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Foto | Cortesía CIEPS

Hay muchas maneras de definir el legado de Carmen A Miró. El sociólogo y docente panameño Marco A. Gandásegui (1943-2020), la definió como “la demógrafa panameña honrada en el mundo entero”, así como científica social y luchadora.

El Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS-AIP) exalta su legado, al recordarla como la primera experta en población de Latinoamérica y quien organizó el I Censo de Población de Panamá en 1950.

Carmen A Miró ha muerto. Este domingo 18 de septiembre se despidió de la vida a sus 103 años, dejando un aporte de mérito. En su memoria, compartimos fragmentos de la entrevista que le hizo en su momento Magela Cabrera Arias; palabras de Marco A. Gandásegui, en ocasión de la entrega del Premio Ciencia 2002, otorgado por la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (APANAC) a Carmen Miró y dos textos de su autoría sobre la demografía en América Latina en el siglo XXI y el adulto mayor en Panamá, todos publicados en revistas científicas.


“La mía es una actitud vital: hasta cuando el cuerpo y la mente funcionen trabajaré”


Cabrera Arias, Magela (2008). ENTREVISTA A CARMEN A. MIRO G.. Tareas, (128),121-130.[fecha de Consulta 19 de Septiembre de 2022]. ISSN: . Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=535055611008

Fragmentos

“Nació en la ciudad de Panamá el 19 de abril de 1919. Multifacética e incansable Carmen Miró ha sido directora del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá y consultora del Fondo de Población de Naciones Unidas entre otros cargos.

En 1984 fue candidata a la Vicepresidencia de la República en la nómina del Dr. Renán Esquivel.

En 1987 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de la Habana Cuba y en el 2006 de la Universidad Nacional de Córdoba. Autora prolífica entre sus publicaciones destacan: Población y desarrollo (en colaboración con Joseph Potter); Capitalismo y población en el agro latinoamericano (en colaboración con Daniel Rodríguez); Social Science Research for Population Policy Design (en colaboración con Gerardo González C. y James Mc Carthy). Carmen, hija de Ricardo Miró, el gran poeta panameño, a sus 88 años pertenece a varias entidades científicas. Preside el Comité directivo del Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), “Justo Arosemena”.

Además, es miembro a título individual del Consejo Superior de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), institución creada en 1957 que se dedica a la promoción, docencia, difusión y cooperación técnica de esas ramas de la ciencia. En Carmen confluye una particular aptitud para ejercer el pensamiento y una gran energía y elocuencia para transmitirlo. De contextura mediana, cabello entrecano y lentes, vistiendo una blusa blanca de algodón y pantalones crema, nos recibe con un saludo afable y nos conduce con paso aún enérgico a la sala comedor de su casa, donde se efectúa la entrevista. —M.C.A. Cuénteme de sus años de niñez y juventud. Seguramente allí está la fuente de inspiración y la brújula que la llevaron a lo que ha caracterizado su vida: estudio y trabajo constante.

-C.M.G. Durante mi niñez estuve muy cerca de un hermano de mi madre, Blanca. Mi tío Marco Gandásegui era un hombre muy recto y de carácter enérgico; creo que su influencia la he sentido a lo largo de mi vida. Recuerdo que poco antes de entrar a la secundaria, en el Instituto Nacional, en la familia se dio una especie de consulta y me propusieron seguir la carrera de magisterio. Sin embargo, ya entonces yo reconocía mi carácter y dije que yo no creía que tenía la paciencia necesaria para lidiar con niños, que imaginaba serían díscolos.

Como los recursos no abundaban, al final se decidió que estudiara lo que en aquel entonces se llamaba Perito Mercantil -una de las opciones más cortas, de solo cuatro años.

Al finalizar mis estudios a los dieciséis años, ese tío de quien hablo, me ofreció entrar en una empresa de radio de su propiedad. Ese fue mi primer trabajo y así fue como llegué a ser algo así como secretaria en la empresa.

Pausadamente, con voz ronca y entornando un poco los ojos, como para recordar mejor, se acomoda en la silla y cuenta.

