Los incendios de alta intensidad son cada vez más frecuentes y causan un mayor impacto ambiental y social. Las políticas actuales priorizan la extinción y esto no solo no ha evitado llegar a esta situación, sino que la ha agravado. El informe Incendios forestales en transformación. Opciones políticas para una Europa con cultura del fuego y adaptada al fuego elaborado por el Consejo Científico Asesor de las Academias Europeas (EASAC) propone ocho estrategias para abordar este riesgo, basadas en poner la gestión del paisaje en el centro —regulando la estructura de la biomasa y los usos del suelo— y en implicar a las poblaciones locales.
Por: Urbano Fra Paleo
Science Media Centre España

Cada verano, la sociedad —no solo de regiones mediterráneas sino también boreales— entra, de algún modo, en una situación de desastre que, con el incremento de las olas de calor y sequías en un contexto de cambio climático, causa anualmente un creciente impacto. Sin embargo, pese a la relevancia social y ambiental, esto va acompañado de un debate público que rápidamente se debilita en cuanto la temporada de incendios se da por concluida, sin llegar a un consenso acerca de la oportunidad y de la necesidad de dar un giro copernicano a las políticas públicas.
El informe Incendios forestales en transformación. Opciones políticas para una Europa con cultura del fuego y adaptada al fuego, elaborado por el Consejo Científico Asesor de las Academias Europeas (EASAC por sus siglas en inglés) y publicado el pasado mes de mayo, señala que en Europa se producen al año 60.000 incendios que suponen unos 2.000 millones de euros en pérdidas económicas anuales y queman un área equivalente al doble de la superficie de Luxemburgo.
La tendencia observable de descenso del número de incendios y de la superficie quemada en Europa es un espejismo presentado como un éxito de las actuales políticas que oculta el hecho de que los incendios de alta intensidad son cada vez mayores y, lo que es más relevante, son incontrolables y causan un mayor impacto ambiental y social.
En Europa se producen al año 60.000 incendios que suponen unos 2.000 millones de euros en pérdidas económicas anuales y queman un área equivalente al doble de la superficie de Luxemburgo
La principal conclusión del informe es que las actuales políticas nacionales y de la Unión Europea priorizan la extinción y que esto no solo no ha evitado llegar a esta situación sino que la ha agravado, llegando a una situación que se ha vuelto no gestionable. Esto se deriva de que el riesgo de incendios no se reconoce como tal, sino como la gestión de la respuesta a eventos individuales, además de focalizar el problema en la identificación de los incendiarios, para dejar de lado la adopción de una política integrada de riesgo de incendios y de desastre.
Para abordar este riesgo en un nuevo contexto, el informe propone ocho estrategias políticas clave:
- Adoptar un enfoque integrado que deje atrás unas políticas públicas fundamentalmente basadas en la extinción y adopte unas políticas que verdaderamente integren medidas proactivas y reactivas, que tomen en consideración los peligros asociados y secundarios derivados de los incendios —como la contaminación que afecta a la salud de las personas—, y que se alineen con las estrategias de mitigación del cambio climático.
- Adoptar una perspectiva de paisaje para reducir el peligro y la vulnerabilidad a los incendios, en lugar de pensar exclusivamente en términos de gestión del bosque. Los monocultivos intensivos y los paisajes que evolucionan espontáneamente tanto en especies como en usos del suelo incrementan el peligro. Sin embargo, la creación de paisajes multifuncionales, con usos del suelo mixtos incrementa la resistencia al fuego y multiplica los beneficios para la agricultura, la silvicultura y la conservación de la biodiversidad. Los paisajes en mosaico y la restauración de los ecosistemas degradados basados en especies autóctonas reducen la continuidad del combustible y el peligro de incendios.
- Reducir la dispersión urbana y fomentar la forma urbana compacta en áreas susceptibles a los incendios, para reducir la exposición de la interfaz urbano-rural al fuego, lo que adicionalmente contribuye a la reducción de las emisiones de carbono. Al mismo tiempo, la gestión del riesgo de incendios debe integrarse en la planificación urbana para que el riesgo sea tomado en consideración, incentivando la construcción y el paisajismo resistente al fuego en la periferia urbana.
