En tiempos cuando la palabra a menudo se desgasta en el ruido, hay presencias que, en cambio, resisten desde la delicadeza. Voces silenciosas: sin gritos, pero con una marca indeleble. La obra lírica de esta escritora cubana es una de esas rarezas necesarias: susurro constante, temblor nacido en lo íntimo y expandido hacia lo universal. A través de imágenes que tocan la piel, su creación se convierte en un puente capaz de vincular el deseo y la memoria, y unir luz con herida. Lo que sigue no es solo una lectura, sino una travesía hacia lo esencial
Por: Mario García Hudson

El autor es investigador, encargado del Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R.
En el delicado latido de sus versos, se erige una presencia que transita el tiempo y el alma con la gracia de quien conoce el poder secreto de las expresiones. Su arte es un refugio en el cual lo efímero deviene eterno, y cada línea se transforma en un sendero hecho de luces y sombras que invita a perderse, para finalmente encontrarse.
Como navegante de aguas profundas, sus metáforas son olas que acarician la esencia y el recuerdo, y en su vibrar resuenan las huellas imborrables de la vida cubana, entre nostalgias y amores.
Su pluma, delicada pero firme, entreteje en cada estrofa un suspiro contenido, la música ancestral de un lenguaje que no solo se pronuncia, sino que se encarna. Hay en su voz poética una tensión exquisita entre la claridad y el misterio, un equilibrio sagrado donde lo estético se reviste tanto de luz como de oscuridad.
Ella penetra en lo íntimo con la mirada de una artesana que sabe cómo las cicatrices y los anhelos son los pigmentos necesarios para pintar la naturaleza humana con sus colores verdaderos.
En su trabajo, cuerpo y espíritu se funden en una danza sin artificios. Dimarys no solo escribe el canto del ser, sino también el susurro del silencio que lo envuelve. Sus poemas son espacios vivos, en los que la pasión se diluye y encuentra nuevas formas, y el amor aparecetanto en la ternura como en la ruptura.
En su poesía, el erotismo es un movimiento sutil, un diálogo que se despliega entre lo tangible y lo invisible, la piel y el pensamiento, la razón y el sentimiento. Es ese fluir que no se impone, sino que se ofrece como un encuentro, una revelación serena.

El libro 69 Pasos representa un hito dentro de su producción lírica. Un viaje íntimo de 58 poemas que nos invitan a caminar junto a la autora por un sendero de experiencias, sueños y deseos.
En sus versos habitan reflexiones sobre el amor, el tiempo y la búsqueda de uno mismo, envueltas en imágenes delicadas que evocan una desnudez emocional honesta, sin estridencias ni artificios de seducción. Fotografías en blanco y negro acompañan esta obra, acentuando lo natural y la pureza afectiva de sus palabras.
Más allá del verso libre, Dimarys transita también el espacio sagrado del verso clásico con una sensibilidad que evoca la tradición helénica. Allí, la musicalidad y la imagen son vehículos para crear atmósferas inquietantes e intensas.
Su tono lírico roza la figura de la poetisa maldita, no por oscuridad gratuita, sino gracias a su capacidad de transformar lo doloroso en una eternidad vibrante de imágenes. Es puente entre lo universal y lo personal, la nostalgia de la tierra natal y la vibración eterna.
Pero ella no solo es una creadora de belleza; también representa una figura comprometida con su tiempo y su cultura. Participa activamente en la promoción literaria, la docencia y la defensa de causas sociales. Su verso alentador a la resistencia palestina revela la dimensión ética y solidaria de su creación, en la que el arte poético no es meramente contemplación, sino también gesto, acción, compromiso.
Así, Dimarys Águila García se convierte en un faro que ilumina las letras cubanas contemporánea. Una expresión lírica que trasciende fronteras y tiempos, capaz de conjugar en un solo suspiro la intensidad del amor, la profundidad del discurso y el misterio inexorable del ser.
Este es el esplendor de su arte: tránsito cercano, un camino de descubrimiento, donde cada paso es un poema y un reflejo de la luz que habita en las sombras más insondables del alma humana.
Por: Mario García Hudson