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Cuando vuelve la luz es el primer libro de poemas de Mariela Mirones. Sin embargo, no son los únicos versos de su autoría: más de 300 textos poéticos aguardan a ser revelados.

Este libro refleja además su variada militancia: es docente y poeta, artista plástico, disciplinas que convergen en la comunión del texto.

A la pintura se volcó como un acto de fe cuando su esposo, Armando Acosta, educador y agrónomo, fallece a causa del cáncer.

En el lenguaje silente del arte consiguió también otra voz.

Comenzó pintando azules; después se inclinó por los pigmentos más cercanos a los colores de la tierra.

El rojo es su color preferido; el más cercano al triunfo de la vida sobre la enfermedad, describe.

“Cada pintura es un poema; cada poema es una pintura”, afirma y esto explica que su libro sea un canto a la poesía y un tributo al arte.

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La portada es obra de su autoría, Personaje incógnito, y la contraportada, de la reconocida artista Doris Dalila Mirones, su hermana.

Además, a lo largo del libro, entre los poemas se insertan piezas de la autoría del pintor y poeta Raúl Vásquez Sáez (La Villa de Los Santos, Panamá, 1954 – Ciudad de Panamá, 2008), como un homenaje a su memoria.

Mariela Mirones es doctora en Educación; fue docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Panamá en el Centro Regional Universitario de Panamá Oeste, donde trabajó hasta el 2020: 28 años consecutivos de ejercicio académico. Se jubiló como directora nacional del Ministerio de Educación (Meduca).

Nació en la ciudad de Panamá, pero su amplia residencia en el distrito de Ocú (provincia de Herrera), la lleva a definirse como “orgullosa ocueña”.

Desde el punto de vista académico, produjo el libro Estrategias docentes (con fundamento en la teoría y práctica andragógica desde el currículum aplicable en el aula de educación superior), ya en segunda edición.

Ahora, además de volver sobre sus más de 300 poemas, espera la edición de su próximo libro: un testimonio de su lucha contra el cáncer.

Se llama Vencer el cáncer, con el subtítulo, Dios, la ciencia y tú. La enfermedad pudo con su esposo, pero ella logró superarla.

A los diez meses de fallecer su esposo, sintió algo extraño en una mama.

Los médicos no lograban detectar nada anormal; buscó varias opiniones y solo su intuición le decía que debía perseverar y dar con el diagnóstico final.

Esta odisea la atravesó de la mano de una fe inquebrantable y se hizo todavía más fuerte cuando por fin una radiografía definitiva permitió detectar el cáncer.

Hay una pintura que elaborada de su mano refleja esta travesía por el dolor y la intervención quirúrgica hasta llegar a la serenidad de la victoria.

Se llama La mujer y el gato. Representa a una mujer mastectomizada, con una cicatriz en el seno izquierda, quien se examina el único seno que le queda. Lleva un turbante en lugar de la cabellera ausente.

La mujer y el gato

“El mensaje es claro: estar alerta a las señales de tu cuerpo”.

Perseverar, aferrarse a Dios y la ciencia, son parte de las claves en este camino de sanación que Mariela Mirones construye como ejemplo para quienes también hoy luchan contra el cáncer.

Así como el rojo es su color preferido y lo identifica con esta victoria de la vida, es el amor la palabra amada de su amplio catálogo.

“Pero no solo el amor de pareja; es el amor al mundo, a lo que haces, a la eternidad, a la paciencia, a la tolerancia, a lograr la convivencia amorosa entre los seres humanos”.

En el prólogo de Cuando vuelve la luz (2017), justo el poeta chiricano Bladimir Víquez, celebra que la autora se ocupe del amor en sus distintos “vaivenes amorosos”, desde la despedida a la incertidumbre, la ausencia y la desesperanza, los reencuentros, el abandono y el olvido que seremos.

De poeta a poeta, analiza que esta palabra de Mariela Mirones se aferra al recuerdo, a la experiencia y a la vivencia más allá del tiempo; de lo terreno. Leamos con ella esta palabra íntima que nos encuentra en el amor:

La noche en tu piel
Las rocas
El sueño
El céfiro
 
Transitan sin ruido
Susurran fantasías
En busca de ti
 
 
Prendido a tu recuerdo
Sobre el verdor
El pensamiento viaja
Perfuma tus memorias
Rememoro
Los brotes de jazmines
El olor a hierba matinal
De los cuerpos el roce
El ardor de tus caricias
Tu aliento
Mi entrega
 
Añoranza de invierno que asoma
Cuando Ixchel nos inunda


***
En tu valor
El corazón suspira

Largas noches

***

Se ha escindido la luz
En desespero y ausencia

Rotas
Puertas y ventanas

Cautivan hiedras
Testigos solitarios
Pájaros sin nido
Silencian su canto

Mitigan el abandono
De ti
De mi
De ellos

Barcas en soledad
Enmohecidas
Conversan historias

Desnudas por la luna
Seducidas del piélago
Copulan furtivos amantes