- Adoptar soluciones basadas en la naturaleza —como el pastoreo extensivo o las quemas controladas—, que reducen la vulnerabilidad de los ecosistemas, de las áreas de producción forestal y agraria, e impulsan la economía local, contribuyendo a restaurar de forma sostenible las áreas afectadas tras un incendio, reduciendo los efectos secundarios a medio y largo plazo, como la erosión, la pérdida de biodiversidad, el colapso de las economías locales y la despoblación.
- Armonizar las políticas públicas sectoriales para reducir el riesgo de incendios, ya que algunas políticas tienen consecuencias no intencionadas, incrementando el peligro de incendios y la vulnerabilidad de los ecosistemas, de las poblaciones locales y suburbanas, y de los sistemas productivos en las áreas rurales. Esto requiere revisar las políticas públicas para evaluar su impacto en el peligro de incendios, favoreciendo la creación de sinergias mediante la evaluación ambiental estratégica de planes y programas.
- Reconocer el papel ecológico y cultural del fuego, ya que la política de extinción de incendio cero ha tenido como resultado la acumulación de biomasa en ecosistemas adaptados al fuego que, en condiciones ambientales favorables, se convierte en combustible. Por otro lado, las poblaciones locales y las sociedades del pasado han utilizado tradicionalmente el fuego en la agricultura y la explotación forestal. La utilización del fuego en condiciones controladas se ha debilitado tanto por el despoblamiento como por el límite a su uso. Las quemas controladas con la participación activa de las poblaciones locales reducen el combustible en estos ecosistemas.
- Avanzar en la educación, la concienciación sobre el peligro de incendios, y la formación interdisciplinaria en las ingenierías, ciencias naturales y sociales, ausente en la formación tradicional. La gestión del riesgo de incendios no es equivalente a gestión forestal, ya que este peligro afecta a otros usos del suelo, incluyendo áreas agrícolas, urbanas, turísticas, industriales e infraestructuras. La eficacia de las políticas depende fundamentalmente de la recuperación del conocimiento acerca del fuego y de la concienciación sobre el peligro, mediante una alfabetización que llegue a todas las generaciones y sectores, favoreciendo la adopción de políticas que aparentemente no están relacionadas directamente con el fuego.
- Implicar a los propietarios y gestores de los usos del suelo en el manejo sostenible del paisaje, diversificando las prácticas, proporcionando incentivos a la silvicultura para reducir la densidad de la biomasa y la diversidad de la estructura forestal, promoviendo el pastoreo extensivo e implicando al sector de los seguros para que favorezca la adopción de prácticas de gestión sostenibles.
La política de reducción del riesgo de incendios no puede estar basada en una gestión estacional de eventos aislados, de respuesta en el período de incendios, ni en una política exclusivamente forestal, ni basada en estrategias del pasado fundamentadas en la extinción que se han demostrado fallidas en un contexto en el que interaccionan el cambio climático, el despoblamiento rural y el rápido cambio de los usos del suelo.
El informe propone aprender de nuevo a vivir con el fuego y adaptar a la sociedad a este desafío creciente
Por el contrario, la política de reducción del riesgo de incendios debe ser una política integrada, multisectorial, que ponga la gestión del paisaje en el centro, regulando la estructura de la biomasa —que potencialmente puede convertirse en combustible—, e implicando de forma activa a las poblaciones locales, que son los actores que están interviniendo de forma continuada en el territorio. En este sentido, el informe propone aprender de nuevo a vivir con el fuego y adaptar a la sociedad a este desafío creciente.
Del autor:

Sobre el/la autor/a: Urbano Fra Paleo
Miembro del grupo de trabajo del Consejo Científico Asesor de las Academias Europeas (EASAC) autor del informe, miembro del grupo asesor para ciencia y tecnología (E-STAG) de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), catedrático jubilado de la Universidad de Extremadura, miembro de Academia Europea (The Academy of Europe) e investigador asociado del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).