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Por: Dra. Karen Courville, FACP

Egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.
Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e Hipertensión

El cuerpo tiene dos riñones, uno a cada lado, y se ubican hacia la parte posterior del cuerpo, a ambos lados de la columna vertebral, en el área lumbar.  El riñón derecho está en relación con el hígado y el riñón izquierdo, con el bazo y la cola del páncreas. Están protegidos por una serie de músculos en la parte posterior y las últimas costillas.

Las medidas del riñón en el adulto pueden variar entre 9 a 13 cm, dependiendo de algunos factores como la estatura y el sexo. El riñón izquierdo es ligeramente mayor, y se considera normal una diferencia menor de 1.5 cm de tamaño de longitud entre los dos.

¿De qué depende el tamaño de los riñones?

Los riñones pueden evaluarse por medio de estudios de imagen.  Para evaluar el tamaño, el ultrasonido o ecografía, es una técnica sencilla, fácil y costo efectivo, muy utilizada y de alta disponibilidad, con la cual se puede evaluar la anatomía normal con una alta sensibilidad.

Los riñones inician su crecimiento desde el período fetal y luego en el nacimiento se produce un aumento en la longitud, que es mayor durante el primer año de vida y continúa hasta los 20 años. 

Por el contrario, después de los 50 años, se presenta una pérdida progresiva del parénquima, produciendo una reducción gradual en el tamaño.

El estado de hidratación del organismo puede afectar la medición del tamaño durante un estudio.  Si el paciente está muy deshidratado, puede tener una leve disminución en el tamaño y, por el contrario, si está sobre hidratado, puede presentar un aumento del tamaño renal.

En otras situaciones, como en el embarazo, se produce un aumento fisiológico del tamaño del riñón, para poder compensar con el trabajo extra de manera transitoria, ya que el riñón materno volverá a su tamaño normal alrededor de las 12 semanas post parto. 

Si una persona nace con un solo riñón o se le debe remover quirúrgicamente, el riñón restante se hipertrofia un poco y aumenta su tamaño para compensar la pérdida del otro.

Se ha descrito que el tabaquismo, sobre todo en los fumadores que inician antes de los 25 años de edad, produce una disminución del tamaño renal y hay una relación inversa entre el tamaño renal y el hábito de fumar.

¿Qué alteraciones pueden encontrarse en un ultrasonido?

Existen algunas alteraciones que son congénitas y otros hallazgos que se consideran patológicos porque no forman parte de la anatomía normal del riñón. 

Existen anormalidades en la forma del riñón, como el “riñón en herradura”, debido a una malformación congénita y los dos polos inferiores permanecen unidos; el paciente puede tener un riñón fuera de su sitio usual o riñón “ectópico”; o puede tener un solo riñón porque el otro no se formó, lo que se conoce como “agenesia” renal.

Dentro de alteraciones patológicas se encuentran las retracciones en la superficie, que pueden ser causadas por infecciones urinarias severas o pielonefritis; dilatación de la pelvis renal, ya sea por un tumor, un coágulo, una compresión externa o cálculos en la vía urinaria.

Las litiasis renales son muy frecuentes. Aproximadamente un 5 a un 12% de la población general, ha sufrido algún episodio antes de los 70 años de edad; su prevalencia aumenta con la edad y es más frecuente en la raza blanca.

Las masas o tumores son el otro grupo de hallazgos importantes: el angiomiolipoma es un tumor mesenquimático benigno más frecuente y está compuesto por grasa, músculo y vasos atípicos con paredes muy engrosadas, y que se describe como una masa redondeada de bordes lisos y contornos bien definidos, de tamaño entre 1 a 3 cm.

El carcinoma de células renales representa el 90% de las neoplasias renales malignas primarias, y en más de la mitad de los casos suele ser un hallazgo fortuito, debido a que es asintomático, y puede tener cualquier tamaño al momento de su diagnóstico.

¿Por qué se reduce el tamaño de los riñones?

Hay dos factores importantes en la determinación de la disminución del tamaño. Como ya hemos mencionado, uno de esos es la edad, ya que a medida que las personas envejecen, las arterias que irrigan los riñones se estrechan y las arterias ya no pueden suministrar suficiente sangre, por lo que el tamaño de los mismos puede disminuir.

Además, las paredes de las pequeñas arterias que afluyen a los glomérulos se hacen más gruesas, lo cual reduce la función de los glomérulos restantes. Esto produce una disminución de la capacidad de las nefronas para eliminar productos de desecho y muchos medicamentos; sin embargo, a pesar de las alteraciones relacionadas con la edad, se conserva una funcionalidad renal suficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo y es parte del proceso de envejecimiento normal.

El otro factor es la enfermedad renal crónica, en el que los riñones van a sufrir un acortamiento en su zona de la corteza en donde se encuentran las unidades funcionales, los glomérulos, producido por factores hemodinámicos asociados a la hipertensión, la obesidad, la diabetes, entre otros, y que sí tiene un impacto a la función del riñón. 

Si la afectación logra detenerse, la función renal no se afecta del todo; sin embargo, si el daño es progresivo, se produce la enfermedad renal crónica y debe reemplazarse la función del riñón, mediante las terapias de diálisis o mediante un trasplante.

¿Cómo mantenemos a nuestros riñones sanos?

Como siempre, beber agua en cantidad suficiente (de 2 a 3 litros diarios), moderar el consumo de bebidas alcohólicas y gaseosas, ingerir a diario varias raciones de fruta y verdura, no abusar de la sal en la dieta y evitar en lo posible los alimentos procesados; evitar el cigarrillo o el vaping; mantener buen control de la presión utilizando diariamente los medicamentos indicados; mantener un buen peso y cuidar nuestro consumo de azúcar.

Dra. Karen Courville, FACP