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La filósofa Adela Cortina (1995) acuñó el término aporofobia, para referirse a ese “rechazo, aversión, temor y desprecio” hacia las personas en pobreza

Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
@psicosexualhisvetf  [email protected] @psicohisvetfernandez

Es de esos asuntos del que se habla poco de manera directa y suele tratarse por lo general de manera indirecta, encubierta en otros análisis. Es un sentimiento personal y colectivo que trasgrede la dignidad humana, al ser el extremo de la falta de empatía que confronta la democracia que proclama, entre sus pilares, los derechos humanos como inalienables, interdependientes, universales e irrenunciables, entre otras características.

La filósofa Adela Cortina (1995) acuñó el término aporofobia, para referirse a ese “rechazo, aversión, temor y desprecio” hacia las personas en pobreza, personas que se encuentran en total desamparo social, familiar y de otras índoles y lo explica como un desafío para la Democracia.

Considero que es el más profundo desafío, ya que se trata, no solo de superar ese sentimiento negativo de miedo, rechazo y desconfianza generalizada hacia las personas pobres, sino especialmente, de superar la pobreza mundial, como realidad objetiva para avanzar en la construcción de una sociedad de justicia social y de igualdad de derechos.

El rechazo hacia las personas pobres no se traduce en lucha contra la pobreza como fenómeno económico-social y se queda en ese mezquino sentimiento de culpar a la víctima, de su propia desgracia. Lo que no es más que una interpretación individualizada de la pobreza como condición que se justifica como responsabilidad individual, de cada quien.

Ese miedo anula la compasión y la empatía, acompañado por creencias irracionales, otorgadas por la ideología dominante que señala a los y las pobres como culpables de su pobreza y de sus problemas. Por el contrario, se cree que quienes tienen riquezas son quienes aportan beneficios.

Adela Corina, nos plantea la diferencia de cómo se recibe al turismo con alegría y entusiasmo en comparación con la migración, que genera molestias y xenofobia.

Entonces se discrimina, rechaza, insulta, castiga y lanzan expresiones despectivas hacia las personas pobres, se ejerce violencia contra ellas y contra quienes viven en situación de vulnerabilidad social. Cuando la pobreza se une con otras condiciones como Discapacidades, Género y Etnia se potencia el miedo y el odio y se llega a situaciones desproporcionadas que niegan la condición y la dignidad humana.

La aporofobia anula las características de sociabilidad e interrelaciones necesarias para el desarrollo de la humanidad. Se denuncian los crímenes de odio por condición sexual, religiosa, política y por otras razones, pero no se habla de los crímenes de odio contra los y las pobres y las terribles secuelas emocionales que deja esta discriminación hacia las víctimas.

Porque además de que la pobreza ya produce dolores y sufrimiento, el rechazo de la sociedad y la culpa atribuida a las víctimas, deja marcas muchas veces imborrables, afectando la salud integral de grandes mayorías humanas. Porque como dice Cortina, hay algunos racistas, xenófobos, misóginos o sexistas, pero aporofóbicos somos la gran mayoría, en todas partes. ¿Tú que sientes por los/as pobres?

Por: Hisvet Fernández