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El impacto de la libertad sobre la salud, moral y felicidad:  La utilidad de lo inútil en tiempos de barbarie

(Fragmentos)

Las cosas no son tan sencillas como parecen, las razones no tan nítidas, pero el trasfondo no es tan secreto. Felizmente ―ejerciendo nuestra libertad de voluntad―, estamos reunidos en este magno auditorio para celebrar el ducentésimo cuarto aniversario del natalicio del Dr. José María Vargas, allá en la Hacienda Guanopo, de La Guaira de 1786, en la Capitanía General de Venezuela. Él solía presentarse como José Vargas.

He sido honrado con la deferencia ―por parte de los distinguidos colegas que dirigen la vida gremial del médico carabobeño―, para leer el Discurso de Orden. Desconozco si lo merezco. En todo caso, estoy aquí; estamos aquí, y no deseo esconder ―y creo que se nota― que estoy satisfecho por la oportunidad recibida. No utilizo la palabra orgullo por encontrarle acepciones que no me agradan. Mas, sí manifiesto mi agradecimiento, a mi manera cotidiana: les expreso mi gratitud. Es de bien nacidos ser agradecidos.

A guisa de advertencia, declaro que no tengo conflicto de interés con la verdad; sí, con la añagaza, indecencia, o infamia. Diré cosas incómodas, que no crueles, pero sí, ciertas, ni a favor mío, ni en contra de otro, sino todo lo contrario.
Simon Wiesenthal decía:

 Justicia, no venganza. […] Cada juicio será una vacuna contra el odio y una advertencia a las generaciones aún no nacidas sobre la capacidad del hombre para hacer el mal a sus semejantes. [1]

Comencemos. En el discurso pronunciado por don Andrés Bello el día de la instalación de la Universidad de Chile, el 17 de septiembre de 1843, la palabra libertad es mencionada 11 veces[2]. Miguel de Cervantes y Saavedra, relata que ―hablando de la libertad― don Quijote de la Mancha, dijo:

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no puede igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

Las palabras de la primera parte del título parecen ser muy hermanadas. Probablemente un hipotético estudio de regresión logística que incluyese libertad como variable de exposición; salud, moral y felicidad, como las variables de resultado, junto con variables de control y de interacción o modificadoras del efecto, arrojaría la siguiente conclusión: después de ajustar por potenciales confusores, la libertad protege a la salud, la moral y la felicidad. Vale explicar, el riesgo relativo sería menor a uno, y estaría este dentro del intervalo de confianza del 99%, que no incluiría el 1. En nuestra Facultad de Ciencias de la Salud nunca ha habido un Departamento de Bioestadística Clínica, no ha existido la palabra preferida de Arthur Schopenhauer: voluntad, sí, voluntas, para la enseñanza de bioestadística clínica. Ya lo anticipaba el párrafo que a continuación leo:

Es difícil adquirir una buena preparación en estas tierras. Sólo una fuerte voluntad, una decidida resolución de aprender y de ser útil puede hacernos posible la adquisición de algunos conocimientos en nuestro país. Esa es la Escuela que te espera, José Vargas dixit a Antoñito Sucre, sí, el futuro Gran Mariscal de Ayacucho, según Andrés Eloy Blanco en su Vargas, albacea de la angustia (1947)[3]

Esa ausencia epistémica testimonial, pregunto, ¿no se opone a los postulados del hoy homenajeado, quien es el fundador de las ciencias médicas en Venezuela?

Las cuatro primeras palabras del título ―libertad, salud, moral y felicidad―, representan ser muy unidas. En 65 centésimas de segundo, Google encontró 37 millones 100 mil páginas web, cuando la búsqueda las incluyó a todas. Mientras que para la segunda parte del título ―utilidad e inútil―, el mismo buscador, solo tardó 61 centésimas de segundo para detectar 7 millones de sitios. Cuando la búsqueda incluyó las 6 palabras ―en 54 centésimas de segundo―, aparecieron solamente 1 millón 200 mil sitios. Empero, excluyendo a inútil,el asunto toma carácter cuando la búsqueda arroja 12 millones 500 mil resultados en tan solo 57 centésimas de segundo. Si eso es de enjundia, lo que viene es mayor. Cuando se eliminó la palabra utilidad y permaneció inútil ―en 74 centésimas de segundos―, hubo exiguos 3 millones 770 mil resultados; es decir, la búsqueda eliminó 8 millones 730 mil páginas en ese lapso. ¡Hasta Google se ofendió cuando se juntó inútil con libertad, salud, moral y felicidad! Si eso es llamativo, los resultados millonarios desaparecieron ―como el dinero de los bolsillos de ciertos profesores universitarios―, cuando eliminamos la expresión inútil, pero incorporamos barbarie, el número de páginas cae a 276.000 resultados en 64 centésimas de segundo. Eso era el heraldo, cuando juntamos las 6 palabras con el término barbarie hubo solo166 mil sitios en 74 centésimas de segundo. Se tardó más y recolectó menos; hasta el buscador sudó.

