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Por: Prensa IVIC Foto: Luis Maizo Cortesía: Virginia Sanz

Virginia Sanz, bióloga e investigadora del Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), participa en el proyecto regional denominado “Los microplásticos como factor limitante de las aves playeras”

Los plásticos y microplásticos son un problema grave que afecta la biodiversidad marina y a las poblaciones de aves playeras migratorias en Venezuela. Estos residuos se acumulan en las costas y los humedales, donde estas aves se alimentan y anidan.

Ante esta situación, y con miras de hacer un estudio a profundidad, se desarrolla el proyecto regional denominado “Los microplásticos como factor limitante de las aves playeras”, con la participación de investigadores de Perú, Chile, Canadá, Ecuador, Argentina y Venezuela.

Virginia Sanz, bióloga e investigadora del Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), participa activamente del proyecto y explicó que se está desarrollando en la isla de Margarita con las aves migratorias pertenecientes a las familias Charadriidae y Scolopacidae que forman parte del Orden Charadriiformes que viven principalmente en las costas.

Virginia Sanz Foto: Cortesía

Se escogió a este grupo de aves porque la mayoría de ellas son migratorias hemisféricas, es decir, pasan parte de su vida en el hemisferio norte y otra en el hemisferio sur, siempre buscando las mejores temperaturas.

“Muchas de ellas se reproducen en distintos sitios de Norteamérica, llegando incluso al Ártico. Llegan a Estados Unidos y Canadá en la primavera, se reproducen en el verano y cuando empieza el otoño esas especies comienzan a moverse hacia el hemisferio sur, donde pasan el verano austral. Cuando comienza el otoño en el sur vuelven a migrar hacia el norte para la reproducción. Este ciclo se reproduce todo cada año. El proceso de migración requiere mucha energía, por lo que antes de cada migración las aves deben acumular mucha grasa para poder hacer el largo viaje”.

Explicó la experta que en sus desplazamientos migratorios estas aves van parando en distintos puntos conocidos como sitios de paradas. Estas localidades son muy importantes para el éxito de la migración porque son lugares que deben tener las condiciones adecuadas para que las aves lleguen, descansen, encuentren abundancia de alimento que les permita reponer energías y puedan continuar con el viaje hasta los sitios de invernada o reproducción.

Otro aspecto que hace un buen objeto de estudio para medir el impacto de los microplásticos en la avifauna es que prácticamente todas las especies de aves playeras viven asociadas a cuerpos de agua, la mayoría costeros, que es donde se acumulan los desechos plásticos cuya disposición no ha sido manejada adecuadamente y en lugar de terminar en los rellenos sanitarios, son arrastrados al mar.

El objetivo del proyecto es entonces evaluar la presencia de microplástico mediante la captura de aves y la colecta de muestras fecales, para luego determinar la relación entre la carga de microplásticos detectadas en las heces y la condición corporal premigratoria evaluada mediante la acumulación de grasa en la zona pectoral.

Si se detecta presencia de plástico en las aves que están migrando, y estos compuestos tienen algún efecto adverso en la fisiología de las aves, podrían acumular menos grasa y afectar negativamente la migración y al final reducir la supervivencia de estas especies.

“Es importante resaltar que las aves playeras son un grupo de aves que ha mostrado tendencias poblacionales negativas en los últimos 40 años”.

De allí que la primera fase del proyecto consiste en la captura y marcaje de las aves, así como la toma de las muestras de heces, procedimiento que deben hacer los países participantes para luego enviar esas muestras a Canadá, donde se van a procesar.

La investigadora recordó que los microplásticos son partículas de plástico de menos de 5 milímetros y le siguen los nanoplásticos, partículas menores a una micra. Estos provienen de la fragmentación de objetos de mayor tamaño por la acción del sol, las olas, la fricción o el agua salada.

La principal fuente de origen de los microplásticos son productos de un solo uso, como las mascarillas, pitillos, envases de anime, cubiertos, botellas y vasos plásticos. Estos residuos se acumulan en los océanos y son ingeridos por los animales marinos, causando daños en sus órganos y alterando sus funciones vitales. Además, los microplásticos pueden transportar sustancias tóxicas y patógenos que contaminan el agua y afectan a los ecosistemas.

Impacto en aves y salud humana

Con respecto al impacto de los microplásticos en las aves y la salud humana, explicó Sanz que está en evaluación para determinar la magnitud: tanto las aves como las tortugas y los mamíferos marinos consumen plásticos de mayor tamaño, como bolsas, tapas, fragmentos, al confundirlos con alimento. Esto produce la compactación de estos elementos no nutritivos en el estómago y los intestinos, porque no los pueden expulsar, causando su muerte.

Conciencia

“Hay países de América Latina que ya tienen implementadas políticas de Estado para controlar los plásticos de un solo uso porque son los que más se producen, llegan al mar y son precisamente los que más se pueden evitar”, señaló la investigadora en una reflexión sobre la necesidad de generar políticas públicas orientadas a frenar el plástico de un solo uso.

“Hay iniciativas ciudadanas que se deben incentivar para reducir el uso de los plásticos, como el uso de la bolsa de tela para las compras, adquirir alimentos frescos, con la menor cantidad de empaques, no dejar desechos plásticos en las playas o ríos, así como crear un impuesto a las empresas que produzcan este tipo de empaques y que después no se responsabilizan por la disposición final de ese material que termina en los océanos”, afrmó.

Se estima que en 2050 habrá más microplástico en los océanos que plancton, organismos minúsculos de algas y protozoarios, que son la base de la cadena alimenticia de muchas especies que habitan en los océanos. De llegar a ese punto se estaría hablando de un colapso de los océanos, por lo cual se deben comenzar a tomar medidas.

Comunidades organizadas

Uno de los componentes del proyecto es hacer partícipes a las comunidades donde se está desarrollando la iniciativa. De allí que se han dictado tres talleres para dar a conocer el problema y que sean los mismos habitantes de la zona quienes se conviertan en multiplicadores de la información. Para esta actividad se contó con el apoyo de la ONG Fudena, institución con más de 30 años de experiencia llevando adelante el Día Mundial de Playas, que se realiza cada año en el mes de septiembre.

“El primer taller se les impartió a los guardaparques de distintas áreas marino costeras de la isla de Margarita en el Parque Nacional Laguna de la Restinga. Otro taller fue dictado en Playa Parguito, tomando en cuenta que allí se desarrolla un proyecto que adelanta el Ministerio de Ecosocialismo con tortugas marinas, especie afectada por el plástico.

En esta oportunidad participaron estudiantes universitarios, funcionarios gubernamentales, público en general. El tercer taller fue en la comunidad El Horcón, un pequeño pueblo de pescadores en la Península de Macanao, playa a la cual llegan muchos desechos plásticos, entre ellos restos de la actividad pesquera como redes, boyas, cuerdas.

En los talleres se hicieron charlas participativas y una práctica donde los participantes cuantificaron el microplástico en la playa.

Se espera que para finales de 2024 se den a conocer los resultados del análisis químico de las muestras, como paso a la elaboración de la publicación de los resultados en revistas científicas.

Por: Prensa IVIC Foto: Luis Maizo Cortesía: Virginia Sanz