Para poder hacer frente a los incendios, tenemos que empezar por hacer políticas de prevención activas y eficaces, con enfoques participativos que tengan en cuenta las realidades locales, dijo la investigadora del Environmental Change Institute de Reino Unido
Por: Eva Rodríguez | Agencia SINC
En la provincia de Ourense el cielo está teñido de gris desde hace días, huele a humo y caen restos de ceniza de los incendios en los balcones. Esta escena se repite en todas las zonas cercanas a los grandes fuegos que han calcinado ya más de 150 000 hectáreas de superficie en 2025.
Imma Oliveras, científica en la Universidad de Oxford (Reino Unido), conoce bien la problemática múltiple que nos ha llevado a esta situación. Es ecóloga de ecosistemas y estudia, entre otros aspectos, los episodios de sequía extrema y los regímenes de incendios modificados en entornos montañosos.
Oliveras trabaja en el Instituto de Investigación para el Desarrollo (Francia), científica del Environmental Change Institute (Reino Unido) y coordinadora del proyecto FIRE-ADAPT, donde lidera el área temática de “manejo integral del fuego como un enfoque de adaptación al cambio climático”.
Este año en España las condiciones climatológicas preveían una época estival con un alto peligro de incendios que se ha hecho realidad. ¿Por qué estamos tardando tanto en adaptarnos?
En la mayoría de los países mediterráneos ha habido una tendencia a dejar de gestionar los bosques y las zonas naturales de forma activa, en parte por el proceso de abandono rural, lo que ha conllevado un aumento de la superficie de matorral y arbolada abandonada. También se ha producido un incremento de las matrices urbano-forestales.
¿Siempre hemos tenido que convivir con el fuego?
Vivimos en zonas donde este elemento es parte natural de los ecosistemas, y los de la región mediterránea han evolucionado con el fuego, es decir, naturalmente necesitan quemarse periódicamente (cada cierta década, dependiendo del tipo de vegetación) para la manutención de su biodiversidad y servicios ecosistémicos. Así, de cierto modo, tenemos que ‘convivir con el fuego’. Además, tradicionalmente ha sido usado por los humanos y las comunidades que habitan ambientes mediterráneos, como el pastoreo, aunque muchas de estas prácticas han desaparecido.
¿Qué practicas aumentan el riesgo de incendios?
En tiempos antiguos, los bosques era provisión de madera y otros recursos, había también mucho pastoralismo, pero hoy en día no solo no se gestionan (aumentando la biomasa vegetal) sino que en muchos lugares la frecuentación deja restos de basura que los torna más inflamables.
Por otro lado, hemos sufrido un gran éxodo rural, en parte por causa de las políticas económicas agrarias europeas; y por otro lado, por la concentración de la población en zonas urbanas y periurbanas. Todo ello ha conllevado a un aumento de la biomasa vegetal que se torna altamente inflamable en el periodo estival. En muchas zonas, especialmente a lo largo de la costa mediterránea, hay muchas urbanizaciones dentro de una matriz forestal cada vez más densa, pero que dificulta (y a veces imposibilita) las tareas de extinción de incendios.
¿Cuál es la gestión preventiva más efectiva frente el abandono rural y, por otro lado, a la alta densidad poblacional en otras zonas?
Para poder hacer frente a los incendios, tenemos que empezar por hacer políticas de prevención activas y eficaces, con enfoques participativos que tengan en cuenta las realidades locales. Con esto me refiero a hacer gestión de espacios naturales en los que se trabaje con propietarios privados y actores locales, para la creación de zonas más resilientes a potenciales incendios y que al mismo tiempo maximicen la biodiversidad.
¿Qué tipo de acciones concretas son prioritarias?
Pueden ser a través del uso de quemas prescritas durante el periodo invernal, o de acciones mecanizadas como la tala selectiva o la creación de zonas de amortiguamiento. En ciertas regiones se pueden identificar las tipologías de incendios, y si profesionales como los cuerpos de bomberos pudiesen desarrollar mejor este tipo de estudios e identificar acciones preventivas, se podrían dar más oportunidades para minimizar el riesgo a grandes incendios y crear más resiliencia.
El uso del fuego como mecanismo de prevención a través de, por ejemplo, quemas prescritas o controladas son eficaces en otros países, y en los países mediterráneos no hemos desarrollado estos métodos de forma más o menos generalizada.
Los responsables de esta gestión y prevención son las Comunidades Autónomas. ¿Están actuando de forma coordinada?