Alguien puede decir: la búsqueda última fue poco sensible y muy específica. Dejémonos de probabilidades condicionales, no es el momento. ¿Será que las 6 primeras no son lindantes de la última? ¿Se prefiere a un inútil que a un desalmado? ¡Apareció Parménides y su principio de no contradicción!: No podemos ser y no ser al mismo tiempo… Barbarie y libertad tienen una correlación inversa perfecta, es decir de -1. La barbarie es rechazada hasta por otras palabras. Hablando de oxímoron, de barbarie liberal a dictadura democrática no hay mucho trecho; de la segunda, doy fe, la escuché, la viví y me fui. Puede ser que vivamos un libertinaje barbárico. Total, es una hipótesis filosófica. Pero, ahí está la realidad virtual.

El título de esta alocución ―La Influencia de la libertad sobre la salud, moral y la felicidad. La utilidad de lo inútil, en tiempos de barbarie―, fue sencillo, fácil y simple de elegir ―que no simplista, y menos displicente.

Ese título tiene dos fuentes. La primera pertenece a un opúsculo escrito por el Dr. François Lanthenas[4], médico y diputado a la Asamblea Nacional de Francia, y publicado en París en 1792, a los cuatro años de la Revolución Francesa.

Me entero de tal ensayo durante la relectura de un libro del filósofo y psicólogo francés Michel Foucault: El nacimiento de la clínica.[5] Acaeció durante mi pasantía en el módulo de Filosofía Política ―para presentarlo en las Tardes de Investigadores―, del Diplomado de Filosofía, en la Universidad de Carabobo.

La segunda parte del título La Utilidad de lo Inútil[6], es el título de un libro de Nuccio Ordine, filósofo italiano, del cual tuve conocimiento por deferencia del General Seijas Pittaluga, de quien leo sus columnas semanales desde hace más de 25 años; hoy, además de alumno, me honra con su amistad.

Leer a Seijas Pittaluga es aprender gramática castellana y humanismo. Lo que concuerda con el título de Ordine y con Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades, libro de Marta Nussbaum.

De la felicidad no sabemos de cierto más que la vastedad de su demanda. En ello reside precisamente lo que de subversivo pueda tener el término, Savater dixit[7]. La felicidad como anhelo es así, radicalmente, un proyecto de inconformismo: de los que se nos ofrece nada puede bastar, reitera el perseguido por ETA.

En barbarie, ¿Hay felicidad? Solo se incrementa su demanda. ¿Vale la pena explicar el por qué del final del título?

Mientras leía el contenido de la obra de Lanthenas, no me avergüenza en lo más mínimo decir que no pude reprimir el líquido lagrimal que, sin obstáculo alguno, se deslizaba cuesta bajo en la rodada de quien les habla. ¡¿Cómo algo escrito en 1792 retrata la realidad de nuestro país?! Por ello, no dudo en calificarlo como las Profecías para un país rico poblado de miseria moral

En cambio, el libro de Ordine produjo mucho goce, no lloré, reí, sí, y mucho, no a carcajadas, mientras en mudo soliloquio me decía: ¡qué sabroso es leer! Léase, ¡qué ignorante eres Arturo José!

De ahí que, si con el primero deduje que nuestra miseria era moral, el salvavidas será la Utilidad de lo inútil, porque esto también pasará.

Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades, como lo dijo Miguel de Cervantes.

Ya se le ve la facie hipocrática, desapareció la bolsa de Bichatcorpus adiposum buccae, la acumulación de grasa que se ubica por debajo de los pómulos y que le provee soporte y estructura al rostro. Es tanto lo sufrido, por nuestra culpa, por haber decidido voluntariamente hacer uso de nuestra ignorancia, que ni el coronavirus, se atreve a venir, o nosotros, lo vemos como niño de pecho frente la maleficencia que nos dimos.

