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Edificio Paseo, Lima Imagen cedida por Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, autor del proyecto

Conversamos con Arturo De Los Santos, gerente de anteproyecto de Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, sobre las nuevas tendencias de los edificios y la ciudad en el contexto de la crisis sanitaria

Cuando la pandemia llegó al espacio público y privado, a la oficina y a la casa, esta geografía que parecía habitual, obligó al ciudadano a nuevas maneras de relacionarse.

Este espacio, mayúsculo o minúsculo, urbano o rural, más amplio o más estrecho, es el lienzo extendido de una nueva manera de construir, rediseñar y entender.

El covid-19 ha impuesto una ciudadanía en transformación y las diferentes disciplinas, incluidas la arquitectura y el urbanismo, no son ajenas a su impacto.

Arturo De los Santos, gerente de anteproyecto de Gómez Platero Arquitectura  y Urbanismo, firma global con sede principal en Uruguay (Montevideo) y con proyectos en Ecuador, México, Paraguay, Guatemala, Costa Rica, Perú y Argentina, presencia múltiple que les permite conectarse con el discurso global de lo latinoamericano, conversa sobre las tendencias que la pandemia inserta en la manera de pensar la obra que habrá de venir y cómo reinventar lo edificado en su relación con el ser humano.

Varios pensamientos derivan de este diálogo: el ser humano volverá a encontrarse en los espacios de socialización y demandará conectar con la naturaleza que produce bienestar, ayuda a la concentración y a la relajación, un reto impuesto al nuevo diseño del paisaje de la ciudad y de los edificios.

Arturo de Los Santos es gerente de anteproyecto de Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, firma a la cual se unió desde 2005. Ha desarrollado propuestas para más de 11 países en Latinoamérica. Esta formado en Arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República. También ha liderado proyectos de investigación urbana y participado en la redacción de planes de ordenamiento sectoriales tanto en el ámbito académico como institucional, dictado cursos y seminarios y recibido numerosas distinciones en concursos nacionales e internacionales.

Lo humano y su vínculo con la naturaleza

Arturo De los Santos, en una evocación personal del momento de la pandemia, reflexiona que “por primera vez pudimos ver un evento de estas características, afectando a toda la población mundial de manera simultánea.

No estábamos preparados, si bien nos reconocemos como parte de un mundo conectado. Este hecho nos reveló de forma idéntica, con independencia de las latitudes, una constatación de lo humano y sus vínculos con la naturaleza”.

Además, “nos enfrentó a emociones muy básicas como la incertidumbre, la angustia y el miedo, en particular en los momentos iniciales de la pandemia”.

Cita la fecha del 13 de marzo de 2020, cuando el gobierno de Uruguay decreta la situación de emergencia sanitaria y en el país se replicará una historia idéntica que sacudió al mundo globalizado.

“Desde ese momento abandonamos los espacios de trabajo. Volvimos a nuestros hogares con mucha cautela e incertidumbre por este fenómeno que comenzábamos a vivir y a entender. 

Creo que nos pasó a todos; a lo largo del mundo. Debimos mezclar en nuestros hogares distintas situaciones e hicimos coincidir la vida del hogar con la familia y la del trabajo, en un único espacio”.

“Nuestras ciudades se vaciaron de manera repentina”. 

Y este vacío de ciudad “sacudió de una manera particular el mundo social que es además el propósito vital de los humanos: el de relacionarse.

A partir de este momento, y desde la disciplina, comenzamos a reflexionar cómo crear o seguir sosteniendo estas situaciones a lo largo de nuestro trabajo y nuestro quehacer disciplinar”. 

Valora que todas las disciplinas del conocimiento, la ciencia, la cultura, la tecnología y las humanísticas, se vieron comprometidas en idéntico propósito: lidiar con el impacto de esta pandemia y, por suerte, “estamos en un proceso de recuperar unas normalidades y unos aprendizajes que esperemos como humanos, en nuestra relación con la naturaleza, tengan como propósito cuidar este capital que es el sentido del bienestar”.

La gente, la materia prima

-¿Cuáles principios sostenían a la arquitectura y al urbanismo antes de la pandemia?

-Parte de la materia prima de la arquitectura es la gente en todas sus escalas. La práctica de la  disciplina de la arquitectura y del urbanismo está enfocada en sostener la experiencia de habitar.

Esta experiencia del habitar es una experiencia continua, que no ocurre un solo lugar o en unos pocos ámbitos: Se expresa en el mundo real, en el mundo físico, tan grande como el planeta y tan concreto y específico como nuestra propia casa. 

