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Cada 4 de abril se celebra el Día Nacional de Prevención y Combate a la Obesidad, una excelente oportunidad, en el contexto del 2021, declarado Año Internacional de las Frutas y Verduras, para cambiar hábitos.

Cabe señalar que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tiene la misión de hacer honor a esta fiesta de colores y sabores que resulta de colocar en la mesa saludable, a frutas y verduras, aliadas de la buena alimentación.

Las razones para comer de manera saludable se expresan en cifras notorias: el Panorama de la Seguridad Alimentaria (ONU), refleja que “la población subalimentada en Centroamérica y República Dominicana alcanza a 15,2 millones durante el periodo 2017-2019.

Mientras que el sobrepeso y la obesidad son uno de los mayores y crecientes retos en la subregión”.

El sobrepeso se expresa en todos los grupos etarios.

Si se trata de menores de cinco años, afecta al 6,9%. En el caso de escolares y adolescentes, al 20% y 40%”, confirman datos aportados por la FAO.

Frutas y verduras locales, baratas y apetitosas

Muchas personas, cuando se les pide cambiar alimentos procesados y dulces por vegetales y frutas, alegan, en particular en el caso de las segundas, que son costosas.

Sin embargo, si se apela a los productos de cada país, y de temporada, las cuentas a favor de la salud sí cuadran.

El Dr. Israel Ríos, oficial de Nutrición de la FAO para América Latina y el Caribe, explica que “una alimentación saludable que incluya una variedad de grupos de alimentos, entre ellos frutas y vegetales, tiende siempre a relacionarse con un alto costo económico”.

“Sin embargo, hay alternativas que se están trabajando para sobrepasar las barreras, en particular de acceso tanto físico y económico, que muchas familias enfrentan a la hora de querer incorporar una alimentación saludable como parte de su cotidianidad”.

Señala que un instrumento fundamental para asesorar y empoderar a muchas familias “de cómo incluir más frutas y vegetales en su plato a un bajo costo económico son las Guías Alimentarias (GABAS)”.

“Cada país en nuestra región cuenta con sus propias GABAS, y recientemente las GABAS como las de Brasil, Uruguay, Ecuador y Perú recomiendan adquirir frutas y vegetales de productores locales”.

Importante, es que además de comprar productos “más frescos y deliciosos”, apoyan a la economía local, y se reducen costos “tanto para las familias que las adquieren y el medio ambiente”.

De hecho, se evitan procesos de transporte y empaque.

De manera general, hay recomendaciones de mucho valor para los consumidores, contenidos en estas guías, y que permiten a la población:

-Reconocer frutas y vegetales de temporada, mucho más baratas que las importados.

-Visitar mercados de abasto, ferias libres y/o comunitarias, que ofrecen precios más convenientes en medio de un paraíso que alimenta la vista con los tantos colores que tantas frutas y vegetales juntos nos dan, precisa el Dr. Israel Ríos.

-Planificar sus comidas y compras, para que sepan cómo y cuándo aprovechar una gran variedad de frutas y vegetales, evitando sus desperdicios.

-Aventurarse a obtener todos los beneficios asociados con establecer huertos caseros o escolares.

Para reforzar estas recomendaciones de las GABAS, al ser el 2021 el año declarado por las Naciones Unidas, como el Año Internacional de las Frutas y Verduras, detalla el especialista, se busca también promover los beneficios que tienen las frutas y vegetales no solo para la salud, sino para el desarrollo y la protección del medio ambiente.

Estas iniciativas abogan por incluir esfuerzos de Educación Alimentaria y Nutricional (EAN), como parte de una acción transversal de toda acción de política pública que tenga como intención aumentar el consumo de frutas y vegetales.

Es decir, no se trata solo de celebrar un año y que al siguiente no pase nada: la sociedad, y esto incluye a los escolares, deben tener la posibilidad de demandar su derecho a acceder a más frutas y vegetales con precios solidarios.

El Dr. Ríos, al respecto, señala que las GABAS promueven estrategias de EAN en el contexto escolar que incluyen huertos escolares.

Los estudiantes, de esta manera, logran conectarse  con la naturaleza, con variedad de frutas y vegetales, “para el logro de objetivos pedagógicos, pero también de cambio de comportamiento hacia una alimentación más saludable”.

De igual modo, poner en prácticas las recomendaciones de las GABAS, y lograr más acceso a frutas y vegetales, implica apoyar programas de alimentación escolar y subsidios que promuevan el incremento de la producción local de frutas y vegetales.