El ensayo del Dr. Lanthenas está firmemente unido a un documento celebérrimo del Dr. Johann Peter Frank, médico alemán, nacido en 1746, considerado el precursor de la Medicina Social. Dejemos por sentado, no fue en la alborada del año 58 del siglo XX, en una isla caribeña destruida hoy; no, nada más lejos de la realidad, pero muy cercana a la falacia, a la mejor manera del nazi Paul Joseph Goebbels​​.

En 1790, el Dr. Frank ―decano de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Pavía, Italia―, pronunció el discurso de apertura del año académico, en el cual decidió llamar la atención pública sobre aquellas espantosas condiciones y aprovechó la ocasión para describir con realismo la situación, y para formular una apasionada exhortación en favor, no de reformas sanitarias, sino de reformas sociales y económicas.[8]

Durante su largo y enérgico discurso, el Dr. Frank pasó a la historia con esta frase: ¡La pobreza es la madre de todas las enfermedades! Ese documento debe ser leído por todo médico, debería ser digno de estudio en nuestra Facultad de Ciencias de la Salud, y de todas las facultades de Medicina de Venezuela, con el fin de evitar las injusticias epistémicas testimonial y hermenéutica. 

El Dr. Frank lo expuso en 1790, en Italia, en el lugar donde debe reinar la Academia, en la Universidad. ¡Qué pena, qué vergüenza! ¡cuánto ha sido denostada, zaherida, ultrajada la palabra academia en estos tiempos venezolanos.

Lo lamentable, es que los griegos nos legaron esa palabra que significa, nada más y nada menos que ¡remedio para el pueblo!

Sí, ese es su significado original, que Platón lo utilizara para su sitio de enseñanza es otra cosa, o que alguien se llamara Academo. 

En 1790, en Pavía, Italia, en plena Revolución Francesa, la Universidad llamaba a cambios radicales sociales y políticos. ¿Quién lo hizo? ¡Un médico! Dejémoslo hasta aquí. Luego lo retomaremos.

Viajemos un momento a la Capitanía General de Venezuela de 1789. No éramos venezolanos, éramos españoles de esta orilla atlántica, con diferentes estratos y maltratos sociales. Tantos eran los mal-tratos y capas sociales que el Hijo de la Panadera ― con 39 años a cuestas― años atrás había hecho lo que recomendó en su momento don Emmanuel Kant: Sapere Aude, es decir, ¡Atrévete a pensar! Ya había recorrido la Europa, ilustrándose y preparando el plan para liberar la América Española, para que esta se llamara Colombeia. El nieto de la Panadera, Leandro Miranda, cumplirá el deseo de su padre para con Universidad de Caracas: donar los libros de Miranda, hecho acaecido cuando Vargas es rector de la máxima casa de estudio.  

En 1789, el hijo de José Antonio de Vargas Machuca y Ana Teresa Ponce, tenía solo tres años de edad. El niño José María desconocía que en París nacía un documento fundamental para la humanidad. Es probable que lo leyera, años después, y lo defendiera con valor y justicia ante la satrapía de antaño. Conocida es su expresión El mundo es del hombre justo. Más adelante retomaremos el valor de la expresión.

El documento en cuestión ―leído el 26 de agosto de 1789, 42 días después del 14 de julio―, era nada más y nada menos, que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.[9] Valga mencionar que estuvo basada en los Principios de la Declaración de Independencia de los EE.UU., acaecida el 4 de julio de 1776, es decir 13 años antes.

Es ineluctable recordar a Emmanuel Kant cuando en su obra titulada Fundamentación para una metafísica de las costumbres ―1785― nos deja su imperativo categórico, ese debo, que no requiere ninguna otra consideración. Debo respetar los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos, es una obligación, no alienada ni alineada por y con ideología y credo.

¿Cómo conectamos lo anterior con lo que sigue? ¡Están interconectados! No se requiere artilugio ―o treta alguna―, para ello. Hannah Arendt[10] afirmaba que no tener libertad era un ultraje a la dignidad, es dejar de ser, se perdía la condición humana

No eran solo los italianos de Pavía, a los que hacía mención Johann Peter Frank en 1790; no, eran y son todos los miserables de antaño y de hogaño. La pobreza desconoce de sexo, credo, nacionalidad, edad, latitud, etc.; pobreza es pobreza. La violación de los artículos de la Declaración es producto de un grave daño en la corteza prefrontal, el órgano de la civilización. Es una desconexión, por la causa que sea, de las vías que unen al lóbulo frontal con el sistema límbico. El primero es donde se toman las decisiones, la casa de la ética y la moral; el segundo, el centro de las pasiones. Esa ruptura comunicacional corrompe el vivir y el convivir del ser humano. Está suficientemente explicado en el libro El cerebro ejecutivo[11].