Claro, eso de haber escogido comercio significó para mí que, posteriormente, tuve que estudiar mucho más para compensar las áreas que no había aprendido como perito mercantil.

El 29 de mayo de 1935 se firmó el decreto de creación de la Universidad de Panamá. Con el apoyo de las Universidades de Salamanca y de San Marcos de Lima, inició ofreciendo licenciaturas en Derecho, Ciencias Económicas y Sociales, Ciencias Políticas y Farmacia, así como estudios introductorios de Medicina, Ingeniería Civil y Educación.

En ese entonces Carmen acababa de graduarse y, para lograr su ingreso, se inscribió en varios cursos de equiparación que ofrecía la universidad.

C.M.G. Ingresé a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales -como se la llamaba entonces- donde estudié Administración y Contabilidad. Pocos años después gané una beca del Instituto Internacional – una organización norteamericana. Yo diría que tuve tan mala suerte que me asignaron al Saint Catherine College en el Estado de Minnesota, muy al norte con mucho frío, y ¡ya te puedes imaginar cómo fue para mí viniendo de este clima caluroso llegar a aquel bello clima! Pero realmente era un lugar muy bueno. Allí obtuve un Bachelor of Arts con un Major en Sociología y un Minor en Estadística. Luego tuve la oportunidad de estudiar un postgrado en Estadística en la Universidad de John Hopkins.

Se acomoda nuevamente en la silla y mientras tamborilea con los dedos sobre la mesa,- evidenciando su carácter impaciente-, continúa hablando. Te contaré sobre los empleos que tuve antes de partir hacia Minnesota.

Primero fui secretaria de dos contralores, antes de ser trasladada a la Presidencia de la República. Yo era muy joven y estaba tan asustada que apenas si podía hablar; pero encontré una excelente compañera de trabajo, bastante mayor que yo, – Carmen Mata- quien me apoyó y orientó.

El período al que Carmen se refiere fue el del presidente Juan Demóstenes Arosemena; luego de su muerte repentina se encargó Augusto S. Boyd de la Presidencia.

(…)

M.C.A. El año pasado cuando le fue conferido su segundo Doctorado Honoris Causa, en su discurso exhortó a las universidades a involucrarse más en la resolución de los problemas de los pueblos latinoamericanos. Mostró su honda preocupación por la abismal pobreza así como por las desiguales oportunidades para acceder a la educación, a la salud y a un hábitat digno y sin violencia. Esos han sido tópicos comunes 125 en sus escritos y discursos, lo que me lleva a preguntarle: ¿Qué motivó sus inclinaciones ideológicas de izquierda?

C.M.G. Bueno, te diré que desde muy joven yo formé parte del Frente Patriótico. El nombre completo era Frente Patriótico de la Juventud; pero a medida que pasaron los años se le dio el nombre de Frente Patriótico a secas. El Frente Patriótico hizo una convocatoria pública para convertirse en partido en 1950 y llegar así a 7,500 adherentes, cifra que exigía en aquel entonces la ley. La ocasión era propicia para convocar más simpatizantes para el nuevo partido, dado el descalabro de la unificación del liberalismo y el desgobierno de Arnulfo Arias, entonces en la presidencia, particularmente desde que había anunciado su decisión de reemplazar la Constitución de 1946 por la de 1941 para conseguir la extensión de su período presidencial.

M.C.A. ¿que edad tenía cuando ingresó al Frente?

C.M.G. Tenia, unos 24 años. El primero que entró fue mi hermano René. Yo le dije que quería participar pero él solo me dijo: “eso no es para mujeres”; y como yo desde ese entonces no aceptaba esa clase de respuestas, me fui de inmediato sola a averiguar lo que debía hacer y me inscribí. Después dediqué parte de mi tiempo a hacer algunas contribuciones para el partido. El Frente desde sus orígenes, sin ser un partido de izquierda, sí se orientó de manera de combatir las malas actuaciones políticas que se practicaban en aquellos tiempos y que aún se acostumbra en estos -aclara con un dejo de ironía en la voz. Recuerdo que siendo miembro del Frente, fui designada Directora de Estadística y Censo y en una ocasión me sorprendió encontrarme en una reunión del Frente, a varios empleados de la dirección. Imagínate que pensaban que porque yo estaba allí, ellos, para congraciarse conmigo, debían pertenecer al partido de la jefa. Yo, por supuesto, les aclaré que eso era impropio e innecesario.

