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Por: Violeta Villar Liste

El Dr. Nicolás Olea Serrano (España) y la Dra. Nelva E Alvarado-González (Panamá) trabajan de manera colaborativa por generar conciencia con respecto al impacto de este conjunto heterogéneo de compuestos químicos, contaminantes medioambientales, que interaccionan con el sistema endocrino y alteran el mensaje endocrino.

La investigación acerca visiones, promueve el conocimiento y genera espacios compartidos de luchas por el bien común.

Este desafío compartido se llama, en este caso, disruptores endocrinos, y une los esfuerzos en investigación y divulgación de la Universidad de Panamá y de la Universidad de Granada (España).

Los disruptores endocrinos definen “el conjunto heterogéneo de compuestos químicos, contaminantes medioambientales, que interaccionan con el sistema endocrino”  y alteran el mensaje endocrino de varias formas. Ver: La exposición a disruptores endocrinos

De España a Panamá y de Panamá a España, hay una vivencia común que bien explica el Dr. Nicolás Olea Serrano, catedrático del Departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, con una trayectoria de tres décadas en estudios de Salud y Ambiente, “prestado” por un sabático de seis meses a la UP.

Antes de hablar, la fotografía de rigor que coincide en la antesala del edificio de Entomología de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado (VIP) de la UP, en un día que se debate entre los rigores que ha impuesto El Niño, un disruptor, a su modo, del clima.

Dr. Nicolás Olea Serrano

El Dr. Olea comenzó su vinculación con la UP desde hace once años, al conocer el trabajo que la investigadora panameña de la UP, Nelva E Alvarado-González, hacía a partir de su tesis en Biología Celular y Toxicología Ambiental, como parte del grupo de investigación de  Miren P. Cajaraville, del  Laboratorio de Biología Celular e Histología de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad del País Vasco.

Esta vinculación académica está descrita en el libro, Libérate de toxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos (Olea, Nicolás. Ediciones RBA, 2019).

Documenta que “Nelva estudió y trabajó más de ocho años en la Universidad del País Vasco, integrada en un grupo de investigación competitivo y conocido internacionalmente, y pionero, entre otros temas, en la disrupción endocrina en el mundo marino. Se doctoró y presentó su tesis en 2006, tras haber investigado la toxicidad de los metales en el rodaballo. Ahora, como experta en el estudio del efecto de los contaminantes sobre la fauna marina, Nelva anhelaba que Panamá se beneficiara de todo lo que había aprendido y se convirtiera en un ejemplo en el Caribe de cómo abordar de forma racional un programa que hiciera compatible el desarrollo económico con la salud humana y la salud ambiental.

Dra. Nelva Alvarado

Todos sus años de estudio en el Cantábrico le dieron el conocimiento y la fuerza necesaria para no cesar en su empuje, movida por la firme decisión de trasladar sus conocimientos a su país e implicar a los sanitarios en un proyecto de vigilancia de la exposición ambiental en la población más débil, más sensible a la disrupción endocrina: las madres panameñas y sus hijos”.

Al volver a Panamá, además de estudiar la presencia de disruptores endocrinos en aguas panameñas, la Dra. Alvarado-González logra financiamiento para una investigación centrada en la salud materno-infantil “y en la exposición a compuestos químicos capaces de alterar el equilibrio hormonal”.

Esta es la cuarta vez que el Dr. Olea Serrano visita Panamá, entre cursos, conferencias e investigaciones que apoyan los estudios del grupo de la UP de la Dra. Alvarado-González con base en los disruptores endrocrinos.

2018: Estudio de placentas de madres panameñas en la península de Azuero

Los acuerdos colaborativos entre grupos de investigación de la UP y la Universidad de Granada tienen un particular momento en el año 2018, cuando inicia un trabajo de estudio de la exposición de madres y sus hijos a contaminantes ambientales con actividad hormonal (disruptores endocrinos), con fondos de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) concedidos a la profesora de la UP, Irene Castillero.

La muestra consistió en la selección de 60 madres residentes en las provincias de Herrera y Los Santos (península de Azuero), cuyas placentas fueron analizadas de modo posterior al parto para medir la presencia de contaminantes, además de consultar con una encuesta las características del embarazo, hábitos alimentarios, actividad laboral y usos cosméticos.