Está comprobado que el miedo actúa sobre el sistema límbico, el cual ejerce efectos negativos sobre la homeostasis; en especial, actuando sobre la amígdala cerebral: las caras y voces temerosas o de furia son las consecuencias del impacto del miedo.  Lo peor es que, a pesar de la supresión aguda del miedo, puede también haber sido dañada la corteza prefrontal medial y permanecer la sensación temerosa en ausencia de la causa que generó la situación de miedo: miedo eterno. Además, el daño en la amígdala conlleva trastornos de cognición y de memoria.

La ausencia de libertad daña profundamente el eje psiconeuroinmunológico del ser humano: lo torna agresivo o lo torna sumiso[12].

 Los neurotransmisores que derivan de un solo aminoácido como son la serotonina, la dopamina, y la noradrenalina tienen un gran impacto, sea positivo o negativo en el estado de ánimo, la emoción y el comportamiento. Así, la serotonina es la que nos permite tener confianza en sí mismo, satisfacción y fortaleza interna; la dopamina, en cambio, es la que genera bienestar, motivación, nos refuerza el ánimo, la resiliencia.

Por último, la noradrenalina, nos mantiene vigilantes, atentos, activos. Además de esos neurotransmisores, existen hormonas y neuromoduladores que están involucrados[13]. La hormona estimulante de la liberación de corticotropina ―la hormona del estrés― está envuelta en la liberación de norepinefrina y es, además, la hormona que estimula la liberación de la adrenocorticotropina, la cual, a su vez, afecta negativamente los procesos fisiológicos y conductuales[14].

La oxitocina es la hormona del amor y de las interrelaciones humanas[15].

Un editorial[16] al respecto, publicado el 29 de enero del corriente señaló: primero, que la perturbación de los tres neurotransmisores mencionados juega un papel clave en la génesis de desórdenes emocionales. Segundo: que la felicidad, la tristeza, y el estrés, respectivamente, están relacionados con la serotonina, la dopamina, y la noradrenalina. Si la relación entre ellos se descompone, aparecen emociones complejas. Tercero, que se genera un déficit de aprendizaje con la afección de la modulación del sueño cuando se altera el funcionamiento de tales neurotransmisores. Ello demuestra la grave situación orgánica que se produce cuando se altera la homeostasis de esas sustancias cerebrales. Todas las emociones tienen como base a esos neurotransmisores. Y todo ello forma parte del sistema de supervivencia humana. Los Dres. Johan Peter Frank y Lanthenas describieron las funestas consecuencias de la ausencia de libertad. Hoy, se conoce, el porqué de las secuelas. Bien lo dijo Martin Heidegger: La filosofía se convierte en técnica de la aclaración desde las últimas causas.[17]

Todo ello nos incita a pensar: ¡Cuántos seres humanos deambularán, se habrán suicidado, habrán desarrollado psicosis! ¡Cuántos infartos de miocardio o del cerebro, hemorragias cerebrales por subidas bruscas de la presión arterial, hipertensiones arteriales sostenidas! ¡Cuántos pacientes con cáncer!, tendrán como base el perjuicio amigdalar por culpa de la ausencia de libertad.  No creo queCamilo Manrique[18]tenga fisiología ―sí, fisiopatología― de esos neurotransmisores ajustada a derecho estando en la plantación adentro.

Para complementar los funestos efectos de la ausencia de libertad, un estudio sobre meritocracia devela que este constructo social tiene consecuencias ciudadanas funestas en los grupos de escasos recursos.[19]

Es difícil hablar de ciudadanos cuando no hay libertad, se podrá citar: gente, masa, mi pueblo, etc., pero no ciudadanos. Las tres primeras cualitativas; las segunda: cuantitativa.

Si la selección para autoridades fuese por curriculum vitae académico, los que están, no se presentarían. Qué diferencia cuando José Vargas fue escogido sobre la base de su actividad científica. El día que los maestros sean seleccionados por méritos, se acaba la obligatoriedad de asistir a las marchas convocadas por el gobierno de turno. Cuando hablo de académico, me refiero a eso: publicaciones en revistas de alto impacto y número de citas en otras publicaciones; pero no por los cargos ejercidos por vaivenes hormonales.

