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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Amigos lectores: Luego de la ausencia durante los fines de semana del 20 y el 27 de agosto -vacaciones- vuelve el PDF del Papel Literario con una edición dedicada a la poesía.

Luego de la ausencia durante los fines de semana del 20 y el 27 de agosto -vacaciones- vuelve el PDF del Papel Literario con una edición dedicada a la poesía. Abre con un homenaje a Pedro Lastra (Chile, 1932), voz ineludible de la mejor poesía en lengua española. El dossier ofrece ensayos de Miguel GomesImágenes de escenas olvidadas (“Lastra tiene un repertorio de voces líricas cuya reaparición de un libro a otro produce la sensación de que nos hallamos en presencia de personajes esquivos, de los cuales desconocemos casi todo sobre su vida exterior y cotidiana, pero que abren para nosotros enteramente las puertas de su mundo interior, en particular sus afectos”); Marcelo PellegriniLa hora de todos(“Como todo verdadero creador, Lastra es hablado por el lenguaje de sus poemas, y no al revés. La forma predominante, a mi juicio, en que esa ficción se manifiesta en él tiene, ciertamente, algo de paradojal, y la podríamos resumir así: a mayor dominio del lenguaje, menos certera es la imagen del mundo”); y Arturo Gutiérrez PlazaLa extranjería en la poesía de Pedro Lastra  (“podríamos afirmar que toda la poesía de Pedro Lastra es el testimonio de un sujeto extraviado -y en tal sentido siempre exiliado, extranjero- empeñado en encontrar o fundar un lugar que le permita sentirse en casa, desde la escritura”). Pero hay más: un texto de otro enorme poeta de nuestra lengua, Carlos Germán Belli (Perú, 1927), En torno a Pedro Lastra (“La filiación de Lastra con el siglo XX se pone en evidencia, creo yo, por su devoción onírica. La continua mención al sueño, en las más diversas situaciones. como si el estado de vigilia no pudiera desprenderse de ello. Lo onírico se hace presente de modo significativo desde su primer poema titulado «Ya hablaremos de nuestra juventud», que inaugura su obra completa, en que alude metafóricamente a la pesadilla, y se extiende hasta en cuatro oportunidades en el poemario final Transparencias, con una persistente presencia en el resto de su obra”); un ensayo de Francisco Rivera (1933-2020), Hacia una lectura de Noticias del extranjero (“si hay algo evidente en la escritura poética de Lastra -y esto lo relaciona con Eliot y Borges- es su vasta cultura literaria, con la que el poeta dialoga tanto al escribir como al leer”); más trece poemas de Lastra; y, por último, un breve texto El último diálogo con el maestro Ricardo Latcham, en el que habla del momento en que recibió la noticia del fallecimiento de Mariano Picón Salas. Páginas 1 a la 6.

II.

Carnet de identidad (LP5 Editora) es el más reciente volumen de poesía de Sonia Chocrón (1961) -el noveno de su trayectoria-, también novelista, cuentista y dramaturga. Además de siete poemas, incluyo aquí el prólogo de la poeta, narradora y ensayista Yolanda Izard (España, 1959), en el que escribe: “Aunque la autora ha preferido dar al libro una cohesión en un solo bloque, sin embargo, los poemas están claramente divididos en distintos apartados: el primero y principal (aunque no el más extenso) lo constituyen los seis poemas que jalonan y dan cuerpo y sentido al libro: la identidad de la poeta. Una identidad, claro, poética, encumbrada al nivel de lo metafórico y lo simbólico, donde la definición del ser se establece sobre los apartados administrativos de un carnet de identidad (Datos personales. Formación. Experiencia. Habilidades. Idiomas. Otros), pero que al cabo resulta una inmersión en esos hilos ocultos, secretos, que conforman toda existencia”. Página 7.

