En la antesala de la canonización de San José Gregorio Hernández, este 19 de octubre en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, en una ceremonia que será presidida por el Papa, el médico e historiador, Dr. Federico Arteta, ofrece un viaje apasionante por la vida académica del médico de Venezuela
Por: Dr. Federico Arteta
El autor es médico internista, neumonólogo clínico, docente, investigador e historiador. Fundador de Neumocursos
I
José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919) tenía apenas 24 años cuando llegó a París en el otoño de 1889, tan solo poco más de un año de graduado de médico en la entonces remozada Universidad Central de Caracas, que se convertía en Universidad Central de Venezuela. Pero no estaba solo, una generación de jóvenes médicos viajaron a París a formarse. Ellos fundaron las nuevas cátedras innovadoras, como las de clínicas médicas, en el que sería un nuevo proyecto hospitalario para la Caracas de entonces, el Hospital Vargas.
Ese joven había visto grandes innovaciones en una Caracas en pleno crecimiento urbano cuando llegó de Isnotú a los 17 años, al prestigioso Colegio dirigido por Guillermo Tell Villegas. Una década antes en 1870, Antonio Guzmán Blanco, había iniciado un ambicioso proyecto modernizador de la nación, que contempló casi todos los aspectos de la vida social, teniendo como norte la visión de Francia, y su nuevo proyecto en el contexto de ‘América Latina’, en especial de París y sus instituciones. El cultivo sistemático del café, y sus precios en ascenso en el mercado mundial, fueron la base material de ese portentoso sueño de país.
Pero el hecho de que Hernández fuese el depositario de la confianza en la apertura de las nuevas cátedras no era un hecho fortuito. El Dr. Calixto González, quien luego de una magnífica labor en fomentar la salud pública en el oriente venezolano, se había ganado la confianza de Guzmán Blanco y de los catedráticos de la Universidad, se transformó en un gran impulsor de los proyectos de asistencia médica para Caracas.
En 1888 había sido parte integrante de la Junta encargada por el presidente Rojas Paúl para la planificación y construcción del Hospital Nacional[1] y organizar la promoción de jóvenes médicos que se formarían en París para traer cátedras de las nuevas disciplinas a la Universidad Central y al nuevo gran Hospital.
Asumía el Estado la responsabilidad de la asistencia médica, desde las Leyes de Indias y la jurisdicción eclesiástica del siglo XVIII y la renovación del Obispo Martí en la segunda mitad del siglo XVIII. Ya los hospitales no eran particulares ni su objetivo era de ser un espacio destinado a la caridad cristiana.
La motivación en la construcción de un nosocomio, como estableció Calixto González fue el de edificar un gran hospital “donde se asistieran los enfermos de Caracas y se enseñara la Medicina”[2]. De manera que todo era parte de un plan modernizador en el ámbito de la asistencia médica dirigido por un Estado que ya había fomentado la Instrucción Pública desde 1870 y la creación del Ministerio de Instrucción Pública por decreto, el 23 de mayo de 1881[3]. Ello permitió el aumento en el número de escuelas a 1949 y el número de estudiantes a 97.468 hasta 1887. La universidad obtuvo un empuje desde su profunda decadencia en los tiempos de la Guerra Federal. En 1887, Francisco Antonio Risquez Alfonzo (1856-1941), quien luego llegó a ser rector y ministro, se refería a la Universidad en estos términos:
“Sus mismas cátedras, con los solos cambios que la muerte o los azares de la política habían introducido en el personal de sus profesores; los antiguos hospitales, los mismos textos en que era costumbre enseñar a los alumnos…”[4]
En 1873, la Universidad Central de Caracas apenas tenía apenas 306 alumnos inscritos, con 19 profesores en total[5]. Se constituyó un Ministerio de Obras Públicas en 1876 y muchas otras instituciones, arrebatando a la Iglesia y los particulares el derecho de erigir instituciones públicas. En los años posteriores habría un desarrollo de la estructura de la Universidad, que incluyó no solo la transformación formal de Universidad Central de Caracas en Universidad Central de Venezuela, sino en una remozada sede que comenzó con su fachada principal en 1876 y continuaron una década después en su interior y en la fachada sur.
Bien es cierto que existen singularidades en la Historia que ayudan a comprender mejor un fenómeno social, este podría ser, la peculiar predilección por la ‘medicina’ de Rojas Paúl, quien gustaba recetar en los barrios de Antímano y por lo cual fue considerado “Predilecto hijo de Hipócrates y tan sabio como Vargas” en un evidente ejercicio de adulación de sus ministros y seguidores.
Así el 31 de julio de 1889, el Ejecutivo Nacional presidido por Rojas Paúl, como sucesor de Guzmán Blanco, elaboró dos decretos. El primero que estableció la construcción de un gran Hospital Nacional en Caracas de mil camas, con el nombre de Hospital Vargas, y un segundo decreto, mediante el cual se designaba a José Gregorio Hernández como ‘el joven médico que viajaría a París’ para estudiar las nuevas especialidades de bacteriología, histología y medicina experimental. Hernández había cumplido los requisitos determinados por el Ejecutivo Nacional.
“…de buena conducta y de aptitudes reconocidas, con el fin de que curse allí teórica y prácticamente las siguientes especialidades: Microscopia, Bacteriología, Histología Normal y Patología y Fisiología Experimental”
Era evidente que la visión de catedráticos como Adolf Ernst o Rafael Villavicencio habían sido artífices de la elección de esas nuevas cátedras que serían, junto con la construcción de un gran hospital para Caracas, los primeros pasos significativos para la modernización de los estudios de medicina y de la atención médica en Venezuela.
En esas acciones no solo se legitimaba un Estado que se erigía, no tan solo en obras materiales, sino en la reconstrucción de la idea de Estado Nación en el imaginario colectivo, y mas allá en el culto a Bolívar y a los héroes de la patria, con la Plaza Bolívar, el rescate de su Casa Natal, de las fechas patrias como la su natalicio, una gran homenaje a propósito de los cien años de su nacimiento, el estímulo a un arte oficial que recreó las batallas de la Independencia, un salón de héroes en un gran Panteón Nacional como en París erigido en 1883, en una literatura como Venezuela Heroica de Eduardo Blanco.
II
La admiración de Calixto González por Hernández no era gratuita. En su graduación en julio de 1888, el joven Hernández presentó un extraordinario examen el 29 de junio de ese año que, como era la costumbre, fue oral con la presencia de público estudiantil.
Los temas sorteados fueron: medios para distinguir la locura simulada de la real; el lavado de estómago: una operación inocente, ¿en que está indicada? Y, en caso de cálculo vesical, ¿cuando está indicada la litotripsia y cuando las diferentes especies de talla? Sus respuestas a estas cuestiones fue de tal brillantez que, luego de responder el jurado sin desalojar el auditorio para deliberar, aprobó unánimemente su desempeño.
Su tesis doctoral presentada el 19 de junio de 1888 versó sobre “La Doctrina de Laennec que asienta la unidad del tubérculo, es hoy una verdad comprobada a pesar de la escuela de Virchow, que sostiene su dualidad”[6] en alusión a la polémica entre Rudolf Virchow y Robert Koch y la doctrina de la microbiología[7].
El rector de la Universidad Central para entonces el Dr. Aníbal Dominici, padre de su compañero de aulas y quien sería uno de sus grandes amigos, Santos Aníbal Dominici Otero (1869-1954), le concedió el grado de doctor en medicina con estas palabras: “Venezuela y la medicina esperan mucho del doctor José Gregorio Hernández”[8].