También, medidas regulatorias que ayuden a frenar “la demanda de bebidas azucaradas, comida chatarra y otros productos altamente procesados altos en sal, azúcar y grasas que compiten y dificultan la opción y percepción de que es, tanto posible y asequible, tener una alimentación saludable”.  

Frutas y verduras complementan; no sustituyen a la proteína

El  Dr.Israel Ríos aclara que cada alimento cumple distintas funciones de acuerdo a su composición.

Los alimentos de origen animal, por ejemplo, las carnes, leche y huevo, así como las leguminosas, aportan proteínas. Son alimentos estructurales, empleados para reparar y construir (cabello, uñas, piel, cicatrización…), justo por ser altos en proteína.

“El pescado es una de las fuentes de proteína animal más saludables y contribuye con varios nutrientes que son escasos en muchos alimentos como los aceites omega-3 y el yodo, dos nutrientes esenciales para el desarrollo del cerebro”.

Sin embargo, explica que el consumo de pescado en América Latina “es la mitad del promedio mundial, debido a varios factores incluido el costo de productos pesqueros”.

El costo, en todo caso, no debería ser un factor que impida su consumo: “Las especies más nutritivas (como sardina y otros pescados de tamaño pequeño) y partes del pescado más nutritivas como la cabeza y cola, son de valor económico muy bajo”, subraya.  

“Existe diferencia en el valor nutricional de la proteína dependiendo de la fuente. Así, las proteínas de origen animal son de alto valor biológico, incluyen todos los aminoácidos que el cuerpo requiere”.

“Las proteínas de origen vegetal, como las presentes en los frijoles o porotos, son de no tan alto valor biológico y requieren ser complementadas”.

Para estas últimas, el experto recomienda su consumo con un cereal como el maíz que complementa el perfil de aminoácidos.

Las frutas y vegetales, por su parte, cumplen funciones reguladoras.

Es decir, son fuentes de vitaminas y minerales. Muchas de las cuales son esenciales para mantener la salud.

Reitera que frutas y vegetales “no son fuente de proteínas y la pequeña cantidad que aporta no es de alto valor nutricional”, pero su función en la alimentación es clave.

Sus colores describen este saludable aporte de nutrientes: “La vitamina A, presente en los pigmentos de color rojo al amarillo, o la vitamina C, presente en los cítricos. Otro nutriente fundamental que aportan las frutas y vegetales es la fibra dietética”.

El especialista señala que “un adulto requiere entre 25 a 30 gramos de fibra al día. Esta se encuentra en la cáscara o en los vegetales y es necesaria para mantener la salud del sistema digestivo”.

La necesaria familia de los alimentos

El Dr. Ríos aclara que no hay un alimento “todopoderoso”, es decir, capaz de “brindarle a nuestro cuerpo todas sus necesidades a nivel nutricional y de bienestar en general”.

Ante esta realidad, la mayoría de las GABAS de nuestra región, detalla, indican que la clave de una alimentación saludable está en llevar, desde una perspectiva nutricional, una dieta variada, diversificada con todos los grupos de alimentos, con las proporciones y balances adecuados.

“Para las frutas y vegetales la mayoría de las GABAS recomiendan el consumo de una variedad de frutas y vegetales (entre más colores, mejor) como mínimo cinco veces al día. 

Igual, para el caso de alimentos de origen animal, específicamente como es el pescado, se recomienda consumirlo al menos dos veces por semana, por sus beneficios como el desarrollo del cerebro de los niños, y su rol en prevenir enfermedades cardiovasculares en adultos”.

A la par de las recomendaciones nutricionales, “se promueve también una visión ampliada de alimentación saludable, que incluye principios de sostenibilidad”.

El especialista señala que esta visión promueve la salud y el bienestar de las personas, pero con alimentos “accesibles, asequibles, seguros, equitativos, y culturalmente aceptables, y con una baja presión ambiental e impacto sobre los recursos naturales”.

Esta perspectiva que ofrece la FAO es de mucho interés porque se trata, además de una alimentación saludable y sostenible, en pensar cómo lograr una alimentación equitativa, sin impactos negativos en la salud, el ambiente “y el desarrollo socio-cultural/económico de nuestros países”.

El especialista detalla que esta realidad se refuerza en el contexto de la pandemia, cuando “todos y todas debemos ser solidarios y ayudarnos para salir adelante”.