Para nosotros, la ciudad y la arquitectura son claves para sostener esa experiencia de habitar. Habitamos todo el tiempo y de forma continua.

Entendemos que las obras tienen la responsabilidad de cumplir con ciertos requerimientos programáticos, económicos, tecnológicos, y muy enfocados en el bienestar físico y psicológico de las personas.

Proyecto Gaura, ciudad de Guatemala, Guatemala. Imagen cedida por Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, autor del proyecto

Estos aspectos no solo toman en cuenta el edificio sino cómo hacer que a partir de ese edificio puedas mejorar la calidad del ambiente que compartimos entre todos, que son nuestras ciudades, y cómo mejorar nos hace más responsables con el mundo y el ambiente, en una percepción continua que atraviesa todas las escalas”.

-Cuando llega la pandemia, el sentido humano de los espacios resulta trastocado al imponer barreras a la socialización…

-El impacto que ha tenido esta pandemia en nuestra forma de vida habitual ha sido muy alto, pero es bueno reconocer que la interacción humana es un propósito vital para nuestra especie y, por esta razón, retomaremos esa circunstancia tan esencial, que es el relacionamiento con el resto de la gente, de manera inmediata.  Es como cuando separas las partes de un gran imán: esa atracción no dejará de suceder; nos da felicidad y es clave para nuestro entendimiento del mundo.

El contacto con la naturaleza será clave en el diseño futuro

-¿Cuáles transformaciones se imponen en los distintos espacios: la oficina, la casa, el centro comercial…?

-En la recuperación de esos espacios de interrelación, las personas tendrán más presente el contacto con la naturaleza y la información acerca de la calidad ambiental de los lugares. Esta realidad comienza a impactar en los espacios cerrados y en las decisiones de la gente con respecto a dónde quiere estar.

La tecnología puede ayudar mucho al ofrecer datos en tiempo real de aspectos como la calidad del aire, información que empleará el ciudadano en su decisión voluntaria de integrarse o no a estos sitios.

Pensamos que el contacto con la naturaleza será clave en el diseño futuro.  Las oficinas cerradas y herméticas darán lugar a espacios de trabajo mucho más permeables, en los cuales puedas conectar interior y exterior; regular las ventilaciones, estar en contacto con la naturaleza, con los jardines y las cubiertas.

Hub Social, Palmares Valley. Mendoza, Argentina 
Imagen cedida por Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, autor del proyecto

En el diseño del paisaje de la ciudad y de los edificios, conectar con esa naturaleza que nos produce bienestar, nos ayuda a la concentración y a la relajación, será un elemento fundamental.

Cuando pensemos en nuestras ciudades y cómo las usamos para desdoblar este espacio doméstico que se ha visto saturado en épocas de cuarentenas y de restricciones de movilidad, las vamos a recuperar con mayor intensidad, por tanto, nos ayudará a valorar y cuidar la calidad del espacio público porque es allí donde se completa la experiencia del espacio residencial.

Arturo De los Santos está convencido que esta retracción hacia el hogar que produjo la pandemia, “nos va a devolver la ciudad en una mejor ciudad, con un uso más responsable, con cuidado de las áreas naturales, los parques, de las áreas peatonales que nos permitan retomar de forma segura el vínculo con las personas”. 

Quizás porque el encierro llevó a la añoranza de aquello que existía y no se valoraba.

Edificios resilientes y adaptables

-¿Qué pasará con los edificios que ya estaban edificados antes de la pandemia?, ¿es posible recuperarlos y que sean funcionales desde esta nueva perspectiva del ciudadano?

-Es una cuestión de sostenibilidad global: no podemos echar por tierra lo que hemos construido. Debemos reusar de manera responsable estos espacios en su máximo potencial, con protocolos.  Lo construido debe adaptarse para este futuro. 

En todo caso el compromiso más importante está en los nuevos edificios que debemos crear para que sean más resilientes a estos avatares y cómo pensar en una arquitectura más flexible para facilitar esas adaptaciones hacia el futuro.

Proyecto Banco Guayaquil, Edificio Anexo. Guayaquil, Ecuador. 
Imagen cedida por Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, autor del proyecto

Es una doble responsabilidad: reusar y adaptar lo que tenemos y al mismo tiempo comprometernos con pensar nuevas arquitecturas que puedan resistir mejor estas dinámicas tan transformadoras y cambiantes que en el futuro serán más visibles.

