fbpx

Este texto nos encuentra con la vida personal y profesional del Dr. Salvatore Pluchino, quien ejerció la Jefatura de la Cátedra de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela durante dos lustros, además de tener larga vida científica. Formador de formadores, compartimos sus palabras que pasan a formar parte del gran libro de la Medicina venezolana

Por: Dr. Salvatore Pluchino

Nací en Ragusa, provincia de la zona sur-oriental de Sicilia, Italia, el 13 de marzo de 1935. A los cuatro años de edad viajé en barco con mi madre a Etiopía, a través del Canal de Suez, para reunirnos con mi padre, quien había participado como militar en la Guerra de Etiopía (Abissinia) y había decidido quedarse como civil, primero en Debre Berhan y después en Addis Abeba. Etiopía, Eritrea y parte de Somalia eran colonias italianas.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Etiopía fue atacada por fuerzas británicas  apoyadas por los guerrilleros etíopes. Primero cayó Somalia Italiana en poder de los británicos, seguida por Eritrea y finalmente Addis Abeba.

Las fuerzas italianas se rindieron a los británicos y etíopes. Los hombres italianos  fueron llevados a campos para prisioneros en Sur Rhodesia (hoy Zimbabwe), mientras que personas con discapacidad, mujeres y menores fueron trasladados a campos de concentración en Harar (Somaliland) para ser sucesivamente repatriados a Italia, fruto  de acuerdos a través de la Cruz Roja Internacional.

Yo fui relegado al  campo de concentración para hombres (adolescentes y personas con discapacidad) y mi madre en otro campo de concentración para mujeres. Yo tenía solamente siete años y tres meses.

Mi permanencia en condición de prisionero de los ingleses se prolongó unos siete meses durante los cuales me enfermé de fiebre tifoidea, con relativa permanencia de 55 días en un hospital de guerra de los ingleses.

En una época en la cual no existían antibióticos, mis condiciones de gravedad perduraron casi dos meses, al cabo de los cuales fui devuelto al campo de concentración.

Finalmente, llegó la hora de regresar a Italia. Los dos barcos italianos venían cada cuatro o cinco meses porque el viaje era muy largo. El Canal de Suez era intransitable por estar sembrado con minas de guerra, condición que obligaba a rodear Africa para llegar a Italia. La fecha de salida fue fijada para el 18 de noviembre de 1942. 

Nos embarcamos en Berbera, capital de la región Sahil de Somaliland, puerto ubicado en el lado sur del Golfo de Aden, en el Oceano Índico.  Ahora éramos tres, porque había nacido mi hermanita en el campo de concentración en Harar.

Al salir de Addis Abeba, mi madre tenía ya cinco meses de embarazo. El viaje de Addis Abeba a Harar se efectuaba en camiones militares de transporte de tropas, al descubierto, con inevitables maltratos. Condiciones similares fueron aplicadas para el viaje de Harar a Berbera.

La travesía en barco duró 48 días: navegamos por el Oceano Índico hacia el sur, paramos en Cape of Good Hope para abastecimiento y seguimos por el Oceano Atlántico hacia el norte. Los dos barcos,  cargados hasta su máxima capacidad, navegaban con bandera de la Cruz Roja Internacional, en línea con la costa occidental de Africa.

Entramos al Mar Mediterráneo por Gibraltar: allí se bajó la escolta de los militares ingleses. Aumentaban los riesgos de ser atacados por aviones aliados que patrullaban la zona: afortunadamente, el color blanco de los barcos y la bandera de la Cruz Roja nos protegieron adecuadamente.

Desembarcamos en Brindisi, puerto italiano en la costa sur-este de la bota.

A partir de ese momento fuimos definidos como “Prófugos de África”. Desde Brindisi y en tren, cada uno tomó la dirección del regreso a casa. Nosotros viajamos a Sicilia, donde nos esperaban abuelos, tíos y demás parientes.

