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Por: Psicóloga María M. Armas

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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Los trabajos que involucran la atención de casos de violencia de diversa índole, pueden generar efectos adversos en los equipos de trabajo que tienen esta labor a su cargo. Hoy inicio una serie de publicaciones en cuanto a la aplicación de herramientas de autocuidado como estrategia de afrontamiento eficiente, con un enfoque preventivo. 

Los equipos de atención psico social, por lo general, están constituidos por psicólogos, trabajadores sociales, promotores sociales, abogados, educadores y otros profesionales del área, así como el personal administrativo y de apoyo que, aunque no atiende el caso directamente, sí tiene contacto con las situaciones que plantean las personas que acuden por ayuda.

Partimos del reconocimiento de los efectos que generan las situaciones que se abordan en este tipo de trabajos, los cuales involucran amenaza a la integridad personal y a la estabilidad emocional, a fin de poder afrontarlas de una manera positiva y eficiente.

En este sentido, aplicar herramientas de autocuidado, implica:

  • Buscar alternativas para cuidarnos sin abandonar el ideal de construir un mundo sin violencias.
  • Mantener nuestra empatía hacia las víctimas y tener la capacidad de orientarlas adecuadamente. 

Cuando se trabaja en un equipo que atiende este tipo de casos, se está expuesto diariamente a estar en contacto con los sentimientos y experiencias traumáticas de las víctimas, la violencia o su amenaza, la vulnerabilidad y la agresión humana. Esta exposición deja huellas a nivel emocional; nos podemos sentir también vulnerables, nos afectan física y emocionalmente, nos pueden llevar a cuestionar nuestra interpretación del mundo, de nuestras relaciones y de nuestro sistema de creencias a un nivel muy profundo.

Como consecuencia podríamos comenzar a poner barreras para protegernos del sufrimiento, la angustia y la frustración e incluso a alejarnos de este tipo de trabajo. De allí que se hace necesario aplicar estrategias de protección mediante las herramientas de autocuidado.

Hoy hablaremos de los factores de riesgo que entran en juego para que se manifiesten efectos adversos cuando realizamos un trabajo que implica la atención de personas que sufren o ejercen violencia, dependiendo de la dinámica entre ellos. Es importante considerar estos factores para tomar decisiones que nos permitan minimizar el impacto de este tipo de trabajo.

Entre los factores internos, es decir, los inherentes al profesional a nivel personal, tenemos:

  • La historia de vida.
  • Motivación personal.
  • Autoestima.
  • Capacidad de respuesta al estrés.
  • Capacidad para expresar las emociones.
  • Conocimiento y manejo de herramientas.
  • Nivel de capacitación para el manejo del tema.

Estos factores internos los podemos revisar de manera consciente y mejorar, fortalecer, aquellos que estén deficientes, ya que funcionan como factores de protección.

En cuanto a los factores externos, los que no dependen del trabajador y en los cuales no tiene injerencia o toma de decisiones, son:

  • Sobrecarga de trabajo.
  • Horario inadecuado.
  • Falta de mecanismos de apoyo y protección para los trabajadores.
  • Falta de autonomía para definir y realizar las tareas cotidianas.
  • Falta de injerencia en la toma de decisiones políticas que afectan el trabajo.
  • Falta de acceso, comunicación y/o coordinación interinstitucional.
  • Falta de remuneración y beneficios laborales que compensen las condiciones de trabajo.

Podemos considerar la forma de incidir para mejorar algunos de estos factores externos, pero cuando los factores que nos afectan no pueden ser modificados por nosotros, tal como los mencionados, es hora de evaluar la continuidad o no dentro de ese trabajo dependiendo del nivel de afectación que estemos sufriendo. Hay que hacer un balance de pros y contra, de manera consciente, para tomar la decisión más conveniente para nuestra salud física, mental y emocional.

Encontrar el balance entre nuestras necesidades y las de otros seres humanos que atendemos, es una necesidad urgente para quienes trabajamos en la atención de casos que implican violencia. Atendiendo adecuadamente esto, podremos mantener el optimismo, la confianza en nuestro trabajo y continuar trabajando con esperanza, pasión y compromiso.

Por: Psicóloga María M. Armas