En ese momento, Hernández estaba imbuido del espíritu de su época, y en tal sentido se fue a trabajar como médico al estado Trujillo, con el objetivo de obtener recursos suficientes para viajar a París a perfeccionar su oficio.
Por siete meses trabajó en Isnotú, Betijoque y diversos sitios que recorría a caballo visitando enfermos. Sus testimonios, recogidos en las cartas a su entrañable amigo Santos Aníbal Dominici, son fiel reflejo de las dificultades del ejercicio médico en las zonas rurales apartadas.
En ese entonces, el Concejo Municipal de Betijoque lo nombró “médico del pueblo”. Ello lo llevó a otras ciudades como Valera y Boconó. En esos meses se entrenó en el uso de aparatos como el laringoscopio, el otoscopio, que le permitiesen observar sistemáticamente el cuerpo humano enfermo[9] e hizo ejercicio privado de la profesión.
A diferencia de Vargas, quien viajó individualmente a Edimburgo en 1813 a formarse en la reciente medicina científica bajo los cánones del empirismo inglés, Hernández era parte de una generación con destino planificado por el Estado venezolano en la época del guzmancismo. Con él fueron a la gran ciudad europea varios médicos, entre ellos, su amigo Aníbal Dominici, hijo del rector Santos Dominici abogado ministro y amigo de Guzmán Blanco[10], quien era cinco años más joven que él; Pablo Acosta Ortiz de su misma edad; algo mayor era Luis Razetti Martínez quien previamente había estado cinco años fuera de Caracas y fundó la Cátedra de Higiene en el Colegio Federal de Primera Categoría de Barquisimeto.
Con Hernández, coincidieron en esa época; Tomas Aguerrevere Pacannis, José Antonio Baldó, Guillermo Delgado Palacios, Juan Antonio Díaz, Bernardo Herrera Vegas, Martin Herrera, Alfredo Machado, Manuel Pérez Díaz, Francisco Hermógenes Rivero, Miguel Ruiz, Miguel Antonio Seco, Juan de Dios Villegas[11].
Muchos otros médicos estuvieron en París de manera fugaz a comienzos de esa década, como Lisandro AlvaradoMarchena, de una generación anterior, quien enfermó y hubo de regresar. Poco tiempo después, Elías Rodríguez Hijo, Emilio Conde Flores y tantos otros. Recordemos que el número de egresados era exiguo y, por ello, significativo el número de jóvenes que fueron a formarse.
A París fueron muchos otros jóvenes de distintas disciplinas y profesiones, pintores como Cristóbal Rojas, Arturo Michelena, así como escultores, arquitectos, ingenieros, quienes trajeron a la Caracas convertida en una pequeña París, no solo los adelantos materiales sino una nueva mentalidad y una nueva afectividad. Francia y en especial París fue el Centro del Mundo para toda esa generación.
A Hernández se le encomendó una tarea titánica como fue la de traer las disciplinas que la microscopia había permitido desarrollar, en especial la microbiología (bacteriología) y la histología. Pero además la Medicina Experimental.
Los nuevos microscopios, ya no eran simples lentes aislados como en el siglo XVIII, ahora eran sistemas de lentes montados en tubos que la nueva técnica metalúrgica pudo construir.
En la primera mitad del siglo XIX la universidad Napoleónica y las nuevas “Escuelas” establecieron nuevas teorías de las epidemias y de las enfermedades infecciosas, que bajo el impulso de la burguesía francesa habían florecido en la gran ciudad y en toda Francia. Sus éxitos en atenuar la crisis de la industria vinícola francesa al descubrir el proceso de acidificación y la causa del deterioro del vino, así como descubrir la causa de muerte de los gusanos de seda, para entonces industrias fundamentales en Francia, le hizo ganar prestigio universal. Louis Pasteur el gran químico, había desarrollado la teoría del germen, con consecuencias prácticas de inmenso beneficio social y económico, creando un nuevo paradigma en medicina y en la teoría del contagio, más allá de los miasmas, que hizo de la medicina francesa una referencia mundial.
En 1885 el éxito de una vacuna para la rabia, que se produjo en condiciones dramáticas hizo de Pasteur un héroe nacional en Francia. Por otra parte Claude Bernard, en esa época desarrolló la concepción de la medicina experimental.
III
El 14 de junio de 1887 se fundó el Instituto Pasteur de París, mediante una suscripción nacional. Tal era el prestigio del químico Louis Pasteur. Hernández llegó a la gran ciudad casi un año de su formal inauguración, el 14 de noviembre de 1888.
En 1889 el sabio francés hizo presencia en el Teatro de la Opera de París, en el centenario de la Revolución Francesa, en medio de delegaciones francesas y extranjeras, entre los cuales estaban varios jóvenes venezolanos, uno de ellos Pablo Acosta Ortiz.
“Estaban en el sitio adecuado en el momento oportuno”, donde la medicina vivía el mayor desarrollo en el planeta. Las formas y los proyectos comenzaron a desarrollarse más allá de los planes del gobierno venezolano. Se trataba de trasladar toda una institucionalidad a la Caracas a la cual regresarían en poco tiempo. Se fundaría el Instituto Pasteur en Caracas pocos años después. La red de hospitales de París, se renovó con los planes del Baron Haussman muerto en 1873 gran personaje en los tiempos de Napoleón III.
Los ‘Hopitals’ Cochin, Brouissais, La Pitie- Le Salpetriere, Saint-Louis, Saint Antoine, Ambroise Paré, Necker, se unían al milenario Hotel Dieu en la Ile de la Cite. En cambio, el Hopital Charité había sido cerrado para erigir la Facultad de Medicina de París. Al lado de ellos un moderno nosocomio se erigía al norte de la gran ciudad, el Hospital Lariboisiere con una estructura moderna que había sido la base de la remodelación del Hotel Dieu. El Hospital Lariboisiere, fundado en 1854, se tomaría como modelo para la construcción del Hospital Nacional (Hospital Vargas) al norte de Caracas.
Su amigo Dominici asistió al Hotel Dieu con el profesor Gilbert, entre otros, quien se dedicó al estudio de las ictericias. Allí también estuvo Pablo Acosta Ortiz con el gran profesor y cirujano Jean-Francois Le Dentu, con quien haría su tesis doctoral sobre la cirugía de los Aneurismas de la Aorta y sus ramas, publicado en Paris en 1892[12]. Luis Razetti, en cambio asistió con los más famosos obstetras de la época. Con Tarnier en su clínica situada en la Rue d’Assas, cerca del Boulevard Saint Michel, con su ya famoso asistente Adolphe Pinard y en la Clínica Baudelocque, que el gran obstetra francés inventor de la pelvimetría había fundado en París, donde Razetti pasó 7 meses[13].
Aparte de las cartas entre Hernández y Dominici, son pocas las referencias de los vínculos que tuvieron mientras vivieron en París. Dominici recuerda el cariño y amabilidad de Hernández, quien ya conocía a grandes profesores, y gozaba de ganado prestigio, a su llegada a París.
