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Uno de los grandes méritos de Yomira John es su capacidad de tender puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo

Por: Mario García Hudson

El autor es investigador, encargado del Centro Audiovisual de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R.

La música popular panameña es un mosaico vibrante de ritmos, emociones y memorias. A pesar de las limitaciones técnicas de muchas grabaciones hoy consideradas históricas, es posible reconocer en ellas el carácter de una tradición oral y sonora profundamente arraigada.

La calidad interpretativa de quienes dieron forma a nuestra identidad musical permanece intacta en cada verso cantado y tambor resonante. En este paisaje, donde el talento no distingue sexo ni generaciones, se alzan voces que no solo interpretan melodías, sino que transmiten vivencias, pasiones y herencias. Entre ellas, destaca con luz propia la figura de Yomira John, intérprete panameña de amplio repertorio, profunda sensibilidad y alto vuelo vocal.

Originaria del popular barrio de Pueblo Nuevo —cuna también de figuras como Manny Bolaños y Manito Johnson—, Yomira John representa una fusión sonora que rinde homenaje a la tradición sin renunciar a la innovación. Desde los géneros más autóctonos como el tamborito, la tamborera, el bullerengue, el bunde, la cumbia (en todas sus variantes rítmicas) hasta el canto de décima, su registro vocal se mueve con naturalidad y maestría. Cada interpretación suya lleva el sello de alguien que conoce profundamente los matices de su timbre, que entiende el ritmo como un lenguaje, y que siente lo que canta.

Su arte no es una simple repetición de fórmulas, sino una conjunción de influencias que han marcado la historia musical de Panamá y el Caribe. En su interpretación se perciben ecos de la fuerza interpretativa de Marta Estela Paredes, el lirismo de Leony Herrera, la emotividad de Bárbara Wilson, la agilidad en el pregonar de Nelly Barreto, la alegría jacarandosa de Lady Trixie, y el sentido rítmico de Silvia de Grasse. Sin embargo, Yomira no imita: transforma y reinterpreta. Lo suyo es una propuesta con carácter propio.

Uno de los grandes méritos de Yomira John es su capacidad de tender puentes entre lo ancestral y lo contemporáneo. Con una voz bien educada y plena de matices, logra apropiarse de géneros como el bolero clásico, los ritmos afrocaribeños y los cantos tradicionales afroantillanos, dándoles una nueva vida sin borrar su esencia.

Su interpretación tiene un toque jazzístico, una cadencia heredada del “feeling cubano” de los años 50. En ella se perciben ecos de Olga Guillot, la poderosa voz de la emoción; de Olga Rivero, hoy injustamente olvidada; del cuarteto Las D’Aida, cantera de solistas excepcionales; y de compositores como Luis García, José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz, cuya guitarra dialogaba con la palabra y el alma.

También resuenan influencias del gran Benny Moré y de intérpretes como Pepe Reyes, quien tuvo una destacada colaboración con el panameño Armando Boza y su orquesta durante su etapa en Perú.

Incluso, para quienes conocen los matices más íntimos del bolero y la canción afroantillana, es posible hallar cierta afinidad con el estilo vocal del poco recordado pero refinado Miguel de Gonzalo. Sin embargo, ninguna de estas referencias opaca la personalidad artística de Yomira: por el contrario, su arte se nutre de ellas para proyectar una expresión vocal original y contemporánea.

Mario García Hudson y Yomira John

Su carrera no se limita a escenarios locales. Desde sus actuaciones con el coro Música Viva, recorriendo Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, ha llevado la identidad sonora de Panamá más allá de sus fronteras, derribando barreras culturales y mostrando que la identidad también se canta. Es en estos espacios internacionales donde su versatilidad se vuelve aún más evidente.

Su discografía habla por sí misma. En “Así son pa’ los pela’o”, donde interpreta todos los temas como solista, Yomira ofrece una muestra de su versatilidad vocal y su capacidad para conectar con un público joven a través de propuestas frescas, urbanas y rítmicas, sin perder calidad interpretativa.

En “Tierra de la dulce espera”, brilla especialmente en temas como Nanita, Semillas, Bullerengue, Cavanga, Tierra de la dulce espera y Piedra y espada, donde la acompaña la orquesta De la Papaya, logrando un equilibrio perfecto entre lo orquestal y lo vocal, con fuertes vínculos a la sonoridad afrolatina.

En el álbum “Autour de moi”, explora una dimensión distinta, con canciones en francés como Les affaires marchent, La planète, Briller les mots, Ay lo lay lo lay lo, Tu balances ton cul y Musique, evidenciando su capacidad de adaptación a otros idiomas y estéticas musicales. Finalmente, en “Muévete bien” (Sabor latino vol. 1), con el tema El baile del suavito, muestra su dominio de los géneros más bailables con sabor y energía.

Danilo Pérez, Patricia Vlieg, Yomira John, Mario García Hudson y Luis Romero

Lo que distingue a Yomira John es la forma en que combina técnica, sentimiento y cultura. Cada nota suya está impregnada de la memoria colectiva del pueblo panameño. Su voz conoce las escalas melódicas, sí, pero también conoce las emociones de la gente. Con ella, las notas no se detienen: fluyen, vuelan, se convierten en mensaje.

En definitiva, Yomira John es más que una cantante: es una portadora de legado, una narradora de historias a través del canto, una artista que representa la memoria viva de la música panameña. Su trabajo merece ser escuchado, estudiado y, sobre todo, valorado como parte esencial de nuestro patrimonio cultural.

Por: Mario García Hudson