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Juan Carlos Méndez Guédez en la reciente Feria del Libro de Madrid
Juan Carlos Méndez Guédez delata con alegría su origen en su nuevo libro que se pasea por las librerías españolas dando cuenta de este viaje de ida y vuelta desde la literatura

Por: Violeta Villar Liste

“Es una novela que escribí sin esperanzas, sin desesperación, con la felicidad absoluta con la cual se escriben los libros cuando inician, en el sentido que no me estaba planteando quién puede publicar el libro o a quién puede interesar», cuenta el autor

Responde, desde la memoria y el presente, a la interrogante periodística mientras estampa su firma en los libros que aprietan con emoción los lectores y lectoras que han acudido al llamado irresistible de acompañarlo en la caseta 42 de la 83ª Feria del Libro de Madrid, en el espacio de la Librería Los Pequeños Seres, una fiesta que se tomó los Jardines del Retiro de Madrid del 31 de mayo al 16 de junio del 2024. 

Transcurre la escena entre libros y árboles que habitan y se dejan habitar mientras el verano es un encanto de azules. Así, verde árbol, azul cielo y ponga el color que desee a esta fiesta que es pasado en verbo y presente en las emociones que siempre provocan los libros.

Muy venezolano, muy español, muy madrileño y, sin embargo, al muy barquisimetano no hay quien le gane.

Juan Carlos Méndez Guédez delata con alegría su origen en su nuevo libro que se pasea por las librerías españolas dando cuenta de este viaje de ida y vuelta desde la literatura.

Román de la isla Bararida se llama. Los nombres provocan un revolcón de emociones en quienes se saben larenses y, junto con Méndez Guédez, esperan que otros, luego de leer y ser leídos, adopten con naturalidad esta palabra que es una geografía.

“Es una novela que escribí sin esperanzas, sin desesperación, con la felicidad absoluta con la cual se escriben los libros cuando inician, en el sentido que no me estaba planteando quién puede publicar el libro o a quién puede interesar.

Fue un libro muy libre, quería divertirme y contar una historia de amor como la de Tristán e Isolda, pero con claves barquisimetanas.

Es una historia que ocurre en Barquisimeto, en Quíbor, en Guarico, en El Tocuyo, pero dentro de una isla mágica llamada Bararida (sí, por el parque de la infancia), una isla que sufre una maldición de los dioses que la ha condenado a vagar por el océano sobre el lomo de dos dragones, hasta que suceda el «grito», un grito especial que revertirá ese estado y permitirá que los dioses vuelvan a la isla.

Y allí sucede la historia de amor entre Najamutu y Wari, una mujer y un hombre de reinos en guerra que intentan superar muchas adversidades para estar juntos. Está inspirada de manera muy libre en Tristán e Isolda, pero la anécdota es diferente y la escritura es muy libre: hay ecos de cuentos medievales, cuentos de hadas, mitos de los wayú y los waraos, bestiarios, incluso hasta escribí un pequeño romance. Es una mezcla muy especial en la que aparece San Francisco de Asís, María Lionza, trozos de canciones de Gualberto Ibarreto y de Elvis Crespo, y que sucede en un tiempo medieval donde sin embargo los personajes se mueven por Barquisimeto, por El Tocuyo…

Me la pasé muy bien con esta historia que mezcla tiempos y lugares muy diferentes, y luego me di cuenta de que es un modelo que usaba el gran Álvaro Cunqueiro”. 

Es una suerte de Tristán e Isolda con golpe tocuyano, resume.

«La ha publicado Firmamento, una editorial nueva situada en Cádiz, que está haciendo un catálogo muy literario, precioso, muy selecto (el otro autor venezolano que está hasta ahora es Ramos Sucre)», documenta Méndez Guédez.

