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Neumólogos, cardiólogos, reumatólogos, médicos generales, enfermeras especializadas y trabajadores sociales deben actuar de manera coordina ante una enfermedad que se puede confundir con asma, anemia o incluso estrés

Por: Dra. Tatiana Villegas

Doctora en Medicina y Senior Medical, Ethics and Compliance Manager en Ferrer

En América Latina, hablar de hipertensión pulmonar (HP) es visibilizar una enfermedad poco conocida, pero con consecuencias potencialmente devastadoras si no se detecta y trata a tiempo. Desde el ecosistema sanitario, observamos con preocupación cómo esta condición continúa subdiagnosticada en la región. Esta realidad pone de manifiesto la imperiosa necesidad de fortalecer la inversión pública en salud y desarrollar estrategias que permitan un abordaje temprano, integral y sostenible de la enfermedad.

Una enfermedad grave, debilitante y con grandes vacíos de atención

La hipertensión pulmonar no debe confundirse con la hipertensión arterial sistémica. Se trata de un aumento anormal de la presión en las arterias pulmonares que obliga al ventrículo derecho del corazón a trabajar en exceso, lo que puede conducir a insuficiencia cardíaca y muerte prematura si no se interviene a tiempo.

Pese a los avances en opciones terapéuticas en las últimas décadas, la HP sigue representando una necesidad médica no cubierta en América Latina. La falta de diagnóstico oportuno es una de las principales barreras: los síntomas iniciales —disnea con el esfuerzo, fatiga, mareos— son fácilmente confundidos con enfermedades comunes como asma, anemia o incluso estrés. Como consecuencia, los pacientes pueden tardar entre dos y tres años en recibir un diagnóstico preciso.

Este retraso limita gravemente las posibilidades de intervención eficaz, especialmente en pacientes con enfermedades pulmonares intersticiales (ILD, por sus siglas en inglés), donde la sospecha clínica temprana de HP puede marcar la diferencia entre una vida funcional o una rápida progresión hacia la insuficiencia respiratoria. Promover el diagnóstico precoz en estos pacientes es esencial para mejorar su pronóstico y calidad de vida.

El abordaje multidisciplinario: clave para cerrar las brechas

Para un mejor abordaje de esta enfermedad es necesario apostar por avances como un modelo de atención multidisciplinario, que puede actuar como pilar fundamental para enfrentar la HP. Este enfoque permite identificar brechas en la atención, reconocer necesidades clínicas no cubiertas y estructurar estrategias eficaces para abordarlas. Solo a través de un esfuerzo conjunto podremos aumentar la conciencia sobre la enfermedad, mejorar su detección temprana y optimizar el tratamiento inicial.

Centroamérica y el Caribe: Desafíos que abren oportunidades

Del mismo modo, la HP continúa siendo una enfermedad infradiagnosticada y subtratada en Centroamérica y el Caribe. Sin embargo, esta situación también representa una oportunidad única para transformar el abordaje de la enfermedad a través de cinco líneas de acción clave:

  1. Educación médica continua: La formación continua de médicos generales y especialistas puede aumentar la sospecha clínica y favorecer diagnósticos más tempranos. Incluir herramientas como el ecocardiograma desde atención primaria es fundamental.
  2. Redes de referencia y centros especializados: Establecer centros de excelencia en HP y protocolos de derivación puede facilitar el acceso a estudios avanzados como el cateterismo cardíaco.
  3. Acceso innovador a tratamientos: La implementación de programas de acceso temprano, compras regionales y la inclusión de medicamentos en listados de alto costo son estrategias viables para mejorar la disponibilidad de terapias efectivas.
  4. Registros nacionales y colaboración regional: Desarrollar bases de datos locales y participar en registros internacionales permitirá dimensionar la carga real de la enfermedad y orientar políticas públicas basadas en evidencia.
  5. Empoderamiento de asociaciones de pacientes: Las organizaciones de pacientes juegan un rol esencial en aumentar la conciencia, promover la adherencia terapéutica y generar cambios institucionales.

Neumólogos, cardiólogos, reumatólogos, médicos generales, enfermeras especializadas y trabajadores sociales deben actuar de manera coordinada, con el paciente en el centro de la atención, para ofrecer un manejo basado en la mejor evidencia disponible.

Por: Dra. Tatiana Villegas