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Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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Cada 10 de octubre se celebra el Día de la Salud Mental (SM), la cenicienta de la salud junto a la Salud Sexual y Reproductiva. La salud para los seres humanos es un complejo proceso sustentado en la base de un equilibrio bio-psico-social.

Los problemas de garantía del Derecho a la Salud, de manera integral como Derecho Humano, que incluya todas sus dimensiones y resulten en este equilibrio bio-psico-social son cada vez mayores, ya que la privatización de la salud aleja considerablemente a gran número de personas al disfrute pleno de este Derecho Humano.

La SM es diferencial, en principio, de acuerdo a la edad y sexo de la persona, y de la cultura y época en que se viva, ya que se desarrolla en un marco social determinado y dependerá de las condiciones materiales que favorecen o impiden su pleno desarrollo.

La SM no solo debe ser asumida de manera integral, sino que además debe ser atendida de manera diferencial, si se respeta el enfoque de género interseccional y el enfoque de Derechos Humanos.

Las Mujeres, las Niñas y Adolescentes son altamente vulnerables a padecer trastornos de su Salud Mental por los estereotipos sexuales que se les atribuye socialmente, ya que incluyen prohibiciones y tareas que son exigentes, desgastantes y estresantes. Así como al hecho de estar sometidas a diferentes formas de discriminaciones y violencias a lo largo de su línea de vida.

La Organización Mundial de la Salud nos dice que la Salud Mental es “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.

Por lo tanto es un estado que no significa la mera ausencia de enfermedades mentales, sino la posibilidad real de alcanzar el bienestar con si mismo/a y con el entorno social.

Esto incluye y significa lograr el acceso, individual y colectivo, al bienestar emocional, psicológico y social que permita a cada ser humano poder manejar su vida, sus relaciones, el estrés y tomar decisiones. Atenderla integralmente y como parte de la Salud general es indispensable.

Ella se cruza con aspectos biológicos como los genes o la química del cerebro; las experiencias vividas, como traumas, abandonos o abusos; los antecedentes familiares de salud mental y aspectos sociales como los “estilos de vida” que incluyen la alimentación, hábitos de higiene, trabajos, cuidados, actividad física, recreación y consumo de sustancias.

La salud mental es, en términos generales, el estado de equilibrio de una persona con su identidad, con su sexualidad y con su entorno socio-cultural, lo que garantiza su participación social, laboral, intelectual, familiar en las relaciones para alcanzar un bienestar y una buena calidad de vida.

Es necesario garantizar el Derecho a la Salud Integral de todas las personas, incluyendo su Salud Física, su Salud Mental y su Salud Sexual y Reproductiva. Así como protegerles de las diferentes formas de discriminaciones y violencias para alcanzar su Salud Mental, con especial atención a las mujeres, niñas y adolescentes.

Por: Hisvet Fernández