Por: Enrique Santiago López-Loyo
El Dr. Enrique Santiago López-Loyo es el editor en jefe de la Gaceta Médica de Caracas, órgano oficial de la Academia Nacional de Medicina y del Congreso Venezolano de Ciencias Médicas. Fue fundada el 13 de marzo de 1893. Este editorial corresponde a la edición julio-septiembre 2023. Es la Dra. Anita Stern de Israel la editora senior. Compartimos, además del editorial, el enlace a la edición completa
Se entiende por cambio climático al proceso dinámico mediante el cual se producen modificaciones progresivas del patrón climático del planeta, el cual como consecuencia ha llevado a un aumento de la frecuencia, intensidad y duración de fenómenos meteorológicos extremos, así como de los desastres naturales. Sin duda alguna que estas variables afectan a la salud de la población poniendo en contacto frecuente al hombre con los factores de riesgo de las enfermedades.
Los desequilibrios se identifican en una temperatura ambiente considerada subóptima, el aumento del nivel del mar, el aumento de la frecuencia de incendios forestales e inundaciones con un amplio rango de áreas geográficas. Esto lleva a un efecto modificador de los factores demográficos, socioeconómicos y ambientales, sabiendo que las poblaciones que habitan en el área costera son particularmente susceptibles al cambio climático.
Es importante destacar que en otras áreas geográficas el cambio climático puede favorecer algunos beneficios potenciales transformando un medio ambiente originalmente hostil en más habitable y con un suministro suficiente de alimentos (1).
Oficialmente el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) lo define como “un cambio en el estado del clima que puede identificarse por cambios en la media y/o la variabilidad de sus propiedades, y que persiste durante un período prolongado, generalmente por décadas o más largo».
Establecen como muy importantes las consideraciones sobre la salud mental de la población mundial, lo cual incluye reacciones al estrés con sufrimiento emocional intenso, angustia después de una emergencia que puede ser superable solo si se satisfacen las necesidades básicas y se restablece la seguridad en su entorno luego de sucesos naturales, problemas de salud física relacionados con el estrés, tales como la afectación del sistema inmunológico que potencia la vulnerabilidad a la contaminación del aire y las enfermedades transmitidas por el agua.
Cuando la angustia se hace crónica aparecen trastornos del sueño, que agravan la inestabilidad emocional y afectan el bienestar psicosocial. Y luego de eventos climáticos extremos, aumentan los riesgos de desarrollar enfermedades cardiovasculares y autoinmunes y potencialmente cáncer, así como alteraciones específicas de la salud mental que incluyen condiciones depresivas y de ansiedad.
Los peligros relacionados con el clima provocan tensiones en las relaciones interpersonales y violencia de pareja que pueden terminar con la separación familiar y la desconexión de los sistemas de apoyo social a los niños por reubicaciones temporales intempestivas.
También el riesgo de suicidio puede ser mayor entre quienes han experimentado peligros por fenómenos naturales, recordando que el aumento de la temperatura ambiental se relaciona con una frecuencia elevada de suicidios en muchos países (2).
Población pediátrica, la más vulnerable
El cambio climático está también relacionado con el uso de combustibles fósiles como el carbón y los derivados del petróleo, que son responsables del efecto invernadero, siendo la población pediátrica la que presenta mayor vulnerabilidad de su salud, más aún quienes se encuentran en situación de desventaja socioeconómica.
Los mecanismos de defensa biológica para desintoxicar las sustancias químicas, reparar el daño del ADN y brindar protección inmune son inmaduros en los niños, lo que aumenta su vulnerabilidad al estrés psicosocial y a los tóxicos físicos. Los niños respiran más aire en relación con su peso corporal que los adultos, lo que aumenta su exposición a los contaminantes del mismo, y sus vías respiratorias más estrechas son vulnerables a la constricción por la contaminación del aire y los alérgenos, de igual manera son más afectados por las altas temperaturas por compromiso de termorregulación inestable.
Los desplazamientos de grandes volúmenes poblacionales por contingencias climáticas afectan el proceso de socialización por abandono de hogares y de escuelas, con secuelas de inestabilidad emocional y de mal seguimiento de control de niños sanos o programas de vacunación (3).
Han sido identificadas todas las amenazas y las profundas influencias de los efectos del cambio climático en la salud humana a escala individual, comunitaria y poblacional, sin embargo, sigue existiendo una importante desconexión entre el punto de atención al paciente y el desarrollo académico y de políticas públicas sanitarias de más alcance que vinculen los factores de riesgo ambientales con resultados adversos para la salud.
Salud y brechas en cobertura y servicios
Además, la salud humana, sometida a grandes brechas de equidad en la cobertura y atención de servicios, parece hasta ahora resultar insuficiente para afrontar los desafíos de identificación temprana de riesgos, programas de mitigación y adecuación de estrategias de educación médica comunitaria que sean capaces de afrontar los impactos del cambio climático (4).
Se considera al cambio climático como la mayor amenaza para la salud del siglo XXI, porque afecta vidas de forma directa e indirecta, socavando aspectos determinantes ambientales y sociales de la salud.
Se requiere “descarbonizar” las economías y crear mecanismos de resiliencia para defender el derecho humano a la salud que es inalienable, proteger el medio ambiente y lograr la adecuación de buenas prácticas financieras (5).
Los médicos, como responsables de la atención sanitaria y fuentes de información confiables, tenemos un papel importante que desempeñar para ayudar a los pacientes a comprender cómo el cambio climático y la calidad del aire influyen en su salud, además de ser los profesionales más eficaces para crear conciencia sobre las conductas de protección ambiental que puedan contribuir a la desaceleración de los procesos de alto impacto global que condicionan ese cambio climático.
Referencias:
- 1. Zhao Q, Yu P, Mahendran R, Huang W, Gao Y, Yang Z, et al. Global climate change and human health: Pathways and possible solutions. Eco-Environment & Health. 2022;1(2);53-62.
- 2. World Health Organization. Mental Health and Climate Change: Policy Brief. 2022. Chromeextension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/354104/9789240045125-eng.pdf
- 3. Perera F, Nadeau K. Climate Change, Fossil-Fuel Pollution, and Children’s Health. N Engl J Med. 2022;386:2303-2314.
- 4. Keswani A, Akselrod H, Anenberg SC. Health and Clinical Impacts of Air Pollution and Linkages with Climate Change. N Engl J Med Evid. 2022;1(7).
- 5. Campbell-Lendrum D, Neville T, Schweizer C, Neira M. Climate change and health: three grand challenges. Nat Med. 2023;29:1631-1638.
Ver enlace a la Gaceta Médica de Caracas:
http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_gmc/issue/view/2750/96