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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Descubrir a Juan Francisco Sans es dar con un hombre excepcional, múltiple fuente creativa, académica y profesional, cuyo activismo irradió por más de cuatro décadas sobre la vida venezolana y más allá, hacia diversos puntos del continente: las finales del XX y las primeras del XXI, escribe Nelson Rivera y abre la ventana a la musicalidad de una vida

Amigos lectores:

Debo a la periodista Faitha Nahmens Larrazábal el estímulo que me puso tras la pista de Juan Francisco Sans (1960-2022), cuyo trabajo y obra conocía de forma superficial. Durante la producción del dossier que hoy ofrecemos a lo largo de ocho páginas, he contado con la atinada guía de Mariantonia Palacios, su esposa y compañera de vida en el sentido más generoso de la afirmación. Descubrir a Juan Francisco Sans es dar con un hombre excepcional, múltiple fuente creativa, académica y profesional, cuyo activismo irradió por más de cuatro décadas sobre la vida venezolana y más allá, hacia diversos puntos del continente: las finales del XX y las primeras del XXI.  

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Musicólogo, compositor, director de orquesta y de coros, pianista, docente y productor musical, Juan Francisco Sans fue además doctor en Humanidades, incansable investigador, conductor de programas radiales, autor de numerosos libros, artículos académicos y ensayos, amigo, hombre de familia, caballero, señor de generosidades. Junto a Mariantonia Palacios fundó el Dúo Sans-Palacios (ambos pianistas), hito en la historia musical contemporánea. Uno de esos seres que parece tener una fábrica propia de tiempo, de tantas cosas que hizo, día tras día, por más de cuarenta años. Las hizo, desde que siendo un adolescente fue parte del grupo “Un pie, un ojo” -como lo narra Paul Desenne en su crónica-, hasta su fallecimiento en agosto de 2022.

Los textos aquí reunidos -personas del mundo de la música, amigos, gente que le conoció en sus varias facetas-, tienen pálpitos, emociones en común: celebran la vida, la energía, el buen hacer, la disciplina, los dones que, sin altivez, Sans llevaba consigo. Escriben Andrea ImaginarioCarlos Sánchez TorrealbaDiana ArismendiElizabeth GuerreroFaitha Nahmens LarrazábalFidel Rodríguez Legendre, Jaime Cortés PolaníaJosefina BenedettiJuan Pablo GonzálezKarl KrispinLuz Marina RivasMiguel Astor y Paul Desenne.

Algo más: el musicólogo chileno Juan Pablo González me contó que el VI Congreso de la Asociación Regional para América Latina y el Caribe de la Sociedad Internacional de Musicología, que se realizará en México, en agosto de 2024, será en memoria de Juan Francisco Sans.

En las páginas 9 y 10 se produce un cambio de registro: Enrique Moya nos habla de María Kodama (1937-2023), que fue su amiga durante los años 90’s. El texto de Moya tiene algo de semblanza, relato de ciertos hechos y análisis de las controversias: “Es en esa época de fragilidad, inseguridad y litigios en la que conozco a María Kodama, quien muestra interés por conocer enfoques distintos de personas no involucradas en los conflictos surgidos tras la muerte del autor. Los objetivos de la Asociación de Amigos de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges los redactamos ella y yo en una semana de diciembre de 1994, en la que desde entonces ha sido sede oficial de la fundación en la calle Anchorena 1660. La fundación ya había sido registrada legalmente en el año 1988, pero Kodama no estaba satisfecha porque sonaba “demasiado jurídico”; quería algo que se acercara más a la gente y también a sus bolsillos: era esencial recaudar fondos para la fundación. Ella exponía sus aspiraciones y yo lo transcribía en el tono institucional que requería el caso, y le sugería cómo proceder en diversos asuntos relativos a las organizaciones culturales privadas de alcance internacional”.

Una buena noticia, antes de la despedida: la editorial El Cardón ha publicado la traducción de Rowena Hill al inglés de Cubagua (1931), la novela de Enrique Bernardo Núñez (1895-1964). La edición incluye un prólogo de Alejandro Bruzual. Un valioso paso, uno entre los muchos que deberían producirse, para proyectar la literatura venezolana en otras lenguas y otros países.

Nada que añadir, amigos lectores. Que los astros sean generosos.

Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

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