Llegamos a casa de los abuelos en Ragusa. Las dificultades de la guerra se sintieron con crudeza. Tuvimos que abandonar la ciudad a causa de los bombardeos y fuimos a vivir en el campo, a veces refugiados en grutas que representaban el hospedaje más seguro.

Finalmente terminó la guerra. La nación reanudó las actividades básicas, entre estas la educación. El Estado abrió cursos intensivos a todos los niveles. Yo acababa de cumplir ocho años y según los cálculos de mi madre, debía presentar examen para ser admitido en cuarto grado.

Nunca había entrado a un salón de clases ni había visto un pupitre, por lo cual representó un  memorable acontecimiento superar el examen y ser admitido a cuarto grado, de acuerdo con la relación edad/instrucción primaria, estrictamente observada por mi madre.

Terminé primaria con excelentes resultados e inicié secundaria para completar el Liceo Clásico con un bagaje cultural maravilloso: ocho años de latín, cinco de griego, cinco de filosofía e historia del arte, con el corolario de las disciplinas básicas de matemática, física, literatura, historia y geografía.

“El profesor Cavallo fue mi héroe como docente”

Había decidido estudiar Ingeniería Naval porque el mar era mi pasión y los 48 días de navegación me habían conquistado. Pero, sucedió lo inesperado: En el último curso de biología, nos tocó estudiar anatomía humana.

El profesor Cavallo hizo vivir… los huesos, los músculos, los nervios y los órganos de los sentidos en una forma sobrehumana, aun cuando en esos tiempos no había diapositivas, proyectores u otros sistemas audiovisuales.

Dibujaba con tiza blanca sobre el pizarrón negro. El profesor Cavallo fue mi héroe como docente y cambié la orientación académica.

Me inscribí en Medicina en la Universidad de Catania, importante ciudad en Sicilia a unos 130 Km de Ragusa. Mi madre y mi hermana se habían ido a Venezuela para reunirse con mi padre. Yo, hasta completar el liceo, viví en casa de unos tíos y después inicié mi experiencia de vivir en pensión.

Mi primer año de Universidad fue muy exitoso al punto que quedé eximido del pago de los impuestos algo elevados que había que sufragar para las carreras universitarias y especialmente Medicina. En esa época no había nada gratis, si bien se trataba de universidades públicas. Pero, afortunadamente, se practicaba algo de meritocracia.

Mi vida en Catania era placentera y en la Universidad había un buen clima de convivencia. Pero, mi congénita inquietud me estimulaba a vivir nuevas experiencias. Se decía que la Universidad de Torino reunía cualidades superiores. Logré cambiar de Universidad, aunque para esa época no era fácil cambiar de una ciudad a otra.

Cursé segundo, tercero y cuarto con éxito. Tuve como profesores, iconos de la Medicina, como Achille Mario Dogliotti (Patología quirúrgica), precursor del reemplazo de la válvula mitral; Giulio Cesare Dogliotti (Patología médica), precursor de los receptores hormonales en el carcinoma mamario y Rita Levi-Montalcini (Fisiología), Premio Nobel de Medicina en 1986 por descubrir el Factor de Crecimiento del Nervio (NGF).  

Viaje a Venezuela y graduación en la UCV

Cuando todo parecía transcurrir favorablemente, llegó una comunicación de mi padre, quien solicitó me reuniera con la familia en Caracas, Venezuela, debido a múltiples factores familiares.

Acepté la decisión sin polemizar, aunque me sentía infeliz por tener que dejar Italia. Pero, en toda mi vida, nunca le dije “NO” a mi padre.

Una vez completados los trámites en la Universidad y en el Consulado de Venezuela en Nápoli, inicié mi viaje a Venezuela en barco.

Justo antes  de abordar el barco, entré en una librería y compré un elegante libro, envuelto en un grueso plástico, titulado La gramática de la lengua española. Calculaba que en unos 13 días de navegación terminaría de digerir todo el contenido del libro, confiando en mis sólidas bases de latín y de griego.

