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Publicamos fragmento de Panamá: (Re) cuentos de la nación en diáspora (p.p 14-20, 28-31), por cortesía de la Dra. Damaris E. Serrano, análisis textual de la escritura del profesor Gerardo Maloney, a quien este lunes 30 de mayo se le entregará la medalla Armando Fortune de la Universidad de Panamá, por sus aportes académicos e investigaciones con respecto a la cultura afrodescendiente en el contexto del Mes de la Etnia Negra.

Por: Dra. Damaris E. Serrano


Por: Damaris E. Serrano, PH D
Profesor Asociado de Español
Departamento de Lenguas Modernas
Universidad Estatal de Wright
Dayton, OH

Academia Panameña de la Lengua


El poemario Juega vivo, del sociólogo, poeta y afrodescendiente Gerardo Maloney, es el mundo en el mundo, el centro y el margen en constante movimiento; la paráfrasis de una historia panameña que va mucho más allá de las fronteras del Istmo, porque es un microcosmos del macrocosmos dentro de la historia económica de la civilización.

Este poemario demuestra un principio básico con el que hoy se está de acuerdo: la mayor diáspora de la historia, la diáspora negra, ha construido la civilización occidental, en vez de ser la (llamada) Civilización Occidental la que moldeó a los sujetos de dicho desplazamiento.

Con el Modernismo, las carabelas de la conquista volvieron cargadas de ritmo, imágenes y versos que revolucionaron sincréticamente los patrones del idioma español, enriquecidos con los otros sustratos, pero sin descartar sus raíces eurocéntricas.

En cambio, con la cultura afrodescendiente –de la que Gerardo Maloney forma parte–, se produce una evolución lingüística y social de compleja matriz histórica. Los afrodescendientes (luego de culminados el Ferro- carril o el Canal) se mudan por el camino del “Black Atlantic” hacia El Norte, revestidos con las tonalidades del múltiple sustrato étnico y cultural del Istmo de Panamá.

La migración laboral de Las Antillas (the West Indies from Jamaica, Barbados, Trinidad and Tobago… ), de cultura y habla inglesa –o francesa– pasará por el doloroso proceso histórico del final de la esclavitud en las plantaciones azucareras hacia el desempleo y el desplazamiento laboral en oleadas, para construir el primer ferrocarril del continente americano –por Panamá– (1850-55); para morir tratando de cumplir el sueño de un canal francés a nivel por la jungla y la cordillera; y para triunfar, finalmente, al concluir el Canal de Panamá, maravilla del mundo, no sin ANTES pagar el tributo de miles de trabajadores.

La historia: “Nuevos nómadas” / ¿eternos nómadas?

La historia subterránea recrea los procesos de interacción entre aquellos que han sido dejados “oficialmente” fuera de los anales: esa clase trabajadora y migrante llevada a la deriva, pero cuya agencia radica en su fuerza productiva y su experiencia.

Esta fuerza generadora vibra en los poemas de Juega vivo (Gerardo Maloney) y en A pesar de las cadenas (Ernesto Holder).

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Originalmente, en la primera edición de Formato 16, en 1984, Juega vivo estaba dividido en tres secciones. La segunda edición (2008, Original World Press) agregó una cuarta parte, “Desde el nuevo siglo”, escanciada en el tiempo y producto de una reflexión –entre el Caribe y Panamá– de lo que ha significado el aporte de los afrodescendientes en la vida panameña y, a la vez, de lo que el Canal significó en las historias personales de miles de hombres, al punto que la suma de tantas vidas cambió –literalmente– el destino del mundo:

Si no fuera por el Canal ni siquiera pronunciarían estas palabras
estas ideas

estos amores…
Simplemente no sería… ……………………………….
Si no fuera por el Canal
estaría en otro cuerpo
en otra ruta caribeña
cubierto de la bandera y las ilusiones
del barbadiense
del trinitario,
from Grenada, “Saint Lucia” or Jamaica… (sic) mis hermanos que se quedaron
que no fueron reclutados…
Si no fuera por el Canal
no se hubieran organizado
como hermoso rompecabezas
el destino incierto de tanta gente
acá en las islas
igual que allá en Brooklyn y Manhattan
en las sombras de mi tierra
allí el hermoso misterio
sólo por la construcción del Canal

Puerto España, enero de 2006 (“Si no fuera por el Canal”, 112-3).

La estructura del libro presenta esa disposición visual de un esquema dialéctico de las edades de la historia: Dando tumbos (I), Estirando nuestro cabello (II), Hacia mañana (III) y Desde el nuevo siglo (IV).

Dichas secciones crean la impresión de arranque> pausa> asentamiento y adaptación y partida, otra vez.

Es en la III parte donde se revisa la historia de la diáspora africana, del testimonio personal hasta llegar al dato concreto.

Gerardo Maloney reproduce poéticamente los procesos históricos usando estrategias discursivas ínsitas a la evolución lingüística y cultural de este grupo humano.

El lector percibe los paralelos y la sucesión en el tiempo: hay fechas precisas, eventos históricos, conflictos, crisis, lugares y personas… sobre todo eso: los nombres de las personas.

El poeta, “como un pequeño dios”, llama a cada uno por su nombre y correlaciona al individuo con los hechos y con su contexto.

El poemario es una galería, no sólo porque está ilustrado con fotografías reales de rostros que le son familiares a cualquier panameño, sino que, en ese acto de nombrar, retoma los sonidos de ambos idiomas: “Brayan”, “Janny”, “Aines”…

Podría afirmarse que no hay un área vital de nuestras letras donde no se perciba, de una u otra manera, el protagonismo de los diferentes grupos de afrodescendientes.

La paradoja estriba en que, pese a que son parte del tejido inextricable de nuestra identidad, no es sino hasta este momento de nuestro devenir como nación / Estado cuando es obvia la tendencia oficial de celebrar la presencia productiva de este grupo, en forma específica.

Gerardo Maloney marca un hito en la literatura escrita por afrodescendientes. No sólo en verso, sino en prosa (El Canal de Panamá y los trabajadores antillanos: Panamá 1920: cronología de una lucha, Panamá: Formato 16, 1989), la obra de Maloney pone de manifiesto el fenómeno del capital global en su devastadora capacidad de transgredir las fronteras nacionales en función de la necesidad de movilizar la fuerza laboral a los sitios de producción.

 La obra de Gerardo Maloney discute la premisa de hablar por el otro. Aquí, el mensaje nace de la vivencia directa en comunidad.

En el orgullo de decir “Amo a mi raza” (poema de Juega vivo), se retrata al subalterno que regresa la mirada y usa el código del amo para estallar los límites del mundo del amo, en vez de quedarse en el código lingüístico de la colonización. Y después de este poeta, en la línea de la literatura panameña, el plano se abrió, sincrónica y diacrónicamente  hacia la exploración de otros discursos y de otras voces.

Hoy, no podemos ubicar a Gerardo Maloney únicamente dentro del canon hispánico, sino que debemos situarlo dentro de la corriente general de los estudios subalternos de esta época de constante descolonización.

En este nuevo momento cuando el libro de Maloney se traduce al inglés como “Street Smart: Poems” (2008), por Ian Isidore Smart, es posible contestar la razón de estas vueltas históricas y de estas recurrencias. Sí: los versos de Juega vivo recrean la discriminación y la caída de las aspiraciones del sujeto de la diáspora, tras el encuentro con las reglas del juego de una Modernidad pensada originalmente según valores racionalistas (el “Enlightenment” y los valores teocéntricos).

Y sí: en su poética, esta tradición adquiere visos nuevos, porque el poema se torna un desenmascaramiento de las disposiciones y paliativos creados por la cultura oficial para acallar la disidencia o el descontento.

Gerardo Maloney con su poemario Juega vivo tiene una voz que no necesita intermediarios. Una voz cuyo idiolecto indica por qué se puede afirmar que sí hay voces negras en la escritura panameña… y que, mediante estas voces –llegadas a través de los siglos–, se conectan las demás etnias de la nación en diáspora.

Referencia:

Serrano Guerra, Damaris E.Panamá (re) cuentos de la nacion en diáspora. Panamá: Editorial Mariano Arosemena 2014 (Colección Premio Ricardo Mir´´o. Ensayo). 230 p.

Vida de aportes a la cultura afrodescendiente

Este lunes 30 de mayo, el profesor Gerardo Maloney recibirá la medalla Armando Fortune de la Universidad de Panamá, por sus aportes académicos e investigaciones en torno a nuestra cultura afrodescendiente, anunció el Dr. Eduardo Flores, rector de la UP.

Explicó que la institución concede «esta medalla al mérito a una trayectoria de vida de un panameño que haya hecho aportes para el rescate, preservación y puesta en valor de la herencia cultural de la población afrodescendiente del país. De igual modo, por la defensa del ejercicio de su ciudadanía plena».


Armando Fortune (1921-1979), se graduó en el Instituto Nacional y cursó la carrera de Licenciatura en Economía en la UP. Escritor e investigador fue pionero en Panamá de estudios sobre la cultura afro y esta medalla que exalta su espíritu pionero, a su vez distingue a otros investigadores en su mismo camino.