“Un años antes, llegaba también yo a París a perfeccionar mis conocimientos de medicina y hallaba allá, en Hernández, la más afectuosa guía… Apenas le comunique mi proyecto, condújome Hernández al laboratorio de histología donde trabajaba, y me presentó a su maestro, el gran Mathias Duval, creador de la embriología en Francia. Sin perder tiempo aquel coloco de cuerpo y ciencia, la más alta personalidad de la Escuela de París, llevome a su vez, al laboratorio de terapéutica donde me recomendó al Profesor Hayem, quien en seguida me puso bajo la dirección de su Jefe de Laboratorio, doctor Gilbert. Todo aquello fue hecho con la mas cortés felicidad y las mayores muestras de estimación para con Hernández…de todo lo cual soy deudor en primer término a José Gregorio Hernández”[14]
Hernández recorrió las calles y parques de París con su amigo Dominici, ‘asistía a conferencias y conciertos y llegó a comprar un violín para tocar en horas de ocio’[15]. Otra anécdota de Dominici narra uno de sus viajes en ómnibus (transporte público que consistía en carruajes tirado con caballos) donde Razetti y Dominici esbozan una plan de formación de las ‘clínicas madres’ y de concurso para internos y externos en el Hospital, tal como se hacía en Paris[16].
IV
La formación de José Gregorio Hernández en París (1889-1891)
José Gregorio Hernández llegó a París en 1889 con la beca del Ejecutivo Federal a vivir en una pensión en Rue des Carmes número 20 en el Barrio Latino, apenas a unas cuadras de la Universidad de La Sorbonne. Inició sus estudios con el profesor Mathias Marie Duval (1844-1907), quien era profesor de histología de la Facultad de Medicina. Duval había sido profesor de Antropología Zoológica y director del laboratorio de Antropología en la Ecole Practique des Hautes Etudes y de Anatomía en la Ecole de Beaux Arts.
Duval había hecho aportes importantes en la estructura microscópica del sistema nervioso central y de los órganos del sentido[17]. Poco tiempo después de ser profesor de Hernández fue nombrado miembro de la Academia de Medicina de Francia.
Sus trabajos sobre el desarrollo placentario en ratones y la invasión trofoblástica, le valió importantes reconocimientos a principios del siglo XX. En 1873, a los 30 años, ya había publicado un Manual de Microscopia (Manuel du Microscopie) que tuvo dos ediciones. Duval fue un ferviente seguidor de la doctrina evolucionista de Darwin, y había escrito en 1886 un libro Le Darwinisme, donde la establecía como doctrina científica. Como siempre Hernández, respetuosamente, no asumió una postura contradictoria a las propuestas de su maestro, como había hecho en Caracas con los grandes catedráticos Ernst y Villavicencio.
En 1890 cuando llegó su gran amigo Santos A. Dominici a París, encontró en Hernández “la mas afectuosa guía y le presentó ‘a su maestro’ creador de la embriología en Francia”[18]. Con Duval estuvo ocho meses y en julio de 1890, le evaluó de la siguiente manera:
“…el Dr. Hernández, trabajando asiduamente en mi laboratorio, ha aprendido en él la técnica histológica y embriológica y me considero feliz al declarar que sus aptitudes, su gusto y conocimiento prácticos en estas partes hacen de él un técnico que me enorgullezco de haber formado”[19]
Luego, en la segunda mitad de 1890, asistió al laboratorio de Fisiología Experimental bajo la dirección del profesor Charles Richet (1850-1935). Richet fue discípulo del gran Claude Bernard, creador de la Medicina Experimental.
Bernard produjo su gran obra Introduction a l’Etude de la Medicine Experimentale publicado en 1865 donde resumía su concepción. Al lado de él estuvieron otros importantes investigadores como Jules Marey quien había desarrollado la fotografía médica, los registros gráficos y fue precursor del cinematógrafo.
Charles Richet para entonces ya era editor de la Revue Scientifique. Con el gran fisiólogo francés se formó con conocimientos de primera mano en la Fisiología Experimental, los mayores avances de la época. Mientras estuvo con él, en 1890, Richet publicó su libro de texto Cours de Physiologie. Años después, en 1913, ganaría el Premio Nobel por su investigación sobre la anafilaxia. Richet calificó a Hernández así:
“El suscrito, profesor de Fisiología de la Facultad de Medicina certifico; que el señor José Gregorio Hernández ha trabajado en mi laboratorio y seguido mis cursos con mucho celo y asiduidad. Quiero así darle un testimonio de su ardor por el trabajo. – Charles Richet”[20]
En febrero y hasta julio de 1891, estuvo en el Laboratorio de Isidore M. Strauss (1845-1896), discípulo de Pasteur, profesor de Patología Experimental y Comparada de la Facultad de Medicina. Strauss había trabajado también con Claude Bernard, con Roux y Chamberland. Strauss asistió a la terrible epidemia de cólera de Egipto en 1883 como parte de la misión científica francesa. En ese año Koch describió el agente del cólera luego de salir de Egipto, donde estuvieron juntos, y pasar a la India. Con Strauss estudió bacteriología. Su nuevo maestro, alsaciano, conocía minuciosamente las técnicas más modernas en coloraciones y del cultivo bacteriano. Strauss calificó a Hernández diciendo: “El señor Hernández se ha ocupado en investigaciones bacteriológicas y ha emprendido con éxito un trabajo original sobre vacuna química”[21]
V
La organización de la nueva cátedra
En 1883 Guzmán Blanco asumió una actitud mucho más activa en los destinos de la universidad, es nombrado rector. A propósito del centenario del nacimiento del Libertador, promueve el culto a Bolívar, pero de manera contradictoria revoca los decretos de El Libertador sobre las ‘zonas rentales’[22] de la Universidad Central. Desde entonces el Ejecutivo asume decisiones directas sobre la Educación Universitaria y sobre la asistencia médica.
Solo así es posible comprender como el decreto de las nuevas cátedras y la elección de un joven egresado para formarse en las nuevas disciplinas proviene de un decreto presidencial y no de una decisión rectoral o ministerial. El detalle de lo específico del tema y los contenidos positivistas del discurso, hace suponer la asesoría de los catedráticos y médicos de la época, lo cual es evidente en la Resolución de Juan Pablo Rojas Paul, como Presidente de la República, el 31 de julio de 1889:
“Observándose que los estudios médicos en Venezuela se resienten de lamentable deficiencia en el campo objetivo de la experimentación, ora por falta de clínicas especiales y de museos y gabinetes científicos donde pudiese hacerse ejercicio práctico de las teorías de la Facultad, ora por falta de profesores especialistas en determinados ramos esencialmente experimentales, que han obtenido hoy notable perfeccionamiento, y en los que el progreso ha encontrando la base de nuevos sistemas y sorprendido el secreto de nuevas medicaciones, el Presidente de la República, en cuyo animo han influido tales circunstancias…, ha tenido a bien resolver, previo el voto del Consejo Federal: 1º Por cuenta del Gobierno Nacional se trasladará a la ciudad de Paris un joven médico de nacionalidad venezolana, graduado de Doctor en la Universidad Central, de buena conducta y de aptitudes reconocidas, con el fin de que curse allí las siguientes especialidades: Microscopia, Bacteriología, Histología Normal y Patológica y Fisiología Experimental”[23]
Cuando regresa Hernández a Caracas, surgen nuevos decretos y resoluciones constituyéndose formalmente las nuevas cátedras. En enero de ese año el nuevo presidente Andueza Palacio había inaugurado formalmente el Hospital Vargas, que comenzaría su funcionamiento a mediados de ese mismo año. De nuevo es un decreto presidencial, el 4 de noviembre de 1891, dicta:
“Considerando que se encuentra ya convenientemente instalado en el edificio de la Universidad Central de Venezuela el laboratorio de Fisiología Experimental y Bacteriología encargado a Europa y comprado por cuenta del Ejecutivo Federal….Decreta Articulo 1º Se crean en la Universidad Central de Venezuela los estudios de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, los cuales cursaran en el Laboratorio arriba indicado y conforme a los últimos descubrimientos hechos en las Naciones más adelantadas”[24]
Se establecieron no tan solo las nuevas cátedras con su financiamiento, sino además, su establecimiento físico en el nuevo edificio en la esquina San Francisco, que había sido sede en la colonia del Convento de San Francisco, luego de la Dirección General de Instrucción Pública de 1840 a 1845 y en fin restaurada en 1876 en su fachada diseñada por el arquitecto Juan Hurtado Manrique por ordenes de Guzmán Blanco, la cual sería la sede la Universidad Central de Venezuela hasta la creación de la Ciudad Universitaria a mediados del siglo XX.