Otra novedad de la poesía venezolana ocupa la página 8: Colores planos (El Taller Blanco Ediciones), de Samuel González-Seijas. Conformado por una secuencia de 35 poemas, entrañables que deambulan por la cotidianidad (del poeta y del lector). El XVIII, dice:

“Pensé:/ no hay como una fresca/ funda de almohada/ para posar la cabeza/ cuando te cerca/ el insomnio/ No es posible/ conciliar descanso/ en superficies/ calientes/ esas que el roce continuo/ mantiene elevadas/ En cambio/ una tela/ suavísima/ y sin contacto prolongado/ da el punto adecuado/ No hay nada como/ voltear esa pieza mullida/ hacia su lado frío e intocado/ como si fuera /la cara negra de la luna/ durante noches/ de circularidad imprevista/ que nos asedian”

Más noticias: la editorial Pre-Textos (España, 2023) ha publicado Lo oculto, de Miguel Marcotrigiano (1963), su más reciente libro. Marcotrigiano es también investigador, crítico literario y docente. Vienen poemas del mencionado libro, y el texto de una breve conferencia sobre Rafael Cadenas, que Marcotrigiano dictó en mayo: “Entonces el poeta –decíamos– abre los ojos sólo para descubrir que no está solo sino que en él conviven todos los hombres. Esas son las formas, los olores, los sonidos que llamaban su atención dentro y fuera del vientre materno. Ese va ser su mundo interior, conjugado con lo que vaya aprehendiendo del exterior”. Página 9.

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Marcela Filippi, editora y traductora ítalo-chilena, me puso en la pista de un reciente libro de la poeta española Alicia Mariño Espuelas, haikús reunidos en el volumen Aire del tiempo (Editorial Renacimiento, España, 2023). Copio aquí uno, invitación a leer el conjunto que se ofrece en la página 10:

LLUVIA DE VERANO

Esa belleza

que rompe el corazón

de las anémonas. 

La traducción hecha por el escritor mexicano David Noria nos permite ofrecer La guerra santa, famoso poema de Rene Daumal (1908-1944), que escribió en la primavera de 1940. Casado con Vera -judía-, empobrecido, tomado por la tuberculosis, en los días previos a la ocupación de Francia por los nazis, a punto de iniciar la huida que lo obligaría a malvivir en varias pequeñas ciudades, de ese tiempo proviene el poema que arranca así:

Voy a hacer un poema sobre la guerra. Tal vez no será un verdadero poema, pero será sobre una verdadera guerra.

No será un verdadero poema porque el verdadero poeta, si estuviera aquí, y si la voz se corriera entre la muchedumbre a la que habría de hablar—

entonces se haría un gran silencio, se inflaría primero un silencio pesado, un silencio preñado de mil truenos.

Visible, veríamos al poeta; vidente, nos vería; y nos pondríamos pálidos hasta en nuestras pobres sombras, nos enojaríamos con él por ser tan real, nosotros los enclenques, nosotros los apenados, nosotros los me-siento-incómodo.

Estaría aquí, lleno a reventar de los mil truenos de la multitud de enemigos que contiene —porque los contiene, y los contenta cuando quiere—

incandescente de dolor y de santa cólera, y sin embargo tranquilo como un artificiero,

en el gran silencio abriría un pequeño grifo, el grifo minúsculo del molino de palabras

y por allí nos soltaría un poema, un poema tal que nos pondríamos verdes.

Y así. Sonoro, de una fuerza cuyo eco todavía hoy escuchamos en la pulcra dicción que nos ofrece Noria. Página 11.

Un ensayo de Luis Pérez-OramasProlegómenos para un teatro que canta, presenta Teatro para ser cantado, libro peculiar que reúne tres obras (dos de las cuales ya han sido escenificadas). Su autor es George Galo (1995): narrador, guionista y dramaturgo venezolano. Actualmente hace estudios de filosofía en España. Dice Pérez-Oramas: “George Galo ha escrito un libro raro, osado. Es un poeta novísimo y vetusto, raro prodigio de temporalidades imposibles que se juntan en un solo brillo ignoto. Esta obra me lo hace, además, ser un eco vigoroso y remozante de los grandes raros de la poesía venezolana del siglo pasado que fueron José Antonio Ramos Sucre y Salustio González Rincones. Hay un grano absurdo en todos estos versos —para ser cantados— porque acaso la música también tiene por destino, velada en su cuerpo de números y tiempos, en lo que ella arrastra, el invadirnos con un idioma absolutamente ajeno”. Está en la página 12, que cierra esta edición.

A cuidar y a cuidarse. Dejo aquí mis buenos deseos para todos.

Nelson Rivera.

Ver edición completa del Papel Literario: