Según estudios preclínicos, madres que presentan episodios recurrentes de antojos por alimentos altamente palatables durante el embarazo tienen descendencia con mayor peso corporal
Por: Francisco Romero López
Detrás del desarrollo del exceso de peso u obesidad asociado al embarazo no sólo están los factores clásicos de programación materna, como el desequilibrio energético o la dieta de alta densidad calórica, sino que también existen mecanismos menos evidentes pero relevantes, tal y como se destaca en una sesión científica que se celebró en la Reunión Nacional de Obesidad 2025, organizada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y que tiene lugar en Toledo hasta este sábado 22 de noviembre.
La gestación comprende una etapa de gran plasticidad para la madre y la futura descendencia. Los comportamientos alimentarios y las adaptaciones neurobiológicas maternas tienen un impacto que va más allá del índice de masa corporal o de la ganancia de peso gestacional: están asociados a la programación metabólica, neuropsicológica y de la motivación alimentaria de la descendencia.
Según afirma la Dra. Roberta Haddad Tovolli, investigadora principal en el equipo de Neuroplasticidad y Entorno Materno, dentro del Laboratorio de Control Neuronal del Metabolismo (NeuCoMe), en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), “por un lado, están los cambios neurobiológicos que experimenta la mujer durante el embarazo y que pueden modificar el comportamiento alimentario, el sistema de recompensa”; por otro, añade, “sabemos que esos cambios condicionan a la descendencia y facilitan la aparición de alteraciones metabólicas y de conducta”.
En este sentido, se considera que la obesidad no sólo se trata de ‘comer más’, sino que también se debe entender cómo el ambiente materno en la gestación condiciona el futuro metabólico del hijo o hija.

Cuidado con los antojos
En su conferencia, esta experta resume las alteraciones de neuroconectividad que ocurren en el cerebro materno durante el embarazo y que explican la aparición de antojos, basándose en datos obtenidos en modelos animales.
También presentó los avances actuales en los que está trabajando su grupo de investigación, y que tienen por objeto integrar estos hallazgos con estudios traslacionales en humanos.
Mostró evidencias preclínicas que demuestran cómo episodios de antojos por alimentos ricos en grasa y azúcar durante el embarazo pueden predisponer a la descendencia a desarrollar alteraciones metabólicas, conductuales y neurológicas, con las implicaciones clínicas que esto podría tener para la prevención de la obesidad.
Hay distintas hipótesis sobre el desarrollo de antojos durante el embarazo, pero los resultados del grupo de investigación del IDIBAPS sugieren que los antojos son una estrategia evolutiva para asegurar un aporte energético suficiente en un periodo de alta demanda metabólica, como es el embarazo.
“En nuestro estudio en modelo animal, hemos demostrado que durante el embarazo hay una reorganización funcional de la conectividad cerebral que afecta a componentes clave del circuito de recompensa, especialmente neuronas que expresan receptores dopaminérgicos D2 en el núcleo accumbens”, informa la Dra. Haddad.
Ese cambio neuroplástico aumenta el valor motivacional de alimentos altamente palatables, lo que puede facilitar episodios de antojo frecuentes e intensos. Además, según detalla esta experta, “los antojos tienen una carga cognitiva y motivacional, no solo fisiológica, lo que explica por qué se buscan alimentos específicos y no simplemente comida en general”.
¿Mayor riesgo de desarrollar obesidad?

Esto también tiene un impacto significativo en el riesgo de desarrollar obesidad. En modelos animales, este grupo de investigación ha observado que madres que presentan episodios recurrentes de antojos por alimentos altamente palatables durante el embarazo tienen descendencia con mayor peso corporal, alteraciones en la intolerancia a la glucosa y mayor vulnerabilidad a trastornos de la conducta alimentaria y ansiedad en la edad adulta.
“Estos resultados indican un mecanismo de programación intergeneracional, donde la conducta alimentaria materna afecta el entorno intrauterino, posiblemente por cambios hormonales, neuroendócrinos y neuronales, que impacta en los sistemas metabólicos y de conducta del feto, que condiciona la susceptibilidad a trastornos metabólicos y neuropsiquiátricos”, indica Roberta Haddad, quien señala que “actualmente estamos investigando las bases moleculares de estos mecanismos”.
Aunque la investigación en humanos aún es limitada, los datos preliminares que se manejan actualmente permiten establecer algunas consideraciones relevantes.
A juicio de la experta del IDIBAPS, “los antojos por alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas, son especialmente preocupantes”. Su consumo recurrente durante el embarazo no solo aumenta el riesgo de ganancia excesiva de peso y diabetes gestacional, sino que puede alterar el desarrollo cerebral del feto y su respuesta futura a estímulos alimentarios. Por los tanto, según aconseja, “clínicamente sería importante monitorizar no solo la ocurrencia de los antojos, sino el tipo de alimento, la frecuencia de consumo y si estos implican un patrón de alimentación desordenado o compulsivo”.
Medidas a adoptar

Ante estas evidencias, el consejo más esencial es acompañar a las mujeres embarazadas con información clara y apoyo emocional.
Se recomienda invertir en medicina preventiva, explicar el fenómeno de los antojos y diferenciarlo del hambre fisiológica, hacer consciente el valor motivacional y neurobiológico que tienen.
“No se trata de prohibir, sino de entender el origen de estos impulsos y ofrecer alternativas saludables que también generen placer”, puntualiza la Dra. Haddad, quien también expone la necesidad de “integrar la dimensión neurobiológica y motivacional de los antojos en la consulta obstétrica o de nutrición, y fomentar hábitos alimentarios equilibrados antes y durante el embarazo, y que todo esto puede tener un efecto protector sobre la salud de la madre y del bebé”.
Comprender cómo el cerebro materno cambia durante el embarazo y cómo esto influye en la salud de las futuras generaciones es clave para diseñar estrategias preventivas más eficaces. Por eso, según concluye esta experta, “debemos considerar la gestación como una oportunidad preventiva: educar, acompañar, motivar, y diseñar estrategias adaptadas que permitan reducir ese riesgo latente, tanto para la madre como para las próximas generaciones”.
Por: Francisco Romero López