La casualidad es buena compañera en su vida literaria: además de Román de la Isla Bararida, han visto luz tres libros suyos en España: un libro  de cuentos que acaba de ganar el premio Tiflos y publica Edhasa: En las ruinas; se reedita su cuento infantil El abuelo de Zulaimar, publicado por la editorial gallega OQO en 2015, y ahora reeditado por ellos mismos. Y en Venezuela aparece su novela La montaña de los siete tambores, publicada por Monroy editores. 

“Son producto de la escritura de varios años, pero el azar los ha juntado”, explica.

En la ciudad literaria

Méndez Guédez durante la firma de sus libros en la Feria del Libro de Madrid

-¿Qué preguntan las personas ante el nombre Barquisimeto? ¿cómo viven el ser barquisimetanos desde la literatura?

-Les cuesta un poco pronunciarlo. Primero que todo, lo dicen de una manera muy lenta; también pasa con Bararida. ¿Cómo es? ¿es una llanura, es una montaña…?, preguntan y me doy cuenta que aquello que tienes tan cerca cuesta describirlo.

“Algunos recuerdan la anécdota de Julio Cortázar con Salvador Garmendia: Yo pensé que Barquisimeto no existía cuando escuchaba el nombre en una radio y ahora, Salvador, que te conozco, veo que Barquisimeto existe”.

Méndez Guédez recuerda este capítulo del encuentro entre ambos autores, quienes eran amigos. Gracias a Garmendia, autor larense, descubrió Cortázar, autor argentino, que Barquisimeto no era una invención.

“Estoy completando la labor de Salvador Garmendia: la de decirle al mundo que Barquisimeto es un lugar que existe”, afirma divertido.

En Román de la Isla Bararida, Barquisimeto “aparece como un lugar mágico, con la presencia de personajes de la literatura popular y fantástica como La Veragacha, o una bruja que es marialoncera pero se llama merlina como el mago Merlín».

-¿Cómo reinventar a Barquisimeto, en tanto lugar que no existe, en la mente de muchos?

-Desde luego sería por el lado de los juegos. Es una palabra que tiene una sonoridad maravillosa y contiene las cinco vocales y, al tenerlas, es como si tuviera el mundo de nuestra lengua.

“La reconstruiría a partir del mundo de mi infancia: sigo escribiendo cosas que ocurren allí y tienen que ver un poco con el mundo mágico que nosotros vivíamos. Éramos una familia barquisimetana que acababa de llegar del campo, así que cuando era niño vivíamos en una suerte de mundo mágico, de ciudad, pero con temas de apariciones y  fantasmas. Si señalabas una estrella te salían siete uñas, te decían”.

Cuando iba a Caracas ese mundo desaparecía. “Entonces, Barquisimeto era la parte más mágica de mi infancia”.

-¿Qué tiene Barquisimeto, desde el punto de vista literario, para ser capaz de inspirar a escribir literatura o escribir sobre la ciudad?

-Salvador Garmendia le dedicó pocos libros y Cadenas tiene alguna mención a la ciudad sin hacerlo explícito. Creería que soy el autor que más ha escrito sobre Barquisimeto.

Desde la perspectiva de la inspiración, reconoce en la ciudad el ser especial:

“Finalmente la tierra de Lara tiene algo como de cruce de paisajes y de caminos. Si hay algo especial en la ciudad, en su cielo, que evoca más allá de los crepúsculos. Es un lugar con unas energías particulares que trato de interpretar”.

El lugar de la literatura venezolana

-¿Qué momento está viviendo la literatura venezolana?

-Es un gran momento. Se están publicando autores como Alberto Barrera Tyszka, Karina Sainz Borgo, Rodrigo Blanco Calderón en España, México, Argentina… Es un momento muy bueno desde el punto de vista creativo.

Este año, anuncia, el Festival Hispanoamericano de Escritores (en La Palma, Canarias), estará dedicado a Venezuela.

“Eso no habría pasado hace muchos años. Ahora se puede organizar porque hay interés, autores publicados, literatura de calidad… soy muy optimista”.

Por: Violeta Villar Liste | [email protected]