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Esta maestra de la literatura «breve» falleció esta semana a los 92 años, y llevaba más de una década sufriendo demencia.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Alice Munro, in memoriam

Reseña por: Pedro Crenes Castro


Alice Munro es uno de los mejores ejemplos sobre la diferencia entre «tensión» y «extensión» (como elementos narrativos) y de cómo la brevedad de un cuento no la determina el número de páginas

Alice Munro, in memoriam

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Siendo nuestro país tierra de buenos novelistas, todos reconocemos que, por nuestra situación de país de tránsito, el género literario mayoritariamente practicado, y con el que más suelen identificarse los lectores, es con el cuento. Por ello, queremos detenernos en la figura de una de las cuentistas más importantes del siglo XX y XXI, cuya obra mereció en 2013 el Premio Nobel de Literatura, para sorpresa de propios y extraños: Alice Munro (Canadá, 1931). La sorpresa fue que se le concediera a una cuentista, no a una novelista o ensayista que escribe cuentos: la vida textual de Munro ha sido puro cuento.

Esta maestra de la literatura «breve» falleció esta semana a los 92 años, y llevaba más de una década sufriendo demencia. Fue poco a poco caminando hacia el olvido de todo y de todos, pero ha quedado una obra que la sitúa para siempre en la memoria colectiva de miles de lectores que la fuimos descubriendo a principios de los 2000, y cuyo tratamiento descarnado de lo cotidiano ha dejado páginas magistrales para la literatura.

Alice Munro es uno de los mejores ejemplos sobre la diferencia entre «tensión» y «extensión» (como elementos narrativos) y de cómo la brevedad de un cuento no la determina el número de páginas.

En sus libros de cuentos vemos historias de pocas páginas y otras «largas», que nos ayudan a comprender que el alma de las historias no reside en la «aritmética», el conteo numérico de páginas, sino en el hecho indiscutible de que una historia se hace de palabras, que, dispuestas en los resortes de la intriga y la tensión narrativas, se constituye un uno u otro género. Si leemos Prue, de apenas seis páginas y un mundo dentro de un mundo, una anécdota contada contando otra anécdota, y lo comparamos con Accidente, de casi cuarenta (ambos cuentos están en el libro Las lunas de Júpiter), podemos hacernos una idea de lo dicho.

Para la autora de La vida de las mujeres, «la autobiografía vive en la forma, más que en el contenido», dándole al oficio de cuentista la misma dimensión que ya planteaba Julio Cortázar, cuando decía aquello de que no hay temas o historias malas, las hay mal contadas. Es en esa «forma de cuento», es en la tensa eficiencia de las pocas palabras, en los escenarios y atmósferas grises o en sepia, en la mirada de vuelta al fondo de uno mismo, lo que hace que un cuentista consiga que una historia común se transforme en una que perdure más allá de su lectura. En nuestro contexto panameño, dos cuentistas se acercan mucho en la forma a Alice Munro: Giovanna Benedetti y Moravia Ochoa: las tres comparten mirada, técnica y sabiduría narrativa.

Les recomiendo Mi vida querida, una honda reflexión sobre el paso del tiempo, que la autora nos presenta en catorce historias, que más que una polifonía es un inventario de miradas, de posiciones desde donde mirar la vida y sentir, más allá del espejo, como el tiempo se escapa por las esquinas de lo cotidiano. Un libro que seguro los llevará a seguir leyendo a esta maestra del cuento, que nos deja unas cuantas de las mejores páginas de la literatura contemporánea.

¡Gracias, maestra!


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.