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IDA GRAMCKO / HENRIQUE AVRIL
Ida Gramcko (1924-1994) fue poeta, narradora, dramaturga y ensayista. También magnífica reportera en los primeros años de El Nacional, diplomática en la Unión Soviética y profesora universitaria

Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario

Amigos lectores:

I.

Agosto de 1943, primeros días de El Nacional. En las oficinas del diario que ha comenzado a circular el 3 de agosto, la atmósfera es de movimiento y agitación. Los visitantes aparecen a cualquier hora. El sonido de las conversaciones y las risas pasa de una oficina a la otra. La periodista Elba Arráiz, hermana de Antonio Arráiz, tiene 23 años. Comparte su despacho con una jovencísima reportera de 19 años, Ida Gramcko, osada y rebosante de ideas. Un día, por ejemplo, propuso emplearse en un taller textil como obrera, para conocer las condiciones reales de trabajo y escribir sobre lo vivido. En otra ocasión se inscribió en una academia de formación de secretarias. Los reportajes, producto de sus investigaciones encubiertas, causaban asombro (no sé si existe un estudio de la Gramcko reportera; tampoco si la práctica reporteril de la investigación encubierta se había realizado antes en otros diarios, pero en El Nacional ella fue la primera en hacerlo). No se limitaba a escribir crónicas y reportes de sucesos: publicaba artículos que, en realidad, eran ensayos breves; hacía entrevistas inconfundibles a escritores y a pintores. Mientras, continuaba su producción poética, que había iniciado siendo una adolescente: Umbral, su primer libro publicado (1942), había sido premiado en 1940 (cuando tenía 16 años).

II.

Ida Gramcko (1924-1994) fue una gran periodista, poeta de libros decisivos (como Poemas de una psicótica, fundamental en el transcurrir de la poesía venezolana del siglo XX), narradora peculiarísima (Tonta de capirote es una demostración de ello), ensayista y dramaturga, Premio Nacional de Literatura en 1977, representante diplomática de Venezuela en Moscú, profesora universitaria y más. A ella está dedicado el dossier que se despliega de las páginas 1 a la 5.

III.

La poeta y ensayista María Antonieta Flores ha escrito un recuento que habla de sus libros, traducciones, premios recibidos, reconocimientos por parte de sus colegas, de la biografía escrita por Gabriela Kizer en 2010 para Libros de El Nacional, ediciones críticas, homenajes y antologías como Sol y soledades (Kálathos Ediciones) imprescindible antología que la propia Flores publicó en 2017. También se refiere brevemente a su voz poética.

IV.

Sostiene Flores: la obra de Gramcko siempre se mantuvo accesible. No necesita ni ha necesitado ser rescatada. Añade: “considerar a su emblemático Poemas como su mejor libro es una afirmación injusta con la obra de Gramcko. Está precedido por un poemario extraordinario, La vara mágica, y le sigue Poemas de una psicótica, que rompió paradigmas en su época (y, tal vez, aún lo haga). Después hay unos libros donde aparecen con más firmeza el poema en prosa y, en formas inesperadas, el diálogo con los objetos y con el mundo exterior. Eso ya lo muestran los títulos: Este canto rodado (1967), Los estetas, los mendigos, los héroes (1970), Quehaceres, conocimientos, compañías (1973), que se intercalan con libros de sonetos (Salmos, 1968, y Sonetos del origen, 1972), una forma que cultivó a lo largo de su vida. La energía verbal que se hace pública en 1942 sigue actuante. El sol deslumbrante que la guía en Sol y soledades (1966) contemplará su caída en Salto Ángel (1985): el agua cae, cae la fuerza y la vida. A través del ritmo, las palabras, las imágenes, los símbolos, transmite esa sensación de la caída del agua, del descenso”.

V.

El dossier Gramcko incluye un texto breve y jugoso de Juan Liscano, copiado de su Panorama de Literatura Venezolana Actual (1973), donde relaciona a Ida Gramcko con Jean Aristiguieta: “Ida Gramcko (1924) y Jean Aristiguieta (1925) irrumpieron juntas, en 1942, como niñas prodigio de la literatura. Ambas ardían en fervor creativo. Las alimentaba y destruía la escritura, el vivirse vertiginosamente en el espejo de sus propios cantos. En Ida predomina lo conceptual y en Jean, el lirismo. Cada una fue siguiendo su propia naturaleza”.

VI.