Los 36 grados centígrados se dejan sentir; me levanto para encender el ventilador de techo sobre nuestras cabezas y aprovecho para observar mejor el entorno.

La sencillez y el buen gusto se reflejan en el decorado del espacio. Destacan pinturas y adornos de origen mexicano y chileno, seguramente adquiridos durante los cuatro años que vivió en México y los 18 pasados en Chile, donde a los 39 años de edad, Carmen ocupó el cargo de directora del Centro Latinoamericano de Demografía de Naciones Unidas (CELADE) luego de dirigir durante diez años la Dirección General de Estadística y Censo de Panamá. Ya entonces había finalizado –gracias a una beca del Population Council- sus estudios en Demografía y Economía en la London School of Economics”.

Miró G., Carmen A. (2019). La demografía en América Latina en el siglo XXI. Tareas, (162),5-15. ISSN:  Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=535059263002

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Ya desde fines del siglo XIX algunos pocos países de América Latina habían levantado censos de población, lo que les permitió conocer no sólo el tamaño de sus poblaciones y la distribución de éstas en su territorio, sino también algunas características, entre ellas sexo y edad. No es sino hasta mediados del siglo xx (cuando el Instituto Interamericano de Estadística [IIASI), por su sigla en inglés lanza su Programa del Censo de las Américas (COTAL) que un buen número de países de la región participa en ese programa levantando censos de población en el año de 1950, con cierto grado de uniformidad en el contenido de las boletas censales.

Los resultados de estos censos, comparados con los datos de que se disponía entonces, vinieron a confirmar que las poblaciones de la mayoría de los países latinoamericanos estaban creciendo a ritmos acelerados.

La tasa anual de crecimiento poblacional en algunos casos rondaba o excedía el 3 por ciento por ciento anual, tasa que permitiría duplicar el número de habitantes en un breve periodo de años. Igual situación parecía estarse dando en otras regiones subdesarrolladas del mundo.

Este crecimiento poblacional, que llegó a calificarse de explosivo, suscitó preocupación en los países desarrollados, y reconociendo que, en general, en América Latina no se contaba con personal capacitado en demografía, en una Asamblea General de Naciones Unidas se propuso adoptar una resolución para recomendar que las regiones subdesarrolladas crearan centros que, además de formar recursos humanos capaces de abordar el estudio del comportamiento de sus poblaciones, prestaran asistencia técnica a los países que la requiriesen para llevar adelante investigaciones que aportaran elementos de juicio para evaluar dichos comportamientos, analizando la dinámica que determinaba su tasa de crecimiento y la posible evolución de la natalidad y mortalidad.

En América Latina se buscó aplicar la resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas mediante el establecimiento de un centro como los recomendados, lo cual ocurrió en Chile en 1957. Es así como a mediados del siglo XX comienza a desarrollarse la aplicación de la demografía en la región, al mismo tiempo que se procuraba formar personal profesional que pudiese aplicar sus conocimientos de esa disciplina al análisis del comporta-miento demográfico en los distintos países.

Inicialmente, el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), que fue, como se designó, creado como consecuencia de la recomendación de la ONU, comenzó en 1958 a dictar cursos de análisis demográfico de 10 meses de duración, en los que también se estudiaban las principales fuentes de datos demográficos y los métodos utilizados por ellas para recolectarlos.

A estos cursos asistían pequeños grupos de funcionarios estatales, principalmente de departamentos censales o de estadística, en calidad de becarios, y cuyas candidaturas eran propuestas por los respectivos gobiernos.