Ahora, vayamos a 1792, en búsqueda del testimonio del médico François Lanthenas. El opúsculo consta de 12 acápites reflexionados íntegramente, que, como la obra ya mencionada de Johann Peter Frank, debería ser incluida en el presente por venir, cuando retorne el estudio del humanismo filosófico en nuestras facultades de Medicina. No necesitamos la apariencia de salud sino salud verdadera, como dijo Epicuro.[20]

La esclavitud y la tiranía, la primera fuente de las miserias humana[21], esel primero de los capítulos, Lanthenas, enuncia:

¿Cuándo estarán los hombres lo suficientemente iluminados como para regresar a las causas fundamentales de las enfermedades físicas que los abruman, y de los males políticos que soportan? ¿Cuándo todos los charlatanes serán desenmascarados? Seguidamente, añade, después de haber mostrado la naturaleza y las verdaderas ventajas de la libertad, así como los verdaderos medios de consolidarla y preservarla, he considerado necesario ―en las circunstancias en las que nos encontramos―, caracterizar a quienes extravían a un pueblo generoso, por todo tipo de declamaciones dictadas por la furia, la locura o la mala fe.

Sólo he visto la patria afligida, volviendo sobre los males que diariamente le hacen, todos los días, hijos ingratos o dementes, que la desgarran y pretenden servirla. Corresponde a los buenos ciudadanos escuchar todo, juzgar a todos y hacer una justicia exacta, mediante una distribución mesurada de su estima y desprecio.

Los sacerdotes y magistrados no eran, bajo el antiguo régimen, sino los verdaderos charlatanes. Apóstoles de la moral y guardianes de las leyes, habrían tenido que hacer la revolución que la filosofía había hecho, si hubieran tenido a pecho la moral, la virtud, y los primeros principios de la justicia y de la razón. Pero no les importó, siempre que dominaran y que los trabajos del pueblo mantengan su estéril y perniciosa existencia.

En 1792, François Lanthenas manifiesta:

La instrucción pública es el ancla de la salvación que nos queda, en medio de este mar de vicios y pasiones humanas que amenazan con engullir el buque del estado y la libertad.

El ya citado discurso[22] de don Andrés Bello, nacido en 1781, en consecuencia, contemporáneo de José Vargas, refiere:

Con la asistencia del consejo, con la actividad ilustrada y patriótica de las diferentes facultades; bajo los auspicios del gobier­no, bajo la influencia de la libertad, espíritu vital de las instituciones chilenas, me es lícito esperar que el caudal precioso de ciencia y talento, de que ya está en posesión la universidad, se aumentará, se difundirá velozmente, en beneficio de la religión, de la moral, de la libertad misma, y de los intereses materiales.

¿Se repite la Revolución Francesa? Indubitablemente, no. Venezuela no es Francia; estamos a 231 años de aquel acontecimiento, no vivimos en monarquía, desde 1821. Pero Voltaire dijo La historia no se repite, los hombres siempre. Por lo tanto, es propicio hablar de la palabra revolución. 

En La libertad de ser libres[23], Hannah Arendt recuerda a Emmanuel Kant cuando este dijo refiriéndose a la Revolución Francesa,

Un fenómeno semejante en la historia de la humanidad no se olvidará nunca.

Hannah dijo al respecto:

…efectivamente no se ha olvidado, antes bien, ha desempeñado un papel trascendental en la historia universal desde el momento en que se produjo. Y aunque muchas revoluciones han acabado en tiranía, siempre se ha recordado también que, en palabras de Condorcet, el adjetivo revolucionarias solo puede aplicarse a las revoluciones que tienen por objeto la libertad.[24]

No insultaré la inteligencia de ustedes comentando nuestra veinteañera cotidianidad, culpa nuestra, no olviden diciembre de 1998, a pesar de los 27de febrero de1989, 4 de febrero y 4 de noviembre, ambos de 1992.