Incluí dos textos de Ida Gramcko, provenientes de sus años en El Nacional: uno de 1943, La personalidad literaria de Antonia Palacios (“Desde aquí, desde el lugar donde nos hallamos y que es el salón particular de la novelista, calamos los poros del horizonte, los cabellos de la arboleda, el perfil de las montañas. Desde aquí tiene Antonia Palacios muchas oportunidades para apreciar las tardes grises, bermejas o moradas. O el sudor de la lluvia cuando corre sobre las espaldas del campo”); y otro de 1947, Una visión: Teresa de la Parra (“Uno no es nunca una imagen. Uno vivo, es siempre más que la imagen que se deja. Pero tenemos que hablar imaginariamente. Para mí, Teresa de la Parra ha sido siempre una visión; alguien con rumor de alas en los cabellos. ¿Dónde señalar el origen de esta visión? En una fotografía. Teresa de la Parra está sentada en un sillón de terciopelo. Apoya la mano en la mejilla y ambas se funden en tallo y flor de adolescencia. Una corona ciñe su frente”). Dos textos que no deben obviarse porque dan cuenta de algo excepcional: la de una personalidad periodística, tan inusual en el mundo del periodismo, equivalente en el mundo de la literatura al logro de una voz poética o narrativa propia.  

VII.

Cierra el dossier Gramcko con una selección de Poemas de una psicótica (1965), libro que la poeta dedicó a su madre. Los copié de la ya mencionada antología Sol y soledades, realizada por Flores.

VIII.

Comparten la página 6, poemas de Carmelo Chillida (de su libro Juegos privados, Kálathos Ediciones, 2023), acompañados de una breve nota de Salvador Galán Moreu; en la parte inferior de la página, Edilio Peña comparte su lectura de Rojo prodigio (Kálathos Ediciones, 2023), de Ophir Alviárez.

IX.

Liwin Acosta presenta un ejercicio de contraste de dos poetas de distinta generación, a propósito de Caballo final (2022) de Eloísa Soto –bailarina y estudiante de Literatura Hispanoamericana nacida en 1998–, y de Malencuentro (1975) de Emira Rodríguez (1929-2017), poeta, narradora y pintora: “Emira y Eloísa nos hablan de lo que nunca han visto, con sus númenes paganos, con su “Dios-Brujo-Amante” y su “Diosa-Bruja-Madre- Ancestra”. Parten ambas de una espiritualidad otra que se defiende, que es plural. En ellas, el poema es vehículo de los espíritus naturales. Lo mítico-simbólico se aparta de lo religioso entendido en su concepción cristiana”.

X.

Roca Tarpeya (Alliteratiïon Publishing, 2024), el más reciente libro del artista y escritor Juan Luis Landaeta (1988), circula en edición bilingüe. La traducción es de Adalber Salas, el prólogo de Elisa Díaz Castelo. Son poemas en prosa: “El puerto de Turiamo se llamó por mucho tiempo Ocumare y así lo descubrieron las monjas recoletas. Ellas cultivaban algodón y en esos pequeños prados, custodiados por muros de media altura, pude ver aquellas motas blancas crecer. Para mí habían sido siempre artificiales. Las primeras motas reales que pude ver estaban en las sienes de Carlos Gardel, el día de su visita a la ciudad de Maracay. Al parecer, el calor lo había afectado produciéndole un vahído y alguien acudió con varias motas bañadas en agua de colonia para asistirlo. Fueron dispuestas en sus sienes, como si se tratara de electrodos para un electroshock”.

XI.

Peregrinas y poetas, Astrid Lander hizo el Camino de Santiago en 2006. Luego, en 2007, lo hizo Gema Matías. De esa experiencia surgieron los poemarios, Buen camino (2009) y Ara Solis (2018), respectivamente. Juntas, en 2015, protagonizaron el encuentro “Hacer el Camino como se hace un poema”. De ambos publicamos hoy una selección de poemas. Página 9.

XII.

Luba Casta, artista, diseñadora y autónoma,ha creado Luba Ediciones, que opera desde Buenos Aires. Su consejo editorial está conformado por Silda CodorlianiBlanca Strepponi y por la propia Casta. Eleonora Requena es la directora de la colección de poesía. Entre sus primeros títulos los hay de poesía y narrativa: Carlos ÁvilaRicardo Áñez MontielCristina Gutiérrez LealRicardo SuárezEleonora RequenaGustavo VallePiedad BonnettYolanda Pantin y Leonardo Alfonzo Amarista.

Dedicamos la página 10 a la poeta Cristina Gutiérrez Leal (1988), Doctora en Literatura Comparada, ganadora de la Bienal José Antonio Ramos Sucre en 2015 y del II Concurso de Poesía Rafael Cadenas (2017). De su libro Donde hay agua (Luba Ediciones) reproducimos aquí algunos poemas y el texto de presentación de Requena: “En Donde hay agua, el grito de furia fluye entre corrientes, la apuesta es paradójica, franquear lo indecible, eso que arde y quema, con inaprensibles verbos de agua. Decir y desdecir, mostrar y ocultar. La cólera en estos textos se desgrana en múltiples imágenes que representan los bordes sin llegar a nombrar el centro, la razón o el origen del encono. Como un lenguaje atortugado, que nos muestra su caparazón y se guarda lo blando hacia dentro, despliega una imaginería implacable y feroz, que oculta y desoculta el dolor, y en su intento de borrarse, abre un hueco en la hoja y nos lo muestra”.

XIII.

Apreciados amigos: les reitero mis buenos deseos. Que los alcancen a todos, sin excepción.

Nelson Rivera.

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