VI
Inauguración de la cátedra y del laboratorio de microscopía, bacteriología, histología normal y patológica y medicina experimental (6 de noviembre de 1891)
Al día siguiente, el 5 de noviembre de 1891, es elaborada una Resolución mediante la cual se nombró a José Gregorio Hernández profesor de las cátedras mencionadas. El 6 de noviembre, Hernández toma posesión de sus cátedras en acto presidido por el rector de la Universidad para entonces, el Dr. Elías Rodríguez.
Se trató de un hito en los estudios médicos con la introducción de la Medicina Experimental, desiderátum del positivismo aplicado a la ciencia médica. La repercusión de estas cátedras fue evidente en el balance que el Rector Elías Rodríguez, también médico, emitió al ministro de Instrucción Pública como parte del Informe Anual de la Universidad:
“Hoy ya no es necesario indicar los beneficios que este instituto ha de prestar a la juventud estudiosa, pues en él se le enseña a evitar las abstracciones puramente imaginativas y se le acostumbra a la verdadera y fecunda interpretación de los misterios de la vida. Y son una muestra espléndida de que este Laboratorio ha venido a llenar un vacío notable que existía en la Universidad, la asiduidad con que los jóvenes alumnos de todos los bienios de medicina, se agrupan en torno a la nueva Cátedra, a recoger los preceptos de una verdadera enseñanza, y la constancia y entusiasmo con que se dedican a estos laboriosos estudios”[25]
Tanto los estudiantes que formalmente cursaban estas cátedras, como aquellos para los cuales no les era obligatorio, así como otros profesores asistían a su cátedra, donde se inauguró por primera vez un laboratorio de bacteriología, uno de los primeros de Latinoamérica en una universidad.
José Gregorio Hernández asumió un nuevo hito en las cátedras de medicina y a su vez seguía una tradición de las cátedras médicas que se remontaba a poco más de una centuria. En la tabla 1 es posible ver un resumen de las cátedras de Medicina en la Universidad en Venezuela. Las cátedras de medicina llegaron tardíamente en 1763 (38 años luego de su fundación) a la primera universidad establecida en Caracas a principios del siglo XVIII.
Cátedras Médicas Universitarias en Venezuela (1725 a 1891)
1725. Inaugurada la Real y Pontificia Universidad de Caracas
1738. Intento de fundar la Cátedra de Medicina por el doctor Francisco Fontes y el Bachiller Jaime Llenes
1763. Fundación de los estudios médicos en Venezuela (Higiene, Fisiología y Terapéutica) por Lorenzo Campins y Ballester
1777. Se crea el Primer Protomedicato regentado por Lorenzo Campins y Ballester. Llama a examen a Curanderos y Curiosos. Campins es también nombrado médico de los Reales Hospitales y del Seminario Conciliar.
1777. REAL CEDULA. Nombra al Lorenzo Campins y Ballester como Catedrático enPropiedad de Prima Medicina (Estabilidad de la cátedra)
1785. Licenciado José Francisco Molina sucede a Campins (quien muere ese año)
1787. Fundado el Seminario de Mérida, por Juan Ramos de Lora y abre su cátedra de medicina en 1805.
1788. Felipe Tamariz, sucede a Molina en la Cátedra de Medicina de Caracas
1794. Petición de Cátedra de Anatomía por el doctor José Antonio Anzola
1802. Gestión de creación de la Cátedra de Anatomía por Santiago Limardo
1810. Se funda la Universidad de Mérida con Cátedra de Anatomía
1811. Fundada la Academia de Anatomía y Cirugía por Federico Meyer. (Primera Disección de cadáveres humanos) solo dura un año.
1814. José Joaquín Hernández, sucede a Tamariz en la Cátedra universitaria y en el Protomedicato (Cátedra de ‘Medicina Practica’ o ‘Medicina Interna’) por la muerte de Tamariz en la guerra de Independencia
1817. Junta Superior de Sanidad por el Gobernador Juan Pardo. Resurge varias veces: 1822, 1830, 1834, 1838, 1866
1823. Santiago Bonnaud, obtiene permiso para fundar Cátedra de Anatomía
1826. José M. Vargas dicta primeras clases de Anatomía (no oficiales).
1827. Fin del Protomedicato. Reforma Universitaria. De Real y Pontificia pasa a Universidad Central de Caracas.
1827. (23 de enero) Vargas es electo Rector. Creación de la Facultad de Medicina (25 de junio): Catedráticos: José Ángel Álamo, José M Vargas, José Joaquín Hernández y Carlos Arvelo.
1832. (12de octubre) Se funda la Cátedra de Cirugía. Catedrático: José M Vargas
1834. CÁTEDRAS: Anatomía, Cirugía y Partos, y Química– José M Vargas. Fisiología e Higiene-José Joaquín Hernández. Patología Interna y Terapéutica- Carlos Arvelo.
1842. Texto: Manual o Compendio de Cirugía (Tomo 1 pp.400) por José Vargas
1847. Eliseo Acosta (discípulo de Vargas) es nombrado: Catedrático de Cirugía.
1853. Ejecutivo Nacional autoriza a la Facultad Medica a expedir títulos de Cirujano-Dentista
1854. Curso de Medicina en el Colegio Nacional de Maracaibo
1854. Muere José Vargas, lo sustituye en la Cátedra de Anatomía: José de Briceño.
1855. Creadas las Cátedras de Medicina Operatoria y Obstetricia: Titular- Guillermo Michelena (discípulo de Vargas), así como de Cirugía o ‘Patología Externa’.
1857. Revista El Naturalista (Primera revista médica venezolana)
1858. Escuela Medica de Guayana creada por el Colegio Nacional de Guayana
1874. Adolf Ernst funda la Cátedra de Historia Natural
1884. Se crea el curso de Medicina en el Colegio Federal de Barquisimeto
1888. Se crea el Boletín del Hospital de Caridad en Barquisimeto por Antonio María Pineda
1891. (1 de enero) Inauguración del Hospital Vargas de Caracas
1891. La Cátedra de Fisiología e Higiene se divide en dos. La Cátedra de Histología, Bacteriología y Fisiología Experimental como Catedrático José Gregorio Hernández, y la Cátedra de Higiene Pública y Privada.
Pero José Gregorio Hernández estableció como hito en la historia de la Universidad, como fue la de inaugurar una laboratorio en lo cual había trabajado desde su llegada, a la inauguración de la cátedra. La bacteriología, la histología y la Medicina Experimental, se habían desarrollado como disciplinas científicas, y ello implicó la incorporación de aparatos e instrumentos, para los cuales el Gobierno Federal le pidió expresamente comprase en Francia[26].
Trajo un microscopio moderno con lentes apocromáticos que había introducido la casa alemana Carl Zeiss AG en 1886[27], así como el instrumental para los cultivos bacterianos, las capsulas de Petri, para cultivar las bacterias, también desarrolladas en Alemania por Richard Petri en 1887, que ya para entonces formaron parte de la tecnología de la bacteriología. Hernández había pedido ir a Alemania y se le aprobó de hecho una subvención para ir a Berlín, pero no hay indicios que fuese como era su deseo.
