Una fórmula descubierta en un laboratorio puede salvar vidas, pero también puede inspirar esperanza, cambiar percepciones culturales o mover decisiones políticas. Todo eso comienza con un mensaje que resuene

Por: Magíster Nathalie Carrasco, especialista en Neurocomunicación y Comunicación Científica

Hay una idea equivocada, repetida con buena intención pero pobre estrategia: que comunicar ciencia es «traducir» lenguaje técnico a palabras simples. Como si el problema fuera de idioma. Como si el receptor solo necesitara un «diccionario de términos difíciles» para entendernos. Pero comunicar ciencia —de verdad— va mucho más allá de simplificar. Tiene que ver con conectar.
Como consultora en comunicación estratégica con experiencia en procesos de transformación organizacional y formación en neurocomunicación, he visto de cerca el abismo que a veces se forma entre los expertos en ciencia y las comunidades que deberían beneficiarse de sus avances. Ese abismo no se cruza con una traducción literal. Se cruza con intención comunicativa.
¿Qué es comunicar con intención?
Es diseñar un mensaje que no solo informe, sino que tenga un propósito claro: movilizar, inspirar, cuestionar, transformar. Significa hacerse preguntas antes de escribir o hablar:
- ¿A quién le quiero hablar realmente?
- ¿Qué quiero que sienta, piense o haga después de escucharme?
- ¿Cuál es la resistencia que podría tener esta audiencia ante esta información?
- ¿Qué metáfora, historia o ejemplo cotidiano puede ayudarme a crear resonancia?
La ciencia trabaja con evidencia. La comunicación estratégica trabaja con relevancia. No basta con que un hallazgo sea cierto; tiene que importarle a alguien. Y para eso, hay que construir puentes, no solo bajar el «nivel del lenguaje».
El peligro de la «traducción»
Cuando solo pensamos en traducir, corremos dos riesgos:
- Perder precisión científica, al simplificar tanto que el mensaje se vuelve ambiguo.
- Perder conexión humana, al seguir hablando desde la cima de la especialización, sin considerar el terreno emocional y social de quienes escuchan.
Esto no quiere decir que todo tiene que sonar a campaña publicitaria. Significa que debemos ser estrategas del lenguaje, conscientes de que cada palabra puede abrir o cerrar puertas.
La ciencia también emociona
Una fórmula descubierta en un laboratorio puede salvar vidas, pero también puede inspirar esperanza, cambiar percepciones culturales o mover decisiones políticas. Todo eso comienza con un mensaje que resuene.
Lo estratégico está en encontrar el tono adecuado. No es lo mismo hablar en un simposio que en una charla comunitaria. No es lo mismo hablarle a otros científicos que a una madre que quiere entender si una vacuna es segura para su hijo.
Cinco claves para diseñar mensajes científicos con propósito
- Empieza por el para qué, no por el qué. Define la intención del mensaje antes de decidir el contenido.
- Conoce a tu audiencia: no solo su nivel educativo, sino sus valores, emociones y creencias.
- Haz del contexto tu aliado: una noticia, una tendencia o una situación local pueden ser el gancho perfecto.
- Incluye elementos narrativos: casos reales, analogías, historias breves que traduzcan el impacto del dato.
- Revisa y prueba: un mensaje estratégico se mide por su efecto, no por su elegancia. Pregunta, ajusta, mejora.
La comunicación es un puente, no un diccionario
El mayor error que podemos cometer al comunicar un mensaje, es asumir que lo que decimos se entiende solo porque lo dijimos. La comprensión es una danza que necesita ritmo, atención y empatía. Y eso no se logra solo bajando el nivel del lenguaje: se logra diseñando puentes con intención.
Porque al final, comunicar ciencia no es traducir. Es transformar el conocimiento en una experiencia significativa para el otro.
La autora es abogado, comunicadora y Business Process Manager, enfocada en gestión empresarial con tres maestrías en Comunicación: Máster en Comunicación Estratégica y organizacional, Máster en Neurocomunicación, Máster en Comunicación Científica. Vive en Canadá. [email protected] www.natycarrasco.com En Instagram: @soynatycarrasco