Los mecanismos de gobernanza en muchos territorios no están claros, actualizados, o mantenidos. Se necesitan establecer sistemas que nos permitan saber en un determinado lugar cómo se gestiona una emergencia. Hace falta también estudios que analicen las acciones de respuesta de emergencias (reales y simulacros) y consigan identificar lo que funciona y lo que se tiene que mejorar. E implementar acciones correctivas.
¿Es eficaz el sistema político actual para este tipo de gestión?
En España necesitamos un modelo político más eficaz basado en cooperación constructiva intercomunidades, comunidades-Estado y representación local. Además, es fundamental destinar recursos económicos, humanos y legislativos para acciones enfocadas en la prevención a través de gestión del territorio natural, respetando las realidades sociales y ecológicas de cada territorio.
En la Península, así como en el resto de Europa, las acciones preventivas son relativamente anecdóticas. Es un problema común que infelizmente las realidades políticoeconómicas no priorizan.
Los ‘megaincendios’ se harán cada vez más frecuentes. ¿Qué hay que hacer para prepararse?
No hay una única solución fácil, especialmente cuando en el Mediterráneo tenemos una matriz paisajística muy complicada, ya que la mayor parte del territorio es privada y de pequeños propietarios. Hemos modificado el medio natural de forma profunda, y vivimos en zonas intrínsicamente inflamables y con una realidad difícil de gestionar.
Podemos mitigar el riesgo con las acciones de prevención que he mencionado pero, con una tendencia a mayores sequías y olas de calor más frecuentes e intensas, hemos de ser conscientes de que vivir en ciertas zonas conlleva inherentemente un riesgo a que vivamos los efectos de un gran incendio forestal.
¿Qué ocurre con zonas como Las Médulas, que han ardido por completo, o los Parques Nacionales? ¿Deberían tener especial protección?
En áreas de especial protección se podrían estudiar las tipologías de incendio que afectan estas zonas, e implementar un manejo activo de la biomasa vegetal. Podrían incluir zonas de interés ecológico y áreas amortiguamiento que permiten a los cuerpos de bomberos actuar con mayor seguridad en caso de un incendio forestal. Este tipo de acciones deberían ser desarrolladas específicamente para cada caso, e implementadas por los gestores locales del territorio, teniendo en cuenta la matriz socioecológica de colinda dichas zonas de protección.
¿Existen ejemplos de países que lleven a cabo una prevención eficaz de los incendios que puedan servir como modelo al nuestro?
En Brasil, en la región de sabanas (conocida como Cerrado), se ha aprobado una Ley Federal de Manejo Integrado del Fuego que contempla su uso para la gestión del territorio y la mitigación del riesgo de incendios forestales. En zonas protegidas, son los organismos gestores del territorio y las comunidades locales las que implementan acciones de gestión de la biomasa. Aunque esta ley es reciente (de 2024), en muchas zonas protegidas se ha reducido efectivamente la superficie quemada por incendios forestales incontrolados.
Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
2025, el peor para España en incendios forestales
Por: Agencia SINC | Gráfico: EFE

Un total de 344 417 hectáreas se han quemado en España en los 224 incendios ocurridos este año, según los datos recogidos por el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS, por sus siglas en inglés), de Copernicus, actualizados este lunes.
La última información de esta herramienta, del programa Copernicus, de observación y vigilancia de la Tierra de la Unión Europea, publicada el pasado día 14 de agosto daba el dato de 148 205 hectáreas calcinadas, por lo que se deduce que los satélites de EFFIS han evaluado que la superficie nacional quemada estos últimos cuatro días ha sido superior a las 200 000 hectáreas.
El Ministerio para la Transición Ecología y el Reto Demográfico (Miteco) publicó también el lunes en su página web datos provisionales de superficie de este año hasta el 10 de agosto y sitúa esa cifra en 138 788 hectáreas.
Según el Miteco, la información comunicada por las comunidades autónomas no incluye la superficie de los grandes incendios producidos en la última semana al no estar extinguidos, a fecha de publicación del informe.
224 incendios
Con los datos actualizados por EFFIS, España ha quemado en 2025, a día de hoy, más hectáreas que en todo 2022, año que tenía el récord de superficie quemada en las estadísticas de la UE (306 555 h.) que llegan hasta 2006.
Hasta el momento y durante este año, el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales tiene contabilizados 224 incendios en España. Según datos del Miteco, del pasado 8 de agosto, el número de grandes incendios, aquellos que superan las 500 hectáreas quemadas en 2025, sumaban 14 y superaban así la media del último decenio.
Por: Agencia SINC