El laboratorio llamado de “Fisiología Experimental y Bacteriología” se instaló, no en el Hospital Vargas, sino en el Edificio de la Universidad Central por Decreto Presidencial de Raimundo Andueza Palacio[28]. En esos años recién Robert Koch y sus discípulos avanzaban en el descubrimiento de nuevos microorganismos, así como Rudolf Virchow inició la Patología Celular. Hernández trajo libros como el de Patología Celular de Rudolf Virchow traducido al francés y puesto al día por Strauss en 1874.
El trabajo de construcción institucional supuso principalmente el establecimiento de las clases y las demostraciones prácticas, pero también la creación de textos, y la organización de la investigación, así como la enseñanza y formación de ayudantes que luego pasarían a ser profesores. Como se acostumbró hasta la segunda mitad del siglo XX, sus alumnos tomaban apuntes. Sus primeras lecciones de bacteriología fueron recogidas por dos de sus primeros discípulos, José A Cuevas y José E Cardozo, este último llego a ser preparador de la Cátedra.
Durante su trayectoria como catedrático, Hernández cumpliría varias etapas hasta su trágica muerte en 1919, en ese transcurrir tuvo una serie de preparadores, que ayudaron en la enseñanza a la vez que se formaban en la docencia y en la investigación (ver Tabla 2)
TABLA 2. Preparadores de la Cátedra de Microscopía, Histología Normal y Patológica, Bacteriología y Fisiología Experimental. Catedrático: José Gregorio Hernández (1892-1912)[29]
1892. (3 de noviembre) Andrés Herrera Vegas 1896. (2 de agosto) José Enrique Cardozo 1896 (6 de octubre) Luis Felipe González Garmendia 1903. (14 de abril) Rafael Pino Pou 1906. (12 de septiembre) Rafael Pino Pou 1910. (15 de septiembre) Rafael López 1910. (28 de octubre) Juan Berroeta 1910. (17 de noviembre) Rafael López 1912. (5 de septiembre) Alberto J Fernández 1912. (28 de agosto) se añade a la cátedra la enseñanza de Parasitología por su discípulo Rafael Rangel. 1912. Martes, 1º de octubre. Aparece el decreto de CLAUSURA DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL por orden del General Juan Vicente Gómez
Hernández haría su trabajo sistemáticamente y cumpliría tres etapas en el desarrollo de la cátedra.
Primera Etapa de la Cátedra (1891-1908): Desarrollo Institucional
La primera etapa de 1891 a 1908, año en el cual se retiró de la cátedra con el objetivo de irse a Italia y recluirse en la cartuja de Farneto hubo un crecimiento sostenido de su cátedra. En esa época las clases se daban en el Edificio de la Universidad en la esquina de San Francisco, lejos del Hospital Vargas, situado al norte, en la esquina de San Lorenzo a unos 3 Km. Establece una rutina muy estricta en su labor cotidiana
“Su puntualidad en la asistencia a las clases que no alteró nunca, ni por caso de lluvia o quebrantos de salud, se hizo proverbial….a las tres de la tarde, por treinta años sucesivos, abrió diariamente la puerta de su aula”[30]
A Hernández se le consideró el divulgador de los principios de Pasteur y de Claude Bernard en Venezuela, con un lenguaje apologético que recoge la sensibilidad hacia la Cátedra de Hernández, Diego Carbonell[31] , su adversario ideológico, dijo:
“…es necesario decir que tocó a José Gregorio Hernández la gloria, no solo de haber sido el que implantó en la Universidad de Caracas y por ende en la Venezuela científica los principios de la gran revolución pasteurianna, sino también con él la fundación de la Cátedra de Fisiología Experimental, cuyo mérito es universalmente reconocido, impuso en la docencia universitaria las doctrinas y métodos con que Claude Bernard había hecho progresar la ciencia….es el Claude Bernard venezolano”[32]
Hernández seguía una rutina en la cual, atendía a sus pacientes en su casa en la mañana y en la tarde, luego de preparar sus clases, se dirigía a dictarlas a la Universidad. El 27 de julio de 1892 se separa de su cátedra temporalmente y lo sustituye el doctor Enrique Meier Flegel (1864-1927), en su primera ausencia. Sus lecciones magistrales son recogidas por dos de sus alumnos, José Cuevas y José E Cardozo, durante los cursos de 1893 y 1894, y luego impresas en la Gaceta Médica de Caracas, revista recién fundada para entonces. También se reprodujeron en la revista del Hospital de Maracaibo.
En 1897 tuvo uno de sus más grandes discípulos en el Laboratorio el bachiller Rafael Rangel quien cursó su primer año de la carrera de medicina, obteniendo un sobresaliente.
Desde el 16 de agosto de 1899 al primero de abril de 1903, fue preparador en su cátedra[33]. Inicia con Hernández sus estudios sobre histología del sistema nervioso.
Rangel ganaba, como preparador en 1899, un sueldo de Bs160 al mes[34]. En 1903 Rafael Rangel descubre el anquilostomo venezolano, causante junto con la malnutrición de la anemia crónica del campesino venezolano. Con ello se inaugura el estudio de la parasitología en Venezuela[35].
En 1905, descubriría el agente patógeno de la llamada ‘derrendadera de los llanos’, enfermedad que diezmaba el ganado. Describe su agente causal como Tripasonoma venezualensis. En 1906 le consulta a Hernández sobre la exaltación y atenuación el bacilo del ántrax[36], y ese mismo año el agente causal del “grito del chivo” enfermedad hemorrágica que destruía el ganado caprino, la Bacteridia carbonosa de Davaine. Todo ello bajo las consultas con su maestro, el doctor José Gregorio Hernández. Surgen nuevas cátedras como la de ginecología que se separa de Obstetricia, y de “Clínica de las Vías Urinarias”.
En 1906, Hernández publica Elementos de Bacteriología, editado en la tipografía de Herrera Irigoyen y cía., fue el primer texto de microbiología publicado en Venezuela. Su labor de investigación se expresó en un trabajo presentado en el Primer Congreso Panamericano en Washington en 1893 y publicado en la Gaceta Médica de Caracas, sobre el número de glóbulos rojos, donde cuantifica esos elementos formes en la sangre de 25 estudiantes de medicina, ciertamente no obtuvo financiamiento del Estado para seguir esa investigación, donde evidenciaba un número inferior al de los habitantes de otras regiones del planeta. En 1894 escribe un breve artículo sobre la angina de pecho de naturaleza paludosa, para entonces el paludismo era una afección poco conocida[37], y recién Dominici describe en el Instituto Pasteur de Caracas el hematozoario de Laveran[38] , agente causal del paludismo, por primera vez en Venezuela.
En esa época se están dando importantes cambios en el mundo científico, pero también en la organización de la atención y la Educación Médica. Esa nueva ola de modernidad se estableció no solo en Europa sino en Estado Unidos de Norteamérica.
En ese Primer Congreso de Medicina Panamericano, los delegados venezolanos pudieron entender cambios importantes que surgían en la práctica de la medicina. Nuevos Hospitales, nuevos avances en especial en la Cirugía, que la hacían avanzar rápidamente, como la anestesia, la antisepsia y el control del sangrado. Sir William Osler creó en 1889 un servicio de medicina interna en el nuevo Hospital Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos financiado por monopolios del petróleo y de las finanzas. Con él se abrió la reforma de los estudios médicos y las residencias de postgrado.