Lamentablemente, ya listo para desembarcar en La Guaira, principal Puerto de Venezuela, descubrí que la envoltura plástica del libro había quedado intacta: Era el signo fidedigno de haber vivido la navegación en forma maravillosa.

Las equivalencias de estudios entre diferentes universidades son un proceso muy laborioso, largo y doloroso: lo experimenté en carne propia cuando solicité la inscripción en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Caracas.

Mis habilidades con la nueva lengua eran muy limitadas a pesar que le había quitado el plástico al libro de gramática. Decidí dedicar muchas horas en la sala del hospital en contacto con los pacientes con los cuales trataba de dialogar.

Con el transcurrir del tiempo, las condiciones mejoraron notablemente. Mi vida social y académica alcanzaron los niveles deseados.

Durante mi época de estudiante en Venezuela, alimenté el deseo de dedicarme a la cirugía. Me entregué con vehemencia a desarrollar la capacitación necesaria para ser un buen cirujano. Lograba ser ayudante de brillantes profesionales de la especialidad y transcurría días y noches en salas quirúrgicas.

Pero, durante una muy larga cirugía en la cual participaba como primer ayudante, viví una desagradable experiencia que me hizo abandonar la idea de ser cirujano.

El acto de graduación en la maravillosa Aula Magna de la UCV fue fijado para el 13 de septiembre de 1963, justo cuatro años después de haber llegado a Venezuela.

Fue un día de gran emoción personal y familiar. La toga, el birrete, la multitud que plenaba el ambiente, la entrega del título fueron escenas y experiencias inolvidable. Finalmente lograba ser médico después de haber pasado por tres universidades: Catania, Torino, Caracas. El próximo 13 de septiembre se cumplen 58 años de ese inolvidable día.

El camino a la Farmacología

Al revisar la prensa matutina, encontré el anuncio de un nuevo posgrado  de Farmacología, a dedicación exclusiva, que ofrecía la Facultad de Farmacia de la UCV., abierto a médicos, farmacéuticos, veterinarios, odontólogos y biólogos.

Aunque sentía cierto pesimismo sobre la posibilidad de ser aceptado, recibí la buena noticia que formaría parte de los diez estudiantes de un posgrado que se ofrecía por primera vez en la UCV y en el país. Recibí una beca del Consejo Científico y Humanístico de la UCV por el tiempo de duración del curso.

El Curso estaba programado para aportar una formación que habilitaría para la docencia y la investigación farmacológica. Ambas dimensiones me entusiasmaban.

A pesar de las esperadas dificultades, avance con éxito, tanto en las primeras experiencias de docencia con estudiantes de pregrado, como en el diseño y ejecución de proyectos de investigación que progresivamente crecían en importancia y en la sofisticación de la metodología experimental.

Egresé del curso con el título de Magister Scientiarum, mención Farmacología, otorgado por la UCV.

Las habilidades quirúrgicas adquiridas durante el periodo previo sirvieron para montar experimentos muy complicados como la “Preparacion cardio-pulmonar con tórax abierto en perros con circulación extracorpórea”.

Mediante el uso de esta preparación, inicié y completé un importante estudio sobre el mecanismo de acción de dos fármacos que para la época prevalecían en la terapia antihipertensiva: la reserpine y la guanetidina.

Este trabajo lo presenté en el Congreso Mundial de Farmacología en Río de Janeiro, donde tuve la suerte de encontrar al profesor Ulrrich Trendelenburg, líder mundial en la investigacion sobre catecolaminas.

Aproveché el encuentro para pedirle si me recibía en su laboratorio para continuar mi actividad de investigador. Mientras tanto, el mencionado trabajo fue aceptado y publicado por el Journal of Pharmacology and  Experimental Therapeutic (JPET), con la colaboracion de J. Muskus y R. Pierantoni. Una inmensa emoción determinó la publicación del trabajo en un journal de tanta importancia.

