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La científica venezolana se ha ganado el reconocimiento nacional e internacional en las áreas de inmunología y virología molecular. Siempre tuvo claro que su camino era la ciencia, de la cual no duda que seguirá desarrollando diagnósticos, tratamientos y vacunas efectivos contra los virus

Por: Prensa Acfiman

Flor Hélène Pujol, Investigadora Titular, jefa del Laboratorio de Virología Molecular del Centro de Microbiología y Biología Celular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), se confiesa enamorada del estudio de los virus.

Sus trabajos sobre los virus de hepatitis, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y otros, como dengue, le han valido el reconocimiento nacional e internacional en las áreas de inmunología y virología molecular.

Trabajo durante la pandemia

Desde la pandemia, el Laboratorio de Virología Molecular, que dirige, se dedicó al estudio del SARS-CoV-2, virus causante de la COVID-19. “En enero de 2020 no teníamos claro que el virus se convertiría en pandemia, pero sí nos preparamos para estudiarlo, aprender y divulgar información al público”, explica la doctora Pujol, Individuo de Número, Sillón XVI de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (ACFIMAN).

La científica relata que el investigador Héctor Rangel hizo gestiones desde el principio de la pandemia. Para julio de 2020, el Laboratorio de Virología Molecular fue incluido entre los laboratorios de diagnóstico molecular del nuevo coronavirus, coordinados por el Instituto Nacional de Higiene (INH).

A partir de entonces, el equipo ha realizado el cultivo del virus, su caracterización molecular y la vigilancia genómica.

El Laboratorio de Virología Molecular posee un espacio con nivel de bioseguridad P3 (equipos y medidas de seguridad donde se garantiza un ambiente de trabajo seguro), necesario para cultivar virus de la hepatitis, el del VIH y luego SARS-CoV-2. Desde allí se ha podido secuenciar el coronavirus para determinar las variantes circulantes en Venezuela.

Todo este trabajo ha contado con el apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología para tener a disposición los equipos necesarios para hacer la secuenciación del virus.

Uso racional de los recursos

En el caso del SARS-CoV-2 son 30 mil nucleótidos en su ADN que hay que descifrar como si fuera un código, explica la académica.

El Laboratorio cuenta con un equipo pequeño de secuenciación de próxima generación. Aunque, en comparación con otros países, la capacidad del laboratorio es limitada para la secuenciación del genoma completo, esto no fue obstáculo para determinar las variantes, usando alternativas de secuenciación parcial con alto valor predictivo.

Pujol explica que adoptaron una estrategia de uso racional de los recursos: establecieron un algoritmo para analizar, en lugar de los 30 mil, 614 nucleótidos que contienen las mutaciones claves y así lograr una correlación del 99 %.

Para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificara los resultados, se procedía a analizar el genoma completo como confirmación en un grupo de muestras.

Mucho espacio para la investigación

Nunca un virus había sido estudiado tan a fondo por tantos científicos a la vez en todo el mundo. “En cuarenta años de investigación de la vedette de los virus, el VIH, se han hecho cuatro millones de secuenciaciones, mientras que en 4 años de pandemia, 16 millones, es decir, más del cuádruple. Es una lección prociencia, cuando se invierte en investigación científica se generan resultados”.

Y sigue habiendo espacio para la investigación en vacunas y en tratamientos. “Es importante seguir investigando en vacunas que provean inmunidad más amplia, de preferencia de todos los coronavirus, ¡pensando hasta en futuros coronavirus por emerger!, y que induzcan una inmunidad más prolongada. Por ejemplo, una vacuna de administración nasal que induzca inmunidad mucosal, una barrera potente contra un virus que entra al ser humano por la mucosa respiratoria. Ya hay estudios y se siguen haciendo, el tiempo dirá”.

Tratamientos antivirales

En cuanto a los tratamientos antivirales, su desarrollo es más lento, requiere muchos años de investigación. Explica la investigadora que ninguno de los antivirales usados para tratar el coronavirus, como el Paxlovid fabricado por Pfizer, ha sido un ejemplo exitoso de estos desarrollos.

Sin embargo, el conocimiento del virus ha influido en la aplicación de tratamientos más efectivos. “Por ejemplo, fue un hito en esta pandemia lo que hicieron los patólogos italianos al identificar en las autopsias la inmunotrombosis. Con esto se determinó el fuerte componente inmunopatológico de esta enfermedad y se lorgró entenderla mejor. Aunque no tengamos los mejores antivirales, sí hemos aprendido a tratarla y hemos podido reducir la letalidad”.

Pasando a la endemia, aunque la historia se repite

El 5 de mayo de 2023, la OMS declaró el fin de la emergencia por la pandemia de COVID-19. De esta manera, esta infección se convirtió en una enfermedad endémica, que ha seguido causando brotes epidémicos de tanto en tanto, “pues las epidemias no nos han abandonado”, asegura la viróloga.

“No habíamos terminado con la pandemia de COVID-19 cuando el 23 de julio de 2022 la OMS declara la Emergencia Internacional de Importancia en Salud Pública de Mpox, conocida anteriormente como viruela símica”, relata la doctora Pujol. De nuevo, el equipo se concentró en secuenciar los aislados venezolanos de Mpox, un virus con un genoma mucho más grande que el de SARS-CoV-2.

Además, a finales de noviembre de 2022, un nuevo virus azotó a las costas venezolanas, causando la muerte de numerosos pelícanos: la influenza aviar. “En este caso, el equipo le brinda apoyo al INSAI (Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral) en el diagnóstico molecular y la secuenciación de aislados virales de Influenza H5N1”.

Un equipo de mayoría femenina

La aventura de secuenciación masiva es llevada a cabo en el Laboratorio de Virología Molecular por un equipo de mayoría femenina y liderado por la doctora Rossana Jaspe, “quien ha sabido producir prácticamente las únicas secuencias hechas en el país a través de secuenciación de última generación”, afirma la académica.

“Las recientes epidemias nos han confirmado la importancia de la genómica de alta capacidad para el control de las mismas. No sólo para diseñar vacunas y fármacos, sino también para modificar estos virus en su evolución”, dice la doctora Pujol.

Un camino de ciencia

La doctora Pujol tenía claro que quería estudiar una carrera científica, pero escogió Biología por descarte, al no quedar seleccionada en su primera opción que era Matemáticas en la Universidad Simón Bolívar (USB).

En 1982 egresó summa cum laude de la USB como bióloga, e ingresó al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas para seguir estudios de postgrado. Obtuvo la Maestría y Doctorado en Bioquímica con el reconocimiento magna cum laude en 1985 y 1989, respectivamente,

Para su trabajo de grado, Pujol realizó un estudio ligado a la biotecnología en el área de alimentos: la producción de proteínas de levadura usando como sustrato la concha de plátano verde, pero durante la maestría se dedicó a la parasitología, en particular a investigar el Schistosoma mansoni, agente responsable de la bilharziasis.

Trayectoria de logros

De esta manera comenzaba una trayectoria de logros en los campos de la inmunobiología y la biología molecular.

En el doctorado desarrolló un sistema de diagnóstico de la bilharzia, enfermedad producida por el Schistosoma mansoni, basada en anticuerpos monoclonales.

“Pasé de estudiar la levadura, que es unicelular, a investigar un gusanito que mide un centímetro de largo y que se aloja en el hígado de las personas. Trabajar en el diagnóstico de una enfermedad que afecta a las personas me motivó mucho”, recuerda la doctora Pujol.

Cuando terminó el doctorado, tuvo la posibilidad de seguir con un postdoctorado como actividad profesional en el mismo IVIC.

Sin embargo, la experiencia con la que ya contaba la llevó a ser incorporada como investigadora de Consultores Cerveceros, en la Gerencia Nacional de Biotecnología de Empresas Polar, a cargo del doctor Rafael Rangel Aldao.

Trabajó durante cuatro años con un equipo de científicos de distintas universidades en el desarrollo de anticuerpos monoclonales para la detección de microorganismos contaminantes de la materia prima para la fabricación de cerveza.

El rumbo de los virus

Tras su renuncia a la Gerencia Nacional de la Biotecnología, en 1992 la doctora Pujol ingresó como postdoctorante al Laboratorio de Biología de Virus, donde, junto con el doctor Ferdinando Liprandi, continuó su carrera en hepatitis virales, trabajando en serología, secuenciación y desarrollando técnicas de biología molecular para el rastreo epidemiológico de virus causantes de esta enfermedad.

Pujol y su equipo estudiaron el origen de los virus de la hepatitis en el país, y lograron determinar los genotipos de los virus de hepatitis en los amerindios en poblaciones como la de los Warao Amerindia, del Delta del Orinoco. “Aportamos la primera evidencia de que sí circulaba el virus de la hepatitis E en el hemisferio sur”.

Pujol destaca la colaboración fructífera que mantuvo su equipo de investigación con el Hepatitis Branch de los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Atlanta.

En 2002 estaba trabajando principalmente en rotavirus, pero ya se había comenzado a trabajar en dengue y colaboró en estos trabajos.

Fue ese año, y siendo Investigador Asociado Titular (escalón previo a Investigador Titular) cuando se liberó el Laboratorio de Virus Animal del IVIC, y el entonces presidente del instituto, Egidio Romano, le ofreció la dirección de este laboratorio. Pujol tomó el cargo y cambió el nombre a Laboratorio de Virología Molecular.

VIH

Allí se instaló con sus estudiantes y asistente, Carmen Luisa Loureiro, con quien trabaja desde 1995. El Laboratorio contaba con dos técnicos de mucha experiencia en el alphavirus de la encefalitis equina venezolana, y ya habían empezado a trabajar con VIH.

En 2003-2004 empezamos a trabajar con VIH, cuando nadie o muy pocos lo hacían en Venezuela. Héctor Rangel se incorporó como investigador en 2004 para estudiar el VIH, y Rossana Jaspe, quien venía del área de tuberculosis, entró en 2010 para encargarse de hepatitis, VIH y coinfecciones”, cuenta la académica.

En este campo, la doctora Pujol contribuyó al primer reporte sobre la circulación del VIH-2 en Venezuela, así como en la descripción molecular de una epidemia devastadora de VIH-1 que afectó a la población Warao de Venezuela.

Sobre la situación actual de esta última, comenta que Onusida (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida) ha determinado que la prevalencia en poblaciones indígenas es de 7 %. “No ha crecido, pero se mantiene a un nivel alto. Con la pandemia aumentaron los problemas de acceso a medicamentos retrovirales, sobre todo en el Delta. Nos toca retomar con urgencia el trabajo para que no se suspendan los tratamientos y no aumente la resistencia primaria a la terapia antirretroviral; es decir, la desarrollada por un individuo que nunca ha tomado medicamentos y que ha sido infectado con un virus ya resistente de un individuo que sí ha sido tratado”.

Uno de los grandes aportes de la doctora Pujol ha sido el desarrollo en su laboratorio de técnicas que permiten ofrecer tests diagnósticos de los virus.

En el caso del VIH, el servicio de diagnóstico del Laboratorio trabaja en los tests de resistencia. “Secuenciamos el virus y le informamos al médico sobre las mutaciones encontradas para que ajusten el tratamiento antirretroviral”.

Un antes y un después de las vacunas

La sociología es un campo de investigación al que la académica le gustaría acercarse en el futuro.

Esta motivación se acrecentó con la pandemia COVID-19. “Siempre he sido provacuna, participé en el ensayo de la vacuna Sputnik V, y me cuesta entender qué piensan las personas que se oponen a las vacunas, cuáles son las razones de sus temores y dudas cuando se ha demostrado que vacunarse es la mejor herramienta que tenemos contra las enfermedades virales. Las vacunas marcaron un antes y un después en esta pandemia”.

Con la ciencia nunca te aburres

Escoger la ciencia como carrera garantiza que nunca habrá lugar para el aburrimiento. “En la ciencia estamos continuamente actualizando los conocimientos, nunca es rutinario el trabajo. Además, con una carrera científica tienes la libertad de disfrutar el trabajo que haces. Para mí, más que un trabajo es disfrute”.

Sobre la situación actual de las universidades venezolanas, la científica enfatizó que en medio de las adversidades es necesario “luchar por mantener esas pequeñas llamitas u oasis de actividad científica y académica, tratar de hacer lo mucho o poco que se pueda en estos momentos”. Así, opina, será menos complicado reactivar las universidades que intentar hacerlo sobre una tierra arrasada.

Un gran honor

Ser Individuo de Número de la ACFIMAN representa para Flor Pujol “un grandísimo honor”. “La Academia es una gran familia a la que se pertenece de por vida, con un objetivo común. Las Academias han jugado un papel muy importante, sobre todo en los últimos 20-30 años. Estoy orgullosa de pertenecer como colectivo a los enormes logros de la ACFIMAN como la defensa de los valores académicos, y la promoción y divulgación del conocimiento científico”.

Viajes, cine y buena mesa

Caraqueña de nacimiento, de padre francés y madre también de la capital venezolana, tiene dos hijos, Francis y Stephanie. Por su ascendencia francesa tiene doble nacionalidad.

Estudió bachillerato en el Colegio Francia en Caracas, donde se graduó de bachillerato francés y luego, por equivalencia, venezolano.

Su pasión son los virus, pero también le encantan los viajes, la buena comida y el cine.

Esta entrevista se publicó originalmente en abril 2022; fue actualizada y editada en octubre de 2024.

Por: Prensa Acfiman