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Ilustración: Pedro Crenes

El fallo general del sistema es el vicio de no leer. Fracasa la sociedad porque hemos retirado la lectura de todas las instituciones educativas que nos podamos imaginar, y se nota.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro


Más allá de la gravísima falta de ortografía, está la todavía peor y más peligrosa falta de criterio, que se deja ver en días aciagos como estos

Fallo general o el vicio de no leer

¿Cuándo dejamos de leer en Panamá? ¿Cuándo sustituímos la buena literatura por libros escritos en horas muertas y con sueños de publicar? ¿En qué año se permitió que la barbarie literaria se tomara las lecturas obligatorias de los estudiantes? ¿Cuándo nos perdimos del buen camino lector para medrar por los páramos de novelas y cuentos y poemas que no dicen nada? Yo tampoco lo sé, aunque tengo mis nociones que no les compartiré aquí. Lo que sí notamos son las consecuencias.

Tomen el tiempo de revisar la ortografía de lo que se escribe en las redes. Alguien dijo, con toda la gracia y razón del mundo que, «dos faltas de ortografía juntas ya es reguetón», y es cierto: no hay quien entienda lo que se escribe, lo que, sumado a la falta de comprensión lectora, termina por generar encendidos, denigrantes a veces, pero siempre divertidos, «diálogos para besugos». Uno ríe por no llorar, como el «pobre payaso» que cantaba Willie Rosario.

El fallo general del sistema es el vicio de no leer. Fracasa la sociedad porque hemos retirado la lectura de todas las instituciones educativas que nos podamos imaginar, y se nota. Más allá de la gravísima falta de ortografía, está la todavía peor y más peligrosa falta de criterio, que se deja ver en días aciagos como estos, en los que se pone de manifiesto el desconocimiento terrible de los mínimos conceptos democráticos para debatir. Abandonada la lectura, hemos perdido la posibilidad de elaborar soluciones eficientes para nuestra circunstancia. Y qué decir de los valores, que se perdieron por el sumidero de la indolencia hace años.

¿Y todo esto por el vicio de no leer? Sí.

Unos pocos amigos de la lectura están luchando contra este vicio desde sus atalayas personales o laborales, creyendo que la solución a una gran parte de nuestros problemas está en a capacidad de estar en silencio, leer, reflexionar y poner en marcha soluciones eficientes.

Hay excelentes grupos de fomento de la lectura, está habiendo clubes de lectura en muchos lugares de nuestro país, pero es una lástima que sigan siendo algo minoritario, alejados de la difusión mediática que se merecen. Si poco a poco van asomando los temas de salud mental, muy lejos se está de ofrecer espacios en los medios para la difusión de la lectura. Pero tengamos fe, o pidamos que nos la aumenten, nos hace falta.

«La lectura frecuente es el mejor medio que tenemos para adueñarnos del lenguaje y de sus creaciones. Es el gran instrumento, el obvio instrumento. La riqueza léxica, la argumentación, la explicación, la expresión de los propios sentimientos, la comprensión de los ajenos, la libertad de pensamiento, se adquieren a través de la lectura. Tal vez esto es lo más peculiar de nuestra propuesta: Creemos que hay que leer para adueñarse del lenguaje, y que es importante fomentar el placer de leer porque así se facilita ese apoderamiento», afirman José Antonio Marina y María de la Válgoma en su ensayo La magia de leer.

Lo dicho: hay que vencer el vicio de no leer dando de leer por todas partes, desde la casa hasta la escuela, pasando por las bibliotecas: apoderarnos del lenguaje es la necesidad más grande que tenemos como sociedad. Parece que ya no sabemos qué decirnos ni cómo decirlo. Y ese es el peligro más grande de cualquier democracia: el silencio de la razón.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990