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Fotos: Lorenzo Hernández

Hay muchas personas a las que agradecer cuando uno recibe una alegría. Una de ellas es Violeta Villar, la directora de este espacio tan especial, La Web de la salud. Hace un par de años, por medio de nuestro común amigo, el escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez, pude contactar con ella y poner en marcha, gracias a su generosidad y cariño, el espacio Viernes Cultural, un homenaje a la cultura literaria panameña. Hoy Violeta me lanza una entrevista muy «a cuento» con la alegría que he recibido esta semana, que mi libro de cuentos Así que el Mar era esto haya merecido el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2024. Si ella pregunta, yo contesto. Aquí, el resultado.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Entrevista con Pedro Crenes Castro, ganador de la categoría Cuento del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2024

Por: Violeta Villar Liste


Le hemos pedido permiso a Pedro Crenes para celebrar su triunfo en el Miró. El nos agradece por el espacio pero nosotros mucho más: Pedro Crenes es un hombre generoso y preocupado de poner en valor la escritura panameña y también aquellas que se producen entre esas dos orillas que lo llenan de afectos: la española y, en concreto, la gallega, y la panameña. Él, cada viernes, hace la magia con sus palabras de contar, de contarse y contarnos. Este espacio literario es posible por su constancia y su amor hacia lo literario. Le agradecemos una y mil veces y una vez más lo felicitamos. Agradecemos la oportunidad de esta entrevista en la cual, además, nos permitimos tutearlo contrario a la norma periodística. Es que es tiempo de libertades y la empresa a veces perdona un momento de locura. Recordar los nombres de los ganadores del Premio Ricardo Miró, el Nobel de la Literatura Panameña: Édgar Soberón Torchia, con Luna escarlata en el género teatro; Carlos Oriel Wynter Melo, con Los grandes dientes de la Caperucita en novela; Patricia Pizzurno, con su obra Narrativas sobre identidades y espacios subalternos en Panamá en el género de ensayo y Eyra Harbar, con En el lugar más lejano en la categoría de poesía. Felicidades a los y las premiadas. ¡Son orgullo de Panamá! Por cierto, hoy tendrá lugar la entrega del galardón.

La emoción es el gran objetivo de la literatura; Pedro Crenes Castro

Acabas de ganar el Premio Nobel de la Literatura panameña en la sección Cuento. ¿Cómo describirías esta emoción en un cuento?

-Lo primero, gracias por darme este espacio para hablar de esta obra que es para mí muy especial. La emoción es el gran objetivo de la literatura y de todo el arte en general. Si no emociona, no funciona. Recibir este premio me hace pensar en el cuento La soledad del corredor de fondo, de Alan Sillitoe: es llegar a la meta de una carrera de fondo, pero en el proceso ir viendo tu propia lucha y cómo se van conjurando las sombras hasta tener la materia que complete el libro. Ha sido un largo proceso de escritura y reflexión hasta dar con las formas finales.

Sigamos con esta línea narrativa. El«Había una vez» de Pedro Crenes Castro, dice así…

«Había una vez un escritor que nunca arrancaría un cuento con «había una vez», pero siempre hay una primera vez para un «había una vez», y aunque nunca la hubo, siguió trabajando todas la mañanas, incluso aquellas que —alguna vez las hubo—, no quería escribir ni una línea…».

-El cuento sigue siempre con mucho trabajo, aunque siempre hay muchas satisfacciones. La vida del escritor es esa: tesón, lecturas, empeños estéticos, vida, amistad, más lecturas, siempre más lecturas, y una constante búsqueda del otro lado de las cosas. Responderse preguntas, resolverse todo lo que se pueda. Recibir la mirada crítica y constructiva de los que están cerca. El resto de la vida es vivir para contarla, como dice García Márquez, y confesar que se ha vivido, con apunta Neruda.

Luego, en la estructura de un cuento cortísimo, ¿cómo se definiría esta vida vivida?

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-Aquí sí que hay que citar al maestro Monterroso: «Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí». Y eso es bueno, despertarse, porque el dinosaurio es la literatura, y mientras podamos despertar para contarla no hay motivos para el susto, que también los hay.

¿Y en un cuento clásico?

