La neurocomunicación no es una herramienta para “convencer”. Es una disciplina para crear puentes reales entre el conocimiento y las personas.

Por: Magister Nathalie Carrasco-Krentzien. Consultora en comunicación estratégica científica | Neurocomunicadora | Abogada | Formadora de líderes, facilitadora de procesos de aprendizaje profundo y arquitecta de experiencias que transforman el conocimiento en impacto real.

¿Qué tienen en común un mensaje científico mal explicado y una idea poderosa que nadie recuerda?
Ambos fracasaron no por falta de verdad, sino por ausencia de estructura neurocomunicativa.
En un mundo donde cada vez más personas buscan “comunicar mejor”, es fácil confundir herramientas, metodologías e incluso disciplinas. La Programación Neurolingüística (PNL) y la Neurocomunicación suelen mencionarse como si fueran intercambiables. No lo son.
Y en contextos científicos, clínicos y académicos, entender esta diferencia no es un lujo. Es una responsabilidad.
¿Qué es la Neurocomunicación?
La Neurocomunicación es una disciplina basada en la neurociencia cognitiva, la lingüística, la psicología y los estudios del comportamiento, que investiga cómo el lenguaje, la emoción, el ritmo, la prosodia, las imágenes mentales y las estructuras narrativas activan zonas específicas del cerebro relacionadas con la atención, la comprensión, la memoria y la toma de decisiones.
En palabras de Howard-Jones (2014), uno de los referentes en neuroeducación:
“La comunicación efectiva no es solo un acto técnico; es un fenómeno cerebral. Comprender cómo se procesa el lenguaje en el cerebro debería ser parte esencial de cualquier estrategia educativa.”
La neurocomunicación no es una fórmula mágica. Es un campo de estudio con base científica, interdisciplinaria y en constante evolución.
¿Y qué es la PNL?
La Programación Neurolingüística, desarrollada en los años 70 por Richard Bandler y John Grinder, se popularizó como una herramienta para mejorar la comunicación, influir en otros y lograr cambios en la conducta mediante la observación de patrones de lenguaje y comportamiento.
Aunque muchas de sus técnicas tienen valor práctico en ciertos contextos (coaching, ventas, terapia breve), la PNL carece de validación científica sistemática.
Varios estudios han señalado la falta de evidencia empírica que respalde sus postulados fundamentales (Witkowski, 2010; Heap, 1988). De hecho, la comunidad académica ha categorizado a la PNL como una práctica pseudocientífica en múltiples revisiones.
Entonces… ¿cuál es la diferencia esencial?
Neurocomunicación | PNL | |
Base científica | Neurociencia, lingüística, psicología, educación | Modelos empíricos sin sustento neurocientífico riguroso |
Propósito central | Optimizar la comunicación desde la arquitectura cerebral | Generar cambios conductuales mediante patrones lingüísticos |
Aplicación | Educación, ciencia, salud, liderazgo, neuroeducación | Coaching, ventas, motivación personal |
Formación | Programas académicos, posgrados, certificaciones basadas en ciencia | Talleres y certificaciones no reguladas |
Evaluación | Rigurosidad empírica, estudios aplicados | Autorreferencia, resultados anecdóticos |
¿Quién puede enseñarte neurocomunicación? ¿Y quién no?
Para enseñar neurocomunicación con responsabilidad se requiere:
- Formación acreditada en neurociencia, comunicación o neuroeducación
- Conocimiento de anatomía y fisiología cerebral vinculada a procesos de percepción, atención y lenguaje
- Capacidad para diseñar estrategias comunicativas validadas por estudios de impacto y procesos replicables
Lo que no califica como formación seria en neurocomunicación:
- Talleres breves con títulos rimbombantes pero sin base teórica
- Programas de PNL “renombrados” como neurocomunicación sin modificar su sustento
- Promesas de persuasión rápida, impacto emocional “garantizado” o “activación de hemisferios” sin fundamento
Como consultora y entrenadora de líderes científicos, he participado en múltiples comités formativos donde se evalúan materiales de entrenamiento, y puedo decirlo con claridad:
La diferencia entre formar con neurocomunicación real y usar herramientas disfrazadas está en el impacto sostenido, medible y ético.
¿Por qué importa esto en la comunicación científica?
Porque comunicar ciencia exige precisión cognitiva y responsabilidad ética.
Y porque no todo lo que “suena neurológico” es neurocomunicación.
En contextos donde se deben tomar decisiones clínicas, explicar modelos de investigación o formar nuevos científicos, la forma en que se comunica la evidencia es tan importante como la evidencia misma.
Los beneficios reales de recibir entrenamiento en neurocomunicación aplicada a contextos científicos incluyen:
- Mayor retención de contenido en presentaciones y capacitaciones
- Reducción del sesgo técnico al explicar hallazgos complejos
- Diseño de discursos alineados con el sistema atencional humano
- Mejora en la transmisión de conocimiento interdisciplinario
- Disminución de errores interpretativos por parte de equipos no expertos
Y, quizás lo más valioso: una comunicación con ciencia, que sirve a la ciencia.
¿Qué estás entrenando al comunicar?
La neurocomunicación no es una herramienta para “convencer”. Es una disciplina para crear puentes reales entre el conocimiento y las personas.
Y en tiempos de saturación informativa, polarización de discursos y fatiga cognitiva, lo que decimos y cómo lo decimos define lo que se retiene, se aplica o se olvida.
Si estás liderando un equipo científico, formando profesionales de la salud o transmitiendo conocimiento de alto valor, no te conformes con fórmulas prefabricadas.
Entrena tu comunicación con ciencia, para comunicar ciencia.
Mi invitación es a investigar más, y así poder entregar comunicación con evidencia, formación con propósito, e impacto real.
La autora es abogado, comunicadora y Business Process Manager, enfocada en gestión empresarial con tres maestrías en Comunicación: Máster en Comunicación Estratégica y organizacional, Máster en Neurocomunicación, Máster en Comunicación Científica. Vive en Canadá.