La exhaustividad en el análisis deriva de la presencia casi hegemónica de los disruptores endocrinos: “Se han detectado más de un millar de químicos con esta capacidad disruptora. Dentro de esta lista encontramos pesticidas, ftalatos, parabenos, bisfenoles, triclosán, benzofenonas, retardantes de llama… Estos compuestos se encuentran en muchos productos de uso cotidiano. Por ejemplo, encontramos ftalatos en juguetes, perfumes o productos de cosmética; parabenos en cosméticos o aditivos alimentarios; bisfenoles en botellas y tuppers de plástico, latas o tickets de la compra; y retardantes de llama en productos electrónicos y muebles. Estudios en grandes poblaciones han llegado a detectar algunos de estos químicos en muestras biológicas de más del 95% de las y los participantes”, describe la investigadora Alicia Abellán en su artículo, Los disruptores endocrinos: ¿qué son y cómo nos afectan?

Incluso, todavía “ no sabemos a cuántos compuestos disruptores endocrinos estamos expuestos. Conocemos aproximadamente unos mil, pero es probable que el número sea mucho mayor, porque la mayoría de los productos químicos que se utilizan hoy en día en el mercado nunca han sido probados para detectar sus propiedades endocrinas”, advierte Pete Myers, fundador, presidente y y director científico de Environmental Health Sciences, en el prólogo del libro Libérate de toxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos.

Esta investigación que inició en el año 2018, interrumpió la pandemia, se reinició y ahora ofrece resultados próximos a publicarse en revistas científicas indexadas, permitió localizar en las placentas en estudio, contaminantes habituales en el mundo civilizado tipo pesticidas organoclorados como el DDT y el PVC (policloruro de vinilo).

Es importante destacar que este estudio, autoría principal de la Dra. Nelva Alvarado y de la Dra. Irene Castillero como coautora por la UP, contó con la participación de la investigadora Luz María Iribarne Durán, de la Universidad de Granada, quien a su vez realizó un estudio similar de exposición a disruptores endocrinos en madres lactantes y neonatos españoles.

El Dr. Nicolás Olea considera que la investigación panameña sobre la presencia de disruptores endocrinos en placenta se puede considerar pionera en Latinoamérica.

Observa que los niveles de concentración de este tipo de contaminantes son bajos. Panamá presenta resultados similares a países como España o Francia, en los cuales también se usaron pesticidas que ya están prohibidos, pero son persistentes en el tiempo.

El equipo de investigación ya mandó el informe de fin del proyecto a Senacyt y la VIP, además de visitar al personal médico y de enfermería que participó.

Una propuesta asociada a este estudio es realizar un seguimiento de los niños para conocer su evolución y que sean una población centinela para la definición de políticas públicas sobre exposición de la embarazada a ciertos disruptores endocrinos.

Una experiencia similar en España (Infancia y medioambiente, INMA) demostró que la exposición a disruptores endocrinos causa adelanto en la pubertad de las niñas y retraso en los niños.

Los compuestos perfluorados, los nuevos enemigos

El Dr. Nicolás Olea observa que el mundo dio pasos positivos al eliminar compuestos tóxicos como el DDT y el PVC.

Ocurre que el mundo se expone ahora a los llamados compuestosperfluorados (PFAS), sustancias que pueden estar presentes en el agua y los alimentos y causar efectos nocivos a la salud.

Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) se definen como “un grupo de agentes químicos sumamente persistentes en el medio ambiente y en el cuerpo humano; es decir que no se degradan y pueden acumularse con el paso del tiempo. Existe evidencia de que la exposición a las PFAS puede causar efectos perjudiciales a la salud humana”, describe la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.

Bajo peso al nacer, efectos en el sistema inmunitario, cáncer e incluso efectos en la hormona tiroides y la obesidad son parte de las consecuencias de estas sustancias, que si bien están prohibidas en Estados Unidos y la Unión Europea las declaró “enemigo público número 1” todavía pueden pasar al organismo por contacto de vasos, utensilios de la cocina, antimanchas de tejidos o pinturas.

Contra el desaliento, el Dr. Olea reconoce que cada vez se aplaude más el buen negocio de ser ecológico porque hay un ciudadano exigente que prefiere comprar en sitios certificados, sin riesgo a pesticidas y otras prácticas que afecten la salud humana y el equilibrio de este mundo globalizado, atento al desafío de vivir con calidad.

Violeta Villar Liste
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