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El personal, compuesto por bibliotecarios especializados, archiveros y técnicos en conservación, se enfrenta a la incertidumbre de despidos inminentes

Por: José Alberto Del Cid Felipe

El autor es catedrático en Investigación Educativa y bibliotecólogo

La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. (BINAL), fundada en 1942, ha sido durante más de ocho décadas el faro que ilumina la memoria bibliográfica de Panamá.

Sus estanterías han custodiado incansablemente el patrimonio histórico y cultural del país, desde primeras ediciones de autores nacionales hasta documentos que narran la evolución política, social y literaria de nuestra nación.

Sin embargo, hoy, este emporio del conocimiento y la memoria se encuentra al borde del abismo.

La amenaza no proviene de un desastre natural, sino de la negligencia y la desidia institucional, que ponen en riesgo su existencia y el invaluable acervo que alberga. Cabe destacar que, la Fundación Pro-Biblioteca Nacional, encargada de su administración, ha lanzado alarmas sobre una crisis financiera que crece como un incendio incontrolable.

De los siete millones de dólares que alguna vez aseguraron su funcionamiento, apenas quedan 2.3 millones, insuficientes para cubrir siquiera los servicios más básicos.

El personal, compuesto por bibliotecarios especializados, archiveros y técnicos en conservación, se enfrenta a la incertidumbre de despidos inminentes. Peor aún, circulan rumores sobre la posible transferencia de la BINAL al Ministerio de Cultura, lo que podría sumergirla en un limbo burocrático donde la historia de Panamá quedaría atrapada en la desidia administrativa, olvidada entre papeles y presupuestos recortados.

Este sagrado refugio cultural alberga tesoros que no pueden ser replicados ni reemplazados: la Colección Panameña, compuesta por monografías, periódicos, fotografías y documentos originales que narran los hitos de nuestra historia; archivos de autores locales que forjaron la identidad nacional; manuscritos que contienen la memoria de luchas y victorias, de crisis y esperanzas.

Cada libro, cada documento, cada fotografía, es un fragmento de lo que somos como nación. Pero la falta de recursos para su conservación y digitalización amenaza con borrarlos del presente, condenándolos al olvido y dejando un vacío histórico que ninguna generación futura podrá reconstruir.

Frente a este desmadre gubernamental, la sociedad panameña se encuentra en un punto crítico. Es momento de reconocer que la Biblioteca Nacional no es un lujo ni un simple depósito de libros: es el alma de la memoria colectiva.

Su pérdida no será un golpe administrativo; será un crimen cultural, una amputación de nuestra identidad y de nuestra historia compartida.

Cada decisión que postergue su salvación es un acto de indiferencia hacia quienes nos precedieron y hacia quienes vendrán. La crisis de la BINAL nos alerta de algo mucho más profundo que un presupuesto insuficiente. Nos recuerda que la historia, la cultura y la educación son tesoros frágiles, que requieren vigilancia, respeto y acción inmediata.

La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. no puede seguir siendo víctima de la negligencia; necesita urgentemente un compromiso decidido de la sociedad y del Estado. De no ser así, lo que hoy podemos tocar con nuestras manos, lo que podemos leer y aprender, mañana será solo un recuerdo etéreo, un patrimonio desaparecido que jamás podremos recuperar.

Por: José Alberto Del Cid Felipe