La vida es como una novela, de hecho es el género que mejor la representa. Vivimos cuentos que referimos a los demás, y hasta microrrelatos cuando la anécdota es proteica hasta la lo brevísimo
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro

Es una obviedad: hay historias que, cambiadas de escenario, mejorarían. Cambiado el escenario los personajes cambian, las atmósferas cambian, y la estructura, la trama y hasta el fondo espiritual/filosófico de nuestra historia también
La lección del escenario
La vida es como una novela, de hecho es el género que mejor la representa. Vivimos cuentos que referimos a los demás, y hasta microrrelatos cuando la anécdota es proteica hasta la lo brevísimo; podemos confesar en forma de poemas el amor o el odio más hondos, o expresar nuestras esperanzas y anhelos por medio de ellos, o ponernos sesudos contando nuestras opiniones en tono de ensayo, pero siempre vivimos como una novela.
Uno de los puntos fundamentales de la técnica narrativa, donde podemos salvar o perder la novela que escribimos, es la construcción del escenario. En los talleres literarios, muchos de los nuevos escritores se niegan por pereza a abordar el proceso de cambio del escenario de sus historias, demostrando su poco espíritu de escritor. No es una negación estética, es un abandono de lo fundamental al momento de escribir: capacidad de trabajo.
Es una obviedad: hay historias que, cambiadas de escenario, mejorarían. Cambiado el escenario los personajes cambian, las atmósferas cambian, y la estructura, la trama y hasta el fondo espiritual/filosófico de nuestra historia también, llevando nuestra idea a un nivel corrector que si bien en ocasiones enmienda la totalidad de la obra, en otras, las más de las veces, la salva. Pero hay poco espíritu scout, parafraseando a Ibargüengoitia.
Como autores y personajes protagonistas de nuestra vida, podemos introducir cambios que transformen el escenario. No se trata, lo hablamos en los talleres literarios, de irnos a Groenlandia de golpe, sino modificando, de entrada, el punto de vista del personaje. Muchas veces resulta útil que el protagonista cambie su mirada sobre el escenario: eso nos da pistas para saber como autores si estamos en el lugar correcto para nuestra historia, o nuestro personaje no lo está abordando bien.
Otro cambio que se opera para salvar el escenario, es saber si el personaje es de verdad el protagonista o no, siendo necesario modificar su psicología. Parece que todo depende del personaje, ¿qué hacemos hablando de escenarios? Sucede que cambiar de escenario es la última opción —irnos a Groenlandia—, porque los escenarios cambian, en la novela y en la vida, en la medida en que nuestra relación o la del personaje con él se transforme. Espíritu del escritor, espíritu scout, la vida misma y sus luchas para no salir corriendo de nuestra historia.
Desde la lectura, Emma Bovary y Alonso Quijano pretenden cambiar sus vidas introduciendo la ficción, a tal punto que sus conductas son modificadas y sus escenarios vitales varían de una forma severa. Los puntos de vista se modifican, y la gran prueba de que no son los protagonistas la tenemos en que son transformados por un poder mayor, que es el que de verdad lo cambia todo, la Literatura, que los lleva a en su senda vital a desfacer entuertos entre las armas y las letras, entre el amor y la traición.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.