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Marzo, mes del Día Internacional de la Mujer (8-M) ha estimulado diálogos desde la visión de denunciar el impacto de la pandemia en la población femenina y, de igual modo, proponer una recuperación con enfoque de género que considere el liderazgo del esfuerzo y el talento con nombre de mujer.

Este 31 de marzo, luego de 31 días de una larga reflexión, hay varios diagnósticos, desde una perspectiva internacional, y de Panamá, que abordan la desigualdad vivida por la mujer, avances en la agenda y miradas de futuro.

El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, durante la jornada de apertura del 65º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, afirmó que “la covid-19 es una crisis con rostro de mujer”.

“Las mujeres tienen un 24% más de probabilidades de perder su empleo y pueden esperar que sus ingresos disminuyan un 50% más”, alertó.

Añadió a esta lista el aumento de la violencia contra las mujeres, desde los abusos sexuales hasta el matrimonio infantil, y el del trabajo en los cuidados no remunerados, todo ello creando “un daño incalculable” que “repercutirá a lo largo de décadas en las generaciones fututas”,  citó la ONU.

El informe especial covid-19 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, es concluyente al advertir que “en 2020, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo.

Un 56,9% de las mujeres en América Latina y un 54,3% en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores en los que se prevé un mayor efecto negativo en términos del empleo y los ingresos por causa de la pandemia”.

Cepal, y otros organismos internacionales, subrayan el papel crucial de las mujeres en la primera línea de respuesta: “Un 73,2% de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres, quienes han tenido que enfrentar una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales”.

Sin embargo, “los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 23,7% inferiores a los de los hombres del mismo sector”.

Otra realidad que profundizó la pandemia fue la inseguridad alimentaria.

Reciente estudio de Naciones Unidas sobre el Panorama de la Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe 2020 “muestra una prevalencia de inseguridad alimentaria en las mujeres de la región de Mesoamérica de 13.6%, versus 11.3% en el caso de los hombres, para el periodo 2017-2019”.

La Organizaciones de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el contexto del mes conmemorativo de la mujer, presentó este estudio en el cual se advierte que en América Latina y el Caribe las mujeres sufren en mayor medida “las dos caras de la malnutrición: por una parte, el hambre; y por otra, el sobrepeso y la obesidad”, explicó Verónica Chicas, especialista en género de la oficina de FAO para Mesoamérica.

En marzo, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT), en conjunto con el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), y el Centro de Investigaciones Científicas de Ciencias Sociales (CENICS) evaluaron el tema Impacto social de la pandemia en la vida de las mujeres.

Participaron las doctoras, Nelva Araúz Reyes, PhD., investigadora del CIEPS, y Virginia Torres Lista, PhD., directora de investigación de la Universidad Santa María La Antigua (USMA) e investigadora asociada del Centro de Investigaciones Científicas de Ciencias Sociales (CENICS).

La licenciada Markelda de Herrera, abogada, investigadora, y presidenta del CENICS, participó como la moderadora del panel y la Dra. Raisa Urribarri, PhD., periodista e investigadora asociada al CIEPS, sintetizó los puntos más relevantes de las ponencias.

Virginia Torres-Lista  hizo referencia a la investigación contenida en el eBook La lección social del COVID-19 y sus nuevos retos (ver Covid-19, una lección social ) de la cual formó parte junto con otras diez investigadoras.

“Ya partíamos de un proceso desigual y las mujeres fueron las más afectadas con la llegada del covid-19: la mayoría de los contratos suspendidos y de las empresas cerradas, corresponde a lugares con una mayoría de mujeres”, precisó la investigadora.

Desde el punto de vista de la violencia de género, advirtió que “a las mujeres las dejaron recluidas son sus agresores” y si bien las cifras reflejan una disminución en el número de denuncias, la lógica se impone: No podían llamar con su maltratador en la misma casa.

Los estudios reflejan “mujeres con sobrecargas en las tareas del cuidado, la salud, educación; víctimas de violencia y aumento del 37% de femicidios con relación al 2019”.

Destacó de manera positiva el impacto de la plataforma Crime Stoppers, que al permitir enviar mensajes sin restricción, “marca un proceso de protección a quienes se encuentra en estado de vulnerabilidad”.

Considera fundamental hacer campañas en los medios y las redes sociales con respecto al tema de la violencia de género e incluso desde la niñez comenzar a prevenirla.

