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Después de una dura semana de trabajo, nada mejor que arrancar el fin de semana con el “viernes cultural”, esa reunión de amigos en las esquinas del barrio presagiando ya el descanso y la fiesta. Esta sección pretende hacer eso, arrancar nuestro fin de semana desde esta esquina virtual con cuentos y poemas de autores panameños para que los conozcan y los disfruten. Así que, ¡feliz fin de semana!, con sabor a literatura panameña de la buena.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]
Diseño: Carlos García Ponte

En la esquina de los poetas

Pedro Crenes en voz alta


Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990. Este texto suyo, escrito en voz alta: Para que las palabras despierten de uno a otro océano. Es el viernes y sus travesuras. Nunca mejor dicho: brindar con la copa de las palabra en alto. Por la literatura.

En la esquina de los poetas

Es viernes cultural, y la gallada, bajo la luz de la única farola de la calle, no solo chupa y jode, —“mañana será otro día”—, sino que también intercambia sus versos. Porque en cada esquina de luz de todos los barrios del mundo, siempre hay uno o dos poetas, que suelen ignorar el porqué de su destino. Los poetas de oropel, aplauso y brillo lo tienen claro: quieren la gloria y la vana presencia en todos lados.

Es viernes, sí, y un silencio esquinado se apodera de la luz de la única farola, bajo la cual se apiñan unos pocos y tristes enamorados, algún que otro desesperado, y hasta uno que la fe ha perdido: rodó por la pendiente de la duda o de la herida.

Bajo el ahora iluminado silencio, uno de los poetas de verdad recita sus versos. Los que chupan más allá, delante de la puerta de doña Tomasa, se callan ante el silencio que se hizo.

De los enamorados, el más triste, rompe la luz y pregunta si el poeta le presta sus versos. El desesperado, traga una lágrima de consuelo y jura no olvidar los versos del poeta de la esquina. El de la fe perdida, atisba, entre la música de las palabras, un mensaje de Dios al que hacer rato no oía. El poeta comparte los versos, “las cosas no son de uno si no del que las necesita”, oyó en el pregón de una vieja salsa, ignorando la decisión del desesperado o la fe renovada del que dudaba.

Uno de los que estaba fuera de la luz de la farola, justo en la línea de sombra, pidió al poeta la razón de su oficio, el porqué de su vocación. Desde las sombras, fuera de la luz húmeda de la noche, un poeta de oropel festivo, de lecturas en librerías y pomposas fotos, mascullaba su envidia esperando oír la razón del poeta.

Sacó un libro fino, raído de lecturas, subrayado, de esquinas dobladas para evitar olvidos o precisar hallazgos, y leyó su razón, el porqué de su oficio:

«Y fue a esa edad… Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.» *

El poeta de oropel se marchó rabioso por la oscuridad de su envidia.

La gallada guardó un silencio solemne bajo la luz que parecía haberse detenido por un instante, contagiando otra vez a los que chupaban delante de la puerta de la señora Tomasa.

El barrio fue un solo silencio de viernes, una extrañeza mínima. Luego, todo volvió a ser lo de siempre: había ocurrido, por una vez, la poesía.

*Poema La poesía, de Pablo Neruda

Coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña:
Pedro Crenes Castro

[email protected]
(Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.
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