La experiencia en Harvard

A los pocos meses del encuentro en Río de Janeiro, recibí la comunicación de haber sido aceptado en condición de Research Fellow con el profesor Trendelenburg, quien en esos meses había sido nombrado chairman del Departamento de Farmacología de la Harvard Medical School como sucesor del profesor Otto Herrman Krayer, quien pasaba a retiro, quedando como leyenda en el mundo de la farmacología y en la investigación científica en general.

Realizar investigación dentro de la estructura de la Harvard Medical School es un verdadero privilegio. La producción científica se multiplica y todo parece guiado y regulado por una mano superior invisible.

Mis publicaciones en el JPET se hicieron bastante frecuentes.

Una vez más, saqué provecho de mis habilidades manuales adquiridas durante mi dedicación a la cirugía. Así, pude usar como substrato biológico de mis experimentos la membrana nictitante.

Trabajé en equipo con científicos ubicados dentro y fuera de Harvard. Pudimos diferenciar las aminas que son substrato  del mecanismo de captación neuronal de aquellas que no son captadas; caracterizamos la hipersensibilidad de la unidad efectora despues de la desnervación quirúrgica de la membrana, y sus cambios farmacológicos, bioquímicos y morfológicos.

La resonancia de estas evidencias hizo que el Dr. Christiaan Barnard, autor del primer trasplante de corazón en un hombre, estableciera contacto con nuestro equipo, ya que el corazón trasplantado se comporta como una estructura desnervada

Nuestra esfera de investigación se amplió a la cápsula del bazo entero. Con Steve Brimijoin, establecimos la base de una ecuación que predice la relación experimental entre la captación de las catecolaminas y la sensibilidad de la estrucura efectora (JPET, 1 nov 1970).

Antes de mi regreso a Venezuela llevé a término el trabajo que quizas más quiero.

En la membrana nictitante y en el bazo estudié los efectos directos e indirectos de la tiramina y de la 5-hidroxitriptamina (serotonina): para esta última, esos resultados fueron primordiales para entender su mecanismo de acción periférico que, en ciertos aspectos, puede ser extrapolado a los efectos centrales. Este trabajo está publicado en el N.S. Archives of Pharmacology, 2004.

Reincorporación a la Facultad de Farmacia de la UCV

La reincorporación a la Facultad de Farmacia de la UCV propuso nuevos y diferentes desafíos. Aumentó la carga docente que en Harvard se había limitado al cargo de instructor de pre-grado con prácticas y seminarios un día a la semana.

Además, el Consejo de Facultad me nombró coordinador/director del posgrado de Farmacología en cuya primera edición yo había sido alumno.

Esta responsabilidad me estimuló mucho y traté de reproducir, con su debida proporción, una estructura semejante al modelo vivido en Boston. El pensum de estudios y las exigencias en la formación del estudiante fueron reproducidos de manera fidedigna  

Introduje a los alumnos de posgrado a las actividades de investigación. Aprovechando los lazos establecidos con la comunidad científica de los Estados Unidos de Norteamérica, traje por periodos de dos a tres meses, a investigadores invitados cuya responsabilidad cubría docencia y estandarización de métodos de investigación que permitían la realización de proyectos por parte de los alumnos de posgrado.

Los frutos de esa innovación dio excelentes resultados, todavía visibles en nuevas generaciones de investigadores, activos en la actualidad, a pesar de las dificultades que atraviesa el país. 

Resalta un trabajo especial que iba a ser dedicado al gran maestro Ulrrich Trendelenburg en ocasión de su retiro. Cada uno de los que habíamos sido alumnos y colaboradores, presentamos un trabajo de investigación en un evento especial en el Castillo de Wurzburg, en Alemania, ciudad donde concluyó su carrera científica.

Fue un evento muy denso en contenidos y muy emocionante. Los artículos científicos del evento fueron publicados en un suplemento del Journal of Neural Transmission, 1991(doi:10.1007/978-3-7091-9175-0_7.). Co-autora en su realizacion fue Ingrid Negrón.