Experiencias colectivas que ayudan a resolver el problema del hambre

En esta tarea de enseñar para el mañana, “la FAO en América Latina y el Caribe, en la última década, ha venido colaborando técnicamente con los países, en el fortalecimiento de los programas de alimentación escolar«.

Esto incluye el mejoramiento de los menús escolares, con la inclusión de frutas y verduras, principalmente provenientes de la agricultura familiar a nivel local”, indica el Dr. Ríos.

Estos esfuerzos han permitido un desarrollo local en doble vía, “porque mejora las condiciones de mercado de la agricultura local y, por otro lado, la niñez y adolescencia en las escuelas, mejoran sustancialmente su acceso a los alimentos saludables”, tanto desde una perspectiva nutricional como cultural.

Analiza que si bien “el problema de la pobreza y la malnutrición (por carencia o exceso), tiene múltiples dimensiones, podemos identificar en la región de Mesoamérica, interesantes procesos como en Guatemala, por mandato de ley, el Programa de alimentación escolar, incluye la participación de la agricultura familiar con alimentos frescos para la niñez y adolescencia”.

En este video de la FAO es posible conocer la experiencia de Guatemala:



De igual modo pone el ejemplo de Panamá con el programa de alimentación escolar, Estudiar sin hambre, iniciativa del gobierno de la República de Panamá para garantizar el derecho de niñas y niños a una alimentación adecuada, en particular en el caso de los alumnos de las comarcas:

El especialista resalta también las iniciativas de Honduras, El Salvador, y República Dominicana, con “procesos de mejoramiento de las dietas a los escolares”.

Conozca la experiencia de El Salvador: 

Resalta la figura del huerto escolar en el proceso educativo: “Los docentes utilizan este espacio como un laboratorio para que la niñez y adolescencia, entren en contacto con el proceso de producción de alimentos”.

Un valor que subraya el experto de la FAO es que el huerto escolar permite a las familias conocer esta experiencia y, al replicarla en sus hogares, la buena nutrición se conecta con una visión social y sostenible de la producción de alimentos, un camino hacia la sociedad del bienestar.

Educar para transformar y nutrir

A propósito del Día Nacional de Prevención y Combate a la Obesidad, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana del SICA (CECC SICA) inician este mes de abril el curso virtual: “Educación para transformar y nutrir una vida más saludable y sostenible en los ambientes escolares”.

El curso ofrece una guía para promover programas de ambientes alimentarios saludables  y sostenibles en los centros educativos, a través de la concienciación e implementación de una adecuada nutrición, que trasciende el espacio escolar y ofrece estrategias para enfrentar la malnutrición, con efectos positivos en toda la región.

En el reciente lanzamiento del curso, las autoridades de ambas instancias explicaron que esta iniciativa formativa se relaciona directamente con el fomento de estilos de vida saludables, partiendo de la educación alimentaria y nutricional en los países del SICA: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y República Dominicana.

Se implementará mediante cuatro módulos que conducirán a una transformación cultural, relacionada al impacto positivo de contar con ambientes nutricionales adecuados en los centros escolares.

Asimismo, los equipos técnicos de FAO y CECC-SICA detallaron que los participantes (supervisores, directores de centros escolares, docentes, padres de familia y personal administrativo de los Ministerios de Educación de los países del SICA) fortalecerán sus conocimientos en temáticas relacionadas con la malnutrición, seguridad alimentaria, sistemas alimentarios, ambientes nutricionales saludables, huertos escolares y familiares.

La metodología con que serán impartidos estos temas invita a repensar de manera colaborativa en la implementación de nuevas estrategias que contribuyan a obtener mejoras en la calidad nutricional, tanto en los hogares como en los centros escolares.

Al respecto, el coordinador subregional de la FAO para Mesoamérica, Adoniram Sanches Peraci, recalcó que la FAO ha propuesto diferentes acciones para la prevención y combate a todas las formas de malnutrición, incluidas el sobrepeso y la obesidad.

Una de estas iniciativas destaca la incidencia en espacios educativos como este curso, para ayudar a lograr mejoras duraderas en prácticas alimentarias y estilos de vida más saludable en toda la comunidad educativa.

De igual modo, el fortalecimiento de capacidades en diferentes actores en los Ministerios de Educación de Centroamérica y  República Dominicana para mejorar sus conocimientos, y más importante aún desarrollar su capacidad para cambiar y adaptarse al entorno, transmitir su aprendizaje a otros.


Con información de la FAO