-¿Materiales que se impondrán en el ámbito urbanístico en esta realidad pospandemia?, ¿existirá una migración hacia materiales más sostenibles?

-Seguro debemos ir en ese camino. Tengo una visión:  toda la materia producida por el hombre sigue siendo de origen natural, adquiere una transformación, mecánica, industrial, pero la materia prima esencial es la que encontramos en nuestro planeta.

Cualquier operación es una reconfiguración de la geografía del planeta. Lo que sacamos de allá lo transformamos y devolvemos para instalarlo en otros sitios.

En ese sentido, nuestra principal responsabilidad en la selección de los materiales, es cómo pensamos que todos esos procesos contribuyan a tener un planeta más saludable.

Hay una nueva conexión con la experiencia del material natural y la necesitamos emocionalmente. 

Esa percepción de naturaleza está muy vinculada a nuestra historia civilizatoria: Volver a los colores que la naturaleza nos ha enseñado a combinar; a las materias primas renovables con bajos procesos de industrialización y sentir de regreso esa diversidad de texturas, nos conecta a ese paisaje más natural que necesitamos. 

La combinación genética de lo urbano y lo rural

– ¿Seremos más urbanos o más rurales?

-Pienso que hemos visto y presenciado un auge transitorio de las suburbanidades. En la década anterior, las transformaciones, la globalización, la conexión, la cultura de lo mixto y lo compartido trajo un retorno de interés hacia los enclaves urbanos.

Las nuevas generaciones valoran muchísimo la interacción social y las proximidades; el estar conectados. 

En las ciudades esos fenómenos de cercanía, de polos de intensificación de actividades, ha tenido un extraordinario desarrollo que la pandemia puso en pausa. Hubo una tendencia de volcarse a los espacios naturales y suburbanos.

Bilú Riviera. Montevideo, Uruguay. Imagen cedida por Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, autor del proyecto

Piensa que en el futuro próximo se puede retomar esta tendencia a lo urbano, “si somos capaces de transformar de manera positiva la imagen de nuestras ciudades”, que sean más naturales, organicen el territorio, y dejen áreas de expansión.

Considera que el diseño urbano del futuro será el resultado de “una combinación genética de ambas dimensiones”: espacios que retomarán el vínculo, con una experiencia de entornos naturales y más abiertos.

-En esta perspectiva, ¿cómo imponer una visión urbanística al discurso oficial de lo público para que en esta nueva ciudad prevalezca la ciudadanía?

-Debemos integrar las visiones y alinearnos en función del mismo propósito: generar enclaves habitables de mejor calidad, poner talento y esfuerzo de muchos profesionales, de diversas áreas, para que juntos podamos colaborar en crear estas nuevas condiciones de hábitat. 

No se trata de lo que puede ser el dominio público y el privado, sino de un alineamiento estratégico entre ambos. Debemos evitar el irracional crecimiento de las periferias urbanas y recuperar los centros urbanos consolidados con muy fuertes identidades. 

Cada vez que hacemos un edificio tenemos varias responsabilidades y una de ellas es cómo construir una mejor ciudad  y preservar una mejor naturaleza porque no son ajenas ni son independientes: se condicionan. Somos muy fervientes hinchas de tener ciudades de mejor calidad, compactas, más densas y al mismo tiempo territorios naturales más diversos, sostenibles y complementarios. Lo que debemos hacer es conectarlos; no igualarlos. 

-¿Cómo se expresan estas tendencias urbanas en la ciudad latinoamericana?, ¿tendremos diversidad o uniformidad? 

-Pensamos que toda acción debe estar encaminada a fortalecer las identidades y no a homogeneizar: es preciso hacer un esfuerzo enorme por entender y apoyar esas dinámicas que van desde lo climático, lo ambiental, lo cultural y lo patrimonial. 

Prefiero tener una mejor Lima, un mejor Buenos Aires y un mejor Montevideo, que sean bien distintos, representativos de esas culturas, y no tener un tipo de ciudad o de receta. 

Tenemos ciudades en la región que nos han enseñado cuál es el enorme conflicto de encerrarse y aislarse. Todas estas lecciones generan una ciudad empobrecida, de mala calidad, estigmatizando a los enclaves urbanos. Hay que trabajar en el sentido contrario y se logra aportando valor a las diferentes dimensiones y territorios. 

Reconoce que hay mucho por hacer en la construcción del hábitat, luego de las necesidades impuestas por la pandemia. El mejor resultado derivará de una visión clara, capaz de «integrar y mejorar el espacio que compartimos entre todos».