Catedrático de Anatomía Patológica (1909-1912). Nuevas sedes: Hospital Vargas y el Instituto Anatómico de Caracas. Cierre de la Universidad Central en 1912.
Hernández pide su jubilación en 1904 pero a pesar de ello continúa trabajando en la cátedra. En ese año vivió una gran polémica con su amigo Razetti, sobre el difícil tema del evolucionismo versus el creacionismo en la recién creada Academia de Medicina. En una crisis existencial decide irse en 1908, siguiendo la vocación religiosa, pero lo sorprende el bloqueo de los puertos por la epidemia de peste bubónica. Rangel su discípulo, había tenido que enfrentar la situación, y había indagado sin poder hacer el diagnóstico temprano de la epidemia, en navíos que llegaron a La Guaira, ya para entonces el principal puerto del país.
En julio de 1908, sale desde Puerto Cabello y llega a Italia y se dirige a una Cartuja en Farneta en Lucca en la provincia de Toscana al norte de Italia. Allí con el nombre de Fray Marcelo intentaría seguir el duro trabajo en la Cartuja que fue mayor que sus fuerzas.
La segunda etapa de su actividad como catedrático comienza en 1909, cuando regresa a Caracas de Italia, hasta 1912. Al regresar, todavía vestido con sotana, sus estudiantes le piden que regresase a la cátedra. Él les contesta “Bueno, lo que diga mi superior”.
Monseñor Castro, obispo de Caracas, dio su consentimiento, pero cuando los estudiantes van al despacho del ministro Samuel Darío Maldonado, este condiciona su regreso a que antes le pidan el grupo de estudiantes la renuncia al profesor Meier Flegel, quien ante la petición, se molestó con la decisión de dejar la cátedra[39]. Su trabajo como profesor fue abnegado. Uno de sus discípulos Enrique Tejera Guevara (1889-1980) quien salió al exilio en 1912 y estudio en La Sorbonne en París, continuaría la tradición de Hernández estudiando Parasitología con el afamado profesor Brumpt y también en el Instituto Pasteur. Tejera decía recordándolo en 1964, “supo despertar en mi el amor por la experimentación. El sabía hacerlo. Era verdaderamente un maestro”[40].
La formación siempre tuvo una connotación hacia la práctica y la experimentación “quién de nosotros no hizo sus cortes de medula, de tejido muscular, de vasos, de tejido cartilaginoso?”…recuerda el Dr. Antonio Briceño Rossi en remembranzas años después.
Bien es cierto que la obra publicada sobre sus investigaciones fue muy pequeña, apenas cuatro trabajos, pero dejó una obra intangible en sus discípulos, muchos de los cuales hicieron grandes investigaciones en el campo de la microbiología y en especial en el de la parasitología y en lo que los europeos llamarían la Medicina Tropical. Uno de sus discípulos recuerda: “Al terminar sus clases, se quedaba media hora en el laboratorio. Esperaba allí a los estudiantes que quisieran preguntarle algo o aclarar algún concepto”[41].
Hernández alternó su trabajo en la Cátedra con la Dirección del Laboratorio del Hospital Vargas, luego de la trágica muerte del Bachiller Rafael Rangel, quien había sido su discípulo. En 1912 se decretó el cierre de la Universidad Central de Venezuela por el dictador Juan Vicente Gómez, siendo rector el Doctor Felipe Guevara Rojas[42].
El 20 de agosto de 1909 Rafael Rangel se suicida tomando cianuro, en el propio Laboratorio del Hospital Vargas. Se le pide a Hernández que se encargue del Laboratorio fundado por Rangel, una semana después, el 28 de agosto de aquel trágico año. Allí se dedica a una intensa actividad y las clases las imparte en el Laboratorio del Hospital Vargas de Caracas. En ese año se produce una erogación del gobierno para modernizar el Laboratorio con una suma de Bs. 6.038. Organiza un grupo de trabajo que sigue sus pasos, tanto en el trabajo de exámenes como en la docencia.
La organización de trabajo de la cátedra de Hernández se organizaba de la siguiente manera: los lunes y viernes, lecciones orales; los martes y los jueves lecciones experimentales; y los miércoles cuestiones prácticas.
El 14 de septiembre de 1909 se crea una nueva cátedra de Anatomía Patológica Práctica en el propio Hospital, la cual regentó hasta el 16 de septiembre de 1911 cuando se encarga el doctor Felipe Guevara Rojas[43], quien regresaba después de siete años de estudiar Anatomía Patológica en Francia, Alemania e Inglaterra[44].
El 19 de diciembre de 1910 se decreta por el gobierno de Juan Vicente Gómez la construcción del Instituto Anatómico, lo cual fue una iniciativa y un sueño de Razetti.
El Instituto abrió sus puertas el 25 de junio de 1911 a propósito del aniversario de la “Facultad de Medicina”. Estaba situado a una cuadra del Hospital Vargas, en la esquina de San Lorenzo[45], y fue la nueva sede de las cátedras de Hernández[46].
Surgen otras nuevas cátedras en el Hospital, una de Dermatología en 1909 y otra de Clínica Oftalmológica en 1910[47]. Sin embargo las epidemias de viruela, fiebre amarilla y peste bubónica, que había llegado en 1908, estimularon por parte del gobierno de Gómez la creación de la Oficina de Sanidad Nacional que reemplazó a la Dirección de Higiene y Salubridad Públicas, dependiente directamente de la Presidencia de la Republica. En ese año de 1910 presenta Hernández su trabajo “De la Bilharziosis en Caracas” en el Congreso Panamericano de Washington, donde describe los huevos de Bilharzia en las heces de siete enfermos, que suscitó alarma sobre la gran frecuencia de la enfermedad en los valles de Caracas y el centro-norte del país.
Hernández desarrolló una gran actividad docente con su peculiar y estricto estilo. -“Víctima del reloj, era puntual hasta la exactitud”- como recuerda el Dr. Carlos Travieso, uno de sus discípulos, quien cuenta que “llegaba a las dos en punto a la antigua escuela de Medicina, en la esquina de San Lorenzo detrás del Hospital Vargas. En la cátedra su palabra era fácil y amena su exposición”. Travieso recuerda otros detalles de su estilo expositivo en la docencia:
“manejaba la ironía con volteriana mordacidad. Infundía respeto, pero al propio tiempo su personalidad poseía cierta atracción, que le granjeaba el aprecio de sus colegas, el respeto de sus discípulos y la gratitud de sus pacientes”[48]
“El doctor José Gregorio Hernández es, a nuestro entender, el mejor profesor que ha pasado por la Universidad Central” estableció Bernardo Gómez hijo, uno de sus discípulos y uno de los fundadores de la Cardiología en Venezuela. Gómez en una entrevista de 1967 rememoraba: “era conciso e ilustrado, estudioso como ninguno….”[49]. Otros de sus discípulos, el Dr. José (Pepe) Izquierdo quien elaboró un texto con el dictado del curso de Histología de 1906- 1907 conservado hasta ahora[50], llegó a decir, “José Gregorio Hernández era él mismo el texto”.
En el nuevo Instituto, suerte de Escuela de Medicina, funcionarán las cátedras de Anatomía, Medicina Operatoria con ‘cadáveres frescos’, y con un bioterio.
En ese entonces Hernández extiende sus exposiciones a la Parasitología que Laverán con el descubriendo de su hematozoario, causa del paludismo, había popularizado. Hernández le propone al propio general Gómez la creación de un Instituto de Bacteriología y Parasitología como en otros países de Sudamérica, y la creación de una nueva cátedra.
En 1912 Felipe Guevara Rojas es nombrado rector de la Universidad, cuyas medidas compulsivas contra ‘el atraso y la indisciplina’ provocan escándalo y el cierre de la Universidad y la renuncia de Guevara, es entonces nombrado para dirigir el Ministerio de Instrucción Pública.
Hernández se quejó amargamente de esta situación calificándola como “…una injusticia enorme, hasta una crueldad. A muchísimos jóvenes de escasos recursos los inutilizan para la carrera y es difícil que puedan salir airosos con cualquier otro oficio…”[51] comentario hecho a pesar de la amistad y compañerismo con Felipe Guevara Rojas[52] quien moriría poco tiempo después a los 38 años, de fiebre tifoidea en 1916, dejando un inmenso vacio en la Anatomía Patológica que no fue llenado sino dos décadas después con la llegada desde Berlín del afamado Profesor Rudolf Jaffe en 1936 y la ayuda de José Antonio O’Daly, quien sustituyó a Jesús “Chucho” Risquez en la Cátedra de Anatomía Patológica.
VII
Receso de sus cátedras: 1912-1915
José Gregorio Hernández se alejó de la Cátedra de nuevo, esta vez por causa mayor con el cierre de su querida Universidad, y viaja a Roma en 1913 al Colegio Pío Latinoamericano a estudiar Teología. Después de este nuevo intento infructuoso de ser sacerdote, regresa en agosto de 1914 al comenzar la Primera Guerra Mundial.
En ese mismo año de 1914 va a París de nuevo, donde estaría muy poco tiempo. Allí da evidencias de síntomas depresivos y de tuberculosis[53]. Ese mismo año muere en el invierno de aquel año en París su condiscípulo y amigo Pablo Acosta Ortiz de una neumonía, catedrático barquisimetano de clínica quirúrgica “el máximo cirujano venezolano de fines del siglo XIX y comienzos del XX”[54], luego de ser agasajado por sus profesores y compañeros de los Hospitales de la ciudad luz.
Tercera etapa. “El catedrático sin cátedra”: de 1915 a su muerte en 1919.
En 1915 luego del decreto de libertad de enseñanza decretado por Guevara Rojas, ya como ministro de Instrucción Pública el 19 de diciembre de 1914, se funda una Escuela Privada de Medicina situada de Llaguno a Bolero. Hernández no participó en este proyecto. Esta Escuela estuvo dirigida por David Lobo y Jesús Rafael Risquez como secretario.
Razetti rememora que el 4 de marzo de aquel año se abrieron los cursos teniendo como catedráticos a González Rincones en la Cátedra de Histología quien reemplazaba a Hernández en la cátedra privada, el propio Risquez en la de química, y Razetti en la de Anatomía Humana. La Escuela solo tuvo un año de existencia pues el Ejecutivo Federal abrió una Escuela de Medicina Oficial. Tuvo 15 estudiantes.
En 1916 Hernández regresa a la docencia, pues se abre una Escuela de Medicina Pública bajo la dirección del Ministerio de Instrucción Pública. Hernández introduce el primer aparato de medida de la tensión arterial en seres humanos era un esfigmomanómetro, lo cual era un avance en la fisiología aplicada a la clínica[55].
La Universidad permaneció cerrada por diez años hasta 1922. Fue un periodo de intenso atraso y destrucción de la vida universitaria y de la Educación Pública Superior en Venezuela en la época de la dictadura del General Gómez. Solo unos pocos estudiantes se graduaron en la famosa promoción de 1920, entre ellos varios de sus alumnos como Martin Vegas, otros dejaron la carrera y, en fin, unos pocos se fueron del país.
En 1917 va a España, a Madrid específicamente, no pudo ir a Francia por la guerra, el vapor Philadelphia, hizo escala en New York donde permanece unos días. Desde allí le escribe a su gran amigo Santos A Dominici donde le confiesa “ahora estoy nuevamente viviendo mis gratos días de estudiante”.
En la capital española había asistido a las magníficas lecciones de gran sabio español Santiago Ramón y Cajal quien había logrado colorear con sales de plata el sistema nervioso de embriones y describía la compleja histología del sistema nervioso central, con lo cual había ganado el codiciado Premio Nobel en 1906. Hernández trabajó en la histología del sistema nervioso cuando estuvo en París en sus años de formación casi veinte años atrás. Se expresó de Cajal en tono elogioso diciendo “…es un profesor extraordinario y todavía bastante joven, o mejor no tan viejo, pues será como de sesenta años…”.
A su regreso por Nueva York va a México donde convence a su sobrino el Dr. Temístocles Carvallo, quien ejercía como médico allá, a que regrese a Venezuela, cosa que haría en 1918. Hernández regresó en enero de 1918, luego de escala en La Habana. Ese viaje lo había planificado Hernández con el objeto de escribir textos de embriología e histología, cosa que no pudo hacer.
Al llegar a Venezuela sus discípulos han avanzado en el campo del descubrimiento de grandes afecciones peculiares en estas regiones tropicales del planeta. Juan Iturbe y Eudoro González descubren el ciclo bilhlarziano, sus vectores y hospederos, en los caracoles de los ríos. Enrique Tejera comienza a estudiar en París, donde se formó con el gran parasitólogo francés Alexander Emile Brumpt (1877-1951), los “chipos” o “quipitos” traídos desde Venezuela e infectados con Tripanosoma cruzi, fueron examinados en París confirmando la existencia de la Enfermedad de Chagas en amplísimas zonas rurales del país.
En 1918 Hernández participó en las Juntas de Socorro en la gran epidemia de “Gripe Española” que produjo una gran mortalidad en Caracas y otras ciudades del país en especial en octubre y noviembre de aquel año. La pandemia provocó en el mundo unas 21 millones de muertes. En Venezuela se produjeron casi 25 mil defunciones, entre ellas la de Muñoz Tébar constructor del Hospital Vargas y la de un hijo de Juan Vicente Gómez, el señor Alí Gómez, lo cual provocó por parte del gobierno de Gómez la transformación de las instituciones de sanidad en el país.
Tan solo en las salas de hombres del Hospital Vargas se produjeron 222 defunciones, el 42,3% del total de muertes[56]. En los primeros meses de 1919 desapareció la epidemia paulatinamente y con ellas las Juntas de Socorro. Hernández atribuyó a las malas condiciones de nutrición muchas de los decesos[57].
En 1919, a los 55 años de edad, un domingo de trabajo entre una a dos de la tarde, luego de atender a uno de sus pacientes en la esquina de Amadores en la parroquia de San José, al norte de Caracas, muere arrollado por un vehículo automotor. Hernández fue un símbolo de la síntesis de la tradición religiosa y una nueva ola de modernidad que se acercaba a una generación que sucumbía biológicamente dejando una herencia de cátedras sobre nuevas disciplinas que reflejaban la especialización de la medicina.
Se vivía en medio de un deterioro temporal pero profundo de una economía agro exportadora que veía el ascenso de la explotación minera exportadora que, pocos años más tarde, alimentaria a la nación y produciría a gran escala los combustibles de los automotores como el que vio Hernández en su último momento vital.
Jesús Rafael Risquez sucedió a Hernández en su Cátedra cuando se abrió de nuevo la Universidad Central en 1922. Risquez fue su discípulo, preparador y compañero en el Laboratorio del Hospital Vargas y luego en la Cátedra de Anatomía Patológica.