Habíamos iniciado una nueva línea de investigación en el útero de la rata y la influencia del ciclo estral sobre la captación de la norepinefrina tritiada: con esta estructura trabajaron varios estudiantes del posgrado (Pluchino, París, Negrón, VI Inter Congr Pharmacol, 1977).

Circunstancias no previstas hicieron que dejara la Facultad de Farmacia para ir a la Facultad de Medicina, donde ejercí la jefatura de la Cátedra de Farmacología durante dos lustros, y ocupé al mismo tiempo el cargo de jefe del Departamento de Ciencias Fisiológicas y director del Posgrado de Ciencias Fisiológicas.

Desde esa posicion, insistí mucho para que la Farmacología ocupara espacios importantes en los Cursos de Posgrado en Especialidades Clínicas.

Fue así que llevé a cabo una intensa actividad docente en los Cursos de Posgrado de Medicina Interna, Cardiología, Infectología, Neumonología, Alergia e Inmunología, y Odontología en sus diferentes especialidades.

Experiencia en farmacología clínica

Una invitacion circunstancial para dictar un ciclo de conferencias en el marco de eventos organizados por una importante industria farmacéutica de investigación, me llevó al cargo de director médico en su sede en Venezuela.

Un aspecto muy importante de mi vinculación con la industria farmacéutica fue la posibilidad de adquirir experiencia en Farmacología Clínica.

En efecto, trabajé en dos Institutos de Farmacología Humana en Ingelheim y en Biberach, ambos en Alemania. Así pude adquirir la destreza en la Fase I de la Farmacología Clínica que se ejecuta en humanos, voluntarios sanos.

Esta Fase representa el primer contacto con el humano de una molécula farmacológicamente activa. La experiencia adquirida me permitió dirigir trabajos de Fase II y III en los Servicios de Reumatología del Hospital Universitario y del Hospital J.M. Vargas de Caracas

En el Servicio de Terapia Intensiva de Acarigua, en colaboracion con el Dr. R.D. Tellez, trabajamos en el manejo clínico de la pre-eclampsia y eclampsia, aplicando la clonidina intravenosa en pacientes previamente invadidas con el catéter Swan-Ganz, antes de la administración del medicamento.

Esta metodologia permitió cuantificar por primera vez todos los parámetros hemodinámicos de la paciente con característicos de esta patología (J Obstetricy and Gynecology). 

Una incursión importante en la Farmacoterapia de los productos naturales me llevó al mundo tan complicado de los fitofármacos. Se trata de un terreno que colinda mucho con el empirismo.

Sin embargo, la experiencia vivida al lado de botánicos, así como con expertos en estandarización de los fitofármacos, me permitió dedicar tiempo y esfuerzo para el mejor uso de los mismos.

En colaboración con el Dr. F. Scaglione de la Universidad de Milano, trabajamos con el G115, extracto estandarizado del Panax Ginseng C.A. Meyer, de cuya raíz separamos (HPLC) los múltiples Ginsenosidos y sus efectos sobre la celulas NK (Natural Killer) del Sistema inmune (Cli Drug Invest 2001).

Igualmente satisfactoria fue la experiencia con la Cimicifuga racemosa (extracto estandarizado  CR BNO 1055) en el tratamiento de los calorones en mujeres jóvenes premenopáusicas, sobrevivientes de cáncer de mama, con mastectomía segmentaria o total, radioterapia y quimioterapia adyuvante.

El uso del extracto, administrado durante 12 meses, redujo el número y la severidad de los calorones. Presenté estos resultados en el Congreso Mundial de Menopausia en Berlín y publicamos el trabajo en un Suplemento de Maturitas, March 14, 2003. El cirujano mastólogo fue el Dr. G. Hernández Muñoz.

Manejo de la nebulización en una experiencia en la isla de Coche

Experiencia maravillosa fue la que vivimos trabajando en la isla de Coche, Edo. Nueva Esparta, Venezuela, ahora destino turístico por sus encantadoras playas.

Para la época en la cual decidimos trabajar en la isla, no existía ninguna atractiva comodidad.

La isla contaba con 8.000 habitantes de los cuales un 32% eran asmáticos y una mitad de ellos se dedicaba a la pesca. La pobre medicatura rural existente estaba permanentemente abarrotada de adultos y menores con crisis de asma de mediana a severa intensidad.

Escogimos una isla de reducida dimensión para trabajar con una población cautiva que facilitaría el seguimiento de los pacientes.

Para tratar el broncoespasmo, a los menores tenían como pautas la administración de jarabes con teofilina que produce mucho vómito; a los adultos les inyectaban adrenalina subcutánea que desencadena una intensa aceleración de la frecuencia cardiaca: ambos efectos secundarios comprometen  la posible bondad del efecto terapéutico.

Nuestro equipo estaba integrado por dos neumonólogos (Guillermo Istúriz y Miguel Palenque) y un farmacólogo (S.P.).

Diseñamos un protocolo que denominamos “Nebulización secuencial”.

La nebulización es un procedimiento que consiste en la vaporización de un fármaco diluido en una solución fisiológica que a través de una mascarilla penetra a las vías respiratorias.

Lo secuencial consiste en repetir tres veces la nebulización con intervalos de 20 minutos. Logramos que después de la segunda nebulización el 50% de los pacientes eran asintomáticos y podían ser dados de alta. Después de la tercera, quedaban hospitalizados en la medicatura solamente el 5%, cuya severidad de la crisis ameritaba la aplicación de terapias combinadas. 

Los fármacos que se usaron y la modalidad de la aplicación por inhaloterapia fueron difundidos a través de conferencias y artículos científicos con amplio éxito. Esto representa un gran ejemplo de Farmacoeconomía, importante capítulo de la farmacoterapia.

La pobre medicatura rural inicial pasó a ser pomposamente denominada Centro Experimental del Asma, bajo el patrocinio de la Fundación del Estado Nueva Esparta (Fundene).

La experiencia realizada en un ambiente de limitados recursos como la isla de Coche de la epoca, nos llevó a estudiar el manejo del asma en menores en un ambiente hospitalario dotado de recursos necesarios para la aplicación de una metodología experimental.

En colaboracion con el Dr. E. Capriles, experto neumonólogo pediátrico, propusimos un enfoque terapéutico fácilmente aplicable en países de menores recursos para el tratamiento del asma en niños (J Investig Allergol Clin Immunol 2006;16(1):11-18).

Cofundador de la Sociedad Venezolana y la Latinoamericana de Farmacología

La pertenencia a Sociedades Científicas obedeció a la circunstancia de cada etapa.

En los años 60 fui cofundador de la Sociedad Venezolana de Farmacología (SVF) en colaboracion con el Dr. Alfonso Jacir, y de la Sociedad Latinoamericana de Farmacología (SLAF), en colaboracion con el Dr. Mauricio Rocha, de Brasil, descubridor de la bradykinina. Pude registrar la SVF en la IUPHAR (International Union of Basic & Clinical Pharmacology), gracias al padrinaje del profesor Trendelenburg.

Un logro que considero muy importante fue la fundación de la Asociación Interciencia (Federación de las Asociaciones para el Avance de la Ciencia en las Américas).

Mientras desempeñaba el cargo de secretario general de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (Asovac), tuve la suerte de conocer al Dr. Philip Abelson, físico nuclear, quien fue una fuerza de la ciencia durante mas de 60 años.

Lo encontré en los años 70, después de haber sido nombrado editor de la revista SCIENCE (1962), publicación semanal de la AAAS (American Association for the Advancement of Science).

