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“Estamos ansiosos de aire y nuestra forma se transmuta en la búsqueda de una hendija desde donde podamos husmear el cielo”.

Sonia Sanoja

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional, presenta una edición en homenaje a Sonia Sanoja. También, páginas dedicadas al sociólogo y estudioso de la Educación, la universidad y la educación universitaria, Orlando Albornoz. Agradecidos por la deferencia de incluir la entrevista que sostuvimos con Fanuel Hanan Díaz, escritor, crítico literario, estudioso de la literatura para niños, a propósito del Diplomado de Literatura Infantil abierto por la Universidad Metropolitana

Vayan sus letras:

Amigos lectores:

Las cinco primeras páginas de esta edición, incluyendo el cabezal de la portada, ofrecen un homenaje a Sonia Sanoja (1932-2017), bailarina y coreógrafa, pensadora del cuerpo y el movimiento, y muy probablemente, la figura de la danza contemporánea venezolana que mayor proyección y acogida ha tenido más allá de nuestras fronteras.

En la parte superior de la página 1, reproducimos un breve poema de Alfredo Chacón para Sonia Sanoja, de 1957, acompañado por la imagen del manuscrito.

El resto de la página lo ocupa el texto de Carlos PaolilloBailarina de los ancestros y la modernidad, donde dice: “Su labor pionera como bailarina y coreógrafa, autora de sesenta y seis obras, la convirtió en un referente no solo nacional, sino también latinoamericano y mundial.

El gesto ancestral también de vigorosa modernidad, y la proximidad al cuerpo escultórico y cinético que la caracterizaron, llenó su desempeño artístico de un sólido sentido de identidad.

El de Sonia fue un ámbito recóndito. Su expresión corporal emergía de niveles profundos. La visceralidad de su movimiento reflejaba, al tiempo, un particular estado de equilibrio emocional, de imperturbable serenidad interior y armónica convivencia de su ser íntimo con su entorno”.

En las páginas 2 y 3, ofrecen un riguroso ensayo de Claudia Capriles, quien se ha especializado en el estudio de la obra de Sanoja.

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Organizado en seis instancias conceptuales, interconectadas unas y otras (El cuerpo/El ser; La danza/El acontecimiento; El espacio/La presencia; El tiempo/La existencia; La creadora/La bailarina; y La permanencia/La impermanencia), su texto funciona como una envolvente aproximación -ideas e información- al conjunto de la artista: “Su obra, traslúcida, se deja ver a partir de la certeza de su soledad, su presencia es la de un cuerpo completo, integrado en su conjunto.

Sonia se muestra desde sí misma, navega en las aguas de la creación desde una insólita interioridad y desde las líneas de su contorno, desde esa silueta única se hace parte del mundo, de la danza, de la palabra. Sonia habla de la danza como un campo al cual todos los seres pertenecemos, creadores, bailarines, contempladores, intérpretes, desde esa clara consciencia del yo, Sonia navega en las aguas de la creación y se acompaña de cada uno y de todos.

En el conjunto de su obra conformada por más de sesenta coreografías, predominan los monólogos, los solos, pero en estas piezas la presencia de los elementos que la integran dialoga permanentemente con el cuerpo de la bailarina. Los sonidos, los textos poéticos, los elementos plásticos, aparecen, no como objetos, sino como sujetos que comparten un intercambio estético y conceptual en la obra”. Y así.

La página 4 trae en la mitad superior un memorioso artículo de Alfredo ChacónSonia piensa la danza, en el que habla de la amistad y del proceso que culminó en la publicación de A través de la danza, libro de Sonia Sanoja. Escribe Chacón: “A través de la danza consiste en una serie fluida de anotaciones, acerca de las cuales Sonia advierte que “son simples notas tomadas en la vida. Algunas toman cuerpo en las palabras. Todas van a la danza”.

En todo caso su lectura, sobre todo si es suficientemente continua, encuentra en ellas una estimulante diversidad entre las que enfocan la experiencia del cuerpo en el mundo con el lenguaje de por medio; las consagradas a significar la danza como experiencia del mundo y celebración corporal de la existencia; y las que patentizan la conciliación de mundo y danza por obra y gracia de la vocación creadora”.

Mitad inferior, página 4 : un texto de Stefanie Reisinger , traducido al español por Desirée Domec Sanoja , nos devuelve a la alianza creativa de Sanoja y Gego , los Choreogegos fundamentales : “El 9 de octubre de 1977 Gego inauguró su primera retrospectiva en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofia Ímber

. Fue una de esas ocasiones cuidadosamente elegidas y, sin embargo, espontáneas, como se mencionó anteriormente: Gego invitó a Sonia Sanoja a montar su primera serie de acciones coreográficas en relación con sus obras, combinándolas en una instalación expansiva en varias salas del museo. Coreogegos fue el título de estas acciones coreográficas de Sonia Sanoja con los objetos de Gego, originados a partir de un largo proceso de reflexión”.