VIII
Cátedras médicas y modernidad a finales del siglo XIX
José Gregorio Hernández Cisneros es parte de una generación conformada en un momento histórico donde una ola de modernidad proveniente de la medicina francesa, inundó la vida material y espiritual de la sociedad venezolana, en especial la vida de Caracas. La base material que permitió esos avances fue una “síntesis de múltiples determinaciones”, entre las cuales, el precio del café así como la modernización de la hacienda pública y las aduanas, permitieron una inversión extranjera que facilitaron las exportaciones de materias primas agrícolas así como la importación de bienes y servicios con los cuales se llenó la cultura venezolana.
[1] Beaujon, Oscar. Biografía del Hospital Vargas. Caracas. Ed. MSAS. 1961. Tomo I, pp. 19 y 22
[3] Polanco, Tomás. Guzmán Blanco. Tragedia en seis partes y un epílogo. Caracas. Ediciones GE. 2ª Ed. 2002 p. 424
[4] Risquez, Francisco A. Evolución de la Medicina Venezolana en los últimos 25 años. Gaceta Médica de Caracas. 1918; 25 (8): 79
[5] Fernández Heres, Rafael. Memorias de Cien Años. Tomo II, p. 395. En: Polanco, Tomás. Op cit p.421
[6] Publicada en: Unión Médica. Tomo VIII, No 166 pp.99-101. En: Suarez MM. Bethencourt C. Op Cit p.111
[7] En 1882 Robert Koch descubrió el germen causante de la tuberculosis el Mycobacterium Tuberculosis o Bacilo de Koch, lo cual trajo amplias polémicas con el entonces muy famoso profesor de Patología de Berlín, Rudolf Virchow. Para más detalles Cf. Lain Entralgo. Historia Universal de la Medicina. Salvat Ed. 7 tomos.
[8] Travieso, Carlos. Homenaje a los grandes maestros de la medicina venezolana y a las instituciones medicas venezolanas. OBE-UCV, Caracas, 1968. En: Suarez, María M y Bethencourt Carmen. Op Cit p.65
[9] Dominici, Aníbal. Epistolario entre José Gregorio Hernández y Santos Aníbal Dominici.
[10] Santos Aníbal Dominici, abogado era parte de la inmigración corsa (hijo de corso) de Carúpano quien jugó papel importante en la llegada del Cable Francés desde Marsella, y del empuje agrícola de esa región.
[11] Plaza F, Espinoza L, Colmenares G. Usos de la Placenta y el Cordón Umbilical. Gaceta Médica de Caracas. 2002; 110: 166-170
[12] Acosta Ortiz, Pablo. Du Traitement Chirurgical des aneurismes du tronc brachiocéphalique et de la crosse de l’aorte (París, 1.892) (Facsimile en la Biblioteca Carlos Gil Yépez- ASCARDIO-)
[13] Plaza I, Francisco. Plaza R, Francisco. Luis Razetti y su Epoca. Gaceta Médica de Caracas 2001; 109 (2): 229-236.
[21] Sanabria, Antonio. Los Pioneros de la Bacteriología (Microbiología) en Venezuela. Caracas. 1978, pp.270-271
[22] La decisión fue polémica y los historiadores cuestionan el carácter técnico vs su intención crematística para una extensa información, Cf. Polanco, Tomas. Op. Cit. Capítulo IV : “Guzmán, Las Escuelas y la Universidad” pp.421-434
[23] Perera, Ambrosio. Historia de la Medicina en Venezuela. Caracas. Imprenta Nacional. 1951 pp. 220 y 221
[26] “Trajo a Venezuela un moderno laboratorio igual al de París que incluía, entre otras cosas, modernos microscopios Zeiss con lentes apocromáticos, multitud de colorantes e instrumentos fisiológicos y bacteriológicos”. También tenía un Horno de Pasteur y para la esterilización un autoclave de Chamberland y una estufa de D’Arsonval, así como un extenso material de cristalería, lámparas de alcohol, mecheros de Bunsen, gran número de colorantes y medios de cultivo. Sanabria, Antonio (1978) Op Cit p.271
[27] Hernandez trajo los primeros microscopios modernos de 420, 865, 1250 y 1500 diámetros marca Zeiss según los planos Abbé de amplísima resolución. El primer laboratorio lo instala el 4 de noviembre de 1891. Trajo también tres micrótomos de marca Reichert, Cambridge y Ranvier, además de Cámaras de contaje hematológico, colorantes y reactivos. Dejo instructivos precisos en la técnica de montaje de estas preparaciones y técnicas. Para detalles: Cf. Bandenier, Claudia A. Notas sobre el Origen de la Técnica Histologica en Venezuela. Caracas: Instituto de Anatomía Patológica (mimeo)
[29] Es muy importante que Hernández dejo una generación no solo de discípulos y preparadores sino de excelentes técnicos histólogos, lo que permitió el desarrollo de la histología, la bacteriología y luego la Anatomía Patológica en Venezuela
[30] Travieso, Carlos. Homenaje a los grandes maestros de la medicina venezolana y a las instituciones medicas venezolanas. OBE-UCV, Caracas, 1968. En: Suarez, María M y Bethencourt Carmen. Op Cit p.85
[31] La significación de las palabras de Carbonell permiten valorar su admiración, a pesar de la posición filosófica y doctrinaria totalmente contraria a la de Hernández
[36] Asi lo testimonia Rangel en la transcripcion de la Conferencia dictada en la Sociedad Vargas de Estudiantes y publicada en la Revista de la Sociedad Vargas de Estudiantes de Medicina en 1906
[38] Laveran A. Du Paludisme et De Son Hematozoaire. Paris. G. Masson Ed. 1891 (El libro se encuentra en la Biblioteca de Ascardio en Barquisimeto, comprado y dedicado por Pablo Acosta Ortiz al Dr. G Arroyo)
[39] Se trata del testimonio de Henrique Toledo Trujillo, uno de los estudiantes que lideró esa posición, posteriormente fue ministro en el gobierno de Gómez y médico personal del Benemérito
[40] Tejera Enrique. ”El Doctor José Gregorio Hernández”. El Nacional. 2 de julio de 1964
[42] Se produce un altercado luego de la imposición de estrictas reglas por Guevara Rojas, quien expulsó a cuatro estudiantes entre ellos a Enrique Tejera y a José (Pepe) Izquierdo, a raíz de ello renuncia y Gómez decide cerrar la Universidad
[49] Perez, Ana Mercedes. 25 Vidas bajo Un Signo. Caracas. Ediciones Lerner. 1967. Pp. 74 y 75
[50] El manuscrito se conserva en la Biblioteca de Ciencias Morfologicas del Instito Anatomico del cual fue catedrático desde 1916 reemplazando a Razetti para detalles Cf Entrevista en Perez, Ana Mercedes. Op Cit 27-39
[52] Felipe Guevara Rojas, fue centro de grandes controversias, se formó en Berlín luego de varios años de formación y en Londres donde fue miembro del Real Colegio de Medicina de Londres. No fue aceptado en la Academia de Medicina a pesar del apoyo de Razetti y Risquez, para mayores detalles Cf. Torrealba, Francisco. Voces para Sordos. San Juan de los Morros. Tipografía CTP. 1958, pp.21 a 23
[53] En carta a su hermano Cesar Hernández Cisneros desde Paris, con fecha 17 de mayo de 1914, le confiesa “…porque siempre he deseado la muerte que nos libra de tantos males…”
[55] No sabemos cual modelo era: si el de Potain o más moderno como el de Riva Roci, un par de años después Laubry y Vaquez diseñan el esfigmotensiófono que abriría las puestas con el electrocardiógrafo y los rayos x a las cátedras de cardiología