fbpx
Cortesía Fundación Proyecto Maniapure

Unos sueñan; otros lo hacen posible. En este caso ese posible se llama Fundación Proyecto Maniapure (FPM), que se funda de manera formal en el año 2000 para ofrecer asistencia médica de calidad a más de 30,000 habitantes de las regiones del sur del río Orinoco en Venezuela, en su mayoría de las etnias panare, jivi y pemón.

En esta historia hay un nombre fundamental, el del doctor Tomás Sanabria Borjas, presidente de la FPM, médico cardiólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con posgrado en Medicina Interna y Cardiología en la Universidad de Harvard, quien también es fundador y miembro de sociedades médicas en Venezuela, así como profesor itinerante invitado en universidades de los Estados Unidos y Francia.

Sanabria Borjas ha recibido distintos reconocimientos, entre otros, el otorgado por la Fundación Venezuela Sin Límites, justo por su iniciativa en telemedicina, desarrollada en el Proyecto Maniapure, y el galardón del World Economic Forum, a través de Schwab Foundation, como emprendedor social desde 2012.

¿Cómo se entiende el alcance del Proyecto Maniapure?

El doctor Tomás Sanabria nos cuenta el origen de esta iniciativa que ha dado alegrías en doble sentido: A quienes reciben la asistencia médica, pero también a los voluntarios que se han enamorado de esta forma de servicio.

Cuenta que su vida es de extremos: Tiene pasión por la naturaleza, pero ama en igual medida los avances tecnológicos y, por supuesto, la Medicina.

Esta amor por la vida sencilla del interior del país, lo llevó ya desde su época de estudiante de Medicina, a visitar sitios remotos, con punto de partida desde la capitalina Caracas.

Cuando retorna de Estados Unidos, después de realizar sus estudios de posgrado, en uno de esos andares de aventurero, conoce Maniapure (estado Bolívar, sur de Venezuela), población que ya había sido “descubierta” por Beatriz y Gilbert Cuenod en 1960, quienes incluso impulsan la fundación de una escuela en 1973.

Sanabria convirtió a Maniapure en un lugar de visita habitual y en ese acercamiento reconoció inmensas necesidades, entre otras, la falta de médicos.

De hecho, cada vez que acudía al lugar con amigos y familiares, las personas tocaban la puerta de su conocimiento para consultar alguna dolencia.

Pensó en cómo ayudar e ir más allá, es decir, además de contar con un médico local, que las comunidades pudieran tener acceso a los especialistas.

Habla con el padre Miguel González (ya fallecido), fundador de la Asociación Damas Salesianas, y en menos de lo que sale el Sol, se logró garantizar un sueldo al médico, un vehículo y radio de dos vías para hacer el milagro de la telemedicina: A 16 horas de distancia por carretera, podía ofrecer sus conocimientos de Cardiología a los pacientes de esta región dominada por el Orinoco y la selva.

Como la mano de Dios sabe obrar en las buenas voluntades, rápido fue posible tener médico.

Cabe destacar que los estudiantes de Medicina en Venezuela, deben cumplir una pasantía que denominan “ruralito” y consiste en trabajar 10 semanas en un centro médico rural.

De igual modo, para graduarse, el artículo 8 de la Ley del Ejercicio de la Medicina, dispone que presten un año completo de servicio en ambulatorios que no sean urbanos.

De esta forma, Leonor Pocaterra pasa a convertirse en la primera estudiante de Medicina en cumplir su artículo 8 como parte del Proyecto Maniapure. Tan enamorada quedó, que todavía está vinculada con esta obra que ha recibido a más de 2,500 futuros profesionales de la Medicina, incluso procedentes de otros países.

Lo cierto es que ya con la estructura dispuesta, la idea comenzó a rodar con el respaldo de la Asociación Damas Salesianas. Luego se unieron manos amigas y colaboraciones.

Para el doctor Sanabria, esa radio, y luego una antena satelital que les permitió tener teléfonos y fax, hizo la diferencia, al tener los recursos para ofrecer medicina especializada.

“En las ciudades cercanas escucharon que en ese caserío, Maniapure, había un cardiólogo”, recuerda.

En realidad “estaba” pero desde su consultorio en Caracas, interpretando resultados y ofreciendo indicaciones al médico local, quien a su vez se las comunicaba al paciente.

La mayor revolución de este proyecto se llamó el internet satelital que permitió profundizar en la atención sanitaria a distancia.

Incluso el doctor Sanabria se vincula  con la Universidad de Arizona de los Estados Unidos, fundadores del primer Programa de Telemedicina de alcance universitario.

En el año 2001 se firma una alianza entre la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Fundación Proyecto Maniapure para ofrecer el ambulatorio conocido como La Milagrosa, como centro de pasantías del artículo 8. Además han pasado alumnos de los últimos años de Medicina, de Nutrición y Odontología, entre otras especialidades.

El Centro La Milagrosa, de esta forma, se convierte en institución pionera de la telemedicina en Venezuela y, en palabras de los directivos, está “dotado de infraestructura de hardware y software basado en tecnología web para el manejo de teleconsultas o consultas de segunda opinión”.

El modelo Maniapure se comienza a replicar a lo largo de la geografía venezolana. Fundan 30 centros, con el auspicio de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.

La idea escala en la región y Ecuador, Bolivia y Colombia replican este modelo que también se conoció en Panamá por la amistad del doctor Sanabria con varios médicos panameños.

De acuerdo con el FPM, “la telemedicina permite el uso eficiente de los recursos médicos especializados concentrados en las grandes ciudades, al colocar a estos médicos especializados al alcance de los médicos de atención primaria, ubicados en los ambulatorios rurales”.

En cifras, la telemedicina puede resolver el 90% de los casos en la misma zona rural donde residen los pacientes. 

Como se observa en el gráfico tomado del sitio web de la FPM, la tecnología facilita la conexión del médico rural con el especialista.

Lo mejor: El 95% de los casos se logran resolver en la propia comunidad, con ahorro en traslados.

La crisis venezolana también ha afectado a los centros de atención rurales que nacieron bajo el concepto de Maniapure: De 30, solo quedan 8, sin embargo, la motivación, las ganas de seguir adelante y la mística, son motores poderosos.

De hecho, es alentador conocer el testimonio de María Elisa Campos, médico cirujana egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien, entrevistada por Ainara Guevara, de la Universidad Monteávila, resume en una frase su sentimiento: “Maniapure es la mejor oportunidad de ejercer la medicina en Venezuela”.

Voluntarios en el ambulatorio La Milagrosa

El doctor Sanabria cuenta que también para mantener la sostenibilidad del proyecto social, en alianza con las compañías de seguros, lograron estructurar un call center médico que llegó a ofrecer atención a casi dos millones de personas en Venezuela, con el apoyo de 24 médicos que ofrecían asistencia remota.

La crisis, de nuevo, redujo al mínimo este proyecto de avanzada.

En la actualidad, este modelo se está reactivando y en tiempos de coronavirus, observa, se hace cada vez más necesario prácticas médicas innovadoras.

El doctor Sanabria está impulsando este concepto sanitario junto con otros especialistas, además de dar fuerza a la nueva histórica médica electrónica, “porque nos interesa que cada persona se quede con su registro”.

La Fundación Proyecto Maniapure, que además tiene su correspondiente en Estados Unidos (Maniapure Foundation USA) desde 2017, demuestra que la tecnología, unida con la vocación, hace posible que la salud sea un derecho atendido en un mundo llamado a la igualdad.

Si quiere ayudar:

Violeta Villar Liste. La autora de este reportaje es Comunicadora Social, egresada de la Universidad de los Andes (ULA), magíster en Literatura Latinoamericana por la ULA, con suficiencia investigadora del Doctorado en Comunicación de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Egresada del Diplomado en Periodismo Digital del Tecnológico de Monterrrey. Con más de 25 años de ejercicio periodístico, es autora y coautora de libros periodísticos. Fundadora de La Web de la Salud.