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Foto/Cortesía: Red de Politólogas #Nosinmujeres

“Cuando hay mesas no solo paritarias sino con participación de diversos sectores y grupos en condiciones de vulnerabilidad” los resultados son más abarcadores de las necesidades de todas las personas, analiza la Dra. Nelva Marissa Araúz Reyes, investigadora del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS) en el contexto del inicio de la Mesa Única del Diálogo en Panamá.

Observa, por ejemplo, que en la discusión de la canasta básica familiar ampliada, una mayor participación de mujeres seguramente incluiría artículos como la leche de las y los bebés, pañales o las toallas sanitarias, que son productos de primera necesidad al permitir el acceso a la educación y el trabajo de las mujeres.

Son las mujeres quienes más han sufrido los estragos de la pandemia y la pospandemia, tanto en Panamá como en en el mundo.

Las mujeres en el sector de la salud y la atención se enfrentan a una brecha salarial de género más grande que en otros sectores económicos, ganando en promedio un 24% menos que sus pares que son hombres, advirtió en un nuevo informe conjunto  la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La OIT ya había anunciado que “en 2021 sólo el 43,2% de las mujeres en edad de trabajar” tendría un empleo, en tanto que el 68,6% de los hombres estaría trabajando, signo de cómo la pandemia golpeó de manera desproporcionada la ocupación y los ingresos de las mujeres, además de sufrir violencias y la inequidad.

En esta entrevista con la Dra. Araúz Reyes, quien también es integrante de Ciencia en Panamá, se analiza el impacto de la pandemia en las mujeres y cómo al conocer de primera mano esta realidad social, pueden aportar soluciones integrales en este diálogo por Panamá.

De igual modo, “hay bastante evidencia que refleja que cuando las mujeres están en mesas de negociación de conflictos suelen aportar formas y prácticas que generan mayor diálogo, tolerancia, sentido de cooperación y empatía”, sostuvo la experta.

Dra. Nelva Araúz:Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, posgrado en Derecho Procesal y en Docencia Superior, Doctora en Derecho y maestra en política criminal por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha sido docente universitaria, abogada, asesora y consultora en Género, Responsabilidad Social Corporativa y Derechos Humanos, para organismos internacionales, entidades del sector público, empresas privadas y ONG. Actualmente es investigadora en el área de Derechos Humanos del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales AIP – Cieps.
Fuente: Red de Politólogas #Nossinmujeres
@nelvaarauzreyes

Pandemia con rostro de mujer

-La situación de conflictividad social lleva a reflexionar sobre la vulnerabilidad de los grupos más afectados con la pandemia. ¿Cuáles son los indicadores más relevantes en el caso de las mujeres, asociados al impacto de la pandemia?

-Siempre que hay crisis los grupos en condiciones que las sitúan en un estado de mayor vulnerabilidad suelen ser los más perjudicados, porque antes de ellas ya se encuentran en desventaja, con necesidades insatisfechas y las crisis, como la sanitaria producto del COVID-19, las agrava.

El caso de las mujeres es un ejemplo de ello.  Se pudo palpar en diferentes temáticas. Por ejemplo, en materia laboral, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en el 2019 el porcentaje de hombres desocupados era de 5.8% y el de las mujeres de 8.8%, sin embargo, en el 2020, año más álgido de la pandemia por las medidas restrictivas en materia sanitaria, los hombres alcanzaron un 13.6% de desocupación mientras que las mujeres un 24.7%.  

Y esto es así, sostuvo Araúz Reyes, porque el mercado laboral se encuentra estructurado u obedece a la división sexual del trabajo: las actividades en las cuales las mujeres se encuentran mayormente insertas en el mercado laboral son aquellas que brindan servicios que en cierto modo trasladan las labores domésticas y de cuidado, realizadas históricamente en la casa, al ámbito laboral y que no se podían teletrabajar. Ejemplos: trabajos domésticos no remunerados, hoteles y restaurantes, entre otros.

“Respecto de la violencia basada en género, un ejemplo es el de la violencia doméstica, la cual tiene una mayor proporción de afectación en las mujeres.

El Ministerio Público registró en el 2019 16,851 denuncias y en el 2020 se reportaron 15,123.

Es decir, hubo una disminución de las denuncias, sin embargo, los meses cuando disminuyeron drásticamente fueron marzo, en particular abril y mayo, es decir, en un periodo sin directrices claras por parte del Estado respecto de qué hacer en una situación de confinamiento y de salidas controladas por sexo y cédula.

De hecho, cuando el Estado empieza a orientar a la ciudadanía, los casos vuelven a subir y mes por mes, las denuncias son mayores a las de años precedentes”. 

Incluso, en el 2021, documenta la investigadora, se registró la cifra más alta de denuncias de violencia doméstica de nuestra historia: 17,422 casos en un año.

“Es decir, en las familias y dentro de ellas, en las mujeres ha estado recayendo la tensión de los efectos socioeconómicos de la pandemia, marcadas por una cultura machista y patriarcal que encuentra en las mujeres el lugar para dichas descargas de forma muy violenta”. 

Las casas, espacios donde todo ocurría

“Una afectación importante que tuvieron las mujeres en la pandemia fue el impacto del cuidado, que ya era desproporcionadamente desigual”, recuerda la Dra. Araúz, con base en estudios cualitativos en los que ha trabajado desde el CIEPS.

“Las casas se convirtieron en un espacio donde todo ocurría: trabajo remunerado, no remunerado, escuela remota, más personas en casa quienes tenían más necesidades y poca corresponsabilidad.

De hecho, incluso en el tiempo de confinamiento en los que todos y todas estaban en casa, la corresponsabilidad no se movió y las mujeres siguieron dedicándose en un 70% a las actividades de cuidado en el hogar, como ocurría antes de la pandemia, de acuerdo a las encuestas virtuales que realizó el CIEPS”.

La recuperación no llega a la mujer

-Se levantan las medidas de restricción de movilidad y la economía comienza a marchar. ¿Mejoró la situación de la mujer con las aperturas y la nueva dinámica económica y social?

-Con base en estudios que hemos realizado la situación de la mujer no ha mejorado, por el contrario, ha habido retrocesos. 

En materia laboral, por ejemplo, a nivel general en el último año el desempleo abierto disminuyó, pero cuando lo vemos por sexo, observamos que el de los hombres ha ido disminuyendo, pero el de las mujeres ha ido aumentado.

“Para abril de 2022, la encuesta de propósitos múltiples del INEC refiere que el porcentaje de desempleo abierto pasó de 8.5, en octubre de 2021, a 8.2 en abril de 2022.

Para los hombres este porcentaje disminuyó de 8.0 a 6.9, y para las mujeres incrementó en 0.6 puntos porcentuales, ya que pasó de 9.3 a 9.9.

El aumento del desempleo en las mujeres las devuelve a sus casas generando retrocesos en la inserción al mercado laboral, al que tanto ha costado entrar y sostenerse.

Además, limita su autonomía, restringe su participación política y social, las ubica en condiciones de dependencia económica, tanto para ellas y sus familias, máxime en los casos de las jefas de hogares, quienes no solo encuentran limitación para la atención de sus necesidades básicas sino también para las de sus hijos e hijas (salud, educación, entre otros)”.

Además, señala que esta inequidad las hace susceptibles de vivir situaciones de violencia: Conforme al Centro de Estadísticas del Ministerio Público, en los primeros seis meses de 2022 hubo 514 casos de denuncias de violencia doméstica más respecto del mismo período de 2021.

-¿Más voces de mujeres en la Mesa del Diálogo por Panamá podría generar resultados más eficaces?

-No tengo datos de cómo está constituida la mesa, pero desde el inicio de las acciones de esta coyuntura social hasta la fecha, las voces y las imágenes que muestran los medios de comunicación social son preponderantemente masculinas, tanto en los voceros de los sectores sociales, como los del Gobierno, como también en las voces de opinión de los medios.

“Es increíble que nadie se haya planteado la necesidad de que en esos espacios debe también llamarse a la paridad y que quienes estén sentados a la mesa no les haya parecido que algo no está bien”.

Las mujeres, reiteró,son quienes cargan el peso del cuidado de las familias y cuidado significa generar  lo necesario y administrarlo para dar de comer, vestir, educar, atender en salud, recreación y transportar a sus hijos e hijas y a ellas y a sus cónyuges. 

Es decir, hacer lo necesario para garantizar las necesidades básicas de la gente, la vida misma.

“El alto costo de la canasta básica alimenticia, de las medicinas y el transporte, así como las condiciones de las escuelas, el que no existan comedores escolares activos a la fecha por ejemplo, lo resienten de forma profunda las mujeres, por el rol que juegan en la sociedad actual”.

Mesas paritarias y con sectores en condición de vulnerabilidad

La investigadora del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS) observa que han sido muy estudiados “los resultados que se generan cuando hay mesas no solo paritarias sino con participación de diversos sectores y grupos en condiciones de vulnerabilidad, porque los resultados son más abarcadores de las necesidades de todas las personas”.  

En la discusión de la canasta básica familiar ampliada, detalla, de haber mayor participación de mujeres seguramente se incluirían artículos como la leche de las y los bebés, pañales, las toallas sanitarias, productos de primera necesidad que son las mujeres quienes padecen sus altos costos y, de no contar con ellos, limitarían su acceso a educación o al trabajo por ejemplo.

Sin duda, afirma, que en una mesa eminentemente masculina difícilmente se considerarán estas necesidades.

Aportes para gestionar el conflicto

La Dra. Araúz explica que “los resultados no solo serían en los temas que aportarían las mujeres en la agenda de discusión sino también en las formas de gestionar el conflicto”.

Hay bastante evidencia que refleja que cuando las mujeres están en mesas de negociación de conflictos suelen aportar formas y prácticas que generan mayor diálogo, tolerancia, sentido de cooperación y empatía de las diversas voces, lo que redunda en una mayor prontitud en la resolución de los mismos, sostuvo.

-¿Cómo podrían las políticas de equidad de género  ayudar a lograr un país con menos brechas?

Reducir la brecha de género y fomentar la paridad de género es esencial para que las sociedades prosperen. 

El que se reduzca y elimine la violencia de género, reflexiona, permite el bienestar de las familias y de la sociedad.

Tener sociedades más agresivas y con poca tolerancia es un reflejo de esos 17,422 casos de violencia doméstica denunciados y de los que no llegaron a las autoridades, que repercuten en la sociedad de distintos modos.

Por otro lado, precisa, el que se disminuya la brecha de género en el trabajo no remunerado, permite que tengamos modelos de familias más corresponsables, con masculinidades más sanas que van generando un efecto positivo y en cadena para las futuras generaciones.

Al mismo tiempo, beneficia la salud y el bienestar de las mujeres, quienes cargan con una alta tensión que se manifiesta en su salud física y mental al concentrar dicha responsabilidad y permite la participación y el crecimiento de las mujeres en las diferentes esferas de la sociedad.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado que, si a nivel mundial se logra reducir la disparidad de género en el ámbito laboral en un 25%, para el año 2025, se tendrán aumentos en los ingresos fiscales por hasta 1.5 millones de dólares, comparte la investigadora.

Recuerda que al incrementar los ingresos del hogar, producto del aporte de las mujeres, también “cambian los patrones de gastos, pensados en pro del bienestar de sus hijos e hijas, con un efecto directo en la sociedad. Por ejemplo, una mayor inversión en educación y cultura para ellos y ellas”.

Violeta Villar Liste
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