Al mismo tiempo que dictaban los cursos de análisis demográfico en su sede y en una subsede establecida posteriormente en San José, con la colaboración de la Universidad de Costa Rica, el CELADE prestaba asistencia técnica a algunos países que deseaban analizar los datos de su censo de población para evaluar cómo evolucionaba su dinámica demográfica y preparar proyecciones que les permitieran conocer la posible evolución futura de su población, datos todos éstos que el Estado pudiera utilizar para adoptar medidas tendentes a modificar el comportamiento demográfico de la población.

Los estudios realizados en las décadas de 1960 y 1970 con la colaboración del CELADE, y la disponibilidad de profesionales que ya se habían capacitado en análisis demográfico, confirman que, con la excepción de Argentina, Uruguay, Chile y Cuba, en los demás países de la región, y de manera más significativa en los centroamericanos y algunos del norte de Suramérica, las poblaciones crecían aceleradamente, producto de una mortalidad en descenso y una fecundidad estabilizada en niveles relativamente altos.

Surge entonces en algunos círculos, particularmente de Estados Unidos, el planteamiento de que los bajos niveles de crecimiento económico que en general se daban en los países latinoamericanos se debían precisamente a las elevadas tasas de crecimiento demográfico, que los obligaba a destinar recursos crecientes a atender las necesidades de sus habitantes.

Esto llevó a proponer que nuestros países adoptaran medidas orientadas a disminuir el crecimiento demográfico, lo que en efecto se hizo. Por conocidas, no parece necesario describir aquí esas medidas. Lo que sí es importante señalar es que, en efecto, en periodos de pocos años bajaron significativamente las tasas de crecimiento de las poblaciones de esos países, aunque debe subrayarse que no se elevaron las de desarrollo y crecimiento económico, que prácticamente no variaron, o en algunos casos desmejoraron.

Antes de abordar el examen de las demandas que se plantean la demografía en el siglo XXI, conviene subrayar que el CELADE optó por organizar en una primera etapa la enseñanza de análisis demográfico, lo que implicó la aplicación de la demografía formal, cuyo desarrollo se apoya de manera significativa en métodos estadísticos, considerando que en sus inicios, en los años 1958 1959,y lo que los países demandaban al CELADE eran estimaciones de las variables demográficas básicas (fecundidad y mortalidad), evaluando el grado de cobertura de sus fuentes informativas, análisis de las estructuras diferenciales de población y su distribución en el territorio, así como su posible evolución futura, con base en proyecciones de población, es decir, elementos que le permitieran conocer y describir cómo la respectiva dinámica demográfica modificaba el tamaño, la distribución, las estructuras de sexo y edades de sus poblaciones. Sin embargo, más tarde, en diversos momentos de la segunda mitad del siglo xx, se organizaron en Brasil y México maestrías en demografía (Brasil, CEDEPLAR, 1964; México, CEED,1 1964), que años más tarde se ampliaron a doctorados (Brasil,2 CEDEPLAR, 1985 y NEPO, 1985; y México, 1985) y actualmente se cuenta con la maestría y el doctorado en demografía que se dictan en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Con el propósito de no alargar innecesariamente el examen de la evolución que se da en América Latina en los estudios de demografía y en sus poblaciones en la segunda mitad del siglo XX, conviene examinar qué les está ocurriendo a esas poblaciones en la actualidad. Es esta situación la que determinará cómo evolucionará la aplicación de la demografía como ciencia en la región para apoyar a sus sociedades y a sus gobiernos en la comprensión de los fenómenos sociales, económicos, de salud y ambientales que afectan a sus poblaciones y son afectados por el comportamiento de éstas.

Por razón de las medidas que se adoptaron, en todos los países de la región disminuyó, en distintos grados, la tasa anual de crecimiento demográfico, producto principalmente del descenso del nivel de la fecundidad, lo que ha llevado a una llamada transición demográfica, que según el grado de avance de la misma, ha modificado las estructuras por edades que, en general, se caracterizan por una disminución de la proporción de los menores de 15 años, un crecimiento de la de jóvenes entre 15 y 19, un crecimiento de la población en edad de trabajar entre 20 y 59 años, y lo que está concitando mayor preocupación: un importante crecimiento del grupo de 60 y más años.