No había leído hasta ahora A través de la danza, libro de pensamientos de Sonia Sanoja (del que habla Chacón en su artículo). No es, como podría sugerir el título, un material exclusivo para los interesados en la danza. Los breves, peculiares y luminosos, hablan del cuerpo y la experiencia corpórea, del movimiento y su proyección, del vínculo humano con el espacio, de la propia percepción, de la quietud y el desplazamiento. Un libro para cualquiera de nosotros, que debería ser nuevamente publicado y leído. Copié un conjunto de breves de la primera parte del libro. Ocupan la página 5. Anoto aquí los tres primeros:

Estoy en un mundo donde no puedo más que sumergirme. A veces lo palpo con el ángulo de un brazo, con un giro circular del torso, en una huida libre de la cadera.

Eso es la danza. El único dominio donde puedo expresarme.

**

Es como no estar en ninguna parte, no participar en ningún juego. Y la cabeza reposando en una almohada de infinito. Las cosas, distantes ya, no tienen nombre.

Esta claridad ante mis ojos. No sabría llamarla luz. Es claridad, sólo transparencia. Si me conduce a un mundo donde mis líneas no sean válidas, no importa. Mis ojos han de agrandarse.

**

Yo estaba en el centro de todo. Un poco perdida y sorprendida a la vez por lo extraño: algo desconocido que venía en el roce con aquella realidad interior y también en los sentidos apenas capacitados para intuir aquello…

Yo estaba en el centro de todo. Mi única señal, mi única medida: mi corazón latiendo en un espacio extraño.

Solo una línea más para agradecer el apoyo que la Fundación Sonia Sanoja-Alfredo Silva Estrada me proporcionó para confeccionar el dossier que aquí ofrecemos, en particular, Desirée Domec Sanoja.

Las siguientes cinco páginas están dedicadas al sociólogo y estudioso de la Educación, la universidad y la educación universitaria, Orlando Albornoz (1932), Doctor en Ciencias Políticas, Doctor en Historia, Profesor Titular Jubilado de la UCV, así como autor de una obra extensísima y casi imposible de resumir.

Lo digo en el sumario: en el 2018 publicó Mitos, tabúes y realidades de las universidades, polivalente y enorme esfuerzo intelectual distribuido en cinco volúmenes, que recogen y proyectan la que ha sido su labor como investigador por casi siete décadas. Lo entrevisté en relación a algunos  -solo algunos- de los más destacados asuntos que Albornoz desarrolla en la obra (están disponibles en la web). Además de la entrevista, incluyo Compendio y desolación, ensayo de Miguel Ángel Campos sobre Albornoz, en el que dice:

La equidistancia de Albornoz resulta significativa porque se trata quizás de nuestro mayor académico actual, representante de la comunidad científica en su expresión más normativa, cumplidor sin pausa de sus exigencias.

Que se atreva a derivar opiniones desde el tratado no significa tanto apelar a licencias y sí el reconocimiento y ejercicio de una tradición esencial en Hispanoamérica: la del intelectual hacedor y deshacedor de la sociedad. Este ensimismarse, una actitud desdeñada como divagación en lo enunciativo científico en nuestros países, es la mayor fuerza explicativa de que disponemos, él mismo le ha dedicado alguna descripción tangencial, y si lo ejercita ya no debemos preguntarnos por su valoración. Sus descreencias soterradas de lo científico instrumental le han descubierto la veneración por el buen decir, algo poco usual en la escritura académica de las ciencias sociales de hoy.

Si Thorstein Veblen y su Teoría de la clase ociosa son una sola expresión, el sujeto corpulento y huraño que descubre el consumo ostentoso casi desde el sarcasmo, ya el Informe Hite ni siquiera es lenguaje técnico; si el Régimen de la encomienda en Venezuela (Arcila Farías) puede leerse como una relación, y Hacia la democracia (Carlos Irazábal) es un libro colonizado por la vanagloria de una disciplina. Interesan estas elecciones por el gusto de juzgar el buen decir y la elegancia enunciativa, pocos parecen dispuestos a discutir la herencia formal de nuestra saga intelectual, la ciencia como vocero del saber lo subsume todo, esto en sociedades como las latinoamericanas no solo es un exceso de confianza en la novedad, sino una ridiculez temeraria.

Violeta Villar Liste entrevistó a Fanuel Hanan Díaz, escritor, crítico literario, estudioso de la literatura para niños. Conversan sobre el Diplomado de Literatura Infantil abierto por la Universidad Metropolitana, y de otros asuntos sobre el género:

“La literatura infantil abarca muchas manifestaciones literarias dirigidas a la infancia. En algún momento, se consideró a la literatura infantil como una literatura menor, y no precisamente porque tenía a los más pequeños como su público objetivo, sino porque algunos académicos la despreciaban, como una literatura de poca trascendencia, de tramas sencillas y argumentos lineales.

Sin embargo, hoy en día esa idea ha cambiado radicalmente, en la medida que este prejuicio ha perdido valor. La literatura infantil abriga textos con una narrativa sólida, de arquitecturas complejas y personajes muy desarrollados, poemas potentes y de gran valor musical, textos de información inteligentes y asombrosos”. Página 11.

Cierro con un breve de Sonia Sanoja: “Estamos ansiosos de aire y nuestra forma se transmuta en la búsqueda de una hendija desde donde podamos husmear el cielo”.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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