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La lectura viene en auxilio de la humanidad para ayudarla a aliviar la enfermedad del miedo y la incertidumbre en estos tiempos de pandemia.

Son tan poderosas las virtudes del libro, que en abril de 2020, cuando el virus ponía en pausa el futuro, más de 50 organizaciones, entre otras, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y Save the Children, apoyaron la publicación del libro, Ario, Mi héroe eres tú: ¡Cómo pueden los niños luchar contra la COVID-19!, iniciativa del Grupo de Referencia sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Emergencias Humanitarias y Catástrofes del Comité Permanente entre Organismos.

La escritora e ilustradora, Helen Patuck, convirtió en libro los aportes de más de 1,700 niños, padres y maestros, quienes ofrecieron sus ideas para dar vida a este texto que también se encuentra en línea y en audiolibro, y es terapia para jóvenes y niños.

Hay quienes escriben, pero también curan y salvan.

Slavko Zupcic (Valencia, Venezuela, 1970) vive en España. Es médico y escritor.


Slavko Zupcic
Foto:Begoña Andrés

“¿Cuánto del escritor y cuánto del médico se ha expresado en estos días de pandemia?”, es una pregunta asociada a la natural curiosidad que despierta imaginar a quien, por estos días, y desde hace muchos meses, trabaja enfrentado a una sensibilidad extrema.

Su respuesta la escribe a lo lejos, pero se reconoce de cerca, gracias al correo electrónico, carta sin papel, que aligera los efectos de esta pandemia:

“Para bien y para mal estos días han sido mucho más de hospital que de biblioteca. Trabajo, trabajo y más trabajo. Al contrario de la descripción de Francisco de Miranda, trabajo y reflexión. La pandemia ha evidenciado algunas cosas buenas y otras muy malas.

Sé de hospitales donde los médicos se olvidaron de sus especialidades y se pusieron todos a una a salvar vidas. Pero también sé de otros donde los especialistas huyeron y ahora que reaparecen solo visitan pacientes con la PCR negativa.

Confío en que vendrá pronto para mí una temporada de mucha escritura. No voy a escribir del coronavirus. No, señor.

Voy a escribir sobre un colegio en el cual, al director administrativo, un corrupto de mucho cuidado, le llaman Panceta. En la segunda página, un psiquiatra inexperto lo encuentra dormido en su despacho y, creyéndolo muerto, inicia una reanimación cardiopulmonar con boca a boca incluida.

Luego se pide la PCR para coronavirus y, cuando piensa que lo ha resuelto todo, la enfermera más bella del mundo le pregunta por el VIH y la hepatitis C. Eso es lo que voy a escribir, aunque mejor que no”.

Slavko Zupcic, como médico-escritor, y los autores que a continuación acompañan este texto, Enrique Jaramillo Levi, Joaquín Marta Sosa, Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos y Wafi Salih, han respondido dos preguntas cuyas respuestas son medicina para el alma. Lo mejor: Se pueden tomar sin récipe y son muy aconsejables a cualquier hora y día de la semana para ayudar a aliviar los efectos de este tiempo extraño:

1.-¿Cómo puede la literatura ser sanadora en estos momentos de pandemia?

2.-¿Libros de lectura obligada en estos días?

Inicia Slavko Zupcic (SZ) quien en realidad ya comenzó, desde la visión del médico en urgencias, pero también de la sensibilidad del hombre que escribe.

1.-(SZ): Me llega esta pregunta en uno de los momentos más pragmáticos de mi vida. Por cansancio, por agotamiento, no por vocación. Puesto a dudar, dudo hasta de los antibióticos y mucho más de la procalcitonina. Pero no dudo de la literatura. Siempre ha sido terapéutica y no dejará de serlo ahora. La lectura y también la escritura son y seguirán siendo refugio y salvación.

Pero si es necesario un bolo de corticoides que se aparte la novela, que se quede en una esquina y que solo la tome luego su lector original, para que no pierda la página y no se transmita esta ni ninguna otra enfermedad.

2.-(SZ): De lectura obligada siempre serán los clásicos y los libros de los amigos.  Entre los primeros, La peste, de Camus, que ya es un clásico. De los segundos, La Diosa de agua, de Juan Carlos Méndez Guédez, por buen libro y porque Juan Carlos es mi gran amigo. Si el lector quiere reír, que lea novelas de enmascarados, alguna de Dumas, por decir algo.

Escribir, acto sanador

Enrique Jaramillo Levi (Colón, Panamá, 1944. Vive en Ciudad de Panamá) le concede al acto de la escritura varios poderes: “Escribir no sólo sana, sino que libera, descubre, rechaza y propone, lo cual siempre es positivo”.

Enrique Jaramillo Levi

1.-(EJL): Es muy fácil entrar en profundos estados de ansiedad y depresión en la medida en que esta pandemia nos encierra, nos limita, nos asusta, y para colmo no parece tener final, sino que más bien resurge y se expande, al menos así es en Panamá.

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Sin embargo, también es cierto que esa situación, si logra explotarse internamente para dejar fluir con total libertad la imaginación y la memoria aprovechando la soledad y el aislamiento, internándonos como nunca antes en nosotros mismos, puede ser de provecho para hincarle el diente a la creatividad. Pienso sobre todo en escritores, compositores, pintores y músicos, entre otros. Depende, por supuesto, de la personalidad de cada quién.

En mi caso particular, he estado encerrado sin salir a la calle durante cuatro meses, de los cuales los primeros dos fueron de total ansiedad y frustración.

Como cuentista, poeta y ensayista, no era capaz de redactar una sola línea. Mi inercia era absoluta. De pronto, sin haberlo planeado, fui escribiendo una serie de poemas breves de corte existencial unos, metafísicos otros, y metapoéticos otros más, sobre la situación terrible que hoy azota al mundo, y acerca de la manera en que me afecta en lo más profundo de mi ser y de mi quehacer.

Simultáneamente, empecé a crear minicuentos, y luego cuentos de mediana extensión, casi todos en torno al miedo, el absurdo, lo onírico, los ovnis y lo sobrenatural; además de algunos ensayos cortos sobre, precisamente, la forma en que la creatividad literaria se manifiesta, de los cuales varios se fueron publicando en un periódico local, tal vez por su tono didáctico.

 Después de dos meses, ya tengo un libro inédito, que si se llega a publicar será un híbrido en que se irán alternando en sus páginas la poesía, los cuentos y los ensayos breves.

Escribir no sólo sana, sino que libera, descubre, rechaza y propone, lo cual siempre es positivo.

2.-(EJL): -Muchísimos, de diverso tipo, nacionales e internacionales. Menciono, a mi juicio, algunos:

Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada y El coronel no tiene quien le escriba, novelas del colombiano Gabriel García Márquez. También Aura y La muerte de Artemio Cruz, novelas del mexicano Carlos Fuentes; asimismo, La casa de los espíritus de la chilena Isabel Allende.

            Entre los autores panameños: cualquiera de las novelas de Gloria Guardia y Rosa María Britton, ambas fallecidas recientemente; El ahogado, novela de Tristán Solarte; La boina roja y otros cuentos, de Rogelio Sinán y el primer libro de cuentos magníficos de Gilza Córdoba: Augurio.

Literatura, virtudes terapéuticas

Joaquín Marta Sosa (Nogueira, Portugal, 1940. Vive en Caracas, Venezuela) observa que si bien la lectura no trata la enfermedad, sí es un recurso “para dotarnos de mejor alma y ánimo”.

Joaquín Marta Sosa

1.-(JMS): En general, la literatura tiene virtudes terapéuticas, tanto hacia el interior de quien lee como en relación con el mundo que le rodea.

Leer es acceder a otro universo, es salir del rutinario y cotidiano, es aventurarse. Todos estos son pasos que irradian desde la imaginación y hacia la subjetividad dones de superación, de mejoramiento, incluso de fortalezas para encarar el yo propio y el nosotros que está alrededor, de esa manera contribuye a paliar los enigmas de la psique personal y los requerimientos de la vida en sociedad, todo lo cual crea condiciones de limpieza en los ámbitos de la salud, y, en cualquier caso, de vivir por el tiempo de la lectura en espacios limpios de nuestra precariedad…

Desde luego, no se trata de un medicamento para tratar enfermedades pero sí de recursos para dotarnos de mejor alma y ánimo para enfrentarlos…

2.-(JMS): No creo que existan libros de lectura obligada, sí de lectura que puede recomendarse desde la experiencia personal, porque la buena lectura también depende de cuál lector tiene en frente…

Desde mi experiencia de estos meses me atrevo a recomendar, para distintos paladares:

Becket de Jean Anouilh, una formidable obra dramática de uno de los grandes del teatro.

Volver,  novela de Toni Morrison, premio Nobel.

Frente al espejo de una mujer, de Ismail Kadaré,compuesto por tres excelentes micronovelas.

Escritura y verdad, los cuentos completos de Medardo Fraile, uno de los mejores narradores españoles.

Poemas de Rafael Cadenas, acaso el poeta vivo más importante de nuestra lengua.

El dios de las pequeñas cosas de la hindú Arundhati Roy, una novela maestra, saga familiar de diáspora y reencuentro.

Homo Deus, del israelí Yuval Noah Harari, reflexión sobre lo que nos espera en el mundo del mañana, es decir, que el hoy y sus penurias específicas también pasarán.

La literatura ayuda a procesar el duelo

Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, Venezuela, 1967. Vive en España). Está convencido que la “pandemia nos ha revelado otra vez nuestra fragilidad como especie”.

Juan Carlos Méndez Guédez

1.-(JCMG):  La literatura viaja a otros ámbitos de la vida. Lo relacionado con el mundo interior, el alma, la ensoñación lírica, el sustrato mítico que nos conforma.

No sustituye ni mucho menos lo que es lugar de la medicina en estos momentos tan terribles. 

Pero tiene componentes que la hacen indispensable ahora y siempre para esas instancias que he mencionado. Y allí también hay necesidad de curación: porque la pandemia nos ha revelado otra vez nuestra fragilidad como especie, la presencia/ausencia de los otros en nuestra existencia; los mecanismos terribles o maravillosos del azar; la redefinición de los espacios personales, políticos, sociales.

Una pandemia se presta para la imposición del discurso único del poder.

La palabra incuestionable de quienes dicen actuar para nuestra protección y nos exigen el silencio, la unanimidad, la aceptación fervorosa.

La literatura se mueve en la vía contraria: en la diversidad, en la duda, en la multiplicación de la mirada, en el cuestionamiento (no olvidemos que el virus se expande desde un país donde existe la censura y el control de los discursos culturales; el virus encontró una tierra fértil en el monodiscurso del Partido Comunista Chino). 

Por otro lado, la literatura, más allá de su muy valorable capacidad de evasión inmediata (que no es algo que me parezca baladí), también puede ayudarnos a procesar el duelo que requieren estas situaciones.

No importa la frivolidad con que desde el poder se nos esté hablando de una tragedia como si fuesen unas incómodas vacaciones confinados en casa; hablamos del gran drama que ha vivido la humanidad en los últimos cien años; hablamos de gente que ha muerto; de familiares que no han podido despedirse; de gente querida que ha debido separarse y nunca reconstruirán sus vidas anteriores.

Eso necesita hacerse palabra, hacerse cruda verdad en nuestras mentes, y la literatura desde siempre ha hecho posible ese encuentro con la verdad del dolor.

2.-(JCMG): Cada quien, mirando dentro de sí, encontrará sus libros. Eso es lo maravilloso. 

La lectura nos salvará o nos aliviará de la desesperación, pero cada persona tendrá su propia respuesta, Yo me atrevo a hablar de mi espacio: descubrir y redescubrir novelas de Amos Oz y Agota Kristof; releer y releer la poesía de Santos López.

La sana lucidez de la lectura

Juan Carlos Chirinos (Valera, Venezuela, 1967. Vive en España) a los libros, cualquiera “que nos enseñe, que nos deleite, que nos toque, que nos transforme” les atribuye el valor de la sanación.

Juan Carlos Chirinos, Segovia, febrero de 2020
Foto: Fátima Aranzábal



1.-(JCCH): La literatura siempre sana el espíritu, porque permite acceder a mundos en apariencia ajenos a la realidad que vivimos, pero que en realidad son complementos de ella.

Cualquier libro que nos enseñe, que nos deleite, que nos toque, que nos transforme es un elemento de sanación: sano está el que tiene el cuerpo sano pero, como bien dice el lema, en ese cuerpo sin enfermedad debe haber una mente lúcida y sin angustias. Leer abre el camino hacia esa sana lucidez.

2.-(JCCH): Solo puedo recomendar los libros que estoy leyendo yo: sobre plantas. Las plantas son las grandes sabias de la naturaleza, hay que aprender mucho de ellas. Recomiendo particularmente este libro, que es una lección de vida: El jardín: dominación, adoración, posesión … comunión con la naturaleza, de Luis González-Camino (Editorial La Huerta Grande).

Los otros tres libros que recomiendo son Caballito Loco, de Ana María MatuteLa rosa y el anillo, de William Thackeray, y La muerte de Virgilio, de Hermann Broch. Me han enseñado mucho, si no todo, de lo que quiero saber en estos días.

Escribo para sanar, leo para sanar

Wafi Salih (Valera, Venezuela,1966. Vive en Barquisimeto, Venezuela), entiende la palabra como salud, hecho transformador, y a los escritores, como pequeños dioses en esa tarea de transformar la realidad.

Wafi Salih
Foto: César Escalona

1.-(WS): ¿Para qué sirve la escritura? Para recordarnos nuestra dimensión humana. El arte nos regresa a nosotros mismos, en estado de pureza, pues activa la esencia divina, que es creadora. Ese regreso conduce a meditaciones profundas: Somos lo que no se puede clonar. Eso que nos diferencia de la máquina y del animal, nos define capaces de conmocionarnos frente a un cuadro, una escultura o un poema.

El arte nos lleva a esa experiencia vital. Escribir es entrar a un laberinto interior buscando el infinito. Yo escribo para sanar, yo leo para sanar.

En este sentido, el quehacer literario exorciza, conjura y repara la herida cardinal, que es la vida, su desgarradura. Porque todos estamos heridos. Rafael Cadenas cavila con nosotros en frente: “Qué se espera de la poesía sino que haga más vivo el vivir”.

2.-(WS): Recomiendo los libros de Rumi, Rabindranath Tagore, Li Poy y la poesía en general… toda poesía es sanadora.

Y si todo lo dicho no bastara, recordar como un propósito, las palabras del poeta Armando Rojas Guardia (Caracas, 1949-9 de julio de 2020), para quien vivir poéticamente “es vivir la propia vida como una obra de arte, es un vivir desde lo que clásicamente se denomina el arte de saber vivir. Es un vivir con arte, es vivir-se como el poema existencial y cotidiano que Dios nos posibilita hacer de nosotros mismos”.

Violeta Villar Liste
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