De la más alta prioridad resulta, en los tiempos actuales, estimar cómo se transformarán en las poblaciones de América Latina las estructuras por edad y cuál es la relación que ellas tendrán con la evolución de condiciones como la educación, la salud y la incidencia de enfermedades, el patrón de distribución de la población en el territorio, los niveles y características del empleo, y los niveles de fecundidad y mortalidad.

El estudio y evaluación de tres grupos de edad han suscitado especial atención por la directa relación que tienen con las transformaciones sociales. Ellos son: los adolescentes y adultos jóvenes, cuyo mayor crecimiento plantea la necesidad de adoptar medidas especiales dirigidas a ese grupo para atender los múltiples problemas que ellos plantean.

El segundo grupo es el de la población en edades de trabajar, cuyo crecimiento en algunos países, ciertos profesionales han dado en calificar como bono demográfico, designación totalmente equivocada, ya que en esos países, como en general en América Latina, se da un alto nivel de desempleo, por lo que el crecimiento de ese grupo lo que hace es complicar el ya difícil problema de la no utilización o subutilización de la fuerza de trabajo potencial. El crecimiento de este grupo poblacional, con altos niveles de desempleo, viene a agravar los problemas de que ya adolecen los sistemas de seguridad social en América Latina, ya que un alto porcentaje de la población no contribuye al pago de cuotas en estos sistemas, complicándose aún más el problema de la solidaridad intergeneracional.

El crecimiento de la población de 60 años y más, designada por Naciones Unidas como adultos mayores, es el que mayor preocupación concita, ya que se trata de un grupo que en un alto porcentaje es dependiente, ya sea porque se haya retirado de la actividad económica, o no haya trabajado nunca (como es el caso de muchas mujeres).

Es obvio que este grupo plantea importantes demandas: mantenimiento por algún familiar o el Estado, si no pertenece a ningún sistema de seguridad social, lo que es bastante frecuente, especial-mente para los de edades más avanzadas (80 y más años). Otra demanda es la de la atención médica, que con frecuencia exige hospitalización, para estados de salud que a medida que avanza la edad se deterioran severamente.

En el estudio de este grupo resultará muy útil estar en condiciones de estimar valores de esperanza de vida para grupos con distintas características.

En los tres casos anteriores ya no basta el análisis demográfico formal. Ahora se hace indispensable establecer relaciones, formular análisis y llegar a conclusiones acerca de cómo lograr la proposición de soluciones para resolver los problemas que la evolución de estas estructuras de edad entre distintos grupos sociales plantea al desarrollo económico y social del país. Llamémosla una demografía sustantiva.

Miró G., Carmen A. (2009). El adulto mayor en Panamá: Evolución reciente y perspectivas al 2030-2035. Tareas, (132),123-129. ISSN: Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=535055607008

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(…) Pero lo que más interesa destacar, es lo que ocurre entre los de 60 años y más.

Este grupo aumenta de manera importante haciendo crecer la proporción y el número absoluto de los adultos mayores en forma significativa.

Así, mientras que en 1970 representaban el 6 por ciento de la población total con porcentajes muy similares para ambos sexos, en 2000 ya representaba el 8 por ciento del total y en el 2030 el porcentaje se habría duplicado a 16 por ciento con un aumento absoluto que puede calificarse de espectacular de casi 96,000 a más de 715,000.

Adviértase que el sexo femenino crece más lento tanto en proporción como en forma absoluta, fenómeno que se debe al hecho de que la mujer, en general, tiene una esperanza de vida más elevada que la del varón.

El comportamiento de los tres grupos de edad mencionados: menores de 15, de 15-59 y de 60 y más confirma que el envejecimiento demográfico es un fenómeno que afecta a toda la población.

En el grupo de 15-59 años también ocurre un fenómeno que puede considerarse negativo. Me refiero al “envejecimiento de la población económicamente activa.

Este envejecimiento afecta de manera más significativa a los adultos mayores, proceso que concita mayor preocupación por las razones que se mencionan más adelante.