De manera positiva, y con base en documentos de la ONU, señala que la pandemia reforzó el liderazgo de las mujeres quienes “han aportado sus experiencias, conocimientos, perspectivas y habilidades para hacer frente a esta gran crisis mundial”.

Ante la pérdida de empleo han iniciado emprendimientos y aprendido, en un ejercicio de resiliencia, a ocupar desde el rol de docente (con las clases virtuales), hasta manejarse en nuevos roles.

Observa que parte de la construcción de un mejor Panamá pasa por “cambiar las desigualdades” y esto significa transformaciones en la vida cotidiana.

La Dra. Nelva Araúz Reyes, adelantó resultados de un estudio colaborativo con Clare Wenham, Corina Rueda y Daniela Meneses, científicas del London School of Economics, titulado Una balanza desigual: los trabajos de las mujeres en tiempos de COVID-19.

En el caso de Panamá, entre otras medidas al inicio de la pandemia, evaluaron que la de circulación por sexo y cédula no consideraron varios aspectos:

  • El rol de la mujer en la sociedad
  • El tiempo
  • Distancia y trabajo
  • Seguridad
  • Mujeres vulnerables

“Dos horas resultaban insuficientes para satisfacer sus necesidades, generando una situación de estrés”, indicó.

El estudio también aborda la situación del trabajo remunerado de las mujeres en pandemia, desde la situación de jornadas prolongadas del personal sanitario, hasta las consecuencias del teletrabajo o los oficios que implican una alta vulneración: informales o domésticas.

En el caso de la suspensión de contratos, afectó de manera principal al sector terciario de la economía, que incluye una participación protagónica de mujeres.

En general, se concluye que “las condiciones de desigualdad de género se han agravado con medidas sin un enfoque de género”.

“Las medidas que se adoptaron fueron regresivas para las mujeres”, con “impactos en la salud física y mental”.

Soluciones con rostro de mujer

El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, está convencido que ya ha llegado “el momento de cambiar el rumbo”.

La participación igualitaria de las mujeres es el cambio que necesitamos. Décadas de pruebas demuestran que la participación de las mujeres mejora los resultados económicos, impulsa una mayor inversión en protección social, conduce a una paz más sostenible y hace avanzar la acción climática”.

Guterres, ante las primeras evaluaciones del impacto de la covid-19 en las mujeres, alerta que se les debe incluir “en los paquetes de estímulo y mediante la cooperación con gobiernos y comunidades para atajar la violencia de género”.

Cinco puntos clave se proponen desde la ONU:

  • Conseguir la plena igualdad de los derechos de las mujeres derogando leyes discriminatorias y promulgando medidas positivas.
  • Garantizar la paridad de representación -desde los consejos de administración de las empresas hasta los parlamentos, desde la educación superior hasta las instituciones públicas– mediante medidas especiales y cuotas.
  • Avanzar en la inclusión económica de las mujeres mediante la igualdad salarial, los créditos específicos, la protección del empleo y las inversiones significativas en la economía de los cuidados y la protección social.
  • Establecer en cada país un plan de respuesta de emergencia para combatir la violencia contra las mujeres y las niñas, y darle seguimiento con financiación, políticas y voluntad política.
  • Dar paso a la transición entre generaciones que ya está en marcha. Las mujeres jóvenes promueven un mundo más justo e igualitario, y merecen un mayor apoyo, desde la primera línea de frente hasta internet.

Estos puntos estratégicos entran en coherencia con otra herramienta: el Compromiso de Santiago, que fue adoptado por los Estados miembros de la Comisión Económica para América  Latina y el Caribe (CEPAL) en la XIV  Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe en 20202.

Afirma el organismo que “cobra especial relevancia como herramienta regional para abordar las causas estructurales de la desigualdad de género e impulsar políticas de respuesta a la pandemia a corto, mediano y largo plazo:

https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/46658/S2100047_es.pdf).

La FAO, por su parte, para enfrentar las  desigualdades económicas, en coordinación con los gobiernos, “promueve que las políticas, programas y proyectos implementen una perspectiva de igualdad de género;  el  empoderamiento y reactivación económica de mujeres rurales e indígenas; así como su fortalecimiento con competencias de planificación, empresariales y de negocios para contribuir a su autonomía económica personal, familiar».

De esta manera, podrán “ser capaces de participar efectivamente en la economía local y nacional”.

Son parte de las reflexiones y soluciones expuestas en un mes con rostro femenino que ojalá se multipliquen a lo largo del año y así, de ahora en adelante, cada mes sea, por siempre, el de la inclusión y la igualdad con enfoque de género e incluso de edad.