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Ilustración: Pedro Crenes

Sigo creyendo en la lectura y en su posibilidad pedagógica. Las sociedades avanzan cuando avanza la educación y la cultura.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro


Ray Bradbury. (Waukegan (Illinois) 1920- Los Ángeles (California) 2012 Poeta de la ciencia ficción, clásico de otro planeta, humanista del futuro; así le definieron sus contemporáneos. El prefirió ser considerado como un narrador de cuentos con fines morales y ser recordado, así reza su tumba, como “autor de Fahrenheit 451”. Esta novela, única de su producción que reconoció dentro del género de la ciencia-ficción y que sería llevada al cine por François Truffaut, constituye un icono en defensa de los libros y de la libertad de acceso al conocimiento de los seres humanos. Tomado de la biografía: Biblioteca Nacional de España

Una recomendación para pensar los libros

Lector, esa es la posición que prefiero ocupar. Sentado, leyendo un libro. Un vicio solitario que reconozco, pero tengo más, confieso. Y que he vivido otras vidas, también lo confieso, y que he matado, que he rescatado, que he amado, traicionado y besado a muchas mujeres; que en el colmo de mi desesperación y vicio memoricé libros; que perseguí a un hombre bueno y luego me tiré al Sena; que me transformé en un asqueroso insecto; que cabalgué con un tipo flaco que se creía caballero y que estuve en una cárcel en la Zona del Canal solo por ser un negro que amaba a una blanca.

Escritor, esa es la consecuencia de mi vicio, me lo advirtieron, otro vicio, pero me arriesgué. Reconozco que invento mundos, que usurpo el lugar de Dios, que juego a mi antojo con la vida de personajes tan de mentira que son verdad, que soy perseguido por ellos hasta la tinta y la sangre porque no les da la gana de ser quienes digo yo que tienen que ser. Sí, soy un déspota que no se arrepiente de vestirse con el alma de sus seres creados. Como diría Enrique Vila-Matas, «estoy hecho un libro».

Sigo creyendo en la lectura y en su posibilidad pedagógica. Las sociedades avanzan cuando avanza la educación y la cultura. En estos días de libros y autores vale la pena volver a creer, vale la pena seguir abriendo espacios para la lectura. Leer y escribir son verbos que en nuestro entorno deben dejar de conjugarse en pretérito para activarlos y vivirlos en presente con la vista puesta en el futuro: necesitamos más que escaparates para vender libros, necesitamos con urgencia que el vicio lector de propague por nuestras escuelas y universidades.

Les vuelvo a recomendar, para ganarle la partida a los libros de autoayuda, que copan las mesas de las ferias y librerías, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury: nunca una pesadilla literaria nos enseñó tanto sobre los riesgos de un mundo sin libros y de la responsabilidad que tenemos de preservar la lectura. La ciencia ficción al servicio de un siglo XXI que sigue arrastrando la misma necedad de siempre: el amor enfermizo por la ignorancia orgullosa.

Ricardo Piglia nos lanza un reto: «Quizás la mayor enseñanza de Borges sea la certeza de que la ficción no depende solo de quien la construye, sino también de quien la lee. La ficción es también una posición del intérprete. No todo es ficción (Borges no es Derrida, no es Paul de Man), pero todo puede ser leído como ficción. Lo borgeano (si eso existe), es la capacidad de leer todo como ficción y de que creer en su poder. La ficción como una teoría de la lectura».

Para los que profesan la Literatura, para sus fieles y no tanto, para esa congregación de lectores que peregrinan con sus hijos y nietos y sobrinos a los recintos sagrados de las bibliotecas, recuerden: el complot sigue en marcha. La manera de cambiar lo que «es» en lo que «debe ser», comienza por introducir en las filas de la ignorancia institucional el Caballo de Troya de un buen libro.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.