“Carlos Pacheco, escritor, crítico literario, editor, traductor, promotor cultural, individuo de número de la
Academia Venezolana de la Lengua, profesor emérito de la Universidad Simón Bolívar, maestro de varias generaciones de estudiantes agradecidos, fue también mi esposo, mi amigo, mi amante, mi maestro, mi compañero, solo Carlos”, escribe Luz Marina Rivas, su esposa, en su memoria al abrir el especial del Papel Literario
Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional
Amigos lectores:
I.
Entre los muchos atributos con que Carlos Pacheco (1948-2015) obsequiaba a quienes le rodeaban, quiero destacar la del gentil ciudadano, hombre de modales discretos y suave hablar, caballeroso y metódico, intelectual de emprendimientos que, al mismo tiempo que publicaba rigurosos estudios literarios, exhibía eficientes dotes para la gerencia editorial o para conformar un equipo con colegas y emplearse en la delicada tarea de producir una antología. Como escribió Luis Barrera Linares en abril de 2015, Pacheco fue un “caballero de las letras”. Han transcurrido diez años de su súbito y temprano fallecimiento, y su ausencia continúa siendo dolorosa.
II.
Pacheco estudió Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana (Bogotá), hizo una Maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Liverpool y un Doctorado en King’s College, Londres. Además de profesor titular de la USB, en la misma universidad coordinó el posgrado de Literatura, fue Decano de Estudios Generales y de Estudios de Postgrado, y Director de Extensión y Publicaciones. Fue profesor invitado en universidades de Estados Unidos y España; jurado de importantes premios; Individuo de Número de la Academia Venezolana de la lengua; autor o coautor de estudios, compilaciones y antologías; destinatario de premios y reconocimientos, entre ellos, el de Profesor Emérito; y, esencial, un maestro y un hombre de familia, un hombre querido.
III.
El homenaje que desplegamos en esta edición, lo quiero agradecer en voz alta a su viuda, Luz Marina Rivas, también investigadora, crítica literaria, ensayista y profesora universitaria(“Compartimos sueños, ideas, valores, temores, proyectos, dolor de país, nuestras fortalezas y nuestras debilidades, nuestros recuerdos más antiguos y las memorias que construimos juntos”). Además de su texto, con el que abre el dossier de hoy, vienen las contribuciones de:
· Antonio López Ortega, Compañero antólogo.
· Arlán Narváez, Carlos Pacheco Pacheco.
· Arturo Gutiérrez Plaza, Pasión y compromiso más allá de la vista.
· Aura Marina Boadas, Sir Carlos Pacheco.
· Carlos Sandoval, Tocayo.
· Cristo Rafael Figueroa Sánchez, Amigo/Tutor/Mentor.
· Evelyn Castro, Fino ojo editor.
· Florence Montero Nouel, Maestro inolvidable.
· Gina Saraceni, Papiros para Carlos.
· Grupo Diáspora, Querido Carlos.
· Lourdes C. Sifontes Greco, Trazos sueltos para el maestro y amigo.
· Luis Barrera Linares, Universitario multitarea.
· Miguel Gomes, Un demiurgo de nuestra comarca.
· Víctor Bravo, Presencia de Carlos Pacheco.
IV.
Del mismo artículo de Luis Barrera Linares -colega y amigo de Pacheco-, publicado en el portal Contrapunto el 1 de abril de 2015, copio un párrafo:
“Difícil resumir en tan escaso espacio una trayectoria harto productiva, vasta y diversa como la de Carlos Pacheco. Firme en sus convicciones, seguro en sus ideas, caballero de la vida y de las letras, estudioso, universitario a toda prueba, podrían ser algunos de los rasgos para definir su personalidad, sus pasos más que fructíferos por el CELARG, por la Universidad Simón Bolívar, por la Academia Venezolana de la Lengua, sus disciplinados estudios de postgrado en Liverpool y Londres, sus pasantías por diversas universidades extranjeras. Y, lo más importante, su don de gente y su don de aciertos, la lealtad hacia los amigos”.
V.
Página 8: En la parte superior viene una nueva entrega de Memorias de un diplomático, de Oscar Hernández Bernalette: episodio en el que narra su actuación como portador de correspondencias secretas del presidente Carlos Andrés Pérez a varios gobernantes de naciones del Caribe: “No habían pasado ni dos meses de mi designación y, por primera vez y para sorpresa de algunos veteranos , fui convocado al despacho del canciller en la Casa Amarilla. Era Simón Alberto Consalvi, el ministro de turno. Otro personaje, ácido, de pocas palabras, un tabaco en la boca, sin duda me intimidaba”. Y sigue.
VI.
Tomás Guilarte comenta El dilema octubrista. 1945-1987, de Luis Castro Leyva: “Aquí al menos tres ‘dilemas’ comienzan a encauzar el argumento del libro, por ejemplo, el fantasma del viejo militarismo caudillista y violento siempre ha refractado nuestros avances —civilismo-militarismo—; los intelectuales del momento reeditaron la disputa alrededor del concepto de ‘Libertad’ con acepciones neo-marxistas y liberales a la vez —confusión ideológica—; el nuevo orden de las cosas, en cada una de estas fechas, se diluía en la ejecución forzada y tropical de La Dictadura de Schmitt —la accidental relación entre hecho y derecho, que ha paralizado y agravado las transiciones en este país”. También en la página 8, parte inferior.
VII.
Indira Rojas entrevistó al maestro de la escena venezolana Antonio Costante (1937, Italia), quien tras llegar a Venezuela en 1954, ha protagonizado un desempeño extraordinario y prolífico, de casi siete décadas, como actor, director de teatro, director de ópera, dramaturgo, guionista, productor, escenógrafo, creador de espectáculos multimedia y más. “La primera vez que vio una obra de teatro tenía ocho o nueve años y se topó con la conmovedora pero larga y esforzada dramaturgia alemana del siglo XVIII. Era un niño cuando vio Los bandidos, de Friedrich von Schiller. Duraba cuatro horas y logró sobrevivir tres totalmente despierto. “Se me quedó grabada para siempre. Especialmente la primera escena. Un hombre solo, sentado, enrollado en sí mismo, ¡de pronto empezó a hablar! No había visto una cosa así”. Viene en las páginas 9 y 10.
VIII.
Las últimas dos páginas de esta entrega vienen dedicadas a Eddie Palmieri (1936-2025), pianista, compositor, pionero de la salsa, creador capitular del jazz latino, fundador de orquestas, siete veces ganador de premios Grammy, autor de discos insuperables. Lo recuerdan aquí, Víctor Suárez (Palmieri, 27 años vetado en Venezuela) y Federico Pacanins (Eddie Palmieri en dos temas). Escribe Víctor Suárez:
En 1975 ganó su primer Grammy por “El Sol de la Música Latina” (el primero otorgado a un músico latino). El año siguiente ganó su segundo Grammy con “Pieza Maestra Inconclusa”. En 1985 ganó el tercero con “Palo Pa’ Rumba”.
En esta tercera ocasión declaró que había reaparecido con una orquesta compuesta por “músicos totalmente puertorriqueños de Puerto Rico”.
Cuando reseñé la noticia en el diario El Nacional de Caracas, observé que “en el LP triunfador existe un surco dedicado a Venezuela, a pesar de estar vigente un veto empresarial contra el maestro Palmieri en nuestro país”.
Y también estaba otro (“Prohibición de salida”) que se refería a la situación que había vivido en el país, aunque sin señas particulares.
Este mínimo homenaje viene en las páginas 11 y 12.
IX.
Les reitero, como cada semana, mis buenos deseos.
Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional