentación que entonces escribió Simón Alberto Consalvi -fallecido en el 2013-: “Si algo caracteriza al historiador, como puede apreciarse a lo largo de estos volúmenes de Entre golpes y revoluciones, páginas de erudición y lucidez, es la valoración de testimonios y fuentes plurales, ilustrando en no pocas ocasiones lo que piensan o sostienen los contendores con sus propias palabras. Observador crítico, militante político, hombre de posiciones sólidas, venezolano integral, poeta de La mágica enfermedad, Jesús Sanoja Hernández ha escrito, a fin de cuentas, una historia que es el autorretrato de una convicción, la de que esa historia no puede ser ni invención ni adulteración, ni visión dictada por intereses parciales. Ni puede falsificarse a la hora de escribirla, ni menos aún para interpretarla como si la falsificación fuera necesaria para la abolición de prácticas democráticas como la alterabilidad republicana, los derechos humanos y la libertad de expresión. Esta es una historia donde se alternan los altos y los bajos, las conquistas y los fracasos, pero es una historia y así está contada”.

Las páginas 3 y 4 traen un texto de Tomás Straka, dedicado a Venezuela fracturada. Un libro para entender los golpes de Estado, de Iván Darío Jiménez Sánchez, General de División y ex ministro de la Defensa, quien falleció en 2017. El libro, tal como cuenta Straka, se publicó por primera vez en 1996. Pero dado su considerable interés ha sido reeditado: “Dos terceras partes del libro se refieren a 1992, y si Jiménez retrocedió casi cien años, lo hizo como quien da unos pasos atrás para hacerse de un mejor panorama, no para ser un historiador del siglo XX venezolano. Narra y explica, según sus ideas, los hechos históricos, pero solo para moldear su tesis de que se trataba de todo: el Estado, las Fuerzas Armadas, la economía, la sociedad, estaba fracturado, que era como una armazón que ya crujía por todas partes y amenazaba con caer. La armazón, según su opinión, había comenzado el 18 de octubre de 1945, con un golpe, y cerraba en 1992 con otros dos”.

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El 2022, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, Antonio Ledezma publicó Carlos Andrés Pérez. El presidente que murió dos veces, ineludible volumen, puesto que se trata de un amigo de Pérez y un testigo privilegiado de hechos relevantes que conciernen a los venezolanos. Es una biografía construida desde una perspectiva interior que apela a numerosísimas fuentes. No es solo la visión de Ledezma, también la que proveen documentos, opiniones, entrevistas y más. El relato aporta información reveladora, que solo desde adentro podría ponerse a disposición del lector: una perspectiva casi inédita de la vida política interna de Acción Democrática y de los dos gobiernos de Pérez: lo constante y duros que fueron los ataques a los que tuvo que hacer frente, quien sabe si tan peligrosos como los que venían de afuera. La edición incluye el prólogo de Sergio RamírezUna figura trágica, que hemos reproducido en la página 5: “Ese optimismo que rara veces lo abandona está resumido en la frase suya que está desarrollada en este libro: “Llueve y escampa”. Para él, la política era eso: si te cae encima la lluvia del infortunio y de la derrota, un día escampará, y vendría el triunfo. Pero al final de su vida, ya no le escampó, a pesar de todo su optimismo, de sus agallas y su disposición a la pelea.

Y no podemos dejar de verlo sino como una figura trágica, porque al final de esa carrera fulgurante lo que le aguarda es el abismo. La caída, la pérdida del poder, la condena judicial, la cárcel, la expulsión de las filas de su propio partido, el abandono de parte de muchos de sus viejos colaboradores, las decepciones más amargas, la pobreza y el exilio final, en el que muere, en la cama de un hospital en Miami”.

Dice Tulio Hernández del libro de Óscar LucienNeolengua roja rojita. Un glosario chavista, publicado a finales del 2022: “No hay nada ingenuo ni casual en la neolengua chavista. No es un asunto de picaresca o de espontaneidad personal del líder populachero y parlanchín. Detrás de términos como “majunche” o “escuálido”; “patriota cooperante” o “guardianes de la patria”; de frases como “rodilla en tierra” o “círculos bolivarianos”; periodizaciones históricas como “cuarta” o “quinta república”; anatemas despectivos como “apátridas” “ o “traidores a la patria”, hay una armazón conceptual subyacente, que al tiempo de denigrar moralmente a los adversarios y satanizar todo acto de disdencia, apunta a crear un nuevo orden moral, un desprecio al mundo civil y un culto al pasado heroico de los próceres de la independencia”. Página 6.

En la página 7 viene la entrevista que le hice a Ramón Guillermo Aveledo, a propósito de la colección de ensayos que, con el título de La política y los valores, publicó hace algunas semanas. Le pregunté, por ejemplo, sobre la posibilidad de alcanzar un ejercicio de la política no excluyente. Parte de su respuesta: “La política trata de encontrar equilibrios que tienen que ser justos. En el pensamiento venezolano, desde Fermín Toro para acá debería ser cuestión dilucidada. Pero claro, no es tan simple. En la procura de los equilibrios no hay estación final, solo escalas. Porque humanamente hablando, perfecto no hay. Siempre será perfectible. Y surgirán nuevos desafíos. Una “fórmula” aplicable, en su acepción de método práctico para resolver un asunto, sería: claridad de fines, respeto a todos y reglas que lo garanticen efectivamente.

La democracia nos pide convivir con opiniones y formas de vida que reprobamos, dice Savater con razón. Tolerancia no es equidistancia ni neutralidad, nace de la conciencia de nuestra falibilidad, de la certeza de nuestros errores y es consecuencia lógica de nuestra aspiración a que los otros nos acepten como somos. Los extremismos, los fanatismos, eso que llaman los radicalismos, son en esencia antidemocráticos por intolerantes y envenenan la convivencia en paz”.

Alfredo Álvarez me autorizó para reproducir aquí un artículo suyo de diciembre del 2018, publicado en el diario El Impulso, Una escuela llamada El Nacional, testimonio de los años en que trabajó en el diario: “Insisto en que esa fusión de talento y vitalidad nos alentó a escribir páginas memorables en el periodismo de esa década. Pero además de ello, nos permitió conocer de primera mano, de la fuente original, cómo y para qué se debe hacer periodismo. Aún en la distancia, me emociona recordar cómo personalmente el viejo Miguel Otero nos advertía la necesidad de crear historias con la certeza del dato preciso, sin renunciar a la elegancia que nos prestaba el lenguaje de Cervantes. Doce líneas eran suficientes para una nota de primera, y una cuartilla suficiente geografía para abundar en los datos de una noticia. Un verdadero privilegio fueron aquellas valiosas clases”. Con esto cerramos, en la página 8. Hasta la próxima semana.

Nelson Rivera

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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional