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En los siglos XVII, XIX, XX y en el XXI, cuatro investigadores fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina,  por descubrimientos sobre el mismo tema, evolutivo en el tiempo.

Leewenhoeck que describió en 1683 la existencia de “animales en el intestino”, vistos a través del microscopio de su propia fabricación.

En 1861, Louis Pasteur, quien precisó la descripción de las “bacterias intestinales”. Después, luego, en 1908, a Metchnikov quien propuso el beneficio provisto por las bacterias intestinales y su papel protector en la “promoción de la longevidad” y, finalmente en este siglo, en 2001, al americano Ledemberg, quien analizó el genotipo y la producción metabólica de las bacterias residentes corporales y acuñó el término “microbioma”, precisamente al estudio del genotipo y del metabolismo de las bacterias corporales totales, distinto a “microbiota” que designa a la descripción de la cantidad de gérmenes presentes en un nicho corporal específico, por ejemplo, la microbiota intestinal con el cual se designa a la población bacteriana del sistema digestivo, antiguamente llamada “flora intestinal”.

¿Por qué interesa el tema a un cardiólogo? Porque forma parte importante de los factores que dan origen a la patología cardiovascular, incluyendo al infarto del miocardio, los accidentes vasculares cerebrales y la muerte de origen cardiovascular.

En una conferencia para la Sociedad Europea de Aterosclerosis en Maastrich en mayo de 2019 titulada “Microbioma: Una Nueva Teoría para la Aterosclerosis”, el Dr. Tomas Lüscher, de Suiza, expuso las bases biológicas y el soporte clínico de esta teoría.

El cuerpo humano está formado por 35 trillones de células, el número de bacterias que habitan el cuerpo humano ha sido calculado en 100 trillones: por cada célula humana hay 3 bacterias en el organismo, de las distintas especies: Bacteroides, Dífidobacterium, Actinobacterias, Proteobacterias y Cerrucomicrobios.

Esta población bacteriana se nutre de los alimentos ingeridos por los humanos; sus productos metabólicos circulan en el organismo causando efectos biológicos.

Por ejemplo, utilizan la fosfatidilcolina de la carne roja, de huevos y lácteos, para producir colina y a partir de allí la trimetilarginina (TMA) que después será oxidada en el hígado para transformarla en la Trimetilarginina Oxidada (TMAO) , sustancia que estimula acumulación de colesterol y de otras grasas dañinas en la pared arterial, cambia el fenotipo y la programación de los macrófagos transformándolos en pro-inflamatorios y de esa manera estimula la producción de atrosclerosis, la aterotrombosis y sus consecuencias: infarto del miocardio, accidente vascular cerebral y riesgo de muerte.

En un estudio experimental del 2013, animales alimentados con colina desarrollan lesiones de aterosclerosis solo si tienen bacterias en el tracto digestivo, mientras que en un grupo control con igual alimentación pero ausencia de bacterias, no desarrollaron lesiones ateroscleróticas.

En los humanos ha sido demostrada una relación directa entre las concentraciones plasmáticas de TMAO y el número de sus arterias coronarias en las cuales se demuestra enfermedad coronaria.

Igual relación directa ha sido descrita entre estas concentraciones y el riesgo de padecer los síndromes cardiovasculares que son consecuencia de la aterosclerosis y la trombosis: infarto del miocardio, accidente vascular cerebral y la muerte de origen cardiovascular.

Eventos cardiovasculares de acuerdo a cuartiles de la concentración plasmática de TMAO

Tomado de Tang y col. Intestinal Microbial Metabolism of Phosphatidylcholine and Cardiovascular Risk. NEJM 2013;368:1575.

Por otro lado, el efecto también puede ser positivo; Urolitina A (UA) es un producto del metabolismo del microbioma a partir de la ingesta de Ellagitatinas contenidas en las nueces y en frutas como la granada, fresas y las cerezas en general.

UA es una sustancia que previene en el animal experimental la acumulación celular de mitocondrias disfuncionales, es decir, mantiene la capacidad respiratoria mitocondrial, con lo cual estimula la función muscular y la capacidad física deterioradas por el envejecimiento.

La influencia que el microbioma humano tiene sobre la salud se extiende desde la cantidad y el tipo de grasa que está presente en la obesidad, la protección de varios órganos fundamentales como las arterias, el corazón, el cerebro, los riñones y el hígado, hasta la expectativa de vida.

El profesor Tomás Lüscher propone que una alimentación con predominio de frutas y vegetales en general y carnes blancas, pudiera modular la microbiota intestinal y sus efectos sobre la salud humana.

Dr. Julio Acosta Martínez

Presidente del Colegio Venezolano de Endotelio y de la Asociación Venezolana de Aterosclerosis. Expresidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología y profesor retirado de Cardiología Clínica en la Universidad Central de Venezuela. Médico Cardiólogo de la Policlínica Metropolitana de Caracas.