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La última región donde hubo una emergencia sanitaria de impacto internacional fue en las Américas: el brote del virus del Zika que apareció en Brasil, en mayo de 2015, y se propagó en 2016.

La Dra. Carla Saenz, asesora de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), explica que este brote permitió fortalecer y priorizar el trabajo de preparación ética en las emergencias, por lo cual, con la llegada de la pandemia a causa de la covid-19, ya había un camino recorrido.

Esta aproximación, y otros aspectos de interés actual, fueron expuestos durante la mesa redonda: Bioética en la era del covid-19, como parte de la agenda académica del XVIII Congreso Nacional de Ciencia y Tecnología de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (Apanac-2021).

La mesa redonda contó con las intervenciones de la Dra. Carla Saenz (OPS), de la Dra. María Casado, fundadora del Centro de Investigación Observatorio de Bioética y Derecho (OBD) de la Universidad de Barcelona (España) y de la magíster Argentina Ying, presidenta del Comité Nacional de Bioética de Panamá, bajo la moderación de la Dra. Ana Victoria Sánchez Urrutia.

El camino andado que dejó el zika

La Dra. Carla Saenz señaló que la pandemia supone un desafío ético y, de manera positiva, ha trascendido al público que habla de la bioética.

Son varias las lecciones aprendidas que dejó el brote del virus del Zika y gracias a las cuales la región, desde la perspectiva bioética, enfrenta la pandemia con una ganancia asociada al conocimiento:

“Ahora es un imperativo ético hacer investigación; con el Zika se cuestionaba”.

“Otro aspecto claro: toda investigación realizada en emergencia debe tener aprobación ética previa”.

Dijo que como OPS, no han visto ninguna propuesta que coloque la emergencia como excusa para obviar una revisión ética.

También, durante el brote del Zika, fue posible establecer consensos sobre los procesos de revisión ética, camino que aportó ahora con la covid-19.

“El brote del Zika permitió fortalecer y priorizar el trabajo de preparación ética de emergencias”, sostuvo.

Dijo que en el caso de Panamá “hemos tenido discusiones y reflexiones sobre cómo ajustar los procesos de revisión ética mucho antes de iniciar el brote del coronavirus”.

En general, sostuvo, avanzamos construyendo algo sobre el aprendizaje que logramos con el brote del Zika.

La OPS tiene un Programa Regional de Bioética que “coopera con los Estados Miembros en el desarrollo de la bioética”. Ver detalles:

https://www.paho.org/es/bioetica#:~:text=El%20Programa%20Regional%20de%20Bio%C3%A9tica%20trabaja%20en%20la%20bio%C3%A9tica%20como,o%20brindar%20atenci%C3%B3n%20de%20salud.

La experta analiza que si bien existen protocolos y avances en el conjunto de directrices, para que una investigación en un contexto de emergencia pueda ser éticamente aceptable, debe tener supervisión ética, consentimiento informado por parte de la población y generar una evidencia que aporte a la sociedad.

“Estos temas sobre el uso de intervenciones no probadas han rebasado las discusiones de los profesionales de la salud, de los investigadores y son parte del discurso del público en general”.

Nosotros, señaló, en respuesta a esta realidad en la cual la discusión de bioética rebasa los ámbitos habituales, por primera vez, en más de diez años, buscamos producir material de ética dirigido a las personas, al público en general, no solo a las autoridades sanitarias o centros de investigación.

“Es una tendencia y tiene el lado positivo que abre el ámbito de una reflexión ética a un público más amplio”.

GoÉtica, respuesta desde la gobernanza

“La necesidad de investigación global coordinada a la pandemia de covid-19, el carácter temporal de las prioridades y el impacto de estas investigaciones en el tejido social, sanitario y político”, son realidades en discusión que dieron origen a un proyecto de impacto en Centroamérica y República Dominicana: GoÉtica.

GoÉtica se constituyó en la oportunidad de impulsar “el fortalecimiento de la gobernanza y regulación ética de la investigación en salud en Centroamérica y la República Dominicana en respuesta a la pandemia de la covid-19”.

Los alcances de este proyecto también fueron expuestos durante la mesa redonda: Bioética en la era del covid-19, por Argentina Ying, presidenta del Comité Nacional de Bioética de Panamá.

GoÉtiCA se define como “un proyecto galardonado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a Etikos, Centro de Bioética con base en República Dominicana, con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el Instituto Costarricense de Investigaciones Clínicas, la Universidad del Valle de Guatemala, el Comité Nacional de Ética de Investigación en Salud / Ministerio de Salud de El Salvador, la Universidad de Panamá, The Global Health Network y Epidemics Ethics”.

Julio Canario, fundador de Etikos, es el investigador principal del proyecto. Como co-investigadores:

  • Yackeline Alger y Eleonora Espinosa (Honduras)
  • Jessie Orlich (Costa Rica)
  • Marjo Soriano (El Salvador)
  • Renata Mendizábal (Guatemala)
  • Claudé Vergés y Argentina Ying (Panamá).

La magíster Argentina Ying señaló que GoÉtica propició cuatro talleres que abordaron aspectos como la ética de la investigación y su regulación, la cooperación internacional y el gran objetivo de una propuesta regional ética de la investigación en respuesta a la pandemia.

En el ámbito de la Gobernanza y el apoyo institucional, se determinó que solo dos países, Panamá y Costa Rica, tienen una base reguladora sólida, de allí la necesidad de trabajar en el camino de la cooperación, capacitar el recurso humano, incrementar la oferta académica de programas regionales de posgrado en ética y de educación continua.

Al abordar los retos y dificultades en la revisión ética y la capacitación durante la pandemia de covid-19, en el caso específico de Panamá, enumeró como logros significativos la migración a la virtualidad para la evaluación ética, implementación de procedimientos operativos estandarizados para situaciones de emergencia y brotes de emergencia y el intercambio internacional de experiencias.

Una nueva ética

La Dra. María Casado, fundadora del Centro de Investigación Observatorio de Bioética y Derecho (OBD) de la Universidad de Barcelona, reconoció que su naturaleza es la de ser una persona optimista, pero la circunstancia de la covid-19 amerita “un análisis duro; no podemos dejar de verlo”.

“Cada día la situación de crisis de salud, económica, social y de derechos humanos, desborda las previsiones. Se pensaba que esto era pasajero, de unos meses ,y vemos que no solo se ha alargado: no se ve el final completo del túnel”.

Cuestionó el “extremo estado de egoísmo y de buscar el lucro hasta puntos desmedidos de desigualdad y discriminación”.

Las voces, dijo, que ya alertaban de una pandemia, no se escucharon.

“Con sinceridad soy pesimista, pero hay que seguir trabajando; no nos podemos dar por vencidos”, afirmó.

Reflexionó que no se trata solo de la bioética enmarcada en derechos humanos reconocidos, en valores; es la acción política.

Considera que la acción política debe ser el paso siguiente, porque “los derechos no los regalan, se consiguen con lucha. No gusta decir que debe haber una acción política; se prefiere hablar de comités éticos como si fueran más neutrales; si se habla de política pareciera que están más contaminados”.

Apunta que este tipo de acción política pudiera ser determinante en el ámbito de la bioética y de la vida de los ciudadanos.

Recuerda que se pasó, en los primeros tiempos de la pandemia, de los aplausos al personal sanitario y acciones como la de confeccionar mascarillas y donarlas, al “sálvese quien pueda, a un egoísmo desmedido y afán de lucro. Vemos que la brecha entre ricos y pobres con la pandemia aumenta”.

Hizo especial referencia al Informe Regional de Desarrollo Humano 2021, divulgado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que expone la brecha creciente entre riqueza y pobreza extrema.

“Deberíamos ser sinceros y darnos cuenta que la realidad es que la pandemia no es solo un problema de salud, es un problema de ciudadanía de alcance global”.

En el ámbito de la investigación científica, subrayó que acortar los plazos “no significa que debamos aligerar o ser menos garantistas de los procedimientos”.

“Si los ciudadanos pierden la confianza en la ciencia, será difícil recuperarla” y desde esta afirmación se inclinó por esfuerzos coordinados que no cedan a las presiones ni a los conflictos de interés. En suma, una mirada ética a la vida.