Recuerda la autora de la Banalidad del Mal que:

…revolución en el siglo XVII, por ejemplo, va unido estrictamente a su significado astronómico original, que se refería al movimiento eterno, irresistible y recurrente de los cuerpos celestes; añadiendo seguidamente que el uso político era metafórico y describía el retorno a un punto pre-establecido, por ende, un movimiento, el regreso a un orden predeterminado.[25]

La autora de La condición humana, señala que:

 …la palabra se utilizó por primera vez no ya cuando estalló en Inglaterra lo que podemos llamar efectivamente una revolución y Cromwell se erigió en una especie de dictador, sino en 1660, con ocasión del restablecimiento de la monarquía, tras el derrocamiento del Parlamento Remanente. Pero incluso la Revolución Gloriosa, el acontecimiento gracias al cual el término supo encontrar su sitio, de forma harto paradójica, en el lenguaje histórico político, no fue concebida como una revolución, sino como la restauración del poder monárquico a sus antiguas rectitud y gloria. El verdadero significado de revolución, antes de los acontecimientos de finales del siglo XVIII, queda expresado tal vez con la mayor claridad en la inscripción que lleva el Gran Sello de Inglaterra de 1651, según la cual la primera transformación de la monarquía en república significó: Freedom by God’s blessing restored.[26]

La traducción al español de la expresión supra mencionada no es baladí, es:  Libertad restaurada por la bendición de Dios. Y esto no es semántico, revolución es restauración, y toca restituir, reponer, reestablecer, devolver o reintegrar lo arrebatado, lo perdido: apoderarnos de la libertad, para no volver a perderla. En palabras de Thomas Paine, comenta Hannah Arendt, es ser contrarrevolucionarios. En la nuestra, Pro-restauradores de la Libertad, pero no para repetir errores costosos.

Estando ya sentadas las bases de lo que atinadamente significa revolución, vamos a los tiempos de José Vargas.

En Caracas, el 31 de diciembre de 1848 ―56 años más tarde, de lo manifestado por Lanthenas―, José Vargas, quien presidía ad honoren, la Dirección General de Instrucción Pública, firma un documento de 13 páginas que será transcendental en la educación e instrucción de Venezuela[27]. En este se lee: La educación primaria debe ser gratuita. No obstante, aquellos venezolanos tendrían que esperar 22 años y el discurso de 13 presidentes para que arribara el 27 de junio de 1870 y la gloria se la llevara Antonio Guzmán Blanco, en su primera presidencia.

Hubo, evidentemente, carencia de voluntad para romper las cadenas cerebrales de la ignorancia: certeza clara y distinta de la injusticia epistémica testimonial. ¡Y aún la hay!, pero de eso hablaré después.   

El director Ggneral de Instrucción Pública, quien había sido rector de la Universidad de Caracas, nos dejó este párrafo:

Simplificando estos deberes del Gobierno, se puede decir que la instrucción pública y el freno de las pasiones, se reducen en su origen a uno solo, la educación. Cuanto más se avance en este punto menos hay que hacer en el otro, porque una observación, constante que hasta ahora no ha tenido excepción alguna de los principios más luminosos y consolatorios; que a proporción que la educación primaria se extiende, el número de los delitos se disminuye; que es un error pernicioso creer que la ignorancia hace a los hombres obedientes y apacibles; mientras, por el contrario, está probado a la evidencia que la instrucción popular es el más seguro garante de la paz y del orden interior.[28] 

Andrés Bello, lo había dicho en 1843:

La Universidad, señores, no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales, si (como murmuran algunos ecos oscuros de declamaciones antiguas) el cultivo de las ciencias y de las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista político. La moral (que yo no separo de la religión) es la vida misma de la sociedad.[29] 

Andrés Eloy Blanco, en su Vargas, albacea de la angustia, cierra el capítulo titulado La razón de Carujo con lo siguiente:  

Y es un tesoro de la República, la verdad de Carujo, el mundo es de los valientes. Porque el valiente fue Vargas.[30]

Así fue. El Dr. Vargas ―exrector de la Universidad de Caracas y expresidente de Venezuela― hombre profundamente sabio y justo, fue el arquitecto de la instrucción pública en Venezuela, fomentaba la civilización del venezolano, y de manera gratuita, durante la presidencia de José Tadeo Monagas, persona non-santa.

No podemos volver a ser coloniaje de nuestra ignorancia.

(…) El 23 de enero de 1827 se reunió el claustro pleno de la Universidad, en la capilla del Seminario, con el objeto de nombrar el rector, por elección directa y secreta, para el bienio de 1827 a 1828. El Dr. Vargas obtiene 21 votos. Es el primer médico en ser electo rector de la Universidad, dado que el antiguo estatuto lo prohibía. ¡Adiós al coloniaje!