-Recurriría a un cuento de Borges de Cortázar, o a uno de Chéjov, como El beso, donde la vida te lleva a una situación que no te corresponde y eso te marca, lo recuerdas por mucho tiempo, lo reproduces y mejoras cuando lo cuentas, y con el tiempo llegas a la conclusión de que lo mejor que se puede hacer es convertirlo en literatura, disolver lo vivido en historias que propicien una memoria distinta, quizás más llevadera.

¿Cuáles son los libros que te han escrito mientras escribías?

-Por un lado está La Biblia, que es una colección de grandes verdades muy bien narradas. Los cuentos de Ricardo Piglia, los de Roberto Bolaño, los de Carmen Martín Gaite. Las novelas de Delibes, de Kundera. Y otros. Paul Auster, que falleció hace poco. Uno nunca sabe qué libro es el que está golpeando la creatividad, despertándolo a uno para encontrarse con el dinosaurio.

¿Cuánto de ficción y cuánto de real hay en la vida de un escritor?

-Cuando uno escribe aspira a la verosimilitud, no a la verdad. Uno vive de verdad para poder ser verosímil, y hay veces que lo vivido es tan verdad que parece mentira. Para eso está entonces la vida de escritor, que siempre está pendulando (por lo menos la pública, cuando uno contesta preguntas o da charlas o talleres) entre la realidad y la ficción. Siempre hay que mantener la intriga con los lectores, dentro y fuera del libro. Con los amigos siempre se es de verdad. Cuando se escribe siempre hay algo de ese disolver la memoria vivida en lo que se escribe (que dijimos antes), de modo que se hace verosímil y es más llevadero.

España, Panamá y Galicia. ¿Cuáles serían los títulos de estos capítulos que juntos son la novela o crónica (según el mejor estilo) de una vida?

-Voy a usar nombres de obras literarias: España: Marinero en tierra (de Rafael Alberti). Panamá: Cuando éramos los mejores (de Juancho Armas Marcelo). Galicia: La lengua de las mariposas (Manuel Rivas). La vida es siempre una crónica, narrada con las herramientas que mi querido amigo, el escritor venezolano Doménico Chiappe, nos enseña en Tan real como la ficción, que es lo mejor que se puede leer sobre el arte de hacer buen periodismo desde las técnicas narrativas, y es también una defensa brillante y hermosa del oficio periodístico.   

Volvamos con el libro de cuentos premiado, Así que el Mar era esto.  ¿Cuántos mares te han habitado, entendiendo que vienes del país de los océanos y vives en la frontera líquida del Atlántico?

-Varios de los cuentos se empezaron a escribir en Madrid. Reconozco que no tuve nunca nostalgia del mar, le he temido desde hace mucho tiempo. Pero en las idas y venidas a Panamá o a Galicia para visitar a la familia, siempre había una sensación vinculante con él. El Mar de los cuentos, es un Mar con mayúsculas, simbólico. El título (Así que el Mar era esto) es la frase que el personaje de Job dice en un momento del cuento Leviatán para las niñas, uno de los que más cariño me suscita. El Mar representa muchos de nuestros miedos, es poderoso y un enemigo batido por la humanidad al hacerse en sus barcos a la conquista de su vasta fuerza. Los personajes de los cuentos luchan, todos ellos, con su propio Mar, con resultados distintos. Quizás el Atlántico sea el gran Mar de mi vida, que representa la distancia, la posibilidad del olvido, la nostalgia.

¿Vivir frente al mar nos hace distintos?

-Creo que sí. En mi caso, ahora, tengo más presente la distancia que me separa de mi tierra desde que vivo en Galicia. En los días despejados, las Islas Cíes se levantan como manos que tapan la línea del horizonte, pero siempre está detrás de ellas. Miro la línea y pienso, «si el Hado no dispone que atravesara el mar…», y Ricardo Miró y esa nostalgia que nos escribió se encarama por la memoria. Sí, el mar nos hace otros.

Si abrimos con Había una vez, cerremos con el colorín colorado, este cuento se ha acabado…

-Prefiero los finales abiertos, esos postcuentos de nunca acabar, los no-finales o cuentos desgarbados que te invitan a seguir o no. Mientras haya memoria el cuento sigue latiendo en el corazón del lector. Ojalá sigamos contando, leyendo, disfrutando de la buena literatura que se hace en Panamá.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.