Este Viernes Cultural saboreen la patria, disfruten del olor de sus fogones. La cultura se hace también a la mesa, y la memoria vuelve con fuerza al alma por medio del aroma de unas hayacas, que cuando las como me repito con fuerza, «es un tamal, es un tamal» y me acuerdo de mi tierra.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura panameña | Viernes Cultural [email protected]
Comida, nostalgia y memoria
Reseña por: Pedro Crenes
La chicha de «saril», el ron ponche que la acompaña en Navidad, la chicha de nance, la de naranja con raspadura, el «culeí», que cuando vine a España era una rareza, el «pera néctar» —¿zumo de pera?, me decían en Madrid—, el jugo de uva que no sabe igual que el mosto, pero con el que recordaba mi tierra recién llegado…
Comida, nostalgia y memoria
Cuando me preguntan por mi plato favorito de Panamá, siempre contesto que el «sancocho», y los paisanos latinoamericanos me caen en plancha: todos lo reclaman como suyo y, como contra la ficción no se puede hacer nada, se los dejo y replico que el «guacho», y me salen con una sarta de significados tan dispares, que desisto —además es un juego de infancia con barro de por medio— y les digo que los patacones, y los cubanos le llaman «tostones», y los dominicanos me reclaman que con qué los como, y yo digo que con salchicha frita o queso amarillo y se ríen en mi cara.
Ya hablamos de la «pesá» de nance y allí se quedan más quietos los paisanos de continente, un punto a mi favor, pero no consigo convencerles de las delicias panameñas porque yo no cocino, así que, cuando ando metido en mucha actividad latinoamericana suelo tener antojo de unos buenos tamales, los venezolanos dicen hayacas, o de unas carimañolas, que cuando les digo que son de yuca y que la yuca se puede freír o hacer con ella pegamento, se ríen de mí los españoles, pero se quedan con ganas de probar esas empanaditas, ¿tú las haces?, y niego con vergüenza, pero puedo hacer unos patacones (si no viene ningún experto dominicano)
Cuando les hablo de «bon» piensan en los «panetones» (nada que ver, les digo), y cuando les hablo de «huevitos de leche», los malpensados sueltan risitas maliciosas, pero la mayoría se quedan con las ganas, igual que de probar el «manjar de leche», que los argentinos tienen por una copia barata —«lo digo de cariño, viste»—, de su dulce de leche, tan internacional y exportado a todo el mundo, y cuando voy a alguna tienda latina, compro los cuadraditos de guayaba («buscando guayaba ando yo», sonido panameño inconfundible), para invocar la memoria contra la nostalgia.
Pero, cuando digo «mafá» o «bolitas de tamarindo», ahí me quedo solo (aunque ya hay quien empieza a verlas por ahí), y ya si digo «salaítos», nadie da razón, a menos que sea conocedor de primera mano, de China, de donde dicen que viene también el «mafá». Verdad o no, yo que sé, solo recuerdo todo esto cuando como lejos del terruño.
La chicha de «saril», el ron ponche que la acompaña en Navidad, la chicha de nance, la de naranja con raspadura, el «culeí», que cuando vine a España era una rareza, el «pera néctar» —¿zumo de pera?, me decían en Madrid—, el jugo de uva que no sabe igual que el mosto, pero con el que recordaba mi tierra recién llegado. Y el agua de la ciudad de Panamá, tan buena como la de Madrid, o el «Seco Herrerano con leche», que en noches de bares y literatura les parecía una locura arriesgada, que más de uno ha querido probar, a ver si hay suerte un día de estos.
Y todo estos recuerdos panameños por un prólogo que me pidieron, y del que les comparto este fragmento: «Las recetas de este libro cuentan historias a través de los sentidos. La memoria de donde venimos cada uno se puede resumir en unos pocos sabores que, de inmediato, nos remiten al pasado y convocan la nostalgia. No hay receta detrás de la que no esté una abuela, una madre y el niño que fuimos, relamiéndose los labios sentado a la mesa, esperando para comer ese plato especial. Habitamos en los sabores que recordamos».
Este Viernes Cultural saboreen la patria, disfruten del olor de sus fogones. La cultura se hace también a la mesa, y la memoria vuelve con fuerza al alma por medio del aroma de unas hayacas, que cuando las como me repito con fuerza, «es un tamal, es un tamal» y me acuerdo de mi tierra.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña y del Viernes Cultural [email protected]
Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.