Cuando Vargas toma posesión del rectorado ―en 1827, con 41 años de edad―, el panorama universitario es ruinoso. Él se había graduado en 1808 ―a los 22 años de edad―, y decía pasarán muchos años aun para que yo me considere un verdadero médico. Para ser médicos tenemos demasiada liturgia y poca ciencia. Con latines y solemnidades no se curan enfermos, y grita: ¡Ignorancia es coloniaje! A esa altura de su vida, José Vargas, ya había traducido el Contrato Social.

Hoy, el panorama es peor comparado con el de 1827. Aquel era explicable porque en 1808 todavía éramos Colonia española, y en 1827, en muchas cosas, sufríamos las penurias de ser república por autodeterminación ―que no por revolución―, veníamos de una guerra de independencia; que según la pluma de don Laureano Vallenilla Lanz, en su Cesarismo Democrático[31], había sido una guerra civil. Estábamos recién saliendo de más de 300 años de coloniaje.

Por disposición del Libertador, nació la Facultad Médica de Caracas: y a cuya organización y desarrollo consagró el Doctor Vargas gran parte de su actividad, aptitudes y patriotismo, Villanueva dixit.[32]

Hace 22 años ―1998―, Venezuela no luchó por independizarse. Hoy, muy evidentemente, el problema no es económico, es moral. Aquella ruindad de 1827 era física, tanto que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco donó 20.000 pesos de su peculio. La dolencia nuestra es moral.

El Dr. Vargas no se adjudicó primas del presupuesto universitario para ejercer el cargo. ¿Qué hizo José Vargas, para que la paupérrima universidad de 1827 estuviese ya en 1830 entre las primeras de Colombia? Primero, él mismo se encargó de cobrar a los deudores de la universidad. Segundo, elaboró un plan de enseñanza científica; desde luego, ¡Vargas era científico! Don Gregorio Marañón decía solo es científico quien hace ciencia, los otros son consumidores. Tercero, aplicó sanciones que iban hasta el despido para el personal docente que faltase al deber. Vargas abrió las puertas de la ciencia a todos los venezolanos, sin distinción de clases ni de procedencia. ¿Creen que el Dr. Vargas iba a permitir que un empleado universitario pidiera por carta a un organismo de la universidad para esta le depositase dinero del presupuesto de la misma en su cuenta personal? ¿Que un empleado dijese que un bien notariado de la universidad era suyo? y ¿Que a sabiendas de ello no iniciara las respectivas investigaciones en tribunales? El rector Vargas no hubiese procrastinado persecula seculorum la Cátedra Rectoral de Medicina basada en la evidencia, propuesta por un rector en la Universidad de Carabobo. Al contrario, el Dr. Vargas conversó con el Libertador para que quien debiera a la universidad pagase y solicitó la donación de haciendas para que fuesen terrenos universitarios. El Dr. Vargas fue justo y valiente. Tan valiente fue que le rechazó la lisonja al General José Antonio Páez, Jefe Superior Civil y Militar de Venezuela, según documento fechado el 19 de diciembre de 1829, cuando le propuso ser prefecto del Departamento de Venezuela.[33]

(…) El 31 de julio de 1850, José Vargas culmina un ensayo histórico con las siguientes palabras: Ten siempre presente y adora a Dios. Ama y beneficia a tu prójimo. Sirve en cuanto puedas a la sociedad.

Lo titula Algunas ideas acerca del método de educación más adecuado para formar un médico.[34]  Este ensayo, al igual que el libro de Filosofía del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, de 1912, y de 2 ediciones, son dos magnas obras de la intelectualidad venezolana que permanecen enclaustrados en las bibliotecas.

El Dr. Vargas imaginaba a un médico con conocimientos de filosofía racional, moral filosófica, matemáticas, lengua latina, inglés, francés y ¡castellano! La filosofía racional debería ser la lógica inductiva y raciocinante, recordemos que José Vargas venía de la casa del empiricismo inglés: Edimburgo.