Y es natural que exista esta preocupación porque se trata de un grupo que, en general, ha dejado de ser productivo y que, en su mayor parte, por carecer de ingresos, se ha tornado dependiente de la sociedad –a la que por muchos años contribuyó- a través de los esquemas de seguridad social o de sus familias, cuando no están protegidos por estos esquemas o sus prestaciones resultan insuficientes.

No debe perderse de vista que a la falta de actividades remuneradas se agrega el hecho de que, con el avance de la edad, los adultos mayores comienzan a presentar, en forma creciente, cuadros de enfermedades crónicas, algunas de ellas incapacitantes, las que, a pesar de los avances de la geriatría y la gerontología, resultan irreversibles y pueden eventualmente conducir a la muerte. Su tratamiento resulta, en general, más costoso. No cabe duda de que en el grupo de adultos mayores hay personas de ambos sexos que podrían ejercer alguna actividad remunerada, pero con las limitaciones que ya tienen nuestras economías para incorporar en actividades productivas a los más jóvenes, parece casi imposible considerar soluciones de este tipo.

A ello, agréguense los estereotipos vigentes, que por definición excluyen de prácticamente cualquier actividad a los llamados “ancianos”, sin que se intente siquiera hacer evaluaciones diferenciales de capacidades entre ellos. Un caso muy característico en Panamá es el de la ley que prohibía el empleo en posiciones del Estado a mayores de 75 años.

En su momento, la Universidad de Panamá intentó aplicar la ley que implicaba el retiro de todos aquellos profesores de 75 años y más, sin que se tomara en cuenta si estaban o no en condiciones de continuar impartiendo sus cursos. Afortunadamente, esta ley fue declarada inconstitucional. Distintos sectores han avanzado ideas que puestas en vigor pueden contribuir a enfrentar, aunque solo sea parcialmente los ingentes problemas que aquejan a nuestras sociedades. En Panamá se están ejecutando algunas. Por ejemplo, la labor que realiza la Universidad de la Tercera Edad en la Universidad de Panamá, es muy valiosa y la Carrera de Gerontología Social que se dicta en la Universidad Especializada de las Américas (UDELAS) es un magnífico aporte para atender las demandas que en nuestro país plantean los adultos mayores.

(…) Algunas de las preguntas que han surgido en relación con estos temas son, entre otras ¿Qué prioridad debe recibir la atención médica a los adultos mayores con respecto a otros grupos de la población? ¿Aparte de aplicar un cierto grado de solidaridad intergeneracional debe también ejercerse una justicia intergeneracional?

Carmen A. Miró: científica social y luchadora panameña

Por: Marco A. Gandásegui, H. Palabras del autor en ocasión de la entrega del Premio Ciencia 2002, otorgado por la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (APANAC) a Carmén Miró

Ver: trabajo y citas completas en:
Papeles de población
versión On-line ISSN 
2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425
Pap. poblac vol.9 no.36 Toluca abr./jun. 2003

(…) Carmen A. Miró nació en la ciudad de Panamá el 19 de abril de 1919. Hizo sus estudios secundarios en el Instituto Nacional. Obtuvo su licenciatura en comercio en la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá, y luego siguió estudios de sociología y estadística en el Colegio Saint Catherine, en Minnesotta, Estados Unidos; continuó estudios de posgrado en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore. En la London School of Economics and Political Science completó estudios de maestría y predoctorado en demografía y economía. Fue directora de Estadística y Censo en la Contraloría General de la República. En 1950 le tocó organizar el primer censo de población de la república basado en criterios científicos. Fue la directora fundadora del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá entre 1987 y 1992. Ejerció la docencia universitaria en forma ininterrumpida durante las décadas de 1940 y 1950.

(…) En 1958, Carmen A. Miró, contratada por las Naciones Unidas, se trasladó a Santiago de Chile, donde a los pocos meses se le encargó la dirección del recién creado Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), donde desarrolló una labor que le sería reconocida mundialmente.

