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La mente y el cuerpo no están separados. La forma en que tratamos la salud mental en hospitales y clínicas generales debe reflejar esta realidad

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La salud mental no es un tema ajeno o de «otros»; es una parte fundamental de la experiencia humana de todos nosotros. Podemos describir algunas áreas clave que nos afectan directa o indirectamente. En esta semana de Concienciación sobre las Enfermedades Mentales, a propósito de conmemorar el 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, el objetivo debe ser informar, empoderar y recordar que buscar ayuda es un acto de fortaleza.

La entrevista diagnóstica: Primer paso hacia la recuperación

Muchos imaginan que un diagnóstico de salud mental se da con un simple cuestionario, pero es un proceso mucho más profundo y humano.

La entrevista diagnóstica es una conversación estructurada y confidencial entre el paciente y un profesional de la salud mental (psicólogo, psiquiatra). No es un interrogatorio, sino un diálogo colaborativo. El objetivo es que el profesional pueda comprender el mundo del paciente, que incluye síntomas, pero también su historia de vida, sus relaciones, su trabajo, sus fortalezas y sus desafíos.

Esta entrevista es importante porque los síntomas por sí solos no cuentan toda la historia. Dos personas con ansiedad pueden vivirla de formas completamente diferentes. La entrevista permite poner esos síntomas en contexto, descartar otras posibles causas (médicas o situacionales) y llegar a un diagnóstico preciso. Un buen diagnóstico es la base de un plan de tratamiento efectivo y personalizado.

Se le harán preguntas sobre su estado de ánimo, patrones de sueño, apetito, energía, pensamientos y comportamientos. Puede que sea emocionalmente difícil, pero es un espacio seguro y sin juicios. Su honestidad es la herramienta más valiosa que puede ofrecer en este proceso. Recuerde: usted es el experto en su propia vida. El profesional está ahí para guiarlo y ayudarlo a conectar los puntos.

Tres axiomas de la atención de salud mental en entornos médicos

La mente y el cuerpo no están separados. La forma en que tratamos la salud mental en hospitales y clínicas generales debe reflejar esta realidad. Hay tres principios o «axiomas» fundamentales que todos, como pacientes y profesionales, debemos entender.

1: No hay salud sin salud mental. Esta frase de la Organización Mundial de la Salud es la piedra angular. Una diabetes mal controlada puede empeorar la depresión. Una ansiedad severa puede causar síntomas físicos reales como taquicardia o problemas digestivos. Tratar el cuerpo ignorando la mente es como intentar arreglar un coche cambiando solo tres de las cuatro ruedas. Es un trabajo incompleto destinado a fallar.

2: El tratamiento debe ser integrado y colaborativo. El psicólogo, el psiquiatra, el médico de cabecera, el cardiólogo, el nefrólogo… todos deben estar en el mismo equipo: el suyo. La atención integrada significa que los profesionales se comunican entre sí. Su médico de cabecera debería preguntar por su estado de ánimo, y su terapeuta debería conocer sus condiciones médicas. Como paciente, usted tiene derecho a que su atención sea coordinada.

3: La detección temprana y la prevención son clave. La consulta de su médico de atención primaria es el lugar perfecto para una detección temprana. Un simple cuestionario sobre depresión o ansiedad durante una revisión anual puede identificar problemas antes de que se conviertan en una crisis. Es más fácil y efectivo tratar la ansiedad cuando empieza que cuando ya ha provocado ataques de pánico y agorafobia.

¿Cómo mejorar su propia atención?

Vivimos en una cultura que glorifica el estar «siempre ocupados». Pero nuestro sistema nervioso no está diseñado para un estado de alerta constante. El resultado es el agotamiento o burnout: un estado de extenuación física, mental y emocional. No es solo «estar estresado», es sentirse vacío.

¿Cómo podemos cuidarnos mejor para no llegar a ese punto?

Establezca límites firmes: Aprender a decir «no» es una de las herramientas de autocuidado más poderosas. No a más trabajo del que puede manejar, no a compromisos sociales que no le apetecen, no a relaciones que le drenan la energía. Su tiempo y su energía son recursos finitos. Protéjalos.

Priorice el descanso real: Descansar no es solo dormir. Es desconectar. Significa tener momentos en el día sin pantallas, sin exigencias. Puede ser escuchar música, dar un paseo corto, meditar por 5 minutos o simplemente mirar por la ventana. El descanso activo y pasivo es esencial.

Reconozca sus señales de alerta: ¿Se siente irritable? ¿Le cuesta concentrarse? ¿Ha perdido el interés en cosas que antes disfrutaba? Estos son sus indicadores internos de que la batería está baja. No los ignore. Cuando aparezcan, en lugar de «seguir adelante», haga una pausa y pregúntese: «¿Qué necesito ahora mismo?»

Busque ayuda antes de la crisis: La terapia no es solo para cuando tocamos fondo. Es un gimnasio para la mente. Es un lugar para aprender herramientas de gestión del estrés, desarrollar resiliencia y entender sus propios patrones antes de que se vuelvan destructivos.

Enfermedades Crónicas: La enfermedad renal crónica y la depresión

Recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica es un evento que cambia la vida. A menudo, nos enfocamos tanto en el tratamiento físico que olvidamos el inmenso impacto emocional, como la Enfermedad Renal Crónica (ERC).

Un paciente con ERC avanzada enfrenta una realidad abrumadora: diálisis varias veces por semana, una dieta extremadamente restrictiva, fatiga constante y la incertidumbre sobre el futuro. Esto es una receta perfecta para la depresión. No es una debilidad; es una reacción humana a una pérdida profunda de la salud, la normalidad y la autonomía.

La relación es bidireccional. La ERC puede causar depresión, pero la depresión también empeora el pronóstico de la ERC. ¿Por qué? Porque una persona deprimida tiene menos energía y motivación para seguir su dieta, tomar sus medicamentos correctamente o asistir a sus citas de diálisis. Esto deteriora su salud física, lo que a su vez agrava la depresión.

Es fundamental que los equipos de Nefrología incluyan profesionales de la salud mental. Estos profesionales están capacitados para reconocer que la tristeza, la ira y el miedo son respuestas normales. El paciente necesita escuchar: «Es comprensible que se sienta así». Se les enseña que conectar con otras personas que están pasando por lo mismo puede ser increíblemente sanador. Reduce el aislamiento y ofrece un espacio para compartir estrategias y miedos; además, ayuda al paciente a encontrar un nuevo sentido de propósito y a enfocarse en lo que puede hacer y disfrutar, a pesar de las limitaciones de la enfermedad.

Tratar la depresión no es un «extra», es una parte esencial del tratamiento de la enfermedad. Todos tenemos días buenos y días malos. El objetivo no es ser felices todo el tiempo, sino construir la resiliencia para navegar las inevitables tormentas de la vida. Hablar, escuchar, educarnos y, sobre todo, ser amables con nosotros mismos y con los demás, son los pasos que transforman el estigma en apoyo y la desesperación en esperanza.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI