El Papel Literario despliega un dossier dedicado a la Ilíada, coordinado por María Pilar Puig Mares. También, entre otras sorpresas literarias, un acercamiento a la última novela de Torres
Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional
Amigos lectores:
I.
Alessandro Baricco: “No son estos unos años cualquiera para leer la Ilíada. O para ‘reescribirla’, como he tenido ocasión de hacer. Son años de guerra. Y por mucho que ‘guerra’ siga pareciéndome un término erróneo para definir lo que está sucediendo en el mundo (un término socorrido, diría yo), lo cierto es que son años en que algo así como una orgullosa barbarie, relacionada con la experiencia de la guerra durante milenios, ha vuelto a convertirse en una experiencia cotidiana.
Batallas, asesinatos, crímenes, torturas, decapitaciones, traiciones, heroísmos, armas, planes estratégicos, voluntarios, ultimátums, proclamas. Desde alguna profunda sima que creíamos haber sellado, ha vuelto a aflorar todo el atroz y luminoso instrumento que desde tiempos inmemoriales ha sido bagaje de una humanidad combatiente.
En un contexto de este tipo -vertiginosamente espinoso y escandaloso- incluso los detalles asumen un significado particular. Leer en público la Ilíada es un detalle, pero no es un detalle cualquiera. Para ser franco, tengo que decir que la Ilíada es una historia de guerra, lo es sin prudencia ni medias tintas, y que fue compuesta para cantar a una humanidad combatiente, y para hacerlo de un modo tan memorable que durara eternamente, y para llegar hasta el último hijo de los hijos, cantando sin término la solamente belleza y la irremediable emoción que antaño fuera la guerra, y que siempre será. En el colegio tal vez lo explican de otra manera. Pero la esencia es esa: la Ilíada es un monumento a la guerra”.
II.
Quiero decir de una vez que, entre las páginas 1 a la 7, se despliega el dossier dedicado a la Ilíada, coordinado, con su presteza y buen talante de siempre, por María Pilar Puig Mares. Los que escriben son profesores de la Escuela de Letras de la UCV:
Adolfo Calero: Ilíada: un héroe. Un hombre
Ferenc Vass: Aquiles, Príamo y la posibilidad del humanismo: el triunfo de la compasión
Jerónimo Alayón: La Ilíada en clave filosófica
Juan Pablo Gómez Cova: La ‘Dolonia’: una interpolación entrañable
María Pilar Puig Mares: La carrera de carros: una pequeña iniciación
Rodrigo Marcano: Agamenón, hombre de Estado
III.
¿Hay que añadir algo más sobre la irradiación que la Ilíada tiene hacia nuestro tiempo? Probablemente resulte innecesario. Volver a leerla bajo el prisma de hoy, sobrecoge: la guerra está ahí. Desde hace más de 2 mil 700 años permanece reveladora e invicta. La guerra: con sus horrores y pausas, sus avances y retracciones, sus corajes y miserias, su brutalidad y sus excepcionales momentos de perdón y compasión. Volver a la Ilíada: modo de volver a nuestro tiempo, a nosotros mismos.
IV.
Desterrados (Editorial Blanca Pantin, 2025) es el título de la más reciente novela de Ana Teresa Torres, un capítulo más de su riguroso y fructífero hacer como escritora. En la página 8 y parte de la 9 reproducimos las lecturas de:
Florence Montero Nouel: “La novela, que en gran parte apoya su estructura en la representación del éxodo judío, de las migraciones, del exilio que surge de la persecución y la expulsión del lugar propio, abandonado de manera abrupta para alcanzar una posibilidad de sobrevivencia, plantea no solo la discriminación y el prejuicio racial que llega al crimen, sino también la condena política, justificada por los complejos mecanismos del poder”.
Y de Jacqueline Goldberg: “En Desterrados hay una reflexión sobre la dificultad de regresar al pasado y el peso de las pérdidas personales y familiares. A través de relatos cruzados, la autora muestra el destierro —y el exilio o ambos— como una experiencia tanto física como psíquica, cuyas cicatrices buscan fondo en la melancolía, los silencios y una insistencia en preservar la memoria. El viaje es el asidero de la introspección y la reconstrucción de identidades”.
V.
Quiero enfatizar: recompensa visitar, por lo mucho y ordenado que ofrece, el sitio web de Ana Teresa Torres (www.anateresatorres.com). Entre otras razones, porque allí están, disponibles y gratuitas, la casi totalidad de sus obras, además de abundante información útil para cualquier lector. Una web que seguramente ha demandado tiempo y esfuerzos de la autora, y que habla del modo más elocuente de su generosidad y disciplina.
VI.
Luis Felipe Castillo Herrera nos aproxima a la escritora María Luisa Ocampo (1899-1974), dramaturga fundamental, narradora y poeta y poeta mexicana: “Su aporte al canon no solo reside en la solidez de su obra, sino en su capacidad para insertar preocupaciones modernas en formas tradicionales, adaptándose a diversos formatos con una solvencia técnica admirable. El desafío de la crítica actual, al revisitar su legado, es devolver a Ocampo al lugar que le corresponde”. Página 9.
VII.
Publicado por la editorial española Catarata, circula La vida interrumpida, el más reciente libro de Pedro Plaza Salvati. En su momento, el autor, residenciado en España, viajó a Caracas por unos días. El COVID le obligó a quedarse por más de un año. Plaza Salvati adoptó la práctica de hacer largas caminatas por la ciudad: de allí provienen las crónicas reunidas en el libro, prologado por Antonio Muñoz Molina. En la entrevista que le hice, dice Plaza Salvati: “La vida interrumpida tiene que ver con el periodismo literario, que emplea recursos propios del cuento, la novela, el ensayo o la prosa poética. Aunque cada crónica es una pieza autónoma, me propuse que hubiese hilos conectores entre estas, algunos visibles, otros no tanto, de forma tal que, incluso, la trama central (lo que vive una pareja que viaja por tres semanas a una ciudad y se ve forzada a permanecer trece meses a causa de la pandemia) puede parecer novelada”. Página 10.
VIII.
“Es apasionante buscar la palabra justa para decir algo que es, apenas, sensación, abstracción, un anhelo esquivo, una sospecha. Y de pronto tenerlo bien atrapado entre las manos, palparlo porque al fin puedes nombrarlo. En ocasiones, el juego cambia: ya no se trata de encontrar las palabras para lograr una imagen, sino de verla aparecer en el mismo momento en que la escribes. Yo no vivo la escritura con tormento alguno. Si en lo que escribo hay alguna belleza, creo que viene de ahí: de la euforia secreta que sentimos cuando encontramos la palabra exacta o cuando ella tiene la bondad de venir a nosotros sin que la hayamos invitado”. La que habla es Cristina Raffalli, periodista y narradora venezolana residenciada en Francia. La entrevisté, a propósito de Combustión y otros relatos, publicado por la Editorial Eclepsidra (Venezuela, 2025). Página 11.
IX.
Claudia Cavallin entrevistó a la escritora mexicana Ana Clavel, autora del elogiado Autobiografía de la piel (Editorial Alfaguara, 2025). Dice Clavel: “Es muy cierto que el primer anzuelo de un libro que se lanza al lector es la portada y el título. Por eso propuse una imagen del Sahara cuyas dunas sugieren un cuerpo tendido, el vientre, el ombligo. No es piel lo que vemos, pero los pliegues de la arena la evocan en una metáfora visual que se complementa con el título: Autobiografía de la piel. Una invitación a la exploración y a la caricia. Luego viene una ambigüedad con la cita de Valéry que sirve de epígrafe y gobierna todo el libro: «No hay nada más profundo que la piel». Y así. Página 12.
X.
La página 13, última de esta edición, trae tres artículos que se suman al homenaje a Allan Brewer-Carías, publicado en estas páginas en la edición del 16 de noviembre. Escriben:
Enrique Urdaneta Fontiveros: Una vida consagrada al pensamiento jurídico y la República.
Fortunato González Cruz: Allan Brewer-Carías, Municipalista.
Francisco González Cruz: Descentralización: Camino al desarrollo integral.
XI.
Una cita más, antes de poner punto final a estas notas de envío. Proviene del breve, notable y casi intimista ensayo de la pensadora judía Rachel Bespaloff (1895-1949), De la Ilíada (Editorial Minúscula, 2009, prefacio de Hermann Broch). Dice:
«Nunca se acaba de escudriñar la composición de este poema. La claridad multiplica los enigmas. La precisión del rasgo resalta la atormentada ductilidad de la vida. Bajo la hermosa unidad de la fuerza renace la ambigüedad de lo real. Respetadas y evidenciadas por todas partes, las grandes simetrías del devenir no hacen sino revelar mejor la presencia de lo inconmensurable. Todo lo que, por su naturaleza, parece que debe escapar a la plástica escultórica -lo furtivo, lo huidizo, el hervidero de las posibilidades, el reflejo de los contrastes— se encuentra, no se sabe cómo, incorporado en estas estatuas sin que su calma resulte alterada. Los héroes de Homero se nos presentan, simultáneamente, con el relieve del actor sobre la escena trágica y con el halo de las existencias mortales».
XII.
Queda sugerido: hay que volver a la Ilíada, una vez más.
Nelson Rivera, director del Papel Literario
Para leer la edición completa:

