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La piedra es un cuerpo que se mueve: se mueve encorvado; adolorido.

La piedra es un dolor; una ausencia. La pérdida y la nada.

¿Cómo contar desde el lenguaje del cuerpo que toda partida y ausencia es un desarraigo?

En lenguaje políticamente correcto se le llama refugiado. Aquel que huye, se desplaza, se marcha y a veces encuentra. O no.

En el lenguaje del alma las pérdidas también llevan a huir, a desplazarse o marcharse. No siempre desde el transitar de los cuerpos: el espíritu adolorido es también un viajero en el fondo de sí mismo.

Lindsey Abbo mira con sus ojos azabache y la voz todavía quebrada porque cada palabra dicha para acompañar los cuerpos en movimiento de la producción Que nadie nos vea llorar, durante el Festival PRISMA de danza contemporánea de Panamá, es la metáfora de sus propias interrogantes como joven que busca un lugar o un camino. “Participar en esta obra me llegó, en mi parte emocional y sentimental”.

“¿Sabes? Me emocionaría que la vida

Pusiera las cosas en su lugar.

Ya no puedo pensar o soñar en cosas imposibles.

Aquí la tierra también se mueve más de lo esperado,

Y parece que este viento quiere decirnos algo”.

                                                                 Texto del montaje, Que nadie nos vea llorar

Para Josías Díaz,  concentrarse, “meterse en el papel” y expresar desde la danza el sentimiento del montaje, fue complejo, “pero lo resolvimos como equipo”.

Este equipo suma a su nombre y al de Lindsey Abbo, los de Jean Pierre Córdoba, Elías Estrada, Claudia Hamiltom, Luis Kirton, María Medina, Luis Mendoza, Aldo Neville, Joseph Petit, Stephanie Sánchez y Cristine Vallarino, jóvenes que forman parte del programa Enlaces de la Fundación Espacio Creativo (FEC), el cual busca acercar la danza contemporánea a niños, niñas y adolescentes de comunidades populares, en particular de El Chorrillo, Barraza, San Felipe y Santa Ana, además de fortalecer su desarrollo académico y darle apoyo psicosocial y familiar: La danza que transforma vidas en Panamá

Los jóvenes de Enlaces, de la Fundación Espacio Creativo y a propósito del Festival PRISMA que se extenderá hasta el 16 de octubre, han trabajado en esta oportunidad bajo la dirección de Fernando Hurtado (España) en la presentación de este proyecto que contó con el apoyo de Acción Cultural Española, la Embajada de España en Panamá, el fondo Iberescena, Lovill y el Ministerio de Desarrollo Social: PRISMA, festival de danza contemporánea con vocación social

La función tuvo lugar el 9 de octubre, en el patio del edificio del Ministerio del Gobierno, situado en Casco Antiguo, y se convirtió en dos funciones con lleno total y aplausos que celebraron el montaje y el trabajo que explica por qué el Festival PRISMA expresa la disciplina del cuerpo y la voluntad de dejar una huella social.

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Madre lo siento, porque el barco se hundió

Y no pude llegar a mi destino.

Madre, no llores si no encuentran mi cuerpo.

De todos modos, ¿qué harías con él?

Madre, siento que yo tuviera que escapar

Como otras personas, incluso aunque mis sueños

no fueran tan ambiciosos.

Mis sueños eran tan grandes como tu caja de

medicamentos, y tan caros como arreglar los dientes

Texto del montaje, Que nadie nos vea llorar

Fernando Hurtado, coreógrafo, director y fundador de la compañía de danza que lleva su nombre, tiene una experiencia de más de 20 años y es un invitado permanente de PRISMA y sus talleres.

Al Festival PRISMA lo conoció como concepto y ya desde la segunda edición (ya arriba a su 11° ) lo vive en cuerpo presente.

En esta oportunidad vino a dictar una residencia de dos semanas para los jóvenes del programa Enlaces, colocando énfasis en la dimensión del refugiado.

“Si no eres un refugiado no lo entiendes, así que les pedí que entendieran a un refugiado como una persona que debe salir de un lugar”.

Puede ocurrir cuando te marchas de un país, pero también si te desalojan de tu casa, por ejemplo.

“De alguna manera hay un punto común que es el sentido de pérdida”, explica.

Otro concepto “es el de la carga que conlleva la pérdida, moverte y no saber a dónde vas”.

Esta carga se representa en la piedra sobre los cuerpos de los bailarines cuando abren el montaje.

Una pregunta que dejó en los jóvenes para mover sentimientos más no dramatismo: “¿Qué te llevarías si te tuvieras que ir hoy de tu casa?”

“Todo refugiado, más allá del concepto político, es quien debe deshacerse de cosas por diversas causas”.

Esta pregunta, en el grupo que tiene edades de 14 a 17 años, despertó escucha.

Otra lección aprendida que le pidió a los jóvenes no olvidar desde el primer día: “Quien lo quiere todo, debe darlo todo. En el arte hay que darlo todo”.

Fernando Hurtado junto con los jóvenes del programa Enlaces quienes participaron en el montaje Que nadie nos vea llorar

Para Fernando Hurtado, esta producción es una invitación a reflexionar sobre el valor de programas tipo Enlaces que ofrece otra oportunidad a los jóvenes y el sentido de programas como PRISMA (proyecto independiente, bajo la dirección de las gestoras culturales y bailarinas panameñas Analida Galindo y Ximena Eleta de Sierra).

Es también, afirma, un exhorto a la sociedad a exigir su derecho a más cultura porquela cultura hace a una sociedad más rica, y rica no por tener más dinero. Una sociedad rica es la que dice gracias, por favor o perdona…”

Lo siento, mi casa hermosa porque ya no colgaré

Mi abrigo detrás de la puerta.

Lo siento equipo de rescate, porque no sé el nombre

Del mar en el que me ahogué.

No se preocupen, ya no seré una carga más.

Gracias inmenso mar azul por darnos la bienvenida,

Sin pedirnos visa ni pasaportes

Texto del montaje, Que nadie nos vea llorar

Violeta Villar Liste
[email protected]