En 1973 fue elegida presidenta de la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población, cargo que ejerció hasta 1977. La Unión es una organización de carácter mundial, que reúne profesionales de la demografía y ciencias afines de más de 120 países, y de la cual es actualmente presidenta honoraria. En 1976 se trasladó a la Ciudad de México, donde asumió la presidencia del Grupo Internacional de Evaluación de la Investigación en Ciencias Sociales sobre Población y Desarrollo, que culminó su trabajo con la publicación del libro Población y desarrollo. Estado del conocimiento y prioridades de investigación, patrocinado por El Colegio de México, que fue la sede del mencionado grupo. El libro también fue publicado en inglés. En 1984 recibió el Premio de Población concedido por las Naciones Unidas. En la actualidad es consultora del Fondo de las Naciones Unidas para Actividades de Población. Además, es miembro a titulo individual del Consejo Superior de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Entre su abundante producción bibliográfica, los historiadores panameños Araúz y Pizzurno destacan los libros Población y desarrollo (en colaboración con Joseph Potter), Capitalismo y población en el agro latinoamericano (en colaboración con Daniel Rodríguez) y Social science research for population policy design (en colaboración con Gerardo González C. y James McCarthy).

Carmen Miró forma parte de lo que llamaría Guillermo Castro la Generación del Cincuentenario, forjada al calor de las jornadas de 1947. Es la generación dejóvenes que se constituirían en el núcleo intelectual del desarrollismo liberal. Es un producto de la Universidad de Panamá y, al mismo tiempo, va formando los nuevos intelectuales que salen de la Universidad.

En ese grupo se destacan Jorge Illueca, Ricardo J. Bermúdez, Rubén D. Carles y muchos otros.

También se puede mencionar a Hernán Porras, autor de El papel histórico de los grupos humanos en Panamá, cuyo trabajo fue presentado en el mismo ciclo de conferencias en que Carmen Miró presentó sus Apuntes para una política demográfica del Estado panameño.

El desarrollismo liberal no produjo la movilización ni el compromiso de los cuales siempre ha hablado Carmen Miró. Para eso hará falta una generación nueva de jóvenes que no podrá prescindir de un segmento mayor o menor de los grupos dominantes, pero que tampoco podrá reproducir simplemente la hegemonía de la que éstos alguna vez disfrutaron.

Hay quienes dicen que la demografía no es una ciencia. Afirmación que seguramente no comparte Carmen Miró, aunque acepta que, en efecto, utiliza técnicas para determinar la conducta de ciertas variables que se refieren a la población humana. Pienso que, en concreto, procura establecer los ritmos de cambio que caracterizan a la población utilizando como variables la natalidad, la mortalidad y las migraciones.

Al igual que la economía contemporánea, la demografía se conoce por sus cálculos relacionados con la conducta de la población humana. La economía marginalista, que tantos premios Nobel entregó al mundo en el siglo XX, hace algo muy parecido.

La economía política, en cambio, es una ciencia social que mediante el método de la observación y la experimentación busca explicar los procesos que constituyen su objeto de estudio. Los fundadores de la economía política comprendieron que la producción y distribución de bienes y servicios no depende sólo de la existencia de un mercado.

(…) Carmen Miró convirtió a la demografía, desde el CELADE, en una herramienta para la investigación social. En todos los centros académicos de América Latina y de muchos países, así como en las oficinas gubernamentales, la influencia del CELADE y de Carmen Miró se hacía sentir.

La pregunta clásica -hecha por Malthus y los demógrafos marginalistas- acerca de si la producción que crecía a un ritmo aritmético podía alimentar a una población que crecía a un ritmo geométrico fue radicalmente transformada por el equipo de Carmen Miró. Bajo la influencia de los estructuralistas como Prebisch, Pinto, Cardoso, y los marxistas como Quijano, Cueva y Marini, la pregunta se convirtió en ¿qué procesos característicos del capitalismo controlan los ritmos de crecimiento de la población?

Las preocupaciones de Carmen Miró giran en torno a dos aspectos. Por un lado, cómo convertir la demografía en una disciplina capaz de ofrecer respuestas a los problemas sociales y económicos de la región latinoamericana, que pasaba por una transformación social pocas veces experimentada con anterioridad. Por el otro, cómo adaptar los nuevos conocimientos demográficos a la realidad mediante la movilización social y el compromiso de las clases gobernantes.

Para lograr esta última meta, plantearía en la histórica Conferencia Regional Latinoamericana de Población realizada en la ciudad de México en 1970 que la adopción de una política demográfica se facilitará en la medida en que exista un plan de desarrollo económico y social. En esta situación, el primer paso es el de lograr coherencia entre las metas económicas y sociales y las demográficas.

La exigencia de Carmen Miró, directora del CELADE, entidad de las Naciones Unidas, fue escuchada pero no atendida. Sólo en 1973, el gobierno mexicano asumió la responsabilidad de incorporar los lineamientos demográficos esbozados por Carmen Miró y sus colaboradores a sus programas de gobierno.

En Panamá, el entonces ministro de Salud, José Renán Esquivel, como don Quijote, adoptó los planteamientos de Carmen Miró, pero en un medio que aún percibía las teorías malthusianas, igual que las teorías económicas marginalistas, como dogmas intocables. La lucha de Esquivel finalmente fue acogida a medias con la creación en Panamá de una Comisión Nacional de Política Demográfica.

Carmen Miró abogaría en aquel memorable discurso que debería ser obvio (la necesidad de) incorporar demógrafos en los organismos (gubernamentales) responsables de la planificación. Trabajando en colaboración con profesionales de otras disciplinas, los demógrafos deberán realizar, como condición previa, los estudios que conduzcan a una cabal apreciación de la situación demográfica.

Un aspecto de su discurso, que en aquel entonces debió haber provocado problemas y que hoy es considerado herético por los neoliberales, se refiere a un planteamiento hecho hace 225 años por Adam Smith cuando señalaba la necesidad de comprender las conductas diferenciadas de las clases sociales en el Reino Unido. Carmen Miró planteaba que el comportamiento demográfico diferencial de distintos grupos sociales deberá también ser objeto de examen, pues sólo de una cabal comprensión de los mecanismos a través de los cuales se produce, podría intentarse introducir medidas que lo modifiquen.

(…) Carmen Miró concluye que sólo en la medida en que se dispone de los elementos de juicio en qué apoyar las decisiones se podrá avanzar en la estructuración de una política de población que guarde efectiva coherencia con las metas y estrategias económicas. Parece innecesario subrayar que dicha política -como cualquier otra de las adoptadas por un Estado- debe, en efecto, surgir como resultado de un proceso dinámico capaz de responder con rapidez y eficiencia a los cambios que con el correr del tiempo se van produciendo en los distintos componentes de la estrategia nacional (Miró, 1970)”.

Para Carmen Miró, la demografía y el estudio de la población es un medio para alcanzar un fin. Como diría ella misma: el reto de la región es cómo salir de una situación de desigualdad social, manteniendo e intensificando el proceso de transición demográfica que, entre otras consecuencias, tuvo la virtud de disminuir algunas de las presiones que pudieron haber agudizado aún más el deterioro que experimentan algunos grupos de las sociedades latinoamericanas.

Carmen Miró se coloca sin ambigüedades en el campo de los desarrollistas, quienes creen en la necesidad de una intervención pública en los asuntos que atañen a todos los habitantes de un país.

En el campo demográfico, diría Carmen Miró, como en muchos otros, el Estado tiene la obligación de definir aquellas metas cuyo logro se considera indispensable para asegurar el máximo bienestar a la mayoría de la población, lo que, desde luego, tiene que hacerse, en el marco de un estricto respeto a los derechos humanos ampliamente reconocidos.

(…) Apanac ha seleccionado a una mujer extraordinaria para conferirle el Premio Ciencia 2002. Sin duda, su producción científica lo amerita. En este caso, sus logros científicos se complementan con su labor docente, con su contribución a la formación de demógrafos que hoy se encuentran trabajando y enseñando en todos los países de la región. APANAC, además, está reconociendo la labor científica de una generación de luchadores panameños que dejaron su semilla, la cual corresponde cosechar a nuestra juventud, que hoy busca urgentemente soluciones a los problemas del país.

Fragmentos en memoria de Carmen A. Miró