En el encuentro participaban los Dres. Leonard Rieser (fisico nuclear) y J. Rowe (sociólogo). Se discutió la posibilidad de reunir en una Federación las Asociaciones para el Avance de la Ciencia en las Américas. Dicho y hecho.

Viajamos, Rowe y yo, a varios países de América Latina; en muchos de estos no existía una organización similar. Eran tiempos difíciles: en Brasil y en Argentina las férreas dictaduras militares veían con desconfianza a todas aquellas personas que hablaban de ciencia.

La Federación fue fundada en Recife, Brasil, en 1974, solamente con tres países miembros. Con la denominación de INTERCIENCIA fue registrada en Venezuela, en 1975, bajo los auspicios de la AAAS, la SBPC (Sociedade Brasilera para o Progreso da Ciencia) y la ASOVAC.

La primera Junta Directiva contó con las siguientes personalidades:

Presidente: Oscar Sala (físico ítalo-brasilero, Emeritus Professor of the Institute of Physics, Sao Paulo); Vice Presidente: Leonard Rieser (profesor de Física en Dartmouth College, USA) y Secretario/Tesorero: Salvatore Pluchino (Venezuela); Director Ejecutivo: Jim Rowe (USA).

En la actualidad los miembros de la Asociación INTERCIENCIA son: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela.

La Asociación INTERCIENCIA lleva a cabo simposios interdisciplinarios en los campos de la biotecnología, biodiversidad, energía, innovación, asuntos ambientales, cooperación internacional, educación en ciencia y política científica.

La Asociación ha sido invitada como sociedad civil para discutir la importancia de la ciencia y la tecnología en reuniones específicas de la OEA.

El órgano oficial de la Asociación es la revista multidisciplinaria mensual bajo el nombre de INTERCIENCIA, que ha sido publicada ininterrumpidamente desde 1976 en los tres idiomas que se hablan en las Américas: Español, portugués e inglés.

En la primera reunión de la Junta Directiva realizada en Costa Rica, pedí que la publicación se editara en Venezuela, donde tiene sede la Asociación; propuse ademas que el Director/Editor fuera un ilustre venezolano que dejaba la Dirección del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Así que el Dr. Marcel Roche, médico endocrinólogo y sociólogo, fue el director-fundador hasta 2008.

Su sucesor es el Dr. Miguel Laufer, neurobiólogo venezolano, investigador en el IVIC. Desde 1978, INTERCIENCIA ha sido incluida en el Science Citation Index y en otros índices internacionales. 

Una gran amistad con el Dr. Ceferino Sánchez

He tenido el placer de estar en Panamá donde he conocido importantes personajes.
 
Al Dr. Ceferino Sánchez Jorquera, quien fue catedrático de Farmacología  en la Universidad de Panamá. Decano de la Facultad de Medicina. Vicerrector académico y después rector de la Universidad de Panamá. Primer secretario nacional de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Inovación (Senacyt).
Ademas de una cordial amistad, nos une una importante condición:  farmacólogos e inmigrantes y naturalizados en la patria de adopción.

También conocí al Dr. Mahabir P. Gupta, ya fallecido, emeritus investigador y profesor de la Universidad de Panamá. Especialista en la flora de Panamá.


Fue en un Congreso Internacional sobre Fitofármacos, realizado en Panamá. El Dr Gupta fue el organizador del evento. Era la época cuando yo trabajaba en fitofármacos y presenté evidencias sobre calidad de vida en pacientes con HPB, tratados con extractos estandarizados de Pygeum africanum + Urtica dioica.

Promoción de Médicos “Dr. Salvatore Pluchino”

Hace 27 años, una promoción de médicos de la UCV me honró al nombrarme padrino y llevar mi nombre. Fue un honor inmenso concedido por los 213 integrantes de la promoción “Dr. Salvatore Pluchino”.

Me mantengo en contacto con varios de mis ahijados; esparcidos por todas partes del mundo y quienes me siguen expresando muchas manifestaciones de afecto.