Ni enigma, ni dilema; si no hay libertad, se pierde la posibilidad de ser educado, de ser humanizado.  Sin emancipación física y psíquica vagamos con ayuda de la profundidad de nuestro encéfalo; sin el beneficio de nuestra corteza cerebral prefrontal, órgano de la civilización. Nos arrebatan la posibilidad de pensar, dejamos de ser, porque pensar es un delito cuando estamos en las tinieblas del martirio… Somos un camino de servidumbre involuntaria, a la cual se acostumbran los más débiles. Se pierde el sentido de la vida, el cual es arrebatado por el agresor. No ser libres es ser pasto, comida de psicófagos, Savater dixit, nos eliminan la inteligencia. Te arrebatan la esperanza y de allí a la influencia negativa, perversa de la alteración de la neuroinmunología, verás todo tipo de calamidades, desde las enfermedades mentales hasta reumatológicas y oncológicas, sin descartar el suicidio.

Para salir de la caverna, recordando la alegoría de Platón y de la obra de Saramago, debemos entender que hay que tener lucidez para salir de la ceguera cortical ―no por daño orgánico en la cisura calcarina ubicada en los lóbulos occipitales, que nos impide ver la realidad tal cual es. Ceguera, es, sí; pero no la mencionada, sino la moral que nos perturba, que no nos permite ver la verdad de la mentira, la que narra José Saramago, la que los ciudadanos anónimos cuando dan muestras de la altura moral que pueden alcanzar, se deciden a ejercer la libertad. [35]

El 13 de julio de 1954, tras una obra magna, José María Vargas Ponce entregó su alma a Dios en la ciudad de Nueva York. Después de haber favorecido a la Universidad con donaciones de bienes raíces, con su biblioteca y sus museos mineralógicos y botánicos. Sus restos mortales regresan a Venezuela, donde el 26 de abril de 1877, estuvieron en la capilla de la Universidad. El 27 de aquellos tiempos fueron trasladados a Panteón Nacional, toda una apoteosis. Todos los actos fueron presididos por el Ilustre Americano Antonio Guzmán Blanco, mientras que el presidente era Francisco Linares Alcántara.[36] 

                                                                              Finalizo este mensaje con un espíritu de esperanza, allá en Asís, Francesco Bernardone le imploró al Santo Cristo de San Damián: Señor, Dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta para ayudar al enfermo, vendar al quebrado y corregir al desviado. En eso creo. ¡Viva Venezuela!

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[1] Patricia Posner. El farmacéutico de Auschwitz. La historia jamás contada de Victor Capesius. Crítica, Barcelona, 2019. Pág. 11.

[2] Andrés Bello. Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile el 17 de septiembre de 1843.

[3] Andrés Eloy Blanco. Vargas, albacea de la angustia., Ediciones de la Gobernación del Estado Carabobo, Valencia, 1986, 219 pp.

[4] François Lanthenas. De L´ Influence de la liberté, sur la santé, la morale, et la bonheur. Chez les directeurs de l´ imprimiere du Cercle Social, Paris, 1792. 33 pp.

[5] Michel Foucault. El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada. Siglo XXI Editores, Madrid, 2007. 289 PP.

[6] Nuccio Ordine. La utilidad de lo inútil. 5ta. edición. Acantalido, Barcelona, 2013. 171 pp. 

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[21] Lanthenas, op. cit., p 1-3.

[22] Andrés Bello, op. cit.

[23] Hannah Arendt. La libertad de ser libres. Libro digital. Pág. 10.

[24] Arendt, op.cit., p.10.

[25] Arendt, op.cit., p.10.

[26] Arendt, op.cit., p.10.

[27] Laureano Villanueva. Biografía del doctor José Vargas. Imprenta editorial de Méndez y C. Caracas, 1883. Pág. 175.

[28] Ibíd., op.cit.

[29] Bello, op.cit.

[30] Blanco, op.cit. p. 133.

[31] Laureano Vallenilla Lanz. Cesarismo Democrático.

[32] Villanueva, op.cit., p.74.

[33] Villanueva, op. cit., pp 266-267.

[34] Villanueva, op.cit., pp. 197-205.

[35] José Saramago. Ensayo sobre la lucidez. Alfaguara, Madrid, 2004. 423 pp.

[36] Villanueva, op.cit., p. 369-372.

SECCIÓN OPINION

Del autor:

Dr. Arturo Martí-Carvajal

Venezolano, médico, profesor titular (J) de la Escuela de Medicina de la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de Carabobo.  Dr. en Metodología de Investigación Biomédica por la Universidad Autónoma de Barcelona (Premio Extraordinario de Doctorado). Área de interés: revisiones sistemáticas y meta-análisis. Medicina basada en la Evidencia. Invitado de Cortesía de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela.  Centro de Filosofía para la Investigación Stanislao Strba, Universidad de Carabobo.