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Ilustración: Pedro Crenes

«aquel que enseña una ciencia, arte u oficio», es un maestro. Prueba de lo dicho es que no es hasta la cuarta acepción del DRAE que el «maestro» se hace visible

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro


En su libro A pesar de la educación (2017), la doctora, maestra (profesora) y escritora Praxda Zohara dice lo siguiente: «Reza un conocido himno que el docente pone “la luz de la vida en el alma de la juventud”.

Maestros

Quizás sea uno de los oficios menos agradecidos que puedan existir. A veces queremos esconder el sentido profundo de su vocación bajo títulos como Pedagogo, Educador, Profesor, Docente, pero «aquel que enseña una ciencia, arte u oficio», es un maestro. Prueba de lo dicho es que no es hasta la cuarta acepción del DRAE que el «maestro» se hace visible.

Tuve solo dos maestros, ambos de música: el maestro Juan y el maestro Higinio, que también tocaba el piano en la parroquia. La clase de música era un verdadero desahogo para los veintitantos, casi treinta chiquillos de primero: cantar a pleno pulmón y aprender lo básico de música, el pentagrama y el do-re-mí, fue lo que recibí de aquellos dos hombres, uno de ellos miembro de un grupo en los últimos setentas panameños del que no recuerdo su nombre, pero no olvido la paciencia y el entusiasmo: eso es lo que deja un maestro.

Pero maestro, maestra, no es solo el de la escuela primaria, maestro se es en cualquier sucursal de la vida educativa de una persona, y es quizás allí donde radica el gran error que socava nuestra educación a todos los niveles: el oficio de maestro se ha perdido, y detrás de él, todos los demás.  La vieja máxima, «enseñar deleitando», es cada vez más una losa sobre las espaldas de los que se licencian en pedagogía y se especializan en cualquier tipo de docencia del ciclo educativo, que entran a realizar un trabajo, una profesión, no una vocación.

En su libro A pesar de la educación (2017), la doctora, maestra (profesora) y escritora Praxda Zohara dice lo siguiente: «Reza un conocido himno que el docente pone “la luz de la vida en el alma de la juventud”.

Esto no deja de ser cierto para los profesores universitarios. Lamentablemente, poco se preocupan porque estos se entreguen a su labor como una misión de iluminar a los futuros profesionales.

El papel de docente facilitador sigue siendo la norma, la despersonalización abunda en numerosas carreras y las nuevas tendencias de aprendizaje a distancia y aula virtual se usan de forma incorrecta como justificación al desapego del docente con su trabajo.

No hay mejor modo de iluminar a otros que ser fuente de luz. El educador puede contagiar con su actitud, su optimismo, su perseverancia en cada jornada y sus palabras.

Tanto el contenido de su discurso como el tono con el que lo comparte determinan el efecto sobre los alumnos. Puede iluminar mostrando una curiosidad constante por mejorar sus conocimientos, interesándose por conocerlos como personas, y utilizando oportunas dosis de humor, cuando las condiciones lo ameritan».

Quizás no todo es cosa del maestro, es también responsabilidad del discípulo, del estudiante. Es tal la desidia, las pocas ganas de ser tutelado, la «loca juventud» del himno al estudiante o el «loco afán» de Lemebel por resultados inmediatos lo que debilita el proceso enseñanza-aprendizaje, sobre todo de las Humanidades, que sufren el desprecio de la sociedad en general y de los estudiantes en particular. Ya pocos buenos profesores de Literatura quedan, pocos que sean capaces de transmitir pasión por leer, por escribir, por pensar.

Nunca es tarde para volver al oficio de ser maestro, para recuperar la enseñanza deleitando y la pasión por transmitir conocimiento. Estamos necesitados más que nunca de pedagogía, y estoy convencido de que nunca es tarde si la dicha es buena, la dicha de leer, de escribir, de pensar, de cambiar nuestra circunstancia, aprendiendo a considerar con criterio de dónde venimos para no dejarnos llevar donde no queremos.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.